El Productor 9


—Es verdad, Bella. Por increíble que parezca, un productor de televisión se ha puesto en contacto con la señora Henderson porque quiere filmar el Centro para hacer un documental.

—Eso… es algo maravilloso —respondió automáticamente. No necesitaba preguntar qué programa ni qué productor, porque ella lo sabía.

—Por favor, no vaya a imaginarse que usted saldrá en la televisión, señorita Bella —comentó la señora Henderson—. Lo importante es la imagen, como me decía el joven que habló conmigo, y la imagen que debemos dar es la de una institución seria y cristiana que ayuda a los desvalidos. No quiero que vayan a pensar que es sólo un lugar de descanso para jovencitas con minifalda.

Bella se miró la falda que le cubría la rodilla, pero se dijo que no tenía sentido discutir nada. Además, tenía mucho en qué pensar, además del abierto rechazo de la señora Henderson. Comenzó a escribir a máquina nuevamente, sintiéndose como si flotara en una nube. No era posible que el asunto de la televisión viniera de otra persona que no fuera Edward, pero al mismo tiempo le costaba creerlo. Desde aquella desastrosa noche se había dicho mil veces que seguramente no volvería a saber nada de él, y jamás se le había pasado por la cabeza que decidiera de todas formas ayudar al Centro. ¿Qué explicación había para este repentino cambio? No se le ocurría ninguna.

—Lo que me tiene desconcertado es cómo se enteraron de nuestra existencia — comentó Andrew, Bella se puso nerviosa.

—Yo estoy más agradecida que desconcertada —respondió la señora Henderson, poniéndose de pie—. Esto demuestra que nuestros esfuerzos no pasan inadvertidos y que alguien se ha dado cuenta de que estamos haciendo una gran labor para cubrir las deficiencias en los servicios sociales del gobierno.

Andrew pareció sorprendido al escuchar sus propias palabras en boca de la señora Henderson, pero no dijo nada al respecto.

—Hablando de deficiencias, hoy ha venido presupuesto para arreglar el tejado. Es bastante Asociación esta noche, pero ya que usted está aquí…
el albañil y nos ha pasado el caro.

—Veré que lo pongan en el orden del día, señor Milner, pero como yo le dije, no hay dinero para gastos de ese tipo.

—Pensé que como van a venir de la televisión…

—Dudo que se dediquen a filmar el tejado. Y por otra parte no deseo mostrar una imagen excesivamente próspera del Centro.

—No creo que nadie lo confunda con un hotel de lujo —comentó Andrew con sarcasmo.
—Espero que no —se puso los guantes—. Tengo entendido que el productor o su asistente vendrán esta semana para fijar los detalles. Espero que colabore en todo con ellos.

—Por supuesto que haré todo lo que esté de mi parte —ambos salieron de la oficina dejando a Bella sola con sus pensamientos.

Su primer impulso fue presentar su renuncia, para evitarse el dolor y la humillación de tener que enfrentarse otra vez a Edward, pero se dio cuenta de que sería injusto para Andrew. Si ella se iba no existía garantía ninguna de que la reemplazaran, la actitud de la señora Henderson indicaba todo lo contrario, y Andrew tenía bastantes cosas a su cargo como para tener también que escribir a máquina y ocuparse de los asuntos de la oficina. La única solución era tratar de pasar desapercibida mientras durara la filmación. Después de todo, tanto Edward como ella estarían muy ocupados como para molestarse mutuamente. Además, sin duda él tampoco tendría ganas de verla, aunque le doliera reconocerlo.

Se puso a escribir a máquina y de pronto se abrió la puerta y entraron Andrew y Jean.

—Mírala. Ni siquiera la posibilidad de salir en la televisión conmueve a nuestra Bella. Lo toma con la mayor naturalidad —comentó Andrew.

Bella suspiró, contenta de poder aparentar tranquilidad. También se alegraba de no haberle dicho nada a Andrew en torno a su participación en el asunto de la televisión, ya que seguramente con muy buenas intenciones, la hubieran sometido a un interrogatorio que no hubiera podido soportar. Hubiera tenido que responder a preguntas muy dolorosas. Una vocecita en su interior le decía que de todas maneras surgirían en algún momento, cuando Edward llegara al Centro y todos se dieran cuenta de que se conocían, pero tal vez para entonces ya hubiera logrado encontrar la forma de sentirse menos vulnerable.
Volvió a mirar a los otros dos que ahora hablaban sobre el regalo del piano dado recientemente.
—Creo que deberíamos celebrarlo con una pequeña fiesta —propuso Andrew— ¿Qué piensas de eso, Bella?

