ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACIÓN
LOS PERSONAJES PERTENECEN A STEPHENIE MEYER
EL NOMBRE DE LA HISTORIA,
COMO LA AUTORA LO DIREMOS
AL FINAL DE LA ADAPTACIÓN
La nueva profesora de Maggie encontró en ella una chica tan encantadora y dispuesta a cooperar como su amiga Julie. Maggie regresaba a casa todos los días con una nueva apariencia y con gran alegría por poder ver a sus padres. Pasaban largas veladas viendo películas frente al fuego, leyendo libros o celebrando fiestas, que organizaba Isabella y a las que Maggie invitaba a todos sus amigos, incluyendo a Jake.
Edward ya no viajaba tanto, aunque seguía luchando con Jasper Cullen por conseguir la propiedad de las tierras de la viuda de Sutherland, que separaban sus ranchos.
—Está cortejándolo —murmuró cierta noche—. Es la broma del siglo. Jasper es frío como el hielo, evita a las mujeres como si fueran una plaga, y sin embargo, ella no hace otra cosa que insinuarse.
—Lo sé. Hable con Alice la semana pasada. Dijo que Jasper quería que volviera con él, pero al parecer tuvieron una seria discusión. Creo que tiene celos de Victoria.
—Pobrecilla —dijo, atrayéndola hacia sí—. No debería estar celosa de Cullen. No le gustan las mujeres.
—Los hombres tampoco.
Edward rió.
—Y yo menos que nadie. Lo que quería decir es que no está interesado en mantener relaciones esporádicas, y menos con encantadoras viudas. Sólo le interesan las tierras y el ganado.
—Las mujeres son mucho más divertidas —bromeó.
—Alice debería intentar demostrárselo.
—No se atreve.
— ¿Alice? ¿Estamos hablando de la misma mujer que se encargó de seducir a tres invitados a la vez en una cena?
—Jasper es diferente. Le importa.
—Creo que empiezo a comprender.
Isabella cerró los ojos y suspiró.
—Es un gran hombre. A ti te cae mal por culpa de su padre, pero no tiene tan pocos escrúpulos como Carlisle en lo relativo a los negocios.
—Preferiría no hablar sobre Carlisle.
—Aún sigues sin creer que...
—Claro que no —dijo de inmediato—. Sólo quería decir que los Cullen han sido mis enemigos durante muchos años, económicamente hablando. Jasper y yo no podremos ser amigos jamás.
—Yo no diría tanto. Ten en cuenta que Alice es mi amiga.
—Y muy buena, según creo.
—Sí. Estoy segura de que más tarde o más temprano acabará con Jasper.
—Pero son parientes.
—Sólo políticamente. Son hijos de padres diferentes.
—Pues parece que se odian.
—Ya sabes lo que dicen sobre el amor y el odio. Pero resulta sospechoso, ¿no te parece? Cuando odias a alguien, intentas evitarlo, pero Jasper hace todo lo posible por verla y hacerle la vida imposible.
—Ella hace lo mismo con él.
—Tiene que hacerlo. Un hombre como él pasaría por encima de ella si no hiciera nada. En cierta forma, tú también eres así —añadió, obser-vando sus negros ojos—. Una mujer delicada no podría vivir contigo.
—Tal y como descubrió Rosalie —dijo, agarrando su mano—. Hay algo que no te he contado sobre mi matrimonio, y, creo que ha llegado el momento de que te lo diga. Maggie nació de forma prematura. No me acosté con Rosalie hasta que rompimos el compromiso. Y estaba tan borracho que la confundí contigo. Puedes imaginar cómo me sentí cuando desperté a la mañana siguiente y vi lo que realmente había hecho. Pero era demasiado tarde para corregir el error.
Isabella no dijo nada. Se limitó a tragarse el dolor que sentía.
—Ya veo.
—Fue muy cruel. Cruel e irresponsable. Pero he pagado por ello. Como habéis pagado Rosalie, Maggie y tú —declaró, buscando su mirada—. Pero a partir de ahora, te creeré siempre, digas lo que digas. He querido decírtelo desde el día en que te vi en casa de tu padre, cuando regresaste.
—Pues en lugar de eso, hiciste unas cuantas acusaciones bastante groseras. Edward sonrió con tristeza.
—Duele mucho saber lo que se ha perdido. Te amaba con toda mi alma y no podía decírtelo porque pensé que me odiabas.
—En parte era cierto.
—Y luego, cuando descubrí la razón por la que realmente habías regresado, quise morir.
Isabella se apretó contra él.
—No debes mirar atrás. Todo ha terminado ya. Estoy a salvo, y también lo estáis Maggie y tú.
—Mi Maggie —suspiró, sonriendo—. Es una gran ranchera.
