Parcela de Tierra 8


Bella lo besó, suspirando encantada cuando sus labios se encontraron, besándolo como si Edward fuera el agua que le salvara la vida después de una larga caminata por el desierto.

Edward le tomó el rostro entre las manos y la devoró a besos. Si Bella no hubiera estado tan desesperada y excitada como él, tal vez se habría asustado ante su desesperación.

Sin dejar de besarla, Edward le acarició el cuello y los pechos, deslizando sus manos hasta pararse en su abdomen. Entonces, se apartó ligeramente. El pecho le subía y le bajaba por el ritmo entrecortado de su respiración. Bella también respiraba con dificultad.

—¿No le pasará nada al bebé si nos acostamos? —le preguntó.

—No, claro que no —contestó Bella acariciándole la mejilla y sonriendo—. Te lo prometo, no le pasará nada. No nos vas a hacer daño ni a mí ni a él.

—Gracias a Dios.

Aquélla era la declaración más bonita que Bella había oído de Edward y, si no hubiera sido porque la tomó en brazos y la levantó por los aires a toda velocidad, tal vez se habría reído.

—¿Qué haces?

—Llevarte a mi dormitorio —contestó Edward subiendo los escalones de dos en dos—. Desde que te has venido a vivir conmigo, sueño con tenerte en mi cama. No puedo dormir de lo mucho que te deseo.

—Te recuerdo que duermo al otro lado el pasillo —murmuró Bella—. ¿Por qué no has venido nunca a buscarme? —añadió mordisqueándole el lóbulo de la oreja.

—Porque estaba intentando comportarme como un caballero —contestó Edward—. No quería utilizarte, no quería que pensaras que me estaba aprovechando de ti por estar casados.

—Como yo también te deseo, no te estás aprovechando de mí en absoluto —le aseguró Bella.

Al llegar al dormitorio, Edward entró con Bella en brazos y cerró la puerta con el pie, dirigiéndose directamente a la enorme cama que había en el centro.

—Espero que mañana por la mañana te acuerdes de lo que acabas de decir porque tengo intención de pasarme toda la noche haciéndote el amor y no pienso arrepentirme lo más mínimo —comentó Edward dejándola sobre la cama.

A continuación, se desabrochó el cinturón y los botones de la camisa, se la quitó e hizo lo mismo con los pantalones.

Así, gloriosamente desnudo y erecto, se tumbó al lado de Bella y comenzó a besarla y a acariciarla de nuevo.

—¿Te han dicho alguna vez lo maravillosa y bonita que eres? —le dijo comenzando a desabrochar los diminutos botoncitos de perla de su camisón—. Pues te lo digo yo, pero también te digo que, por favor, no te vuelvas a comprar un camisón con botones como éstos.

Bella sintió que el corazón le daba un vuelco ante semejante cumplido. 

—Por favor, dime que este camisón no es de tus preferidos.

—No, claro que no, pero...

—Bien, mañana mismo te compro otro —la interrumpió Edward rasgando la tela.

Bella oyó cómo los botones caían al suelo y ayudó a Edward a deshacerse del camisón, que aterrizó en el suelo junto a su ropa.

Edward se tumbó sobre ella y Bella lo abrazó, encantada de sentir el calor de su cuerpo, encantada de sentir su piel, su pelo, su torso desnudo contra sus pezones, su erección entre las piernas.

Se abrió para él, deseando que la penetrara, pero al parece que Edward no tenía prisa, tal y como ponía de manifiesto que estuviera deleitándose en acariciarle el pelo y los pechos, lo que estaba haciendo que Bella se revolviera nerviosa y excitada.

A continuación, Edward hizo el mismo camino con la boca y Bella dio un respingo y lo abrazó con fuerza porque las sensaciones eran tan intensas que el placer se había convertido casi en dolor.

Edward se apartó levemente y se quedó mirándola. —Te ha crecido el pecho —comentó.
A continuación, depositó una de sus manos sobre el abdomen de Bella, que sintió un escalofrío de deseo.

—Está creciendo —continuó Edward mirándola a los ojos—. Me encanta ver cómo cambia tu cuerpo —añadió besándole la tripa—. Llevaba semanas querido hacer esto.

Bella sonrió encantada con un nudo de emoción en la garganta. —Yo también quería que lo hicieras.

Aquello y mucho más. Quería que la acariciara, que la besara y que le hiciera el amor. Quería quedarse dormida entre sus brazos y despertarse de la misma manera, quería hablar con él, reírse con él y compartir los cambios que se estaban operando su cuerpo.

