—¿Hace cuánto tiempo que esto sucede? —preguntó Jasper cortante.
—El suficiente —replicó Edward y se movió para ocultar a Bella con su cuerpo más ancho y alto. Con lenta deliberación empezó a cubrirla con la bata con suavidad. La chica estaba mortificada y ruborizada. Sintió que Edward le daba un beso en la frente y se estremeció con un resabio de deseo. Se aferró a él. Él le alzó la barbilla y vio el dolor y las lágrimas de culpa en sus ojos— Tranquila —murmuró y le dio un beso suave en la boca.
—¿No la va a dejar en paz? —se disgustó Jasper— Por el amor de Dios, lleva mi anillo de compromiso.
—Lo cual me pareció una estrategia oportuna de su parte —afirmó Edward con calma.
—¿Qué se supone que significa eso? —inquirió Jasper.
—Creo que usted ya lo sabe —miró a Jasper a los ojos— Sería mejor que cerrara la puerta si no desea que alguien más escuche esta conversación.
Jasper cerró la puerta y Bella se sobresaltó. Puso las palmas de las manos sobre el duro pecho de Edward y este la dejó ir. La chica inhaló hondo y se enfrentó a su prometido. Jasper estaba pálido y sus ojos mostraban su asombro ante la situación. Miraba a Edward Cullen con el deseo de apuñalarlo.
—¿Son amantes, verdad? —la acusó con la mirada.
—Yo... —Bella tragó saliva, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Sí, somos amantes —contestó, Edward.
—No le hablaba a usted —los observó con un odio comprensible para chica—
¿Bella?... —apeló con voz ronca.
La joven lo miró en silencio. ¿Qué podía decirle? Estaba triste por él, por ella y por todo el enredo que provocó esa noche. Y la verdad era que ella y Edward se volvieron amantes esa noche. Tal vez no como Jasper imaginaba pero casi. Bajó la vista y no dijo nada.
—Debí adivinarlo —rugió con despreció. — Cuando me mencionaste por vez primera el nombre de este maldito griego, debí adivinar que tu padre estaba tramando algo... Debí recordar que la historia tiene la costumbre de repetirse. Ustedes, los Swan, siempre han significado la muerte para mi familia.
—No, por favor, Jasper... —suplicó Bella— No entiendes nada, mi padre nada tuvo que...
—Claro que esto lo tramó él —se burló y la miró con desdén— Me odia tanto, que haría cualquier cosa para evitar que te cases conmigo. Te tendió una trampa... y eres tan tonta, que ni siquiera te das cuenta.
Tenía el derecho de sentirse traicionado por los Swan, reconoció Bella al ser invadida de nuevo por la culpa. De cierta manera, la historia se repetía. Diez años atrás, cuando sus respectivos padres riñeron, el padre de Jasper fue el que más perdió frente a Charlie, quien era más astuto y obligó a Michael Hunter a salir dé la compañía. Michael Hunter nunca más volvió a tener éxito en los negocios. De acuerdo a Jasper, murió hacía un año, muy desilusionado y amargado.
— Lamento que mi padre no te acepte, Jasper —susurró, avergonzada por la forma en que su propio padre se negó a que muriera el pasado, a pesar de que Jasper sí estuvo dispuesto a hacerlo... por ella. Estuvo dispuesto a olvidar su resentimiento por su amor— Pero esto nada tiene que ver con mi padre —insistió— Toda la culpa es mía —suspiró y se sintió muy cansada.
—Tienes toda la razón al decir eso —estaba palpitando de furia y humillación
—Si no hubieras sido tan tonta... lo habríamos podido tener todo, ¡todo!
—Y ahora se marchará sin nada —intervino una voz profunda y sombría. Su total falta de compasión fue tan cruel que Bella jadeó.
—¿Por qué haces esto? —Bella se llevó una mano temblorosa a la frente al encararse a Edward.
—Sí, señor Cullen... —provocó Jasper—. ¿Por qué lo hace?
Era un reto y tan grave que todo pareció detenerse. Edward estaba tan quieto que Bella podía sentir su tensión, una amenaza tremenda. No sabía lo que era, pero existía.
Entonces Edward se movió y tomó a Bella de la cintura con posesividad.
— Bella acudió a mí —declaró— Y se entregó a mí. A diferencia del viejo Charlie, yo no comparto nada... nada. ¿Lo entiende?