—No en vano se trata de tu hija.
—Mmmm. Sí, desde luego. Me alegro de haberme dado cuenta al final de que Rosalie también había mentido sobre mi paternidad. Hay demasiadas similitudes entre nosotros.
—Demasiadas para mi gusto —sonrió contra su pecho—. Han pasado seis semanas desde aquella noche en la que me empeñé en demostrarte que era más mujer que la viuda de Sutherland...
—Y lo hiciste.
Isabella se apartó unos centímetros para mirarlo, mientras sonreía con cierto secretismo. Pero Edward no estaba para sorpresas. Acarició su estómago y sonrió a su vez, con ojos brillantes.
— ¿Sabes una cosa? —preguntó ella, en un susurro.
—Duermo contigo todas las noches —continuó, sin hacerle caso—. Y hacemos el amor casi todos los días. No estoy ciego. Me he dado cuenta de que te has saltado el desayuno durante la última semana,
—Vaya, quería sorprenderte.
—Inténtalo —sugirió.
—Estoy embarazada —declaró, mirándolo.
Edward se incorporó, se llevó las manos al corazón y la miró con tal alegría que ella empezó a reír.
— ¿De verdad? ¡Dios mío!
Su exagerada reacción causó tal ataque de risa en su esposa que estuvo a punto de acabar en el suelo. Pero en aquel instante la señora Platt asomó la cabeza por la puerta, alarmada por el escándalo.
— ¡Está embarazada! —le informó Edward.
— ¡Vaya! ¿De verdad? —preguntó.
—Bueno, aún tengo que ir al médico para confirmarlo —contestó ella.
—Sí —dijo Edward—. Pero los resultados de las pruebas no asustarán a nadie.
Isabella asintió con todo su corazón.
Aquella tarde se lo dijeron a Maggie. Cuando la llamaron para que fuera al salón, sospechó algo. Las cosas habían salido muy bien las últimas semanas, y hasta pensó que cabía la posibilidad de que hubieran cambiado de opinión con ella, de que quisieran enviarla lejos de casa, a algún internado.
—Isabella está embarazada —anunció su padre.
Los ojos de Maggie se iluminaron.
— ¡Ah, es eso! —dijo, aliviada—. Pensé que se trataba de algo malo. ¿Quieres decir que vas a tener un niño, mamá? —preguntó, corriendo a abrazarla al sofá—. Julie se morirá de la envidia. ¿Podré acunarlo en brazos cuando nazca? ¿Podré cuidar de él? Puedo conseguir algunos libros sobre bebés...
Isabella reía encantada.
—Sí, claro que podrás ayudarme. Pensé por un momento que a lo mejor no te gustaba, porque todo ha sucedido muy deprisa.
—Oh, claro que me gusta —dijo, frunciendo el ceño—. Me encantaría tener un hermanito. Porque va a ser niño, ¿verdad?
Edward rió.
—Bueno, también me gustan las niñas.
—Sólo te gusto porque sé distinguir una vaca de otra —observó la niña, sonriendo.
—También me gustas porque eres bonita.
—Ahora tendré algo importante de lo que hablar —continuó Maggie—. Te echamos mucho de menos en el colegio, mamá. Todos. La señorita Webber es simpática, pero tú eres especial.
—Algún día volveré a la enseñanza —prometió—. Es como montar en bicicleta. No se olvida nunca.
— ¿Qué te parece si vamos a decírselo al abuelo? —preguntó Edward.
—De acuerdo —contestó—. ¡Vamos ahora mismo!
Que hermoso que la familia pronto crecerá.
ResponderEliminarJajajka como que la viuda no nos cae bien
ResponderEliminarlo bueno es que magii se lo tomo bien
ResponderEliminarse agranda la familia
Wowww que lindo cap, yo prnse que tal vez Maggie lo tomaria mal pero gue todo lo contrario, la familia crecera rapido yupiiiiii
ResponderEliminarWowww que lindo cap, yo prnse que tal vez Maggie lo tomaria mal pero gue todo lo contrario, la familia crecera rapido yupiiiiii
ResponderEliminarAhhh que lindos. Una verdadera familia. Que sigan así
ResponderEliminarAww maggie ha pasado de ser una brujilla a una niña encantadora, excelente trabajo ha hecho bella con su pequeña familia y ahora el bebé es genial!!
ResponderEliminarAww maggie ha pasado de ser una brujilla a una niña encantadora, excelente trabajo ha hecho bella con su pequeña familia y ahora el bebé es genial!!
ResponderEliminarQué bien se lo ha tomado Maggie. Es una gran noticia.
ResponderEliminarQué bien se lo ha tomado Maggie. Es una gran noticia.
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