Mi lugar en el mundo 5


¿Bella? —dijo arrodillándose junto a la cama.

—¿Edward? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó ella abriendo los tristes ojos verdes.
—Eso da igual. ¿Qué te pasa?

—El bebé. Creo que es mi bebé —alcanzó a decir ella en un sollozo impregnado de tanta angustia que le dolió escucharlo.

—Llamaré a una ambulancia —dijo él sacando el móvil y marcando el número. Bella no respondió— Se limitó a gemir y a llorar.
—Duele mucho -dijo mientras su cuerpo se contorsionaba y sacudía la cabeza sobre la almohada.

Edward cubrió con su mano la de Bella que yacía sobre su vientre.

—¿Qué ocurrió?

—No lo sé —dijo ella dando un nuevo alarido—. No hice nada.

Edward trató de infundirle fuerzas a través de su mano pero ella seguía gritando y llorando. No podía hacer nada por evitarle los dolores. Lo único que podía hacer era sostenerle con fuerza la mano.

Los servicios de urgencias llegaron en ese momento. Comenzaron el reconocimiento de Bella dejando que Edward permaneciera a su lado, pero finalmente le pidieron que se alejara.

De pronto Bella, que hasta el momento parecía ajena al número de personas que había en la habitación, tomó la mano de Edward con desesperación.

—No dejes que me muevan. Si me mueven, perderé a mi bebé.

—Bella, tienes que dejar que te lleven al hospital.

—No. ¡Si me pongo de pie mi bebé morirá!

—No tendrá que ponerse de pie —le aseguró uno de los enfermeros, pero ella no le hizo caso. No podía dejar de mirar a Edward con fijeza.

—Por favor, no dejes que pierda a mi bebé. Te prometo... —su voz se diluyó en el momento en que otra contracción la sobrecogía y la hacía retorcerse de dolor.

—Está bien, Bella. Tienes que confiar en estos hombres.

—No puedo. A ellos no les importa —no atendía a razones y él no sabía cómo convencerla.

—Es mi bebé. Por favor, no puedo dejar que muera. Lo quiero.

A él le escocían los ojos y las emociones no le permitían hablar.

—Por favor, Edward —Bella lo miró implorante— no dejes que pierda a mi bebé. Te prometo que no le diré a nadie quién es el padre. Volveré a Estados Unidos. No volveré a molestarte pero, por favor, no dejes que lo pierda.

—No digas esas cosas —contestó él aunque las palabras de Bella ya estaban en su conciencia.


Uno de los enfermeros retiró entonces la manta descubriendo así la mancha roja que había bajo el cuerpo de Bella.

—Bella... —gimió Edward casi sin habla.

Ella bajó la vista y al ver la mancha lanzó un grito. El sonido todavía retumbaba en la mente de Edward porque fue un sonido que mostraba tanta agonía que le angustió. Aún seguía angustiándole cada vez que lo recordaba.
Ya había perdido al bebé mucho antes de que los enfermeros salieran del apartamento, y tuvieron que sedarla para poder moverla. Ella misma había estado a punto de morir por la hemorragia.

Durante los días que estuvo ingresada en el hospital, lo había ignorado por completo. El cuarto día tras el incidente, fue a visitarla y descubrió que se había marchado. No había regresado al trabajo y nunca supo dónde pasó las cuatro semanas siguientes a su breve estancia en el hospital.

Bella se despertó al oír su propio grito. El corazón le latía con violencia y tenía el cuerpo bañado en sudor. Extendió la mano hacia la lámpara de la mesilla y se encontró con una velluda piel a su lado.


—Cara, ¿estás bien?

—Ha sido sólo un sueño —contestó ella sacudiendo la cabeza, confusa—. No hacía falta que vinieras corriendo a salvarme.

—Parecía más bien una pesadilla —dijo él sin mostrar ni una pizca de irritación ante el comentario de ella—. ¿Soñabas con el bebé?

—Sí. ¿Por qué lo preguntas? —preguntó ella segura de que él no tenía la más mínima idea de la clase de sueños que la perseguían.

—Gritaste igual que en el momento en que descubriste que lo habías perdido.

—No sabía que los gritos provocados por las pesadillas tuvieran un tono indicativo.

—Es un grito que no creo que pueda olvidar jamás.

—Yo tampoco —dijo ella temblando desafiante.

—Lo siento.

Bella no tuvo que preguntar por qué. No lo necesitaba. Cuando estuvo en el hospital, Edward le había dicho que se sentía culpable de que hubiera perdido al bebé. Si en algún momento se hubiera referido al bebé, como el de los dos, podría haberlo perdonado.

—Yo también —dijo ella y a continuación le pidió que se marchara aunque lo que más deseaba era que se quedase—. Estoy bien. Puedes volver a tu habitación.

El se levantó y se marchó sin decir una palabra. Bella se sintió como si le arrancaran algo, aunque no tenía motivos para ello, y se arrebujó bajo el edredón tratando de deshacerse de los últimos restos del desagradable sueño.

Unos minutos después, Edward regresó. Dejó abierta la puerta que daba al salón de la suite en la que había encendido algunas luces. A contraluz vio la sombra de Edward que se acercaba a la cama y le ofrecía una taza con algo caliente. Bella dio un sorbo y se atragantó al reconocer el alcohol.


—Es brandy caliente. Te  ayudará a dormir. Bella asintió con la cabeza a modo  de agradecimiento y dio otro sorbo al brandy.

—¿Tienes pesadillas a menudo? —preguntó.

—No, pero anoche me acordé —dijo ella.

—Yo también.

Aquella afirmación hizo que levantara la vista para mirarlo, pero no pudo vislumbrar la expresión de su rostro en la oscuridad del cuarto.

—No fue culpa tuya —dijo ella.