—¿Y espera que lo acepte y que me aleje así nada más? —Jasper alzó una ceja, desafiante. Parecía que ya no estaba enojado, tan sólo era una concha vacía y fría. Bella miró a un extraño. Un extraño alto, rubio y cínico. Y parecía que ella ya no era el meollo del asunto, que era desplazada por algo mucho más importante— Recuerde que ella lleva mi anillo. De seguro eso debe valer algo.
—Ah, sí —susurró Edward— El anillo —tomó la mano izquierda de Bella y le quitó la sortija, mientras los ojos de la chica eran arrasados de nuevo por las lágrimas— ¿Y qué precio pone... por su corazón roto, Hunter? —mencionó una cifra enorme que tensó a Bella y la hizo atragantarse de horror.
—El doble de eso se acercaría más a lo que pretendo.
—¡Jasper! —se atragantó la joven, mareada e invadida por el asco.
—Es un trato —Edward le aventó el anillo a Jasper, quien lo atrapó.
—¿Qué se siente ser vendida por el precio de un Rolls Royce? —inquirió Jasper al ver a Bella con una sonrisa dura y despreciable.
Bella se estremeció. Esa era la venganza de Jasper. Este aceptó el ofrecimiento de Edward sólo porque así sabía que podía herirla.
—Ten... —prosiguió Jasper y le envió de regreso el anillo. Bella lo atrapó por instinto— Guárdalo como un recuerdo —le indicó al abrir la puerta—No lo quiero... como tampoco te quiero a ti —los miró con insolencia— Nunca me ha gustado tener mercancía de segunda mano. No olvide el dinero, Cullen. No soy un hombre paciente.
Entonces se fue. Salió del cuarto y de la vida de Bella. La chica se sentó en la orilla de la cama.
—Nunca te perdonaré por esto —susurró con voz ronca. Ella conocía a Jasper y toda esa insolencia fue la manera de ocultar su dolor. Era la misma insolencia con la que hizo frente al rechazo de Charlie, con la que le relató a Bella la crianza que su padre le dio después de que la compañía se disolvió — ¿No bastaba con que quisieras arruinar a mi padre… también tenías que arruinar mi felicidad?
—No recuerdo haberte prometido la felicidad, Bella —murmuró con tranquilidad y le dio la espalda.
—No me refería a la esperanza de ser feliz contigo —exclamó con desprecio.
—¿De veras crees que habrías sido feliz junto a ese mercenario? —su tono de voz fue aún más desdeñoso.
—Tenía que irse con su orgullo intacto —explicó y miró el pequeño anillo que yacía en su palma— La única forma de hacerlo era hacerme parecer insignificante junto a tu maldito dinero. Ustedes los hombres y su orgullo —suspiró, pensando en su padre, quien estuvo a punto de morir por su dignidad— Viven y mueren por ello.
¿Y qué con mi orgullo, mi respeto por mí misma? —inquirió, triste— Creo que nunca más volveré a sentirme limpia.
—¿Y también me culpas por eso? Tú acudiste a mí para pedir ayuda. Bella —le recordó— No fue al revés.
—Debí ir con Jasper —susurró, mirando con tristeza el anillo.
—Tal vez —estaba harto con todo el asunto— Y no lo hiciste. ¡Ahora debes pagar el precio de tu error!
La puso de pie, tomó el anillo y lo metió en su bolsillo.
—Olvida a Jasper y a su maldito anillo —fue brusco— Ahora me perteneces
—antes que ella pudiera evitarlo, la abrazó y la besó con fuerza. Cuando la soltó, Bella temblaba y sus ojos estaban nublados por el llanto— Un precio interesante, ¿no crees, agapi mou? —por vez primera demostró ser griego. Entrecerró los ojos al contemplar sus labios entreabiertos e hinchados por los besos— Y creo que estás muy dispuesta a pagarlo —la apartó de él con desprecio y Bella volvió a sentarse en la cama, vencida— Quiero que me prometas que me informarás si Jasper trata de comunicarse contigo —comentó Edward de pronto.
—¿Por qué? —lo miró a los ojos— No creo que lo haga. No después de lo que acabo de hacerle. Me mataría antes que hablar conmigo de nuevo.
—No obstante, quiero que me lo prometas.
