ShadowBoxer 2

Traductora: Nikky Valencia.
Historia Original de nobloodnofoul.


BPOV

Llegué al gimnasio treinta minutos temprano, lo que me llevó a hacer un pequeño baile feliz por llegar a tiempo. Emmett era todo ‘risas y sonrisas’ cuando me lanzó cinco camisas grises con 'The Ring' estampada en la parte trasera. No pude evitar devolverle la sonrisa. Era tan contagioso. Decidí dejar de lado el incidente de esta mañana. Si Edward quería que él supiera él podía decirle. No era mi problema realmente.
Pero quieres que lo sea.
Mi viaje hacia el gimnasio fue agitado. No pude sacar a Edward de mi cabeza. Él era... interesante.
Sí, interesante. Esa es la palabra. ¿No quieres decir jodidamente caliente?
Tuve que poner los ojos en blanco para mí misma por eso.
¿Jodidamente caliente? ¿De verdad? Licenciada en literatura, ¿y jodidamente caliente' es lo que le ocurrió? ¿Qué pasó con todos esos adjetivos de antes?
Mi mente siguió repitiendo todo el encuentro desde el momento en que despertó hasta que salí. Durante el tiempo que estuvo herido no me había dado cuenta de su aspecto físico, sin embargo cuando estuvo consciente empecé a notar las cosas que me había perdido antes. La forma en que me veía con esa malicia en sus ojos. La forma en que me miraba cuando entré a la sala de estar. Por supuesto que me veía de esa manera, me vio como me lo comía con los ojos. Probablemente vio el efecto que tenía sobre mí. Estúpido, lastimado sexy, idiota. Estaba leyendo demasiado entre líneas. Sabía que, durante todo el proceso de pensamiento sobre Edward estaba leyendo demasiado entre líneas. Quería ver algo y eso era peligroso. No podía permitirme el lujo de tener nada con nadie. Estaba agradecido por mi ayuda. Eso era todo. No tenía forma de interpretar su comportamiento porque no lo conocía. De nuevo, el último pensamiento que tenía al salir del edificio de apartamentos volvió a mí.
Él quería algo más que una simple charla. ¿Qué quería? ¿Sexo? Para cuando llegué al estacionamiento del gimnasio, quería gritar. Honestamente, sabía que no era fea. Sólo era normal.
No fea pero tampoco bonita. Era sólo… yo. Cabello castaño, ojos cafés, mortalmente pálida y sólo… normal. Nada sobresaliente en mi apariencia y honestamente lo prefería de esa manera. Odiaba ser el centro de atención. Me gustaba mezclarme. Y al mismo tiempo sentí que quería que él me notara por algo más de lo que yo era. Quería ser especial para alguien. Incluso cuando no me lo podía permitir.
Pero atraer la atención es lo que te metió en este lío en primer lugar, ¿recuerdas?
Suspiré y me fui a trabajar en las tareas que Emmett me había dado. Para las cuatro había barrido el anexo, aspirado las oficinas y limpiado todas las ventanas. El gimnasio estaba en su apogeo cuando había llegado y el flujo constante de clientes no había cesado todavía. Estaba en medio de la recolección de la basura en los vestuarios cuando los oí venir.
—Me pregunto si Masen vendrá hoy.
—No, hermano anoche le pateamos el trasero. Apuesto a que está en el hospital. Sé que él tenía que tener un poco de sangrado interno después de los golpes que le di.
—Nadie ha dicho nada acerca de encontrarlo aquí. El maldito ya se había ido cuando llegué aquí esta mañana.
—¿Estuviste aquí esta mañana?
—Sí, me estaba poniendo un poco nervioso con todo esto. Llegué casi a las ocho. El maldito se había ido y sé que si alguien lo encontró aquí que ya estarían hablando de ello. La cosa es que su coche estaba todavía en el aparcamiento.
—No jodas. Probablemente se fue caminando a casa. Quiero decir, no creo que viva lejos.
—No sé hombre, pero en serio, ¿y si él está bien? ¿Y si se le dice a alguien que fuimos nosotros?
—No, no va a decir nada. Masen no es un chismoso. Tiene un ego demasiado grande como para decir algo sobre lo que pasó.
—Pero si él está bien, querrá vengarse de nosotros...
—Y le pateamos el culo anoche, él no puede con ambos.
—Oh, sí, eso me hace sentir muchísimo mejor, porque estamos juntos todo el tiempo. Mierda, esto fue una mala idea. Él nos hará pagar. Joder, no debería haber dejado que me convencieras.
—Como sea Tyler, sabes lo que dijo King. Necesitaba hacerlo. Deja de ser un marica. Masen no va a decir nada y no va a estar en forma para la próxima pelea. Hicimos nuestro trabajo.
Oí como se cerraba un casillero, sacándome de mi estupor, y para el momento en que pude hacer funcionar mi cerebro de nuevo, todo lo que podía ver era rojo.
Se habían aliado contra él. Ellos vinieron tras él a propósito.
Sentí la bilis subir por mi garganta y la necesidad de golpear era fuerte. Mis nudillos dolían alrededor de la bolsa de plástico en mis manos. La basura. Estaba sacando la basura. Pero no podía dejarlo pasar. En mi mente todo lo que pude procesar fue que esto era una injusticia. Me había golpeado más fuerte, porque lo había recogido del suelo. Había limpiado sus heridas. Había cuidado de él. Sabía lo mucho que le dolía.
En el fondo de mi mente me burlaba de ellos. ¿Hemorragia interna? Él fue golpeado seguro, y la herida en su ojo era bastante profunda, pero habría estado bien por su cuenta. Deberían haber hecho un mejor trabajo si querían que estuviera fuera de servicio.
La parte del 'buen juicio' de mi cerebro estaba todavía P.E.A cuando doblé la esquina y me hice presente. Vi a dos hombres que estaban allí. Sólo estábamos nosotros en los vestuarios. Uno era alto con cabello rubio cenizo. Él era bastante escuálido en comparación con Edward y en mi mente al menos tuve la decencia de ponerme triste con el hecho de que ahora estaba comparando a otros hombres con él. El otro tenía el pelo castaño oscuro y era muy desgarbado.
De repente me llamó la atención la idea de que estos dos hombres fueran capaces de golpear a Edward. Se veían fuertes, sí, pero Edward parecía que seguramente habría podido con ambos. Entonces me acordé de los cortes en la espalda y rostro de Edward. Deben haber utilizado algo más que sus puños. Estoy segura de que lucía enojada. Podía sentir el calor recorrerme y por una vez no era por vergüenza, sino de ira. Pura rabia fluía a través de mí. Los observé y eché los hombros hacia atrás antes de que empezara mi perorata.
