Mentiras del Alma 5

Isabella entró en la casa corriendo y vio que Edward la había tumbado sobre el sofá. Alistair la abanicaba mientras su hermano le daba palmaditas en la cara. Preocupada se acercó y Edward negó con la cabeza.

— No es culpa tuya, así que tranquilízate.

— ¡Estoy tranquila!

Alistair sonrió diciendo.

— Voy a llamar al doctor.

Su hermana gimió abriendo los ojos y Edward sonrió.

— Ya está de vuelta. ¿Qué tal el viajecito?

Sorprendiéndolos tuvo una arcada y vomitó sobre Edward.

Isabella se tapó la boca mirándolos con asco en el mismo momento que sus padres entraban en el salón. Su madre tuvo una arcada y Charlie la sacó a toda prisa mientras Edward se miraba la camiseta y los pantalones atónito todavía.

—Qué asco. — dijo ella sin poder evitarlo.

—Lo siento. — susurró Elizabeth dejando caer la cabeza sobre el cojín.

Alistair se echó a reír e Isabella sonrió antes de echarse a reír también.

—Muy graciosos. — dijo Edward levantándose con cuidado.

— ¡La alfombra! — gritó Kim entrando con un paño y un cubo de agua.

Isabella sonrió a la mujer que les había cuidado desde que ella recordaba.

— ¿Cómo te va, Kim?

—Como siempre, niña. Ya era hora de que volvieras a esta casa de locos. Mierda, cómo huele.

Isabella se tapó la nariz porque al moverse Edward olía más.

—Voy a darme una ducha antes de que otra me vomite encima.

—Qué asco.

—Que estómago más delicado tenéis. — dijo Alistair divertido acercándose a ella— ¿Y a mí? ¿No me saludas o me tiras de los pelos?

Le dio un abrazo.

— ¿Cómo va todo, papá?

Él se emocionó.

— Niña, cómo te he echado de menos.

—Pues ha sido culpa tuya, así que no te quejes.

Alistair se apartó mirándola a los ojos.

— Sí que lo ha sido. Pero no hay marcha atrás.

— ¿Sólo hacia delante?

—Exacto.

—Veremos qué ocurre.

Elizabeth gimió llevándose una mano al vientre y ambos la miraron divertidos.

— ¿No vas a castigarla, papá?

— ¿Por vomitarle encima a Edward?

Entonces se dio cuenta que no lo sabía y miró maliciosa a su hermana, que volvió a gemir.

— No, por ser una chica mala y quedarse preñada antes de la boda.

Alistair abrió los ojos como platos.

— ¡No!

— ¡Serás chivata!

—Mira quién fue a hablar. ¡Al menos yo no miento, trolera!

Su padre asomó la cabeza.

— ¿Se puede?

—Si la preñada no vomita de nuevo…

— ¡Elizabeth!

— ¡Papá, me caso el sábado! Además, ya soy la comidilla de toda la ciudad.

Alistair hizo una mueca mirando a Bella.

—En eso tiene razón.

— ¡Venga ya! ¡A mí me echaste la bronca cuando me sorprendiste en el porche dándome un pico con Riley!

—Este Riley es un pillín. — dijo su madre divertida —Besa a una y deja preñada a la otra.

Todos se echaron a reír y Elizabeth gimió sentándose en el sofá. Se miraron a los ojos.

— No se lo digas a Riley. Todavía no lo sabe.

—Me lo pensaré.

—Como digas algo, contaré a todo el mundo lo que hiciste el día antes de la graduación.

Bella abrió los ojos asombrada.

— ¿Cómo sabes eso?

—Te vi, idiota.

— ¿Qué hizo? — preguntó su madre interesadísima.

Elizabeth se sonrojó.

— Oh, perdón. —se levantó, pero su madre le hizo un gesto.

—Soy Renée y él es Charlie. Cuenta, cuenta.

— ¡Mamá! ¡Es cosa mía!

—Entre madres e hijas no hay secretos.

—Lo siento, pero si ella no abre la boca yo tampoco. — dijo Elizabeth muy en serio.