Y ahora que Edward estaba haciendo alguna de aquellas cosas, Bella sentía esperanza y alegría por primera vez en meses.

Edward continuó besándola por la tripa antes de emprender viaje al sur. Bella se revolvió, sintiéndose de repente tímida, y le tiró del pelo para intentar que no siguiera adelante, pero Edward la ignoró y le colocó los muslos en sus hombros.

—Edward, no...

—Calla —le dijo él dándole una palmadita en la nalga—. Llevo soñando con esto mucho tiempo, así que déjame hacer. Tú túmbate y disfruta.

Al sentir su lengua en la entrepierna, Bella, que había cerrado los ojos, vio colores por todas partes y sintió que la respiración se le alteraba ante el placer.

Sentía la lengua de Edward chupando, lamiendo, haciendo círculos. Había empezado lentamente y había ido tomando velocidad poco a poco, conduciéndola al borde del orgasmo varias veces, haciéndola estremecerse.

Cuando se concentró en aquel diminuto punto de deseo enterrado entre los pliegues de su cuerpo, Bella no se molestó en intentar controlar las sensaciones que se apoderaron de ella.

Su cuerpo se contrajo y, a continuación, elevó la pelvis del colchón durante unos segundos antes de que sus huesos se derritieran como la cera de una vela encendida y volviera a bajar. Tenía la respiración entrecortada y estaba sorprendida de no haberse desmayado.

—Eso debe de querer decir que te ha gustado, ¿no? —sonrió Edward.

Bella sonrió, lo agarró de las orejas y lo obligó a subir hasta tenerlo frente así. 

—Cállate y bésame, tonto.

Edward chasqueó con la lengua divertido y obedeció. Bella percibió el sabor de su propio cuerpo en la lengua de Edward y gimió de placer al tiempo que deslizaba una mano entre sus cuerpos sudorosos, agarraba su miembro duro y potente. En aquella ocasión, fue Edward el que exhaló una exclamación de deseo y de placer.

A continuación, Bella jugueteó con su erección, deslizando la mano arriba y abajo, apretándola y haciendo círculos con la yema del dedo pulgar sobre la parte alta, rosada y delicada.

Edward la agarró de la muñeca al cabo de un rato, dando por finalizadas las caricias eróticas.

—Ya no puedo más.

—Es lo que tú me has hecho a mí —protestó Bella.

—Sí, pero yo me recupero tan rápidamente como tú y quiero estar dentro de tu cuerpo cuando llegue al orgasmo.

Dicho aquello, se colocó de rodillas y se sentó sobre los talones, arrastrando a Bella con él. Al instante, Bella se encontró sobre su erección y, mientras le pasaba las piernas alrededor del cuerpo y lo abrazaba, sintió que Edward se introducía en ella, que lo recibió encantada.

Ambos suspiraron ante la gloriosa fricción y se quedaron quietos durante un momento, disfrutando del éxtasis. Luego, Edward la agarró de las nalgas, la levantó lentamente y la volvió a bajar. Hizo aquel movimiento unas cuantas veces. Bella le clavó las uñas en los hombros al tiempo que sentía que las paredes internas de su vagina comenzaban a tener espasmos, los primeros síntomas del orgasmo.

Cuando vio que Edward apretaba los dientes, comprendió que tampoco andaba lejos de alcanzarlo, así que se concentró en subir y bajar cada vez más rápido hasta que todo el cuerpo de Edward se tensó y aulló de placer. Un segundo después, Bella lo siguió gritando también.

Se quedaron así unos minutos. Lo único que se escuchaba era su respiración entrecortada, que llenaba la habitación. A continuación, Edward la depositó con dulzura sobre la cama, la tapó y la abrazó. Sintiéndose más feliz que nadie, Bella se quedó dormida deseando poder decirle las dos palabras que ocupaban su mente.

Te quiero.
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En cuanto Bella abrió los ojos a la mañana siguiente, supo que algo había cambiado. Apenas tardó unos segundos en recordar lo que había sucedido la noche anterior y, al hacerlo, sonrió encantada.

Aquello era lo que ella había esperado del matrimonio, aquélla era la noche de bodas que quería haber tenido.

—Ya iba siendo hora de que te despertaras —comentó Edward a sus espaldas. —Creía que ya estarías trabajando —contestó Bella girando la cabeza hasta verlo. —Lo he pensado, pero no he sido capaz de levantarme sin ti.

Bella sintió que la piel se le ponía de gallina pues aquél era un lado de Edward, su lado juguetón y romántico, que ella jamás había visto.

—¿Y las vacas no tendrán hambre?