—¡Ustedes! ¡Fueron ustedes los que le hicieron eso! ¡Patéticos cobardes! ¿Cómo pudieron? ¡¿Qué demonios les hizo?! ¿Eh? ¡Lo dejaron aquí sangrando! Ah, y por cierto, ¡está bien! Y estoy segura de que cuando los encuentre después, ¡les va a devolver el favor! Es jodidamente patético que ambos tuvieran que  conspirar contra él. ¡Deberían avergonzarse de sí mismos!
Se veían sorprendidos y sentí una oleada de satisfacción lamer mis nervios. Bien. El de cabello oscuro tuvo la decencia de parecer asustado. El rubio sólo se veía molesto y un poco preocupado.
Las cartas sobre la mesa, hijos de puta. Se van a hundir.
—¿Y qué vas a hacer al respecto cariño?
El rubio estaba realmente me estaba provocando.
—Voy a informarle a mi jefe que hay dos cobardes de mierda en los vestuarios que acaban de admitir que apalearon a otro de sus clientes. Voy a decirle exactamente lo que he oído y luego voy a decirle a Edward exactamente lo que he oído.
El hijo de puta de pelo oscuro simplemente empezó a retroceder hacia la puerta. El rubio, por otra parte comenzó a avanzar hacia mí. Fue entonces cuando mi ‘buen juicio’ se levantó de su estado de sueño y me dijo que nos largáramos de allí y rápido.
Di marcha atrás y golpeé el bote de basura.
Mierda, estoy acorralada.
—Cierra la puerta Tyler, creo que tenemos que enseñarle a este pequeño melocotón una lección. Tengo algo para ti también. Voy a enseñarte exactamente cómo usar esa pequeña y sucia boca tuya.
Esto no era bueno. Nada bueno. Me agarró del brazo y tiró con fuerza. Tuve una sensación de malestar en el estómago e inmediatamente mi mente regresó con Phil y las razones por las que había dejado a mi madre sin una explicación de mi partida.
Aterricé más o menos en el banco y elevé mi mano izquierda para golpearlo, pero él era más rápido que yo. Honestamente, dudaba de que hubiera hecho mucho pero valió la pena el intento. Él me estaba agarrando con fuerza y ​​sabía que al menos debería tener la inteligencia para gritar. Pero el sonido se atascó en mi garganta. La presión fue atrapada justo debajo de mi caja vocal, negándose a salir. La mirada maliciosa en sus ojos era muy diferente a la mirada que Edward me había dado cuando salí esta mañana y otra vez en medio de todo esto estaba pensando en Edward. Sus ojos.
—Sostén sus brazos, Tyler.
La pequeña mierda era lo suficientemente inteligente como para dudar antes de cumplir. De hecho sentí un poco de pena por él. Él realmente no lucía como si quisiera hacer estas cosas. Parecía genuinamente arrepentido. Pero sí participó y mi pena se esfumó. Sentí las lágrimas comenzar a acumularse y me maldije por esa muestra de debilidad. Esto no estaba sucediendo. Esto no puede estar pasando. No podían estar haciendo esto, no después de hacerle daño.
—Mike, vamos. Vamos a dejarlo ahora. Esto se está saliendo de control. ¡Es una chica, hombre!
—A la mierda con eso, necesita que le den una lección. Ahora escúchame pequeña perra. Lo que sucedió la noche anterior no es de tu puta incumbencia y no vas a decir una sola palabra de eso a nadie. Te voy a mostrar cómo debes usar esa bonita boca y confía en mí cuando digo que no tiene nada que ver con hablar y sí mucho que ver con la succión.
Metió la mano en sus pantalones y sacó su erección, mientras agarraba un puñado de mi cabello. ¿Qué tan enfermo debes estar para rebajarse a hacer algo tan enfermo como eso? Mis lágrimas venían más fuerte ahora y pensé brevemente en lo estúpido que él estaba siendo.
¿Honestamente creía que podía empujar esa cosa en mi boca y no lograr que lo mordiera? ¿De verdad?
Antes de que pudiera averiguar si estaba allí, estaba golpeando la puerta del vestuario. Fue entonces cuando el grito finalmente salió. Y grité, como si la puta vida se me fuera en ello.
Vi la astilla de madera en todo el pestillo cuando Emmett se precipitó en la habitación con un hombre rubio justo detrás de él. Había espectadores de pie alrededor de la puerta viendo el espectáculo.
Tyler liberó mis brazos tan rápido que me deslicé por la banca y caí al suelo... con fuerza. Mi cadera iba a recriminarme por eso más tarde. Mike no pudo subir sus pantalones antes de que Emmett le diera un puñetazo en la cara. El rubio me cogió del suelo y me abrazó contra su pecho. Estaba más allá del punto de cuidado. Él era seguro y era todo lo que importaba. Él estaba deteniendo a los hombres que golpearon a Edward, y de hacerme daño, así que me escondí en él y me sacudí. Sus brazos larguiruchos envueltos alrededor de mi torso y me atrajo hacia las taquillas escudándome de lo que sucedía a mi alrededor. Escuché gente gritando, pero por mi vida que no podía darle sentido a lo que pasaba. Me di cuenta en una fracción de segundo que estaba siendo infantil. Acababa de defender a otra persona y ahora me estaba escondiendo. No me había pasado nada realmente.
Poniendo mi 'cara de valiente' de nuevo me alejé de mi salvador y furiosamente sequé las lágrimas. El hombre que me sujetaba trató de agarrarme de nuevo y sacarme de la habitación pero me resistí a sus esfuerzos y negué con la cabeza. Noté la escena a mí alrededor y vi que Emmett había dejado  a Mike inconsciente, mientras que Tyler era retenido contra los casilleros por otros dos hombres que no conocía. Emmett se puso sobre Mike, su hombro temblando y una mirada mortal en el rostro. Se volvió hacia Tyler tan rápido que no pude seguir el movimiento.
—¡¿Qué demonios estabas pensando?! ¡¿En mi puto gimnasio?! ¡¿Estás loco?!
De repente sentí que las palabras brotaban fuera de mí antes de que pudiera pensar en ellas. Las experiencias traumáticas hacían que los filtros verbales aparentemente desaparecieran.
—Golpearon a Edward. Ellos se lanzaron contra él la noche anterior y lo dejaron aquí. Los escuché diciendo que lo golpearon la noche anterior y lo dejaron aquí.