Su madre gruñó mirando a su marido, que la miró impotente.

— ¡No me sirves para nada!

—Vaya, gracias.

Alistair se echó a reír acercándose alargando la mano. Mientras se presentaban, ella se acercó a Elizabeth.

— Como abras la boca te rajo.

— ¿Eso lo has aprendido en Nueva York?

— ¿Y tú qué has aprendido en los Ángeles?

Elizabeth le guiñó un ojo.

—Un montón de cosas.

— ¿Terminaste la carrera? —preguntó preocupada.

Negó con la cabeza.

— Ya sé que tú eres veterinaria. Papá está muy orgulloso de ti.

—He solicitado trabajo para septiembre en un criadero de caballos de Maine.

Elizabeth perdió la sonrisa.

— ¿Y por qué no aquí?

—Ni me lo planteé. — su mirada se oscureció— Hasta que Riley me dijo lo de la boda, ni se me pasaba por la cabeza volver.

—Bueno, pero ahora estás aquí. — se cogieron de la mano — Lo siento.

—No te disculpes más, por favor.

Elizabeth asintió y forzó una sonrisa.

— Así que lo de la ducha no quieres que se sepa, ¿eh?

—Shusss. — miró a su alrededor, pero sus padres hablaban y parecían llevarse bien. Miró de reojo a Elizabeth—. ¿Él lo sabe?

— ¡Claro que lo sabe! Te vio. Preocupado vino a hablar conmigo. —se echó a reír.— Le dije que nunca habías visto a un hombre desnudo.
 
Gimió pasándose la mano libre por los ojos.

— Nunca me ha dicho nada. Aunque luego no hablamos mucho.

Elizabeth hizo una mueca.

— Pues me dijo que…

—Ya estoy aquí. — dijo Edward sonriendo. Tenía el cabello húmedo y su olor a jabón llegaba hasta allí— ¿Tomamos algo? ¿Un Martini antes de comer?

—Sí, por favor. —dijo su madre desesperada haciéndolos reír— Con mucho hielo.

Edward miró a Elizabeth.

— ¿Estás bien?

—Claro. Se me ha pasado después de echarte la pota.

—Me alegro de haber ayudado. — miró a Isabella— Un Martini.

—Isabella no bebe. — dijo su madre sin pensar haciendo que Elizabeth se tensara.

—Tomaré una cola. — respondió intentando relajar a su hermana.

—Y yo. Sin cafeína. —Edward asintió yendo hacia el bar.

— ¿Qué dijo?

Elizabeth sonrió maliciosa.

— No te lo digo.

—Si no me lo dices…— Elizabeth se echó a reír porque no se le ocurría nada—Joder, no es justo.

Elizabeth se echó a reír y todos las miraron. Alistair se emocionó mirando a su hijo que parecía satisfecho.

—Vale, te lo digo. — la miró muy interesada— Él vino preocupado a la habitación y me dijo que se estaba duchando y que tú entraste en el baño. Que te quedaste mirándole con la boca abierta y él te vio. Pero que por no avergonzarte no te dijo nada.

—Sí, la verdad es que me quedé algo atontada. — dijo molesta.

Elizabeth rió por lo bajo.

— Entonces yo le dije que nunca habías visto a un hombre desnudo y él me preguntó si todavía eras…

— ¡No! — exclamó haciendo que todos las miraran. Se puso como un tomate y miró de reojo a Edward que entrecerró los ojos.

—Entonces yo le dije que sí.

— ¿Por qué?

—Es mi hermano.

— ¡Pues bien que mientes para otras cosas! —su hermana perdió la sonrisa y ella suspiró—. Lo siento.

Elizabeth se encogió de hombros.

— Me lo merezco. Bueno, el hecho es que yo le dije que lo eras y él me preguntó por Riley. Yo le dije que era idiota y le eché de la habitación.

— ¿Por qué hiciste eso?

—Eso mismo me preguntó él. Y yo le dije que era idiota porque no se había dado cuenta que estabas loca por él.

