7 de diciembre de 2015

Capítulo 9/Enemigo


—Quiero que seas feliz conmigo, agapi mou —como si eso fuera lo que más le importaba en el mundo.
Pero cuando la chica alzó la cara para confesarle su amor y comprometerse para siempre con él, se percató de que otra vez sus ojos brillaban con deseo. Con un gruñido sensual, Edward la alzó en brazos y volvió con ella a la cama. Y en ese momento, Bella nunca más pensó en decirle palabras de amor. Los sentimientos de Edward eran demasiado claros.
Sólo era deseo físico y nada más.
La deseaba, todo el tiempo, en cualquier momento, y su ansia no parecía dar muestras de disminuir conforme transcurrieron los días. Por el contrario, Edward se tornaba posesivo y celoso con cada sonrisa de Bella, con cada momento de su tiempo, hasta que ella empezó a aguijonearlo con ello.
Entonces llegó el día en que todo llegó al límite. Bella supuso que eso debía pasar cuando un hombre como Edward Cullen estaba junto a una mujer que acababa de descubrir el poder de su propia sexualidad y lo aguijoneaba sin piedad, embriagada con las pequeñas victorias que podía lograr contra Edward con  una mirada o cierta palabra provocativa. Eso consolaba un poco el corazón de Bella, quien no podía dejar de portarse como una sirena cuando eso provocaba resultados tan excitantes.

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