—En realidad no pedí algo para mí. Pedí algo para tía Bella.
— ¿Le pediste a Santa algo para tu tía en lugar de para ti?
El niño asintió con vigor.
—Ya te he contado que siempre está preocupada.
— ¿Y cómo crees que Santa puede ayudarla?
—Ese es el secreto —Emmett hizo una pausa y después dijo con gran reverencia—: Le he pedido un papá.
Edward no se atrevió a hablar. De hecho, se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.
—Ah, sí, ¿eh? —dijo por fin, a media voz.
—Sí.
Edward intentó medir bien sus palabras.
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