Isabella perdió el color.

— ¿Es coña, no?

— ¡No!

Las volvieron a mirar y Edward se acercó con dos vasos en la mano.

— ¿Todo bien?

Sonrojada hasta la raíz del pelo asintió antes de beber medio vaso de refresco al igual que su hermana.

— ¿De qué habláis?

—De cuando pillaste a Isabella observándote en la ducha.

Todos la miraron. Su madre reprimió la risa mientras sus padres estaban escandalizados.

— ¡Hija! — dijeron los dos a la vez.

— ¡Tenía dieciocho años! — como si eso lo explicara todo.

Edward carraspeó.

— ¿Por qué no le hablas de tu despedida de soltera?

—Prepárate cuando vea a Riley. — siseó cuando él se dio la vuelta.

—Va, sé que no dirás nada. — bebió de su refresco y le guiñó un ojo pasándoselo en grande.

—Serás…

—Ya, ya.

Gimió muerta de vergüenza y se levantó de golpe. 

Edward preguntó.

— ¿A dónde vas?

—Necesita una ducha de agua fría.

Todos miraron a su madre con los ojos como platos.

— ¡Mamá!

— ¡Es para relajarte! —Edward se echó a reír a carcajadas mientras que su hermana intentaba disimular—Su terapeuta le ha dicho que cuando se somete a situaciones de estrés debe darse una ducha de agua fría.

—Vale, mamá. — salió del salón mientras todos se reían y volvió un segundo después—.Seréis idiotas. —se cruzó de brazos—. ¿Cuál es mi habitación?

Eso hizo perder la risa a Alistair, a Elizabeth y a Edward.

—Hemos pensado que la que tenías. — dijo Elizabeth levantándose.

—No te molestes. Sé dónde está.

Elizabeth se apretó las manos mirando a Edward de reojo, que suspiró dejando su vaso sobre la mesa de centro.

— Es que ya no está como antes. Se cambió la decoración.

El estómago de Isabella dio un vuelco, volviendo a su memoria que la habían expulsado de allí.

— Muy bien. Mi maleta…

—Ya está allí. — dijo él preocupado.

Asintió dándose la vuelta y Alistair suspiró al verla subir las escaleras.

— Vaya…con lo bien que iba todo.

—Habrá cosas que nos lo recuerden continuamente. — dijo Edward molesto— Debemos llevarlo lo mejor posible.

Renée se mordió la lengua mirando a su marido que le cogió la mano.

—Querrás decir que ella tiene que olvidar y perdonar como si no hubiera pasado nada. — dijo su marido sorprendiéndola— No es justo, ¿no crees?

—No, no es justo. — Edward se pasó la mano por el cabello mientras Elizabeth se apretaba las manos— Si me disculpáis. Tengo que hacer unas llamadas antes de la comida.

Elizabeth forzó una sonrisa y Renée sonrió.

— Y dime preciosa, ¿cómo es que pillaste a nuestro Riley si no podía ni verte?


Mientras su familia hablaba en el salón, ella abría la puerta de su habitación lentamente mientras un millón de recuerdos asaltaban su memoria. Su cama de forja blanca había sido sustituida por un cabecero de madera oscura como el resto de los muebles más clásicos y elegantes. Su edredón fucsia había desaparecido, así como todo lo que alguna vez había tenido allí. Era como entrar en otra habitación. Caminó por el impecable piso y al mirar el suelo se dio cuenta que había sido acuchillado y barnizado. Su maleta estaba al lado del tocador y la subió a la cama para abrirla y sacar sus vestidos. Estaba colgando el vestido de la boda cuando vio a Edward en el vano de la puerta observándola.

— ¿No te ibas a duchar? Comeremos enseguida.

—Tengo que colgar esto. Si no se arrugará mucho. —al mirar en el interior del armario vio que hasta las marcas de su altura habían sido borradas del marco de la puerta. Colgó el vestido y al volverse vio a Edward con su diario en la mano hojeándolo — .¿Qué coño haces?

