—Una cosa, señora Cullen.
—¿Sí? —preguntó ella, prestándole atención a medias, puesto que sentía el devastador calor de aquel cuerpo contra el suyo.
—Esta noche, deja las sábanas en paz y… —la rodeó con los brazos— ¡ni te atrevas a abandonar este cuarto! Puede que para el mundo seas una estrella, señora Cullen, pero el señor Edward Cullen puede hacerte sombra.
No puedo leer el epílogo 😢
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