Prólogo ~ Cartas desde el cielo
—Señora Cooper, ¿puede ayudarme a escribir la carta a Santa Claus?
La maestra de la guardería levantó la cabeza y lo miró desde su mesa. Sintió que el corazón se le derretía. Siempre le pasaba lo mismo con Emmett Swan.
Era un niño precioso, con el pelo rubio, las mejillas sonrosadas y un rostro ovalado lleno de dulzura. Sin embargo, sus enormes ojos azules tenían una expresión muy seria y se aferraba con fuerza a un osito de peluche que ya estaba viejo y desgastado.
Normalmente, les decía a los niños que dejaran los juguetes en casa, pero le habían dicho que Emmett rara vez soltaba su peluche desde la muerte de su madre en un accidente de coche hacía un año. Así que el muñeco era uno más de la clase.
—Claro que puedo ayudarte —contestó la señora Cooper mientras sacaba del cajón de su escritorio un folio decorado con renos.
Emmett abrió la boca con sorpresa y admiración al ver el papel. Se acercó a la mesa de su señorita y cerró los ojos, pero no dijo nada.
— ¿Qué quieres, Emmett? ¿Un juego para la videoconsola? —sugirió ella mientras esperaba a que el niño le dijera lo que quería para apuntarlo en el papel.
De repente, la maestra pensó que quizá Emmett no tenía videoconsola. Su tía y tutora trabajaba de secretaria en una inmobiliaria y probablemente no tendría muchos ingresos.
Emmett abrió los ojos y le dedicó una mirada que la hizo sentirse incómoda.
—No quiero juguetes —dijo el niño con firmeza.
— ¿Qué quieres entonces, cariño?
—Un papá.
— ¡Emmett! —exclamó apenada—. No creo que eso...
Pero el niño no la estaba escuchando. Volvía a tener los ojos cerrados y tenía la frente arrugada por la concentración.
—Querido Santa Claus —comenzó a dictar el niño, mientras apretaba a su osito con fuerza—. ¿Qué tal está usted? ¿Qué tal todo por el Polo Norte? ¿Están bien los renos y los elfos? —se quedó un rato pensativo y debió decidir que ya bastaba de saludos—. Este año, he sido muy bueno. He ayudado mucho a mi tía que necesita mucha ayuda. Yo necesito un papá de regalo de Navidad.
La señora Cooper dudó un instante y después lo escribió.
— ¿Quieres decirle a Santa Claus por qué necesitas un papá? —le preguntó ella dudosa.
Emmett le dedicó una mirada triste.
—Creo que él lo sabrá —dijo. Miró lo que ella había escrito y dejó escapar un suspiro—. Reciba un saludo, Emmett.
— ¿Algo más?
—Sí. ¿Podría poner una posdata?
La señora Cooper no pudo evitar sonreír.
— ¿Quién te ha enseñado lo de la posdata? —le preguntó con la esperanza de que al final pidiera algún juguete.
—Mi mamá siempre me escribía una nota antes de irse al trabajo. La niñera o mi tía me la leían. Siempre me deseaba que pasara un buen día o que me portara bien y, al final, siempre ponía: «Posdata: te quiero». Esa es la parte más importante.
La señora Cooper se quedó de una pieza e hizo lo que él le pedía.
—Posdata —repitió el niño—. ¿Está el Polo Norte cerca del Cielo? Todos me dicen que mi madre me está mirando desde el Cielo, que ella es mi ángel; pero yo necesito saberlo con seguridad. Así que, si es verdad podría nevar en Navidad, como señal.
La señora Cooper miró hacia la ventana para ocultar el brillo emocionado de sus ojos. Vivían en Tucson, Arizona, y allí nunca nevaba.
Cuando logró recobrar la compostura, metió la carta en un bonito sobre a juego y escribió con letra grande y bonita: Santa Claus, El Polo Norte. Después mojó el sobre y lo cerró.
— ¿Quieres que lo eche al correo? —preguntó intentando librar a su tía de aquella carga.
—No —respondió él, con firmeza—. Se la daré a mi tía Mami.
Emmett, de vez en cuando, se refería a su tía de aquella manera tan peculiar. Aparentemente, ya la llamaba así antes de morir su madre.
El tono cariñoso de su voz cada vez que pronunciaba aquel nombre la hacía pensar en Isabella Swan, una joven adorable. Aunque físicamente no se parecía mucho a su sobrino, tenía la misma sensibilidad y dulzura. Y, por supuesto, ahora compartía la misma pena.
—La tía Bella —le explicó Emmett a su maestra— tiene unos sellos muy bonitos que compró para Navidad. A Santa Claus le van a gustar mucho.
Muy a su pesar, le entregó la carta.
Durante un instante, cuando sus manos se tocaron, la señora Cooper sintió que una sensación extraña, pero a la vez agradable, le recorría el cuerpo. Su mano era vieja y estaba llena de arrugas y marcas. La mano pequeña del niño era perfecta y estaba llena de esperanzas y sueños.
Cuando se separaron deseó que Santa Claus hiciera aquel milagro por Navidad.
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Que comienzo tan triste y tan lindo para una historia, Felicidades espero con ansias el próximo capítulo. Besos
ResponderEliminarPosa siento que lloraré????
ResponderEliminarMe encanta emmet de niño tan tierno empezo muy bonita la historia
ResponderEliminarQue triste!!!! Ya morí de ternura con esto, no quiero imaginar el resto. Que Santa haga nevar porfa!!!!
ResponderEliminarOohhh tengo ganas de llorar!!!!!
ResponderEliminarQue bonito y triste me imagino a un emmet todo tierno y dulce .. gracias..
ResponderEliminarRealmente muy bueno! Las actualizaciones y demás van a ser a través de Facebook? No sé pública en FF?
ResponderEliminarBuenos días, me alegro que te guste la adaptación, las atualizaciones se hacen solo en el blog, no se publica en Fanfiction, ya que nos eliminarian la historia como nuestra cuenta.
EliminarAyyyy Emmett es demasiado tierno!!!! Solo espero que Santa reciba la carta y pueda cumplirle el deseo... Que su tía encuentre a alguien que sea su papá!!!
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
No va a estar en fanfiction ?
ResponderEliminarMuy bueno !!
Buenos días, me alegro que te guste la adaptación, las actualizaciones se hacen solo en el blog, no se publica en Fanfiction, ya que nos eliminarian la historia como nuestra cuenta.
EliminarOh! Porque?
ResponderEliminarBueno no importa, aqui tienes una lectora fiel, porque este Emmett ya me enamoro, me declaro su novia oficial. Jajaja estoy un poco loquita. Gracias x publicar. Saludos.
hola me encanta esta historia y quisiera saber como se llama la historia original desde ya gracias
ResponderEliminarHay me a caba de robar el corazón.
ResponderEliminarNos seguimos leyendo.