— ¿Sigues con esta costumbre? — levantó una ceja— ¿Quién es Jacob?

Furiosa se acercó para arrebatárselo, pero él levantó el cuaderno leyendo con el ceño fruncido.

— La madre que me…— pasó la hoja mientras ella saltaba y furiosa le dio un pisotón.

— ¡Serás imbécil! — le gritó mientras él gruñía cogiéndola por la cintura sin dejar de leer.

Entonces le pellizcó el costado retorciendo la carne. Edward gimió doblándose y ella le quitó el cuaderno.

— ¿Cómo tienes la cara de coger mis cosas?

—Ya había leído los anteriores, no quería perderme el final de la historia. ¿Te acuestas con ese tío?

— ¡No es asunto tuyo!

— ¡No sé por qué lo preguntó, cuando es evidente que sí!

— ¿Has leído los otros diarios? — preguntó asombrada.

— ¡Por Dios, los escribes desde los diez años! ¡Claro que los he leído! ¿Cómo crees que me enteré de que estabas loca por mí?

Jadeó ofendidísima.

— ¡Eso es mentira!

—Edward esto, Edward lo otro… ¡No parabas de escribir sobre mí!

— ¡Porque me amargabas la existencia!

— ¡Por eso no querías ir a la universidad! ¡Para no perderme de vista!

— ¡Menuda mentira! ¡Fue culpa tuya! ¡Insinuaste que iba a tirar el dinero de Alistair!

La miró asombrado.

— ¿Cuándo he dicho yo eso? — ella se volvió, pero él no dejó que lo hiciera cogiéndola por los hombros— ¿Cómo no iba a querer que fueras a la universidad?

—Dijiste que…

—Por Dios, Isabella. Tenías más derecho de ir que Elizabeth. Le insistí a Alistair para que fueras.

Se sonrojó porque se había torturado por un malentendido. ¿Había juzgado mal a Edward?

— Ahora ya da igual.

— ¡No, no da igual! Si queremos que esto funcione…

— ¿El qué? —Edward se tensó— Yo volveré a Nueva York a seguir con mi vida. ¿Para qué quieres seguir hurgando en el pasado?

— No es hurgar en el pasado. Es solucionar las cosas.

—Pues no se puede solucionar todo. — se volvió cogiendo otro vestido y fue hasta el armario decidida a ignorarlo. Atónita cuando se volvió le vio continuando con el diario— ¡No me lo puedo creer!

— ¡Lo que no me puedo creer yo es que te hayas acostado con él! — gritó fuera de sí dejándola con la boca abierta mientras pasaba la página—.¡Y varias veces! — la fulminó con la mirada tirando el diario sobre la cama antes de salir dando un portazo.

Parpadeó mirando la puerta y fue hasta el diario.

— ¿De dónde se habrá sacado que me he acostado con Jacob? — cogió el diario y vio las páginas arrugadas. Intrigada leyó por donde él acababa de hacerlo.

¡Y me lo hizo! Y vaya bien que quedó. Como estaba satisfecha con el resultado repetí varias veces y Jacob se echó a reír diciendo que era una adicta. Entonces lo hicimos una y otra vez hasta marearnos.”

Se echó a reír a carcajadas cuando se dio cuenta de lo que estaba describiendo en ese momento. La puerta se abrió de golpe y ella reprimió la risa viendo a Edward mirándola furioso.

— ¿De qué te ríes?

—No, de nada. — riéndose por lo bajo dejó el diario en la maleta de nuevo, pero como él no se iba de allí, lo cogió con desconfianza llevándoselo hasta el armario con sus vaqueros.

Edward entró en la habitación y levantó una ceja antes de levantar su sujetador rosa chillón.

Exasperada se acercó arrebatándoselo.

— ¿Quieres dejar mi maleta?

— ¿Eres adicta al sexo?

—Muy gracioso.

—No, lo digo porque si necesitas desahogarte…

A Isabella se le cortó el aliento.

— ¿Qué?

Edward carraspeó.

— Bueno, creo que si necesitas eso… pues que no te reprimas. Si eres activa a mí no me importa.