Emmett volvió sus ojos furiosos a mí y di un respingo. Su mirada se suavizó y estuvo frente a mí en dos zancadas.
—¿Estás bien? Jesús, tus brazos ya tienen moretones. —Era como si mis palabras ni siquiera las entendiera.
—Estoy bien. Sé que debería haberlo dicho cuando llegué. Me refiero a que había encontrado a Edward aquí esta mañana, pero no pensé que fuera de mi incumbencia.
—Espera, ¿encontraste a Edward aquí esta mañana? —Ahí está, ahora está conmigo.
—Sí, él se desmayó justo allí. Estaba sangrando y sumamente herido.
El rubio estaba revolviendo las bolsas de lona en el banco y por su impaciencia les dio la vuelta y las vació. Oí un ruido metálico que atrajo mi atención inmediatamente. Sobre el suelo había un gran conjunto de nudillos de bronce. Ahora eso sí que me molestó. No sólo fueron tras él sino que no lucharon justamente. Eso era lo que le había hecho esos recortes. Tenía sentido, eran consistentes. Desgraciados, hijos de su puta madre con cara de culo. Volví la mirada hacia Tyler. Se veía tan pálido que pensé que iba a desaparecer entre los casilleros grises detrás de él.
Emmett parecía que iba a matar a alguien. Mike estaba recuperando la conciencia.
Yo me quedaría en el piso si fuera tú.
La voz de Emmett estaba controlada cuando habló, pero la malicia en ella me hizo temblar.
—Jasper, llévala a la oficina y asegúrate de que esté bien. Iré en un minuto.
De repente estaba siendo guiada fuera del vestuario y por el pasillo de regreso a las oficinas por el hombre que ahora sabía era Jasper. Mientras la puerta del vestuario se cerraba oí a Tyler rogar.
—Dijiste que encontraste a Edward en los vestuarios de esta mañana. ¿Dónde está ahora?
—Está en su apartamento. Lo llevé allí cuando lo encontré. Lo limpié y me aseguré de que estuviera bien antes de irme.
—¿Cuáles fueron sus lesiones? ¿Me puedes decir?
—Um, sí. Su ojo izquierdo estaba muy hinchado  y tenía un corte sobre la ceja. Había hematomas en sus costillas y en algunos lugares tenía cortes. Eran todos del mismo tamaño y ahora que sé que estaban usando los nudillos de cobre tiene sentido. No puedo creer que no haya pensado en eso antes. Él no tenía problemas para respirar. Su nariz no parecía haber sido golpeada. Tenía moretones alrededor de los hombros y cuello. Aquellos fueron los peores.
Los ojos de Jasper estaban fijos en los míos y me sentí incomoda bajo su mirada. Lucía enojado y aunque sabía que no estaba enojado conmigo aún me hacía sentir como si algo de eso fuera mi culpa. Emitía rabia y podía sentir como lo recorría. Bajé la mirada y observé mis zapatos.
—Mira, sé que tuve que haberle dicho a Emmett que lo encontré esta mañana, pero realmente pensé que no era de mi incumbencia y no sabía si Edward quería que alguien supiera así que yo…
—Entiendo por qué no dijiste nada. No estoy enojado contigo para nada. Gracias por ayudarlo. No tenías que hacerlo. Ahora, quiero que me digas lo que escuchaste en los vestuarios. —Su voz era amable así que lo miré y parecía que se había calmado.
—Okay. Um, bueno primero no sabía de lo que estaban hablando así que no puse mucha atención hasta que escuché al rubio, Mike, decir que había golpeado tan fuerte a alguien ahí la noche anterior que probablemente estaría en el hospital. Me di cuenta que era Edward. Dijo algo sobre que no iba a ser capaz de estar en la siguiente pelea. Alardeaba sobre que le había dado una hemorragia interna. Sé que no lo hizo, quiero decir, él no estaba escupiendo sangre o algo así y no había alguna otra herida que lo indicara así. Me enojé tanto que me les enfrenté. No sabían que estaba ahí. Entonces Mike dijo que me enseñaría una lección sobre hablar mierda. ¡Oh! Y ellos mencionaron algo sobre un King que les pidió hacer eso.
—Mierda. ¿Estás segura? ¿Los escuchaste decir King?
—Sí, ¿por qué?
—Uh, nada. Mira estoy seguro de que Emmett te dará el resto del día así que por qué no vas a casa y descansas. Estoy seguro de que después de toda la mierda que pasaste estás algo asustada. ¿Necesitas algo?
—No, estoy bien y honestamente necesito las horas así que prefiero quedarme el resto del día.
—No hay manera de que te quedes, te irás a casa. —Emmett había entrado a la habitación. Su normalmente bulliciosa y escandalosa voz ahora era baja y amenazante y Jasper le dio una mirada de reprimenda. Emmett suspiró y negó con la cabeza con lo que estaba segura era un intento de deshacerse de su ira.
—Lo siento, Bella. Mira prefiero que vayas a casa. Hasta te pagaré por el resto del día. Si quieres puedes tomarte el día de mañana también. Lo siento por…
—Emmett, en serio, estoy bien. Nada pasó allá. Llegaste a tiempo. No necesito tomarme el día y estaré aquí mañana.
—No, te tomarás el resto del día. Punto final. Voy a conceder que vengas mañana, pero hoy te vas a casa. A pesar del hecho de que no llegaron muy lejos, te lastimaron. Es necesario tomarse un tiempo para salir de esto. Necesito saber que vas a estar bien.
Su voz era tan sincera que, por segunda vez en el día que pensé que podría llorar. Nunca nadie me había hablado de esa manera antes. De repente me di cuenta de que había mucho más de Emmett que sólo sus músculos grandes y un comportamiento infantil. Era un tipo dulce debajo de todo. Me lancé hacia él rápidamente y él me abrazó con fuerza. En circunstancias normales me habría gustado mi espacio y realmente no los abrazos, pero bajo estas condiciones necesitaba el abrazo y parecía que Emmett también. Oí a Jasper carraspear detrás de nosotros y Emmett lentamente me colocó de nuevo en el suelo. No me había dado cuenta de que me había levantado. Le sonreí, con lágrimas. Secó las lágrimas de mi cara y me besó en la frente.
—Ve a casa, duerme, relájate y vuelve mañana. Si tienes algún problema, si alguien te molesta, me llamas de inmediato, ¿entiendes? No intentes nada por tu cuenta.