—No. Además, para eso tengo empleados.

Bella se giró por completo hacia él y apoyó el codo sobre la almohada y la cabeza en la palma de la mano. Bajo las sábanas, sus piernas estaban entrelazadas y sintió que comenzaba a excitarse.

—¿Eso quiere decir que te vas a quedar todo el día en la cama satisfaciendo a tu necesitada mujercita?

Edward enarcó una ceja.

—¿Después de lo de anoche todavía dices que estás necesitada?

—No, supongo que no —contestó Bella recordando todo lo que habían hecho las tres veces que se habían despertado a largo de la noche—. Sin embargo, si me abandonas ahora, creo que podría sentirme necesitada de nuevo.

Edward la agarró de las nalgas y apretó contra su cuerpo para que sintiera su erección. 

—Uy, eso sería espantoso y yo no puedo permitirlo —comentó.

El beso que le dio a continuación hizo que Bella se excitara por completo y pasaron muchas horas antes de que ninguno de ellos hiciera intento alguno de levantarse de la cama.

Horas después, estaban en la planta de abajo, duchados y vestidos, comiendo lo que habían preparado juntos entre caricias y besos.

—Aunque no me apetece nada, tengo que ir a ver un par de cosas —comentó Edward acariciándole la mano—. ¿Te importa?

A Bella le hubiera gustado que se quedara a su lado para siempre, acariciándola, besándola, mirándola con aquella devoción, pero sabía que no era posible y, además, también sabía que, si se pegaba demasiado a él, Edward podría sentirse agobiado.

—Claro que no —sonrió—. ¿Necesitas ayuda?

—No, no necesito ayuda —contestó Edward poniéndose en pie y tomándola de la mano para que ella también se levantara—. Si quieres, puedes ir a ver al potro, pero ten cuidado porque ya sabes que, a veces, las madres recién paridas se ponen un poco celosas.

Bella asintió, lo acompañó a la puerta y le dio un beso de despedida. Edward le dedicó una maravillosa sonrisa antes de salir de la casa, cruzar la pradera de césped y entrar en las cuadras.

Bella comenzó a recoger la mesa y se dio cuenta de que estaba tarareando. Con un poco de suerte, Edward no se arrepentiría de lo que estaba sucediendo entre ellos y su vida seguiría adelante así para siempre.

Aunque no la quisiera, el sexo era fenomenal entre ellos y se respetaban mutuamente. Además, iban a tener un hijo, lo que reforzaría el vínculo entre ellos.

Bella se dijo que podían ser felices y que se contentaba con aquello. Tal vez, no fuera así siempre, pero de momento estaba dispuesta a vivir el día a día.

Cuando estuvo la cocina recogida, se dirigió al despacho de Edward con idea de hacer unas cuantas cosas en el ordenador para después pasarse un rato por las cuadras.

A lo mejor, cuando Edward terminara lo que tenía que hacer, la acompañaría a ver al potro recién nacido. Le gustaba la idea de ir a verlo juntos porque pronto tendrían un bebé que compartir.

Para cuando terminó, había pasado una hora. Bella se frotó los ojos y se estiró, pensando que Edward ya habría terminado de hacer lo que tuviera que hacer en la cuadra, así que se puso las botas y abrió la puerta.

Al hacerlo, se encontró con una mujer en el porche que se disponía a llamar. Bella ahogó una exclamación de sorpresa y dio un paso atrás. No le costó mucho reconocer a aquella mujer que iba ataviada con un jersey fucsia con demasiado escote, unos pantalones blancos que parecían una segunda piel y unas sandalias de plataforma de varios centímetros de tacón.

Se trataba de Suzanne, la primera mujer de Edward, la primera señora Cullen.

9 comentarios:

  1. Uuuuh porque tenia que aparecer la ex!!!! Ahora Edward se acordara de lo que le hizo y quien lo pagará?? Bella!!! Gracias sharon!!

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  2. Nooo... por qué tenía que aparecer Suzanne???? no me parece justo que ahora que estaban juntos, las cosas otra vez vayan a cambiar.... o será que no????
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  3. Uhhh y que pasará ahora y que querra la bitch esta?! Quiero más plis!

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  4. La que faltaba!!!
    Ya que íbamos bien como reaccionará ed va a poner el grito en el cielo

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  5. Ohhh, por qué viene a aparecer esa mujer cuando laa cosas están mejorando???

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  6. Cuando por fin había conseguido volver a conectar ahora aparece la lagarta para volver a meter cizaña y que Edward se cierre de nuevo. Estoy muy enfadada, que lo sepas.

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