—Me parece perfecto, ¿pero estarán todos de acuerdo?

—La señora Lamb por supuesto. Ya ha estado practicando unas cuantas piezas. ¿No las has escuchado?

—Estaba pensando en Emily. ¿La invitamos a participar?

—Creo que no perdemos nada con preguntarle, aunque dudo que recibamos algún tipo de respuesta.

—Sin embargo, debe tener interés en la música, a juzgar por la guitarra que siempre lleva con ella.

—Me gustaría pensar que tienes razón —aseguró Andrew—. Nadie ha logrado hacerle tocar una sola cuerda desde que llegó. A veces me pregunto si el instrumento será suyo y si lo sabe tocar.

Bella se había estado preguntando lo mismo desde su breve encuentro con la joven la semana anterior. Además, se había percatado de que no sostenía el instrumento como lo hace un músico sino como si fuera una muñeca.

Rose se puso muy contenta con la idea de la fiesta.

—Avísame de cuándo será, así podría llevar a algunos de mis compañeros. Ian y Bárbara cantan, y el resto podríamos hacer algunas improvisaciones. Podría llegar a ser una buena terapia.

—¿Para quién?

—Para todos. Para ti en primer lugar. ¿Qué te sucede, querida? 

—Nada.

—Está bien, como quieras, no te voy a obligar que me lo cuentes. ¿No estarás así por Jasper Cullen, verdad?

—¿Jasper? —Bella se ruborizó—. Oh, no. Nada de eso.

—Entonces es peor de lo que pensaba, porque enamorarse de Jasper es como ponerse enfermo en el verano, resulta desagradable mientras dura, pero por fortuna no dura mucho. Si no es Jasper debe ser algún otro… y yo que esperaba que fuera Ian.

— ¿Te sientes mal?

Bella asintió sin atreverse a hablar.

—Entonces cambiaremos de tema. ¿Qué te parece el que venga una tercera chica al apartamento?

—¿Otra? ¿En dónde la pondríamos?

—Aunque te parezca mentira, cabe una cama más en la habitación, siempre y cuando traslademos la cómoda a la sala. Se trata de July, una compañera del club que está buscando un lugar donde vivir. Sería una ayuda para el alquiler, y una compañía para ti cuando yo salga de viaje, puede que tenga que marcharme pronto. Pero le dije que no podía darle una respuesta hasta consultarlo contigo.

—Yo no tengo objeción —aseguró Bella con una sonrisa.

—Bien, entonces se lo diré cuanto antes. Hoy a mediodía fue Robbie al club a buscarte.

—¿Robbie?

—El que te acompañó al piano en la fiesta de Tanya. Parece que ha comentado tus habilidades con algunos de sus compañeros y cree poder conseguirte una audición. Tal vez pueda ofrecerte trabajo en el club en el que trabaja. Por lo que se ve suelen contratar a gente nueva en régimen de prueba.

—No creo que me interese.

—No seas tonta, querida. Podría significar el comienzo para ti. Él está convencido de que tienes una excelente voz.

—Yo no me engaño, Rose. Yo tenía un éxito en casa, pero aquí en Londres, las muchachas que cantan canciones populares como yo las hay a millones.

—De todas maneras —Rose abrió el bolso y sacó una tarjeta—. Aquí está su número de teléfono por si cambias de idea.

—No creo —Bella aceptó la tarjeta y la puso en su bolso.

—Tienes demasiados prejuicios. Si yo tuviera unos principios tan estrictos, creo que viviría tropezando continuamente con ellos.

—Te aseguro que los míos no son muy cómodos que digamos, pero a veces son lo único que tengo.

Los días siguientes fueron terribles porque Bella vivía con miedo cada hora que pasaba en el Centro. Todo el mundo no hacía otra cosa que hablar de que en cualquier momento llegarían los de la televisión, y cada vez que se detenía un vehículo en la puerta, Bella miraba angustiada por la ventana.

Cuando por fin llegaron, sufrió una cierta desilusión al ver que Edward no venía con ellos y que durante la conversación que mantuvo con Andrew el encargado Garfield Lucas, ni siquiera le mencionó. De todas maneras, sabía que él estaba detrás de todo porque la filmación era para el programa «Aquí y Ahora» que producía y presentaba Edward.