Reí ante su tono severo y asentí con la cabeza. Su rostro estalló en una sonrisa y dio un paso atrás para mirar a Jasper. Me volví a Jasper y lo abracé porque estaba siendo generosa hoy con  el afecto. Él me devolvió el abrazo con suavidad pero con firmeza.
—Gracias por ayudarme. Significa mucho para mí. —Susurré en su pecho.
—Hey, cualquiera hubiera hecho lo mismo. —Su voz era tan suave y oí su acento sureño bañar mis encrespados nervios. Realmente era una persona relajante cuando quería.
—No, no lo harían. —Le sonreí y retrocedí.
—Gracias a los dos. Edward quería que regresara a verlo cuando saliera del trabajo así que supongo que iré y veré si él está bien.
Se miraron el uno al otro por un momento antes de mirarme de nuevo sin comprender. De repente sentí el aumento de calor en mi cara.
¿Dije algo malo?
—Quiero decir, si creen que es una mala idea entonces no lo voy a molestar. Calculo que probablemente esté descansando así que quizás no es una buena idea...
—No, no si él pidió que fueras deberías ir. Él necesita a alguien que cuide su triste culo de todos modos. Sólo dile que nos llame y nos haga saber cómo está. Él debería haberlo hecho ya. —Jasper me tranquilizó.
—Está bien, así que los veré mañana, supongo.
Salí de la oficina y crucé el anexo. Los chicos en la habitación se detuvieron para mirarme y mi rubor me traicionó una vez más. Llegué a mi camioneta en tiempo récord y me metí en la cabina. Hoy hacía calor y el clima húmedo creó frizz en mi cabello. Suspirando encendí la camioneta  y prendí el aire acondicionado.
Después de unos momentos de conducir mi inseguridad decidió hacer acto de presencia y dudé si debía o no regresar y ver a Edward o no. Era horrible la sensación de rechazo que corría a través de mí.
¿Y si me cierra la puerta en la cara? ¿Y si lamenta el haberme pedido regresar? ¿Y si no le gusto y él sólo se siente obligado a tomar un interés en la persona que lo ayudó?
Estaba llena de preguntas sobre mi idoneidad para el momento en que llegué a su apartamento. Las palabras 'promedio' y 'normal' corrían por mi cabeza. Mientras estaba sentada en la cabina y dejaba que el aire frío se disipara a mí alrededor chequé mi aspecto en el espejo retrovisor y me metí un trozo de goma de mascar en la boca. Me senté en la camioneta durante al menos quince minutos antes de reunir el valor suficiente para salir y caminar hasta el edificio.
Lo peor que podría pasar es que podía cerrarte la puerta en la cara. En serio, no es como si tuvieras a otro lugar a donde ir en este momento. El punto culminante de tu día va a ser dormir en tu camioneta. Sólo tienes que darle una oportunidad.
Cada paso hasta el segundo piso parecía hacerse más y más pesado cuanto más lejos llegaba y para cuando estuve frente a su puerta empecé a entrar en pánico de nuevo. Jesús, tienes 21 no 12. Esto no es la secundaria. Toqué con timidez y esperaba que no lo escuchara. De esa manera podría salir y fingir que esto nunca ocurrió. Sin embargo mi plan no funcionó como yo esperaba, porque la puerta se abrió de un tirón unos segundos después para revelar mi verdugo emocional actual. Y él estaba enfocado en atormentar. Al principio me quedé muy sorprendida de lo rápido que se abrió la puerta. Entonces me sorprendió el hombre medio desnudo de pie delante de mí en nada más que una toalla.

¡¡¡JODIDAMENTE BUENO!!!

¡Cállate y compra un diccionario!

Tragué saliva y retrocedí. Parecía tan sorprendido de verme como yo a él. Tenía un cepillo de dientes colgando de su boca, una mano en el pomo de la puerta y la otra sosteniendo la toalla alrededor de su cintura.
Estábamos allí de pie, sorprendidos el uno por el otro.
5 segundos.
Aún de pie. Todavía conmocionados.
8 segundos.
Su mandíbula se cerró. Miré hacia el suelo.
10 segundos.
Sentí su mano subir por mi brazo.
13 segundos.
Miré sus ojos. Lucía enojado.
15 segundos.
Me vi arrastrada hacia el apartamento.
Oí la puerta cerrarse detrás de mí, mientras me conducía a la sala de estar. Entró a la cocina y oí el grifo correr antes de que regresara con el cepillo de dientes limpio, aún en la mano.
—¿Qué demonios te ha pasado, Bella? —Su voz era áspera y acusadora.
Lo miré curiosamente por un segundo. ¿Cómo demonios supo que había pasado algo?
Entonces lo vi perforando con la mirada mis brazos y bajé la mirada para ver lo que le había llamado la atención. Jesús, Emmett tenía razón, ya tenía moretones. Había manchas rojas por toda mi pálida piel y en el antebrazo izquierdo se estaba oscureciendo una mancha en forma de una mano. Edward dio tres pasos hacia mí y se detuvo lo suficientemente cerca como para pasar sus dedos sobre mi brazo. Se quedó mirando fijamente las marcas y yo no sabía qué decir. Mi voz se perdió en algún lugar de mi garganta una vez más. Tenía miedo de salir y avergonzarme. Así que hice lo segundo mejor.
Negué con la cabeza.
Él me miró por un momento y sus ojos se fijaron en mí. Realmente parecía molesto. Hoy se estaba convirtiendo en algo extraordinario. Estaba agotada mental y físicamente. Como si se diera cuenta de la cantidad de información, mi voz volvió a mí y mi boca abierta tenía un propósito.
—No pasó nada. Sólo fue un descuido. Estoy bien. Salí del trabajo temprano y pensé en venir a visitarte durante un minuto como pediste. Ya sabes para asegurarme de que estabas cumpliendo tu parte del trato.
Mi intento de humor falló y su ceño se profundizó. Incluso en su estado sombrío aún lucía muy guapo. Se puso las manos en las caderas y pasó la vista de mis brazos a mis ojos como si tratara de determinar la verdad de mis palabras con la evidencia física.
—¿Qué clase de “descuido”?
Fui muy infantil cuando me negué a contestar. Así que se molestó de nuevo...
—¿Bella?
—No fue nada, ¿está bien? Ya pasó, estoy aquí. Entonces, ¿qué estás planeando hacer conmigo?