—Está bien —Bella encogió los hombros después de un momento— Tienes mi palabra... para lo que te pueda servir. Pero no volveré a saber nada de Jasper.
—De veras espero que tengas razón —murmuró, sombrío— Prefiero esperar que tengas razón, por tu bien Bella, y también por el de él...
La primera carta llegó tres días después, probando que Edward Cullen tenía razón. Jasper escribió con todo el dolor y la pasión que lo embargaban ahora y eso la hizo creer de nuevo en él.
Rompí el cheque de Cullen. Sólo acepté su soborno porque sabía que te heriría, pero ni todo el dinero del mundo podrían compensar mi perdida. Te amaba... todavía te amo y sin importar lo que vi, no puedo creer que quisieras herirme de ese modo a propósito. Tiene que ser una treta muy elaborada con el fin de separamos. Tu padre siempre me ha odiado y quiere asegurarse de que yo nunca sea un miembro de tu familia. ¿Puedes volver a verme, querida?
¿Para que podamos hablar? Llámame, necesito verte. Necesito comprender...
Bella se encontraba en el estudio de su padre, muy deprimida. Estaba desgarrada entre hacer lo que Jasper le suplicaba y saber que ninguna explicación cambiaría las cosas.
Se sentía atrapada. Atrapada por su propia estupidez y la preocupación por su padre. Y se obligó a reconocer que tenía un carácter muy débil, pues desde el momento en que Edward Cullen la besó, lo que sentía por Jasper cayó en el olvidó.
Se levantó y fue a tirar la carta a la basura. Desechada, igual que Jasper.
Pasó una semana antes que Charlie Swan pudiera estar en condiciones de hablar con Edward. Y fue una semana que atormentó y angustió a Bella quien recibía una carta de Jasper todos los días. En una de ellas, su ex prometido le hacía una pregunta inquietante:
¿Te has preguntado por qué Cullen está tan deseoso de ayudar en la conspiración que se urde en nuestra contra? Swan‘s tiene propiedades muy importantes en el centro de Londres. Propiedades que cualquier corredor desearía comprar a cualquier precio. Pregúntaselo a tu padre si no me crees. Por ahora Swan’s tiene problemas de flujo de efectivo, pero no es nada que no se pueda resolver una vez que tu padre esté bien de nuevo. Pero, ¿quién saldrá ganando si tu padre no se recupera y sucede lo peor? Estoy preocupado Bella, muy preocupado de que Cullen te esté manipulando para poder apoderarse de Swan’s. Tenemos que vernos de nuevo, aunque sea tan sólo para hablar de mis sospechas...
¿Acaso Edward mintió al decir que Swan’s valía menos de lo que su padre le debía?
Esa carta fue similar a las otras. Bella se debatía entre nuevas incertidumbres. Y, como para confirmar las sospechas de Jasper, el mismo Edward estaba ahora tan frío y distante, que ella se estremecía sólo de verlo. Para ser un hombre que sentía un deseo incontrolable por ella, ni siquiera la había mirado desde que así lo declaró.
Iba todos los días, preguntaba por su padre y por ella con todo el interés de un extraño. Luego se retiraba al estudio de su padre para estudiar la correspondencia del hombre enfermo. Se marchaba y Bella se preguntaba si la locura que compartieron ya se habría extinguido.
Al final de una semana, su resentimiento por Edward Cullen se consolidó. Lo único que suavizaba su actitud hacia él era el cambio que Edward provocó en su padre. Charlie se esforzaba por sanar en vez de morir. De nuevo sus ojos brillaban con vida y ahora aceptaba que debía descansar. Bella resintió eso porque al parecer su padre quería recuperarse sólo para renovar sus esperanzas en la compañía y no por su hija.
—El doctor me dio permiso de hablar con tu padre hoy —anunció Edward con frialdad al llegar una mañana. Estaba tan atractivo que Bella perdió el aliento al verlo.
—Cambia de idea —le suplicó.
Estaban en el vestíbulo. Él tenía el aspecto de ser todo un hombre maduro, austero y decidido. Bella sintió la diferencia de edad y pensó que ella era muy joven para lidiar con ese hombre que se apoderaba de su vida
—¿En qué sentido? —la miraba con intensidad y la chica sentía que era casi corno si la acariciara. Se estremeció y retorció las manos.