—Después de la filmación del lugar, haremos un debate frente a un grupo de invitados —explicaba Lucas—. Esperamos que asistan representantes de otras instituciones de caridad, así como sus propios residentes y el personal que trabaja aquí. Además, entrevistaremos a la señora Henderson.

Puso un brazo sobre el hombro de Andrew y ambos salieron de la oficina para recorrer el edificio.

Momentos después apareció Jean.

—Se están familiarizando con el lugar —dijo sentándose en una silla—. Sólo espero que los cables aguanten; tengo miedo de que en cuanto conecten sus poderosos equipos, volemos todos por los aires.

Bella suspiró. Tarde o temprano tendría que confesar su participación en todo esto.

—¿Hay posibilidades de tomar café? —preguntó Andrew entrando nuevamente—. Supongo que toda esta gente debe tomar litros de ese brebaje.

—Iré a la cocina a prepararlo —exclamó Jean poniéndose de pie, y salieron los dos juntos.
Bella empezó a pasar a máquina los gastos del Centro que tenían que ser presentados en la reunión de la Asociación; estaba tan concentrada en las cifras que no se percató de que había entrado alguien en la habitación, y sólo levantó la vista al tener la extraña sensación de que la estaban observando.
Emily  estaba en la puerta con la guitarra en la mano. Estaba muy pálida, y sus ojos, al encontrarse con los de Bella tenían una expresión asustada. Bella se
mordió el labio, no había pensado en el efecto que podrían tener las cámaras y tanta gente sobre una persona como Emily.

—¿Has venido en busca de un poco de paz? —le preguntó con tranquilidad—. No te culpo. Si quieres hay una silla allí, entre los dos archivadores.

Sacó la hoja, y comenzó a leerla con cuidado, haciendo lo imposible por no mirar a Leah , pero un pequeño movimiento le hizo notar que la joven se había sentado. Hubo un rato de silencio, pero finalmente Bella tuvo que levantarse para buscar unos sobres. Leah  estaba sentada con las manos apoyadas en las rodillas, y tenía la guitarra reclinada contra uno de los archivadores.

—¿Esa es una genuina guitarra española, no es así? —le preguntó Bella tratando de mostrarse cariñosa sin forzar a la muchacha. Esperó un instante y la joven le respondió afirmativamente con un leve movimiento de cabeza—. Yo también tengo una guitarra, pero no se parece en nada a ésa. ¿Podría… podría verla?

Era como estar al borde de un precipicio, esperando la mano que la empujara, sobre todo al recordar que Emily  ya se había puesto violenta a causa de esa misma guitarra. ¿Por qué trataba de jugar a la psicóloga con esta joven que tal vez estuviera seriamente perturbada? Esperaba que Emily  la cogiera en sus manos y volviera a acunarla. La vio estirar una mano como para protegerla, pero la quitó de inmediato y se quedó quieta.

—¿Puedo cogerla? —insistió Bella con suavidad.

Esperó unos instantes que parecieron una eternidad hasta que la joven volvió a asentir con un levísimo movimiento de cabeza.
Con la sensación de estar pisando en falso, Bella cogió el instrumento e hizo sonar una de las cuerdas.

—Está muy desafinada. Deberías afinarla, Emily , es una lástima tenerla así. ¿Sabes hacerlo?
La joven la miraba con intensidad.

—¿Quieres que te la afine? —movió algunas clavijas y después agregó—: ahora escucha —hizo sonar algunas cuerdas y le preguntó—: ¿Quieres que cante para ti? — una vez terminada la canción, puso la guitarra a un lado, junto a Emily.

—Una de estas noches vamos a hacer una pequeña fiesta aquí. ¿Por qué no vienes y traes tu guitarra? Nos encantaría oírte tocar.

—¡No! —la joven cogió la guitarra y salió corriendo presa del pánico. Bella corrió hacia la puerta, pero al llegar le cerraron el paso.

—Lo siento —dijo la voz de Edward Cullen con gran cortesía mientras se hacía a un lado para dejarla pasar, pero ambos se quedaron contemplando a la muchacha que subía corriendo la escalera.

—Busco al señor Milner —dijo Edward. 

—Iré… a buscarle.