La diarrea verbal se derramó de mi boca antes de que pudiera contenerla y me sonrojé por el doble sentido de mis palabras. Él sólo me sonrió y levantó un dedo en un gesto para que le diera un momento. Asentí y él pasó por delante de mí hacia su dormitorio. De repente, tuve una fascinación extrema con las gotas de agua que cubrían su espalda y brillaban a la luz del sol. Maldita sea, su espalda se veía bien. Un momento después, regresó con un par de pantalones vaqueros y una camiseta negra que acentuaba sus musculosos brazos. El dobladillo estaba alrededor de su cintura y yo sólo sabía que debajo de esa camiseta, esos pantalones vaqueros colgaban lo suficientemente bajo como para mostrar sus delgadas caderas y su “camino de la felicidad”.
—Quería hablar contigo acerca de lo que ocurrió esta mañana, pero ahora quiero que me digas qué diablos pasó con tus brazos. No me digas de nuevo que fue un “descuido”.
De acuerdo, mientras que ras muy dulce que estuviera preocupado por mi bienestar, en realidad no me gustaba el tono de su voz. Así que... me encogí de hombros.
—Mira, aprecio la preocupación, pero estoy bien y lo que está hecho, hecho está así que no hay razón para que te preocupes por ello.
Me miró y pude ver los músculos de sus hombros y la tensión de su cuello. Oí su respiración mientras él se apretaba el puente de la nariz y cerraba los ojos con fuerza. Mi ira comenzó a mostrarse también. Él me estaba tratando como a un niño que fue atrapado en una travesura. Y yo estaba a punto de decírselo cuando habló por primera vez.
—¿Estuviste en el gimnasio hoy?
—Sí, te dije antes que trabaja allí ahora. —Esta línea de interrogatorio era redundante, pero antes de que pudiera preguntarle por qué diablos me estaba preguntando algo que ya sabía, algo hizo clic en mi cabeza mientras cogía el teléfono de su mesa de sofá. Sonrió dulcemente y apretó los botones sin mirarlos. Abrí la boca para hablar, para oponerme o tal vez distraerlo pero él ya estaba hablando con el receptor.
—¿Emmett? Hey, es Edward. Sí, bueno... Bella, la chica que... ¿qué? Estoy bien. ¿Ella lo hizo? Ajá. Sí sabía que eran ellos. Ella está aquí ahora. ¿Ellos qué? Espera, cálmate, ¿qué? ¿Me estás jodiendo?
Me encogí. Sin duda, esa fue la parte en la que Emmett le dijo sobre el enfrentamiento en los vestuarios. Los ojos de Edward se posaron en mi cara y me miraron con fuerza. Entonces sus ojos se fijaron en mis brazos y tuve que admitir que realmente era aterrador cuando estaba enojado. Retrocedí hasta que llegué marco de la puerta de la cocina. Él hizo algunos “ajá” y “sí” unas cuantas veces más antes de que Emmett dijera adiós y cuando el pitido del teléfono me informó que estaba desconectado me encogí de nuevo. Con delicadeza, tiró el teléfono en el sofá y avanzó hacia mí.
—¿Es eso lo que consideras un “descuido”? ¡Jesús, Emmett dijo que Mike estaba a punto de violarte ahí! ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Un “descuido” mi culo!
—No iba a violarme me iba a pegar... —Bueno claramente eso iba a empeorar las cosas. A juzgar por la palidez de su rostro ya lo había hecho.
—Mira, lo siento... eso... eso estuvo fuera de lugar y yo estoy bien, de verdad. No quiero discutir sobre esto contigo. No soy una niña y desde luego no soy tu responsabilidad así que por favor deja de actuar de esa manera. Sólo vine a ver si estabas bien... y lo estás... así que me voy a ir ahora.
Si era posible parecía estar aún más enojado. No podía alejarme del marco de la puerta aún si quisiera. Su mirada me había fijado en el lugar y no permitiría ningún movimiento en lo absoluto. Ese aumento de tensión sólo alimentó mi ira por la injusticia de ser tratada como un bebé. Por una vez en mi vida no iba a huir de esto. No iba a permitir que otro hombre me hiciera sentir menos de lo que realmente era. Elevé mi barbilla y fije mi vista en él.
Parecía que realizaba esas acciones como si un guante fuera tirado porque comenzó su avance hacia mí. Si quería intimidar mi existencia tranquila estaba haciendo un trabajo muy bueno. No estaba intimidada en sí, sino la mezcla de su imponente presencia y su aroma flotando sobre mí, me hizo callarme de una puta vez. Olía como picante.
Al igual que la canela. Su cabello lucía como la canela. Él tenía un cabello increíble. Y su pecho se veía tan delicioso.
En la palabra descriptiva 'delicioso' mi mente regresó a la realidad y enfoqué de nuevo mi mirada. Ahora sólo estaba molesta del efecto que tenía en mí.
—Ven, déjame checar tus cortes, estoy segura de que no puedes ver los de la espalda. Y probablemente debería limpiar el de la ceja de nuevo con el peróxido. —Aunque lo había dicho con la intención de apaciguar las cosas, salió un poco más duro de lo que había previsto.
—Uh, Uh. No, vas a decirme lo que pasó. Todo. Después, me  vas a dejar mirarte. —Su voz era exigente, controlada, profunda y suave, todo al mismo tiempo. Sus hombros se inclinaron hacia adelante y sus manos se cerraron en puños mientras caminaba hacia mí lentamente, como si estuviera saboreando mis escalofríos.
—Ya sabes lo que pasó. Estoy bien. No hay sangre o heridas abiertas en mi cuerpo. Quizás fuiste golpeado en la cabeza más duro de lo que pensaba. Estoy bastante segura de que lo he reiterado lo suficiente.
Ante esto, él se enfadó y sonreí por la pequeña victoria que tuve por meterme bajo su piel por una vez. Dio un último paso y se alzó por encima de mí. Sentí su aliento mentolado sobre mi cara y por mi nerviosismo me tragué el chicle. Afortunadamente no me ahogué con él, pero estoy segura de que mis ojos se abrieron por la sensación del deslizamiento por mi garganta.
Bajó la cabeza y dobló las rodillas hasta que su mirada estuvo a mí nivel. Todavía parecía enojado conmigo, pero parecía controlarlo. Inhalé bruscamente porque sinceramente su olor y su presencia me estaban confundiendo y estaba luchando para entender por qué demonios tenía este efecto sobre mí.
¿Por qué no pude darme cuenta antes de que me atraía físicamente? ¿Cuándo habría tenido tiempo para idear algún tipo de plan contra este tipo de ataques?