—Activa. — dijo con el corazón acelerado.

—Yo no soy un tipo anticuado con el sexo. Entiendo que las mujeres tenéis necesidades también.

Se cruzó de brazos.

— ¿Y te estás ofreciendo como amante?

Él carraspeó claramente incómodo e Isabella se sintió malvada, así que se acercó sensualmente y le acarició el pecho sobre la camiseta azul que llevaba, mientras le miraba a los ojos.

— ¿Estás seguro, cielo? No quiero que después te arrepientas. — dijo dando un paso hacia él, provocando que diera un paso atrás mientras Edward miraba sus labios haciendo que su vientre se estremeciera. Su mano bajó por sus fuertes pectorales hasta llegar a su cintura y el calor la recorrió por la mirada de deseo de Edward—. ¿Qué dirían nuestros padres? — se pegó a él rozando sus pechos, mientras su mano pasaba por su cintura hasta llegar a su trasero. Abrió los ojos impactada cuando sintió su miembro endurecido contra su vientre—. Oh cariño, eres muy malo. — le besó en la barbilla antes de apartarse de él de golpe y coger la puerta — .¡Pero ya me arreglo sola! — gritó antes de cerrar de un portazo —.Dios mío, no se puede estar más bueno. — susurró temblando de deseo antes de volver hacia su maleta.

La puerta se abrió golpeando contra la pared y chilló de susto antes de que Edward la cogiera por la cintura pegándola a él atrapando sus labios. Fue como si el suelo temblara bajo sus pies y se tuvo que sostenerse sobre sus hombros abriendo la boca sin darse cuenta para recibirle. Cuando la acarició con su lengua, gimió apretando su cuello mientras su sangre volaba por sus venas y él bajó su mano hasta su trasero apretándoselo y pegándola a él. Gritó en su boca cuando la levantó y él apartó sus labios para mirarla a los ojos.

— Llevas aquí una hora y ya te estás aferrando a mi cuello. Esta noche me suplicarás que te haga el amor.

Eso la espabiló de golpe.

—Gili…

Atrapó su labio inferior haciéndola gemir y se lo acarició con la lengua derritiéndola. La dejó sobre la cama y abriéndole las piernas arrodilló una de las suyas, colocándose sobre ella sin dejar de besarla. Alguien carraspeó en el pasillo y sorprendidos miraron hacia allí. Sus padres les miraban con los ojos como platos y Edward carraspeó levantándose a toda prisa.

— Tenía algo en el ojo.

—Ya. — dijo su madre cruzándose de brazos— ¿Y en la boca tenía algo?

Se puso como un tomate mientras su padre intentaba retener la risa. Edward la miró como diciéndole que le ayudara, pero ella se encogió de hombros.

—Bueno, tengo llamadas que hacer. — claramente incómodo.

Sin quitarle la vista de encima su madre se apartó para dejarle salir. Sentada sobre la cama vio como la señalaba con el dedo y decía.

— Te estoy vigilando.

— ¡Ha sido él!

— ¡Sí, ahora échale la culpa! — cogió el pomo de la puerta y cerró.

Alucinada por todo lo que había pasado en unas horas se dejó caer en la cama. Necesitaba una ducha y con el agua muy fría.

Salió con una bata de seda verde hasta uno de los baños. En esa planta había tres y el único que tenía baño en la habitación era Alistair. Su madre se iba a llevar una auténtica sorpresa. Sonriendo entró en el baño y fue hacia la ducha quitándose la bata. Abrió la mampara y se metió dentro abriendo el agua fría de golpe. Chilló porque la notó helada pero después de unos segundos empezó a sentirse más despejada y relajada. Cogió el champú y se empezó a lavar el cabello con vigor para salir de allí cuanto antes, cuando vio por el espejo que Edward la observaba con la boca abierta. Gritó girándose de golpe y se le metió el jabón en los ojos. Levantó la cara para que el agua la aclarara cuando sintió una mano bajo su pecho derecho. Su tacto la paralizó y cuando acunó su pecho rozando su endurecido pezón gimió sin poder evitarlo.