—Gracias —se quitó el abrigo de ante y lo colgó en el respaldo de una silla antes de quedarse junto a la ventana, de espaldas a Bella. O sea que él estaba decidido a ignorarla, a hacer como si no la conociera. Tenía ganas de llorar, pero se contuvo. Levantando la barbilla se dijo que si eso era lo que él quería…
Encontró a Andrew en la cocina y le informó de que el productor del programa le esperaba en la oficina, después se quedó ayudando a Jean a servir los cafés que faltaban y a explicarle a los residentes lo que estaba sucediendo.
Cuando acabó, regresó sin mucho entusiasmo a la oficina, pero afortunadamente, Edward ya se había ido. La tranquilidad no le duró mucho, ya que Andrew le dijo que esa tarde habría una conferencia y que Edward le había pedido que ella le ayudara porque su secretaria estaba enferma.

—Le dije que no había ningún problema. ¿Crees que podrás digitar todo? Parece un hombre muy exigente.

—Creo que no tengo alternativa —respondió Bella.

Estaba muy nerviosa cuando esa tarde se reunieron todos alrededor de una de las mesas de la oficina. Pero los temores habían sido peores que los hechos en sí. Edward describió someramente el tipo de documental que se proponía hacer y le preguntó a Andrew si tenía alguna sugerencia que hacer. El énfasis sería puesto en los residentes, y en el papel que desempeñaba el Centro en sus vidas en un momento de crisis personal. Era algo muy distinto al homenaje dedicado al difunto señor Henderson que había imaginado su viuda.

—Además mencionaremos la penuria económica en la que está viviendo el Centro —agregó Edward contemplando el lápiz que tenía en la mano.

—Yo no hablaría de penuria, se me hace un término demasiado fuerte — comentó Andrew un tanto molesto.

—¿Y cómo lo llamaría usted? Sabe, señor Milner, hemos estado investigando ciertas cosas, y hemos hablado con algunos de los socios, aparte de la señora Henderson, y también piensan que los días del Centro podrían estar contados si no se produce un cambio radical en la situación.

—Sí, tenemos problemas de dinero —confesó Andrew.

—Yo creo que es más que un problema. Por lo que me han dicho, la Asociación está al borde de la quiebra. También me han informado de que de no haber sido por la actitud intransigente de la señora Henderson, se podría haber iniciado hace tiempo una campaña para recaudar fondos. ¿No es cierto? —hizo una pausa, pero como Andrew no respondió, agregó—: parece que sí.

—Supongo que ello implica el repentino interés del medio televisivo por nuestros asuntos… como buitres alrededor de un cadáver —comentó Andrew con tono hostil.
Edward le miró con ironía.

—¿Qué esperaba, señor Milner? Este lugar y el tipo de trabajo que realiza no son únicos. Podríamos haber escogido cualquier otro, pero le escogimos a usted. ¿Se ha preguntado por qué? Usted conoce la situación mejor que nadie, por lo tanto creo que es hora de enfrentarse a ella con realismo. Claro que aún está a tiempo. Si desea que nos vayamos…
Bella miró a Andrew azorada. Tal vez no le gustara el ángulo desde el cual iban a enfocar el programa, pero tal vez fuera la última oportunidad de despertar el interés público. Si Andrew se negaba, ella no le veía futuro al Centro ni a la gente que dependía del mismo.

—No creo que la elección esté en mis manos. Necesitamos cualquier ayuda que nos quieran dar… Por lo tanto le garantizaremos toda nuestra ayuda.

—Gracias. Entonces será mejor que comencemos.

Dos horas más tarde, Bella se sentía agotada tanto física como mentalmente. La conferencia le había exigido mucho esfuerzo, y nadie había tenido en cuenta su falta de experiencia. Pero el orgullo le impidió demostrar ante Edward, que la escudriñaba constantemente, que le costaba mucho seguir el ritmo de la conversación. Al comenzar, él les había explicado en pocas palabras a los integrantes que tal vez tuvieran problemas con la transcripción, dando a entender la falta de experiencia de Bella, por lo tanto ella en ningún momento quiso darle ese gusto y pedirles que hablaran más despacio.

—¿Ya has terminado? —la mano de Edward pasó por encima de su hombro para coger los papeles que estaban sobre el escritorio, y Bella se sobresaltó al sentir su proximidad.

—Yo me llevaré el original esta noche, y tú le puedes dar una copia a Lucas si lo deseas.

—Por supuesto —respondió Bella muy pálida, deseando con toda su alma poder adoptar una actitud tan distante como la suya.