Pensé de nuevo en la forma en que su presencia había invadido mis pensamientos antes, cuando me encontré con Mike y Tyler en el gimnasio y cómo sus acciones se habían quedado conmigo incluso en esos momentos de angustia. Nunca había tenido a nadie con ese gran poder sobre mis pensamientos.
Y con esa idea en mente el molesto aire que nos rodeaba cambió y de repente la electricidad crepitaba alrededor de mí. A nuestro alrededor. Una densa emoción estaba siendo transportada entre el espacio de nuestros rostros y al mismo tiempo que descubrí el cambio, él también lo hizo porque de repente la irritación y la impaciencia en sus ojos se desvanecieron y la determinación brillaba en ellos. Sus brazos se levantaron y una mano se apoyó sobre la moldura alrededor del marco de la puerta mientras que colocaba la otra con la palma contra mi cabeza. Estaba tan cerca de mi cabeza que si giraba mi nariz a la derecha lo rozaría. Sus ojos miraban fijamente mi cara mientras se inclinaba hacia adelante y me besaba ligeramente.
Mis ojos se cerraron por voluntad propia y me congelé. De repente, como si una banda de goma se rompiera presioné tan suavemente como él. Entonces se rompió la tensión y sus manos se posaron en mi cara mientras lo sentía presionar su boca contra la mía fuerte y totalmente. Mis brazos se apresuraron para agarrar su cuello suavemente. Por lo menos, en alguna parte de mi mente me di cuenta de que estaba lesionado. Pronto sentí su lengua lamiendo mi labio superior y mi cuerpo desatendió las protestas de mi mente, porque quería que esto sucediera más de lo que quería respirar. Abrí mis labios y de repente nuestra ira estaba de vuelta y quería dominar en este juego de voluntad. Parecía quererlo tanto como yo. Era caliente y necesitado y violento y suave a la vez. Su rodilla separó mis piernas mientras su cadera se enterraba en mi centro y sentí la deliciosa fricción apaciguar mis deseos.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me apreté más cerca de él. Mi pecho se aplastó contra el suyo y su mano izquierda se deslizó hasta presionar la parte baja de mi espalda, parecía que él me quería más cerca también. Su mano derecha se enredó en mi cabello y tiró de mi cabeza hacia un lado, donde comenzó a dejar besos calientes en mi cuello. El chupar y lamer me estaba volviendo loca.
Jadeando y gimiendo como un depravado adolescente me agarré a él con más fuerza. Mis manos se deslizaron por su pecho y siseó entre dientes cuando presionaba sobre algunas de sus áreas lesionadas. Al llegar al borde de su camisa metí mis manos y las pasé por encima de sus abdominales lentamente antes de sacarlas y la camiseta junto con ellas. Se apartó y tiró de la camiseta, y rápidamente reanudó su ataque a mi boca. Gemí y deslizó sus manos debajo de mi camisa para acunar mis senos. Mientras estaba segura de que aún tenía algún tipo de razón para ser capaz de detener esto antes de que se saliera de control, apretó con firmeza y su cadera giró en mi núcleo, una vez más, eliminando efectivamente cualquier cosa dentro de mí que quería que esto se detuviera antes de que yo estuviera completamente satisfecha. Debido a que necesitaba liberarme y ahora él me la iba a dar.
Me retorcí contra su muslo y lo tomó como una buena señal porque quitó mi camisa hábilmente por encima de mi cabeza y de repente su boca se había aferrado a mi pezón sobre la copa de tela de mi sujetador. En algún lugar en el fondo de mi mente sabía que debería haber estado preocupada por el hecho de que llevaba un sujetador blanco normal y que no era en absoluto atractivo, pero simplemente no tenía sentido en este momento. Sólo estaba eternamente agradecida por la ducha esta mañana, donde fui capaz de afeitar mis axilas y piernas. Eché la cabeza hacia atrás sólo para golpearla con un ruido sordo contra la pared. Ni siquiera podía fingir estar avergonzada, porque como si fuera una indicación agarró mis muslos firmemente en sus manos y me levantó alrededor de su torso, sin apartar su boca de mi pecho. Mientras mi cuerpo se elevaba sentí su erección contra mí. Mis brazos alrededor de sus hombros en un esfuerzo por mantenerme presionada contra él. Se deslizó hasta mi hombro y gruñó contra la piel mientras se giraba y se dirigía hacia el dormitorio.
Cuando la cama estuvo en mí vista, fue como una gran bofetada y me di cuenta de lo que estábamos a punto de hacer. Mi voz estaba sin aliento mientras hablaba.
—Espera, ¿estás seguro de que es buena idea? Estás herido. —Me dejó en la cama y bajó los tirantes de mi sujetador mientras se acomodaba entre mis piernas. Al mismo tiempo que sus labios hacían contacto con mi clavícula murmuró contra mi piel.
—¿Quieres parar? —Él estaba tan sin aliento como yo.
—No pero…
—Yo tampoco. Te deseo, en este momento.
Y eso fue la clave para entrar a mi mente racional, cerrar la boca y dejarme llevar. Gemí cuando su boca encontró mi pulso y succionó. Y vaya que succionó duro. Sus manos se deslizaron alrededor de mi espalda y encontraron el broche de mi sujetador, desenganchando cuidadosamente y quitándome la prenda de encima. Mi respiración se atascó cuando el aire frío golpeó mi pecho y mis pezones se endurecieron más. Él puso sus manos en mis costillas y se echó hacia atrás para mirar lo que había revelado. Aspiré una bocanada de aire y vi su cara esperando su reacción. Sus ojos medio entornados y tan llenos de lujuria como los míos, estaba segura.
—Jesús.
Y eso fue todo lo que dijo antes de descender sobre mis senos y prodigando atención sobre las adoloridas puntas. Mi espalda se arqueó y me apreté más cerca de él, mientras agarraba una mata de su cabello liso. Se movió contra mí y rápidamente estaba jadeando por más.
Cristo, ¿qué demonios me estaba pasando?

EPOV

Cuando me desperté esta mañana y la vi de pie frente a mi ventana estaba confundido. Cuando miré hacia abajo me vi sólo en boxers y estuve muy confundido. Luego, cuando me entregó un plato de comida pensé que en realidad debería ir al hospital para que checaran mi cabeza. Cuando recordé lo que había sucedido la noche antes sentí la ira lamiendo mi interior y rápidamente la controlé. 