—Nena, sal de la ducha.
—No. — abrió los ojos parpadeando sorprendida cuando él entró en la ducha totalmente vestido empujándola contra los azulejos. Temblando por su tacto susurró— Va a entrar alguien.

—No. — miró sus labios antes de besarla con desesperación y parecía que sus manos estaban por todas partes. Ella sólo fue capaz de aferrarte a sus hombros y cuando apretó sus pechos, sintió que su interior se tensaba con fuerza estremeciéndose entre sus brazos. Edward apartó los labios sorprendido. — Nena, ¿te has…

—Soy virgen—dijo intentando justificarlo.

— ¿Qué? — el grito de Edward se debió oír en toda la casa.

—Shusss. — le tapó la boca— ¿Estás loco?

Él apartó su mano.

— ¡Tienes veinticinco años!

— ¿Me lo estás echando en cara? Hasta hace dos años no he tenido muchas citas, ¿sabes?

Edward entrecerró los ojos— ¿Y ese Jake?

— ¡Se llama Jacob!

—Como se llame. ¿Y eso de que te hacías adicta y todo lo demás?

— ¡Le conocí en clase de bailes de salón!

— ¡Joder! — miró hacia abajo viendo su cuerpo desnudo y gimió—Dime que es mentira.

Se sonrojó intensamente.

— ¿Te importa mucho?

—Nena, me encanta que no te haya tocado otro hombre y…

— ¿Qué?

— ¡Ahora tendré que casarme contigo!

Atónita vio como saldría de la ducha totalmente empapado, abría la puerta casi chocándose con su madre, que cuando la vio desnuda en la ducha abrió los ojos como platos

— ¡Isabella Swan!

— ¡No he hecho nada!

— ¡Estás castigada! —cerró la puerta de un portazo.

Sin poder creerse lo que había pasado, cerró la ducha antes de que entrara alguien más y se puso la bata saliendo de allí a toda prisa. Decidió saltarse la comida porque aquello ya era demasiado y con el cabello húmedo se puso el camisón de seda amarilla antes de tumbarse en la cama. Suspiró mirando la pared abrazando la almohada. Todo había sido producto de su imaginación. Lo que había dicho de la boda lo dijo por decir para no acostarse con ella ahora que sabía que era virgen. Había oído hablar de eso. Algunos hombres lo veían como una responsabilidad cuando la mujer había pasado cierta edad y se acojonaban. Seguro que le había pasado eso. Además, ella era Isabella. No era una mujer cualquiera. Igual pensaba que si se acostaba con ella en esas circunstancias ella querría una boda. Nada más lejos de la realidad porque ella se volvía a Nueva York.

Cavilando el asunto y como la noche anterior no había pegado ojo de los nervios, se quedó dormida.

8 comentarios:

  1. Jaaaaa parece que Edward si sabia que ella estaba enamorada de él... y ahora que ella mas o menos los perdonó, solo espero que esto dure, que Edward pueda convencerla de quedarse ;)
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

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  2. Jajaja muy bueno muy bueno este edward conquistandola jajajajajajaja ojalá se arregle todo

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  3. Jajajaja, que buen capi!!! Me está gustando mucho esta historia 😃

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  4. Mmmm este cap!?!? Me dejo en shock!!!
    Mm no se, m gusta pikosito!!/ y edward m sorprendió.
    Actualiza pronto, kiero saber massssssss

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  5. Pobre bells ed atacó con todo y de sopetón y para colmontaje su mama la castiga jajaja

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  6. Me gusto, pero Bella callo muy rápido y no puedo creer que Edward sabiendo que estaba enamorada de el, la corrió, maldito, aun no se me olvida, y no puedo creer que haya terminado así el cap, ya quiero el otrooooo...

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  7. Que bueno estuvo el capítulo, pero que inoportuna es Reneé.

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  8. pero si ni siquiera hicieron el amor para que él diga que se tienen que casar... eso es una treta de él para que ella no se valla a nueva york.

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