—¿No? —dijo él girándose y acercándose a la ventana—. El doctor me dijo que un estrés emocional profundo puede ocasionar un aborto, y está claro que tú lo sufrías por mi culpa.
Ella no pudo negarlo pero tampoco podía culparlo por algo que no había sido culpa de nadie. Lo culpaba de no creerla, de acusarla de haber tratado de engañarlo y también de haber rechazado a su hijo, el de los dos, pero no creía que la muerte del bebé fuera enteramente culpa de él.

—Tal vez fuera mejor.

—¿Qué? —dijo él girándose de golpe hacia ella.

—Sé lo que es crecer sabiendo que eres un hijo no deseado —dijo ella.

—Pero tú querías a ese hijo —dijo él con voz grave casi como si estuviera tratando de controlar una fuerte emoción.

—Sí, pero tú no. Habría crecido preguntándose por qué no era digno del amor de su padre. No te digo esto para hacerte sentir culpable sino para que entiendas que a veces las tragedias ocurren por una razón.

—Yo habría querido a mi hijo.

Pero el problema era que él no creía que fuera suyo. Bella no quiso seguir dándole vueltas. El brandy estaba surtiendo efecto y no deseaba luchar contra nadie. El tampoco le dio oportunidad.

—¿Sentiste en algún momento que tu padre no te quería?

Bella suspiró tratando de desenmarañar la mezcla de sentimientos que había sentido hacia su padre cuando era una niña.

—No. No era eso, pero tampoco sentí nunca que fuera una hija especialmente deseada. No era sino el símbolo de un gran error. No me comprendía, no como a Alice. Yo era diferente, no era una chica tradicional, una chica típicamente siciliana. No encajaba en su mundo y yo lo sabía. Cada verano lo visitaba para recordarle que dentro de su perfecta familia había un cuco.

—Eso te dolía.

—Sí —dijo ella. No tenía sentido negarlo.

—¿Y tu madre?

—Ella odiaba la simple palabra «madre» pero era demasiado independiente y orgullosa para darle a mi padre la custodia. El hecho fue que pasé la mayor parte de mi infancia en internados o en compañía de niñeras.

—Pero eso es terrible.

—No era tan malo. Odiaba vivir en casa.

—¿Por qué?

—Mi madre estaba siempre rodeada de aduladores y ni ellos ni tampoco ella  tenían la menor idea de lo que significaba comprometerse y cuidar una relación. Eso sí que era horrible y me dolía ver a mi propia madre irse a la cama con uno y con otro con tanta facilidad.

Edward quería preguntarle por qué decía eso si ella se había convertido en una mujer como su madre, pero no lo hizo. Por primera vez desde que perdiera al  bebé, Bella le estaba abriendo su corazón.

—Y cuando creciste viniste a vivir a Italia, lejos de tu madre.
—Sí.

—Pero también lejos de tu padre. ¿Por qué no fuiste a vivir a Sicilia?

—Papá es el tradicional padre siciliano. Si me hubiera instalado en Sicilia tendría que haber sido en su casa y eso no habría sido justo para Alice y su madre.

—No quería irrumpir en su vida. Bastante toleran mis visitas durante el verano.

—Son tu familia.

—No —dijo ella con resignación pero sin tristeza—. No pertenezco a esa familia. Edward se sintió como si un caballo le hubiera dado una coz en el pecho. Aquella mujer, tan segura de sí misma como para dirigir el negocio del señor Di Adamo, creía no tener un sitio en el seno de su propia familia.

Edward seguía pensando en ello al día siguiente cuando acercó a Bella a la joyería. Estaba callada, tranquila; la hostilidad que le había mostrado el día anterior parecía haber desaparecido y Edward se alegró.

—¿Has enviado las invitaciones para la subasta? —le preguntó mientras aparcaba.

—Sí. Varias personas ya me han respondido.

—Necesitaré una copia de la lista de los invitados y de los que han confirmado su asistencia.

—De acuerdo.


—Has dejado de luchar conmigo.

—¿Qué sentido tiene? -dijo ella abriendo la puerta antes de que él pudiera hacerlo por ella—. Faltan menos de dos semanas para la subasta. Cuando termine, te irás.

—No estés tan segura —dijo él, pero ella ya había salido del coche y no lo oyó. 




10 comentarios:

  1. Wow q tristeza perder a su bebé y tiene razón x algo pasan las cosas, Edward no piensa dejarla d nuevo ojalá logré q Bella lo perdone 😘💜 gracias

    ResponderEliminar
  2. O XD que triste porque ella si quería al bebé 😢😢😢😢graciasssss linda ansiosa por leer un nuevo cap graciasssss gracias gracias gracias

    ResponderEliminar
  3. Gracias por actualizar, es muy triste no tener nada no tener un hogar 😪 Espero leerte pronto muchas gracias 😘

    ResponderEliminar
  4. Gracias por el capítulo lo esperaba con ansias.
    El cree todavía que bella es ligera y que no era su bebé que triste.

    ResponderEliminar
  5. 😭😭😭 no había leído está historia y me la Heche en un ratito y ya estoy chiche y chiche 😭😭😭 me encantó aunque creo k al k quiero matar es a Charlie por mal padre descuido mucho a bella por culpa de su mamá y le lleno de ideas la cabeza dura de Edward
    Gracias por la historia me super encanta

    ResponderEliminar
  6. Ohhhh así que eso fue lo que pasó con ellos, que Edward al final quiso al bebé, pero era demasiado tarde :'( Solo espero que pueda solucionar todo con Bella, porque esta convencida que la va a dejar otra vez....
    Besos gigantes!!!
    XOXO

    ResponderEliminar
  7. Gracias por actualizar ya hacia falta

    ResponderEliminar