LOS PERSONAJES PERTENECEN A STEPHENIE MEYER
EL NOMBRE DE LA HISTORIA,
COMO LA AUTORA LO DIREMOS
AL FINAL DE LA ADAPTACIÓN
El lunes siguiente tenían un examen. Maggie no se molestó en contestar ni una sola de las preguntas. Como de costumbre, se limitó a sentarse con los brazos cruzados sin apartar la vista de la profesora. Y la tormenta se desencadenó cuando Isabella se acercó a su pupitre para preguntar si no tenía intención de contestar.
—No tengo por qué hacerlo. Y no puede obligarme.
Isabella se decidió a llevarla ante la directora. No le importaba que Edward cumpliera la amenaza de conseguir que la despidieran. Estaba cansada del pasado y del futuro, y no más cerca de encontrar una solución para su dilema. Parte de ella quería arriesgarse a iniciar el tratamiento, con todas sus consecuencias; pero otra parte estaba muerta de miedo.
—Lo siento —dijo cuándo la directora entró en la sala de espera—. Maggie se niega a contestar las preguntas del examen. Y pensé que si le explicabas las implicaciones de este asunto...
Aquélla era la oportunidad que Maggie estaba esperando.
— ¡Me odia! —Exclamó, apuntándola con un dedo—. Dice que soy como mi madre y que me odia.
De hecho, empezó a sollozar y a llorar realmente.
Isabella se ruborizó, ofendida.
—Eso no es cierto, y lo sabes.
—Sí que lo es —insistió—. Señora Cooper, ha dicho que va a suspenderme y que no puedo hacer nada para evitarlo. ¡Me odia porque mi padre se casó con mi madre en lugar de casarse con ella!
Isabella se apoyó en la puerta, débil, y miró a la niña con ojos llenos de incredulidad. Era un ataque tan inesperado que no encontraba defensa alguna. No podía creer que Edward fuera tan cruel como para haberle dicho algo así. No podía creer que estuviera tan enfadado.
Señora Cooper |
—No, no lo es —contestó—. No sé quién ha podido decirle algo así, pero, desde luego, no he sido yo.
—Fue mi padre —espetó la niña.
Mentía de nuevo. La noche anterior había escuchado la conversación telefónica que mantenía la señora Platt con una amiga. Y, sin quererlo, había obtenido el arma que necesitaba.
Isabella se resintió del fuerte golpe. Sabía que su antiguo novio estaba enfadado, pero no que tuviera tan poco corazón como para decirle algo así a su hija, sabiendo que lo utilizaría contra su profesora. Además, era una acusación terrible para hacerla en el colegio. Una de las madres se encontraba presente, porque estaba esperando para recoger a su hijo, y dos de las secretarias contemplaban la escena con supremo interés. A la caída de la noche ya lo sabría todo el pueblo. Sería otro escándalo. Otra humillación.
—Es horrible conmigo —continuó la niña, sin dejar de señalarla—. Dice que puede ser tan mala como quiera porque nadie me creerá. ¡Tengo miedo de ella! Usted no dejará que me haga daño, ¿verdad, señora Cooper?
—Preguntó, mirándola con ojos de cordero degollado—. ¡Dice que me pegará!
A Maggie no le resultaba nada difícil llorar.
Sólo necesitaba pensar en lo mucho que la odiaba su padre.
La señora Cooper no la creyó en ningún momento, pero lloraba tanto que abrió la puerta de su despacho para que estuvieran más tranquilas. No tenía corazón para hacer caso omiso del dolor de la niña.
—Entra y siéntate, por favor —dijo a Maggie—. Y no llores. Vamos a solucionar esto. Nadie te hará daño.
La niña sollozó y se limpió los ojos con el dorso de la mano.
—Sí, señora.
Bajó la cabeza para que Isabella no pudiera ver su expresión de triunfo. Había vencido. Pensaba que había logrado que la despidieran, y que la señora Denali regresaría para ocupar su antiguo puesto.
Entró en el despacho y cerró la puerta. Isabella se limitó a mirar a la profesora.