Ella me ayudó; no había ninguna razón para mostrarle mi rabia. Comí la comida y la verdad es que estaba jodidamente sabrosa. Ella me explicó cómo me había metido de nuevo en mi apartamento y cómo me atendió cuando me desmayé y me sentí como una mierda por preguntarle por qué no me llevó al hospital. Me alegré de que no lo hiciera, pero aún parecía algo que una persona normal habría hecho. Debería haber sabido que incluso en un estado semiconsciente le habría dicho que no me llevara allí.
Luego, cuando dijo que tenía que salir me entró el pánico. Yo quería que se quedara. ¿Por qué? No tenía ni idea, sólo que necesitaba que se quedara. Honestamente, nunca me había sentido así por nadie antes, así que cuando ella me pidió que le hiciera un favor, me pidió que me quedara en la cama hoy y lo tomara con calma sentí el hielo alrededor de mi corazón fundirse por su preocupación y utilicé la petición a mi favor para tenerla de regreso. Parecía que el destino había escogido el día de hoy para que ella me rescatara. Hoy cumplía 26. Y como único regalo para mí estaba pidiéndole que regresara cuando saliera del trabajo.
Justo cuando pensaba que no podía querer conocer a esta mujer más de lo que ya lo hacía, hizo otra grieta en mis muros cuando me dijo que me ayudó porque yo la necesitaba. Normalmente me habría burlado de cualquier declaración que dijera que yo era débil, pero la forma en que lo dijo... la suavidad de su voz cuando se le escapó, y ella lo dejó escapar debido a su sonrojo y corrió a la cocina con mi plato vacío, la suavidad me dijo que no creía que yo era débil. Que su motivación para ayudarme era porque ella era realmente una persona noble. Ella habría ayudado a quien fuera en esa situación.
Le ofrecí mi cuarto de baño y ella aceptó con agradecimiento. Yo estaba agradecido por ello porque sinceramente el hecho de que ella había limpiado mi cocina fue asombroso.
¿Quién demonios es esta chica? ¿Por qué demonios tengo la suerte de estar en su presencia?
Mientras se duchaba, encendí la televisión y pensé de nuevo en qué demonios sucedió la noche anterior y rápidamente desestimé los pensamientos porque no quería ponerme nervioso antes de salir y asustarla. Estaba nerviosa cuando llegó el momento de salir y parecía querer una cierta distancia entre nosotros en todo momento y fue entonces cuando me di cuenta de que tenía el mismo efecto en ella que tuvo en mí. No pude detener mi risa cuando ella era tan malditamente adorable y corrió por el pasillo, como si escapara de un gran lobo malo.
Mi ducha olía a fresas. Se sentía bien olerla allí; era relajante. Hizo como que no estaba solo bajo el chorro de agua. El calor del agua relajo los músculos adoloridos e hizo que las contusiones se sintieran mucho mejor. No la esperaba tan temprano y al abrir la puerta la encontré allí de pie mientras mis ojos se fijaban sobre los moretones en sus brazos. Estaba tan concentrado en ellos y en el hecho de que sabía que no habían estado allí esta mañana; que dejé a la pobre muchacha parada fuera de mi puerta durante algún tiempo antes de meterla al apartamento. Su negación a decirme lo que le pasó me molestó. Ella me podría ayudar, ¿pero no al revés? ¿Y quién demonios deja contusiones en una chica como ella? Ella era demasiado pequeña y frágil como para hacerle daño; intencionadamente o no.
A medida que continuó desviando mis preguntas, estudié las contusiones y  noté la forma familiar de la superficie de una mano. Su presencia estaba alimentando mi fuego. Me di cuenta de que si se metió en algo en el gimnasio Emmett lo sabría.
Ella se quedó boquiabierta mientras yo marcaba el número del gimnasio, así que sonreí porque yo estaba ganando esta pequeña pelea y una vez que le aseguré a Emmett de que no iba a morir pronto él me puso al corriente de lo sucedido. El gran impulso de golpear algo me superó y tuve que apretar los dientes con el fin de aliviar la sensación de tirar el teléfono contra la pared. Después de colgar avancé hacia ella. Ella me estaba escondiendo cosas y el problema es que si yo fuera ella habría hecho la misma maldita cosa porque realmente no me gustaba que la gente pensara que no me podía defender. Pero, francamente, ella no podía defenderse y si Emmett y Jasper no hubieran intervenido cuando lo hicieron, ella podría no estar aquí ahora. Y eso me molestó.
Así que a medida que hablábamos y nos mirábamos; me encontré cerrando la distancia entre nosotros, porque ella era tan exasperante que era tan condenadamente hermosa cuando estaba enojada. Yo sabía exactamente por qué estaba enojada. La trataba como a un niño y la verdad ella estaba actuando como tal. Pero una vez que la había inmovilizado contra la pared ya no estaba enfadada. La quería. Necesitaba tenerla. Poseer ese fuego en los ojos y poseerlo porque me estaba poseyendo.
Y estos pensamientos todos me trajeron al presente cuando estoy acostado entre sus piernas y agarrando el celestial peso de sus senos en mis manos mientras les daba la atención que merecían por derecho. El impulso de poseerla, cada pulgada, marcarla, saborearla, tenerla era abrumadora. Redujo mi mundo a los instintos básicos. Mi piel sentía un hormigueo de excitación y era más fuerte de lo que había sido nunca. Mi necesidad por ella era algo tan extraño y maravilloso porque nunca había tenido la necesidad de poseer a nadie como quería hacerlo con ella. Ella me tiraba hacia ella lentamente, pulgada a pulgada y yo dispuesto entraba en ella con los ojos bien abiertos porque se sentía tan jodidamente bien el tan sólo querer eso.
¿Estaba ocurriendo demasiado rápido? Sí. ¿Estaba seguro acerca de todo lo concerniente a esta decisión de estar con ella? No. ¿Pero importaba tanto mientras ella lo quisiera también? ¿Importaba si se sentía tan bien?
Sus gemidos me estaban estimulando así que deslicé mi mano entre nosotros para tocar su sexo y gemí en respuesta al sentir el jodido calor radiando. Sumergí mi lengua en su boca y otra vez sentí la necesidad de dominar su carne suave. Mis dedos encontraron el botón de sus pantalones vaqueros y tiré más o menos hasta que lo desabotoné. La cremallera parecía bajarse sola por mis rudas acciones y ​​deslicé la mano por debajo de sus bragas para sentir la humedad caliente allí.
Jesús, está lista para mí.
Restregué mi polla contra su muslo y me estremecí por su gemido de aprobación. La necesitaba ahora. Ahora mismo. Nada iba a disminuir esta sensación excepto ella.