—Está bien. Tengo algunas cartas para dictarte, así que en cuanto estés lista empezamos.
Comenzó a dictarle casi sin darle tiempo. Era más una prueba de resistencia que un dictado, pensó Bella con rabia.

—Quisiera que éstas salgan esta noche. No creo que te lleven mucho tiempo.
Bella miró su reloj disimuladamente y comprobó que ya llevaba mucho tiempo extra en la oficina.

—Supongo que te estoy entreteniendo —comentó él sin darle importancia—. Pero tu jefe me dijo que me ayudarías en todo lo necesario…

—No te preocupes —le interrumpió. Trató de concentrarse en su trabajo. Y de olvidar que Edward había acercado una silla y que había apoyado sus pies en la mesa donde ella trabajaba. Pero resultaba imposible.

—¿Te importa dejar de mirarme? —le dijo al fin.

—Lo siento. Diane no es tan susceptible. Está acostumbrada a sentir mi respiración en su cuello.

¿Quería decir eso que Diane alguna vez también había tenido relaciones con él y que ahora se había conformado con estar a su lado en la oficina como su secretaria? Era algo que no podía escuchar tranquilamente, como si sus palabras fueran simples bromas, como si ella pudiera permanecer fría y distante estando él allí…

—Iré a buscar a Jean para ver si consigo un poco de café. ¿Quieres una taza? —A pesar de que sentía el estómago vacío, negó moviendo la cabeza.

—Entiendo. Quieres que salga y que me quede fuera —hizo una pausa esperando la contestación, pero como no llegó, se fue cerrando la puerta a su espalda.
Cuando terminó las cartas y sólo les faltaba la firma, Edward no había regresado, por lo que Bella tuvo que ir a buscarle. Le encontró en la cocina charlando con Jean y un grupo de residentes.

La acompañó a la oficina y Bella esperó en silencio mientras él revisaba las cartas y las firmaba una a una.

—Se ha hecho muy tarde, puedo llevarte a tu casa.

—No, gracias —como estaba guardando las cartas en los sobres, no necesitó levantar la cabeza para contestarle.

—No tengas miedo —le aseguró Edward—. No puedo violar a las mujeres en mi coche. El tráfico de Londres no me lo permitiría.

—No trates de hacerte el gracioso —contestó Bella sonrojándose.

—Si eso es lo que piensas… pero te aseguro que no me estaba riendo de ti. De pronto la cogió de la muñeca violentamente.

—¡Bella!

Estaba asustada, asustada por la violencia contenida en su voz, y por la violenta reacción de su cuerpo ante el contacto físico. Ardía en deseos de estrecharse contra su cuerpo y sentir que Edward la abrazaba, pero al mismo tiempo experimentaba una necesidad imperiosa de controlarse, de mantenerse fría y serena y de no dar señal alguna del fuego que sentía en su interior.

—¿Sucede algo? —la voz de Andrew desde la puerta fue como un jarro de agua
fría.

—Nada —Bella se soltó en cuanto Edward aflojó la presión de sus dedos—. El señor  Cullen ya se iba.

11 comentarios:

  1. nuuuuuuuuuuuuuuu muy cortooooooooo... quiero masssssssssssssss :'(

    ResponderEliminar
  2. Oh gracias por actualizar amo esta historia, ya la está extrañando.
    Por favor no te pierdas por mucho tiempo.

    ResponderEliminar
  3. me encanta esta historia. la chica no se llamaba Emily??

    ResponderEliminar
  4. No logro entender a Edward, va y viene. Me marea! Jajajaja. Gracias por el capi

    ResponderEliminar
  5. Menudo mareo con Edward... No sabes por dónde va a salir... Gracias por el capítulo

    ResponderEliminar
  6. Bueno, parece que Edward hablaba en serio... ahora lo tiene al lado de ella.. solo espero que se de a querer, y deje de obligarla...
    Besos gigantes!!!
    XOXO

    ResponderEliminar
  7. Me encanta esta historia , Edward nada de decide va y viene ... ojalá pudieras actualizar más seguido es una linda historia... 💋❤❤

    ResponderEliminar
  8. En esta historia es a Edward a quien no vamos a entender...

    ResponderEliminar
  9. Es tan bipolar este Edward, gracias

    ResponderEliminar
  10. Quisiera saber, cada cuanto actualizas???

    ResponderEliminar