—Edward…
—No tienes ningún problema —le informó con firmeza—. Yo cuidaré de Mark.
—¡Tú! —gimió Bella.
—Soy un adulto responsable —le recordó secamente, divertido por el tono sorprendido y consternado de su voz.
—Pero… pero ¡tú no puedes!
—¿Por qué no?
—Porque…
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