4 de mayo de 2017

El Productor 4


—Me alegro —respondió Edward con frialdad—. Después de todo las dos tenéis muchas cosas en común. ¿O acaso no os habéis confiado mutuamente vuestros secretos? —Bella le miró con ojos desconcertados—. Así es, querida, Jasper, por supuesto. Aunque Rose logró salir sin que le destrozara el corazón.

—No tenía idea.

—Rose es bastante inteligente y en seguida se dio cuenta de cómo era Jasper. Pensé que tal vez si hablabas con ella, terminarías sintiendo menos lástima por ti misma.

—No lo he comentado con nadie. No es algo que desee que la gente sepa — respondió Bella en tono muy bajo.

—Como quieras. Pero no era de esto de lo que quería hablar contigo. ¿Recuerdas que me dijiste que deseabas pagarme el vestido y todo lo que te compré?

—Sí —Bella le miró con cierta desconfianza—. Pero no empiezo a trabajar hasta el lunes…

—No me refiero al dinero —la interrumpió, y al ver que Bella se ponía tensa, agregó—: ni tampoco a lo que pareces estar pensando. Hacer el amor puede ser un regalo, pero nunca la forma de pagar una deuda. Creo que lo que tengo en mente es mucho más prosaico. ¿Qué tal eres para el trabajo de la casa?

Bella estaba tan confundida que no lograba responder, y él prosiguió:

—Te lo pregunto porque podrías sacarme de un verdadero lío. La pobre señora Birch se cayó y se ha hecho daño en la muñeca. No podrá trabajar hasta que no pasen unos días, y la casa es un caos sin ella. Supongo que no puedo estar sin una mujer cerca… aunque no sea por los motivos que tú sospechas.

—Quiero saber si te he entendido bien. ¿Lo que deseas es que vaya todos los días a limpiarte la casa?

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