—Acerca de tus deseos de casarte conmigo —tartamudeó. — Yo... tú... ni siquiera nos agradamos —exclamó con desesperación al ver que Edward no daba la menor señal de suavizarse.
—No tenemos que agradarnos para sentir lo que sentimos uno por el otro — señaló con profundo cinismo.
—Fue una locura, esa noche... todo quedó fuera de control. ¿No puedes... darle más tiempo a mi padre para que te devuelva el dinero? —sugirió, esperanzada.
—Olvidas que no quiero a Swan’s —parecía que estaba fascinado con su agitación— Te deseo a ti —declaró con un susurro sedoso— Y por ti estoy dispuesto a ir en contra del sentido común y permitir que tu padre me pase todos sus problemas.
—Te odiaré hasta el día de mi muerte si me obligas a seguir con esto — prometió.
—Pues ódiame —replicó Edward al perder la paciencia. La jaló hacia él— Te casarás conmigo o te tomaré sin la dignidad del anillo y tu padre se quedará sin nada... no tendrá la menor concesión de mi parte. Bella temblaba. En el momento en que Edward la tocaba, empezaba a invadirla una sensualidad ardiente. Él la contempló con tal deseo, que ella gimió antes que Edward gruñera a modo de respuesta y la besara de un modo que la hizo recordar la primera noche, cuando ese hombre cambió el curso de sus vidas y de sus deseos.
—Niégalo si quieres —la retó al separarse— Me deseas, Bella —declaró con voz áspera— Es algo que corre por tus venas, tanto como por las mías.
—Me das miedo —susurró con tristeza.
—Lo sé —la asió con menos fuerza y tomó su nuca con suavidad, debajo de la sedosa cascada de cabello— Pero creo que estás más asustada de ti misma —le acarició la mandíbula con gentileza, mirando con preocupación su pálido y ansioso rostro. La soltó y suspiró al hacerlo— ¿Por qué no te facilitas las cosas y finges que estás enamorada de mí? —fue muy sarcástico— Nunca se sabe, si te esfuerzas, puede ser que llegues a con vencerme. Hay mucho poder en el amor de una mujer por un hombre, Bella. Eso le puede comprar todo lo que desea en la vida.
—Salvo al hombre a quien de veras ama.
—No empieces de nuevo con eso —se alejó, harto — Sólo recuerda cuando veas ahora a tu padre, que tienes que hacerle creer que estás fascinada conmigo.
—¿Edward? —vaciló, al pie de la escalera. Se volvió a verla. Los hermosos ojos de Bella lo despreciaron a pesar de que se lo bebió con la vista— Quiero saber cuánto durará... esta sentencia a la que quieres forzarme.
—Explícate —de nuevo era un hombre de negocios duro e intimidante.
—Si acepto casarme contigo... —Bella tragó saliva.
—Ya aceptaste —señaló al mirar su boca tantas veces besada. Bella se ruborizó y por fin decidió decirle lo que estuvo pensando durante toda la semana.
—Debes saber que los médicos me han advertido que no espere que mi padre
—no pudo decirlo— El día en que se vaya será también el día en que mi compromiso contigo termine.
Edward no dijo nada. Se tensó más mientras observaba su pálido y joven rostro y sus angustiados ojos. Bella era consciente de que no tenía la facultad de negociar con él. Todo eso terminó el día en que le suplicó que la ayudara. Edward Cullen la deseaba. Y ella también. No tenía armas con que luchar contra él. Sólo tenía que mirarlo para que sus sentidos volvieran a despenar.
—Está bien —asintió al fin— Si... cuando llegue el momento y si todavía quieres disolver nuestro matrimonio, no te detendré.
Buuu ... debería enamorarla en vez de asustarla... tal vez en algún momento le demuestre que la quiere... de verdad Jasper es tan malo????
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Bonito capi
ResponderEliminarMe sigue oliendo a venganza, en serio! Me.oarece que la forma de comportarse de Edward es porque no le.quiere demostrar antes de tiempo que ya esta enamorado, sino porque el comentario de que el amor de una mujer lo puede todo??? Habra que esperar al proximo capi a ver que pasa.
ResponderEliminarwow , parece que hay venganza de tras de esto!!
ResponderEliminarno se q trama jasper pero bueno no es
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