—Isabella, nunca la había visto tan alterada —dijo la directora, a regañadientes—. Jamás había llorado hasta ahora. Creo que realmente tiene miedo de ti.
Al notar la indecisión de la otra mujer, la profesora supo de inmediato lo que estaba pensando. Había prestado oídos a las habladurías y no la conocía a fondo. Temía el poder de Edward y, por si fuera poco, su hija había montado toda una escena. No hacía falta ser adivina para saber lo que iba a ocurrir. Había perdido. Era como si el destino quisiera que regresara a Arizona. Pero tal vez fuera lo mejor. No podía decirle la verdad a su padre. Habría sido demasiado cruel; su salud empeoraba día a día y no quería entristecer a la persona que más quería en el mundo.
Miró a los ojos a la señora Cooper, cansada.
—Da igual —declaró con suavidad—. De todas formas, tendría que haber dejado el trabajo más tarde o más temprano.
—No te comprendo —dijo la mujer, frunciendo el ceño.
Isabella sonrió con tristeza, pensando que ya lo comprendería cuando muriese.
—Voy a evitarte la molestia de tener que despedirme. Renuncio. Espero que al menos no incluyas ningún comentario negativo en mi expediente. Ya arreglaremos el asunto del finiquito. En cuanto a Maggie, quién sabe. Tal vez pude haberla tratado mejor. Iré a recoger mis cosas y me marcharé de inmediato, si puedes encontrar una sustituía.
Entonces se dio la vuelta y se marchó del despacho. La directora la miró con profunda tristeza.
Cuando Maggie regresó a la clase, después de mantener una larga conversación con la señora Cooper a la hora de comer, la señorita Swan ya se había marchado. Julie lloraba en silencio mientras la profesora sustituía escribía los deberes que debían hacer en la pizarra.
Durante el resto del día, Julie no dejó de mirar con resentimiento a Maggie, con quien se negó a hablar hasta que salieron del edificio para alcanzar el autobús.
—La señorita Swan se ha marchado —la acusó—. Y ha sido por tu culpa, ¿verdad? Oí que la señora Stanley decía que la habían despedido.
Maggie se ruborizó.
—Bueno, no me extraña que te moleste, teniendo en cuenta que eras su niña mimada. ¡Pero conmigo era una bruja! La odiaba, y me alegro de que se haya marchado.
—Era muy simpática... ¡Eres una mentirosa! Maggie se ruborizó un poco más.
— ¡Se lo merecía! ¡Me habría suspendido!
— ¡Debió hacerlo! —exclamó enfadada—. ¡Eres una vaga odiosa!
—Tú tampoco me gustas a mí —espetó—. ¡Eres una pelota, eso es lo que eres! A la señorita Denali no le gustas, y yo sí. Dentro de poco volverá.
— ¡Ha tenido un bebé, y no volverá! En aquel instante llegaron a la cola del autobús tres niños más. Uno de ellos preguntó:
— ¿Por qué se ha tenido que marchar la señorita Swan?
— ¡Porque Maggie dijo un montón de mentiras sobre ella y la han echado! —declaró Julie.
— ¿Que la han echado? ¡Maldita bruja! ¡Era la mejor profesora que hemos tenido!
El chico, que se llamaba Jacob, empujó a Maggie con fuerza.
— ¡Eso no es cierto! —se defendió Maggie.
No se había dado cuenta de que la gente sabría que la habían despedido, ni de que fuera tan querida entre los niños del colegio.
—Has conseguido que la despidan porque no le caías bien —insistió Jake, impidiendo que los chicos subieran al autobús—. Pues bien, tendrán que echarnos a todos del colegio, porque no le caes bien a nadie. ¡Eres fea y estúpida, y pareces un niño!
Maggie no dijo nada. Subió al autobús y se sentó sola. Nadie hablaba con ella. Todo el mundo la miraba y murmuraba. Intentó esconderse, evitando la mirada de Jacob. Estaba loca por él, pero ahora la odiaba. Por suerte, nadie sabía lo que sentía.