Se echó hacia atrás y bajó de sus pantalones junto con las bragas de color púrpura, mientras se quitaba los zapatos y casi muero ante la vista de ella desnuda en mi cama. Ella era impecable. Y mientras yo estaba disfrutando la vista de ella sonrojada y jadeante en mi edredón, ella se adelantó y enganchó sus dedos en mis pantalones vaqueros y besó mi maltratado abdomen. Sus dedos ágilmente quitaron el botón y siseé cuando ella bajó lentamente la cremallera. Fue un claro contraste con la rapidez con que me arrancó la ropa y tuve que sonreír al ver la expresión de su rostro cuando vio mi pene.
Ahora no soy vanidoso, pero después de años de cambiarme en presencia de otros hombres en los vestuarios he aprendido que no tengo nada de qué preocuparme en ese departamento. Antes de que pudiera hacer nada más su boca caliente descendió a mí alrededor y mi cabeza cayó hacia atrás mientras mis manos encontraron lugar entre su cabello. Su lengua se arremolinaba y lamía, mientras que la mano bombeaba lo que no podía tomar.
Puta madre iba a matarme.
Era demasiado y necesitaba estar dentro de ella. Si no lo estaba pronto iba a poner en duda mi resistencia y eso no era aceptable. Así que tiré suavemente su cabeza hacia atrás y dejó caer sus manos de mi culo. Ella parecía herida de que la hubiera detenido.
Gruñendo, agarré sus caderas y la empujé sobre la cama, besándola con fuerza. Ella necesitaba saber que la quería. Ella gimió cuando mi pene se frotó contra sus pliegues húmedos y me empujó contra su carne caliente tomándolo con fuerza. Entonces la realidad se impuso y detuve bruscamente mis movimientos y maldije.
—Joder no tengo ningún condón.
—Tengo inyección
—¿Qué?
—Inyección anticonceptiva. Me dieron una.
—Oh.
Bueno entonces.
Su pequeña mano se deslizó entre nosotros y me agarró tratando de guiarme en ella, yo agarré su muñeca suavemente y la llevé junto a su cabeza mientras levantaba mis caderas y alineaba la punta contra su entrada. La miré a los ojos.
Última oportunidad de arrepentirse, amor.
Con la aprobación en sus ojos me empujé hacia adelante lentamente y con cada pulgada de mi pene entrando para llenarla, mi cabeza cayó sobre su hombro porque ¡joder! estaba apretada. Una vez que me concentré no me quería mover a pesar de que mi cuerpo estaba pidiendo la fricción. Su gemido fue suficiente para acelerarme y empecé un ritmo lento, bombeando en el pedazo dulce del cielo que había logrado encontrar. Tenía los labios a pulgadas de su pezón color rosa y lo tomé en mi boca, mordiéndolo sólo para calmarlo con la lengua, con lo que obtuve un sonido dulce de ella. Cada embestida me concedió un nuevo gemido o jadeo. Cada vez que unía nuestras caderas tocando esa preciosa rugosidad contra su clítoris. Cada lamida y mordida me daba un apretón de sus paredes resbaladizas o un agarre con sus pequeñas manos en mi espalda. Sus jadeos y gemidos se hicieron más fuertes que aceleré el ritmo.
—Por favor, más. Más fuerte. Por favor.
Ella me rogaba amarla con más fuerza y que me condenara Dios si me le negaba. Porque, en verdad estaba realmente muriendo por ella. Así que deslicé mis manos hasta sus rodillas y la agarré con fuerza antes de embestir con fuerza. Sus gritos causaban mi resolución de deslizarme y sentí mis músculos tensarse a la espera de la liberación, pero tenía que aguantar tenía que sentirla venirse a mi alrededor. Lo necesitaba. Era parte del proceso de posesión. La besé con fuerza y ​​absorbí sus gemidos con mi cuerpo. Había demasiadas sensaciones a la vez. Sus manos arañando mi espalda; sus muslos aferrados a mis caderas y sus labios en mi garganta, la sensación de su suavidad a mi alrededor; tan flexible contra de mi dureza. Ella era tan suave por todas partes. Sus senos rebotando con cada golpe. Estaba por llegar y necesitaba que ella se viniera primero. Necesitaba tener ese poder.
—Córrete para mi bebé. Necesito sentir como te corres. —Le supliqué de vuelta.
Ella abrió la boca y entonces sucedió. Ella gimió mi nombre y todo había terminado y le recé a cualquier deidad que podría haber estado escuchando a medida que dejaba salir mi carga y ella se corría.
—Oh, Edward.
Y lo sentí. Sobreponiéndose a mi propio orgasmo se cerró sobre mí y sus paredes ordeñaron todo lo que tenía. Ella murmuraba mi nombre en voz baja al lado de mi oreja. Si fue posible me corrí con más fuerza. Mi nombre, viniendo de sus labios, mientras se corría en mi polla. Metí mi cara en su cuello y me estremecí con los últimos trazos de mi orgasmo.
Nos quedamos allí jadeando y a pesar de la protesta que mis músculos hacían, no podía dejar de tocarla aunque mi necesidad sexual estuviera satisfecha todavía me sentía como que tenía que tenerla. Envolverme en ella tanto como pudiera y no dejarla ir. Estos impulsos me estaban consumiendo a un punto de la ridiculez. Mis manos acariciaban arriba y abajo sus muslos y luego hasta sus caderas y los lados de sus pechos. Yo no estaba listo para retirarme de ella, pero lo hice con suavidad. Me di la vuelta y puse el edredón por encima de nuestros cuerpos húmedos. Se sentía tan pequeña acostada contra mí. De repente me sentí como un bruto. Jesús, realmente me limité a follarla.
¿Estás bien?
Mmm, más que bien. ¿Estás bien? ¿Cómo está tu estómago y los hombros?
Estoy bien. No te preocupes por mí. ¿Segura que estás bien? Fui muy bruto contigo. 
Ella resopló y frotó la cabeza en mi hombro. Me volví hacia ella y envolví mis brazos alrededor de ella. Después de unos momentos ella estaba dormida y yo la seguí.

4 comentarios:

  1. Esta es otra historia que me gusta mucho, ojalá puedan actualizar pronto. Quiero saber como sigue todo entre estos dos, me encantan los Edwards posesivos

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  2. Jaaaa así que Edward también siente cosas por ella..... aunque este cap estuvo caliente, me preocupa que le harán a Bella al saber que ella hizo que los golpearan... y quién es King???
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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