Pero al menos la señorita Swan se había marchado. Era la único bueno que había conseguido en un día, por otra parte, horrible.
~MyR~
Isabella tuvo que decirle a su padre que había perdido su empleo y que tenía que marcharse de nuevo. Fue lo más difícil que había tenido que hacer en toda su vida.
— ¡Esa miserable! —rugió, corriendo al teléfono—. No va a salirse con la suya, con todas esas mentiras. Pienso llamar a Edward y decirle la verdad.
Isabella puso una mano sobre el auricular para impedir que lo descolgarse. Llevó a su padre al sofá y se sentó a su vez en el borde, con las manos unidas.
—Edward cree lo que dice la niña —dijo con firmeza—. No tiene motivos para dudar de su palabra. Al parecer, no es una mentirosa compulsiva. A mí no me ha creído, y a ti tampoco te creerá. Apoyará a su hija ocurra lo que ocurra. Y no cambiará nada. Nada en absoluto.
—Esa niña...
—No me caía bien, y lo notó —dijo, mientras se arreglaba un poco la falda—. Eso no es culpa suya. De todas formas no importa, papá. Vendré a visitarte de vez en cuando, y tú podrás venir a verme. No pasará nada, de verdad.
—Pero acababas de volver a casa... —comentó con tristeza.
—Y puede que regrese definitivamente en el futuro —observó, sonriendo, antes de abrazarlo—. Me marcharé mañana por la mañana. Es mejor que lo haga cuanto antes.
— ¿Qué harán ahora en el colegio?
—Bueno, contratarán a la siguiente persona que tuvieran en la lista —contestó—. No soy imprescindible.
—Para mí sí.
Isabella lo besó.
—Tú también lo eres para mí. Pero ahora será mejor que vaya a hacer el equipaje.
Aquella noche telefoneó a Alice, que la invitó a vivir en su piso hasta que encontrara otro lugar. Sin embargo, no le contó a su amiga lo sucedido. Ya lo haría más tarde.
Se despidió de su padre, subió a su coche y condujo hacia Arizona. Charlie había insistido en que tomara el autobús, pero ella deseaba estar sola. Tenía muchas cosas en las que pensar. Debía enfrentarse a sus miedos. Había llegado el momento de tomar una decisión muy difícil, una decisión que había estado aplazando demasiado tiempo.
Discúlpenme, pero quiero esteangular a esa pequeña arpía, mentirosa. Lo único bueno es que talvéz Bella se someta a la quimio.
ResponderEliminarNo lo puedo creer. Que maldad la de Maggie. Pobre Bella que tuvo que irse estando enferma y sin decirle a nadie. :(
ResponderEliminarMe encanta que esten publicando esta historia. Gracias.
esa niña es de lo mas malcriada y sabe manipular,que sera de bella ahora iniciara el tratamiento y edward sera que hace algo cuando sepa lo que iso su hija
ResponderEliminarCómo los niños de hoy son tan manipuladores....
ResponderEliminarBella se someterá al tratamiento, ojalá Edward, Alice o Jasper logren q Charlie cuando se entere lo tomen con calma y ellos también para ayudarla
ResponderEliminarLa mato esa niña hija de su mama
ResponderEliminarBella aste el tratamiento y edward @1$&%() reaccionaaaaaa
q niña mas odiosaaaaaaaaaaaaaa y mala pero a si le a d ir no quertia decirlo pero es una pequeña arpía x eso esta sola x q no se da a querer y nunca ve el daño q hace
ResponderEliminarsiendo objetiva, reo que tiene tanto miedo de Bella de lo que jamás tendría por nadie, se ha dado cuenta que su padre puede amar y precisamente es a bella.... aunque en este ap, ha sido una arpiaaaaaaaaaa
ResponderEliminarHasta que se salio con la suya esa niñita mal criada, ahora esperar que dice Edward cuando se entere
ResponderEliminarHasta que se salio con la suya esa niñita mal criada, ahora esperar que dice Edward cuando se entere
ResponderEliminarcomo bien dijo jake, es una bruja!!! ahss niña odiosa!!
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