Estaba tan nerviosa
que iba describiendo todo lo que veía del coche y después de la ciudad.
Apretaba el volante con fuerza al llegar a una zona residencial. Las casas eran
antiguas y se notaba que era una zona cara de la ciudad. Giraron a la derecha y
vio el cuatro por cuatro negro cuando la mujer redujo la marcha justo antes de
meter el coche en un camino privado. Ella frenó en seco y varios hombres
salieron corriendo en ese momento con las armas en las manos apuntando a la
mujer. El agente Paul Lahote se acercó a su coche y con la mano le dijo que
esperara. Pero ella atónita vio como la mujer bajaba del coche como si nada y
sonreía como una niña buena. Cuando la colocaron sobre el capo del coche para
esposarla la miró sonriendo y le guiñó un ojo. Apretó el volante con rabia y
susurró.
— No tiene la
muñeca. Lo ha hecho a propósito.
La puerta se abrió
sobresaltándola y vio al agente Lahote que debía estar pensando lo mismo.
— No se preocupe.
Los de la científica seguro que encontrarán algo.
Negó con la cabeza.
— ¿Cree que nos ha
traído hasta aquí para que la pillen? Ha sido una trampa. Quería que supiera
quién me destrozó la vida.
—No se preocupe.
Encontraremos algo. No se va a librar de esta. Baje del coche, la llevaremos a
la central para tomarle declaración. No está en condiciones de conducir.
Llevaban a la mujer
hacia el coche negro y en ese momento llegaban otros dos. Decepcionada porque
le daba la sensación de que aquello no serviría de nada cogió su móvil y el
bolso antes de bajar.
— ¡Mamá! — gritó
alguien.
Isabella miró a su
alrededor y vio que una chica de unos dieciocho años se acercaba corriendo.
—Dios mío. —
susurró viendo que era igual a ella y estaba aterrorizada.
—Espere aquí.
El agente Lahote
salió corriendo para interceptar a la chica e Isabella se llevó una mano al
pecho al escuchar.
— Mamá, ¿qué pasa?
— en medio de la carretera el agente la cogió por la cintura impidiéndole
acercarse a la mujer que en ese momento entraba en el coche ignorando a la
muchacha.
—Está loca. —
susurró empezando a caminar sin darse cuenta. La chica estaba llorando
escuchando lo que el agente le decía.
— ¿Es una broma?
¿Por qué me dice esas cosas? Mamá, nunca haría algo así. — nerviosa la vio
acercarse—. ¿Es usted policía? Mi madre no ha hecho nada, de verdad. ¡No hay
nadie más bueno que ella!
— ¡Señorita Swan,
espere en el coche!
Isabella no le hizo
caso mirando los ojos azules de la chica. Llevaba su pelo castaño cortado a la
altura de los hombros y vestía como todos los jóvenes. Vaqueros y sudadera gris.
— ¡Ayúdenme! —
gritó desesperada—. ¡No tengo a nadie más a quien recurrir!
Entendía
perfectamente cómo se sentía y se le llenaron los ojos de lágrimas. Pero debía
saber la verdad.
— Mi nombre es Isabella
Swan y la que crees que es tu madre me secuestró cuando tenía siete años
dejándome en una cuneta días después.
La chica la miró
asombrada.
— ¡Mientes!
—Me subió en ese
mismo coche. No sé lo que ocurrió, pero estoy segura que era ella.
— ¡Mientes! —gritó
desgarrada mirando después al agente y cogiéndole de las solapas— ¡No sé quién
es esta loca, pero está mintiendo!
—No miente. Fue
secuestrada y su madre ha dado un detalle que solo podía saber la
secuestradora.
La chica palideció
negando con la cabeza y miró alrededor desesperada por encontrar ayuda.
Los vecinos y los
agentes del FBI estaban a su alrededor. Los vecinos cuchicheaban y cuando la
muchacha vio que varios hombres iban a entrar en su casa corrió hacia allí.
— ¿Qué hacen?
El agente Lahote
señaló a la chica y una agente morena con traje de chaqueta negro fue hasta
ella a toda prisa sacando unas esposas que llevaba a su espalda.
— ¿La van a
detener?
—Es por su bien. –
cogió a Isabella del brazo y la llevó hasta uno de los coches negros—. Enseguida
nos vamos a la central. — abrió la puerta de atrás—. Por favor, no intervenga.
La situación ya es muy delicada.
—Sí. — se subió al
coche y el cerró la puerta antes de volverse hacia la casa donde la chica
chillaba y pataleaba con las manos atadas a la espalda—. Dios mío. — cerró los
ojos para no ver su dolor y pensó la suerte que había tenido ella al vivir con
los Masen.
Entonces sonó su
móvil y a toda prisa lo busco en su bolso descolgando sin ver quien era.
— ¿Diga?
— ¿Bella? — la voz de
Edward la emocionó sin poder evitarlo. Estaba muy nervioso.
—Edward. La han
cogido.
— ¿Dónde estás,
nena?
—Me van a llevar a
la central para declarar.
—Vamos de camino a
Austin. Riley ha llamado a Emmett.
— ¡No! ¡Mamá se
preocupará! — sin poder evitarlo se echó a llorar.
—Joder, no llores
nena. Llegaremos antes de que te des cuenta.
Sorbió por la nariz
intentando controlarse y miró por la ventanilla. La chica gritaba de rodillas
totalmente histérica y en ese momento llegaba una ambulancia.
— ¡Dios mío! Otra
chica vivía con ella. Está destrozada.
—Llegaremos cuanto
antes. –dijo muy serio.
En ese momento
llego una furgoneta de la prensa e Isabella se asustó.
— ¡La prensa!
—No hables con
nadie. — escuchó a Edward hablar con alguien—.Llegamos enseguida.
En ese momento le
entró otra llamada y miró la pantalla.
— Me llama mi
madre.
—Habla con ella,
cielo. Tranquilízala.
Colgó el teléfono y
contestó la llamada.
— Mamá, estoy bien.
— ¿Qué coño ha
pasado? — preguntó histérica.
Suspiró pasándose
la mano por la frente y se lo explicó lo más rápido que pudo.
—Papá ya ha avisado
al avión. Llegaremos cuanto antes.
—No sé dónde está
la central, pero…
—No te preocupes
por eso. ¿Estás bien?
Vio de reojo como
metían a la chica en la ambulancia. Parecía que estaba inconsciente.
— Sí, mamá. Estoy
bien. Ha sido la sorpresa de ver a esa chica. Podía haber sido yo.
— Mi niña… — su
madre se echó a llorar y alguien le quitó el teléfono.
—Bella, soy Emmett.
¿Estás sola?
—Estoy en el coche
del FBI esperando al agente Lahote.
—Edward está de
camino.
—Me ha llamado.
—Todo esto es
increíble.
— ¿Crees que será
una casualidad que nos hayamos encontrado?
—No lo sé. Déjalo
al FBI. Ellos se encargarán de averiguar lo que ha pasado. Tú ya has perdido demasiado
por culpa de esa mujer para perder un segundo más pensando en ella. ¿Entiendes
lo que quiero decir?
—Sí, tienes razón.
— asintió.
—En cuanto esto se
solucione nos olvidaremos del asunto para siempre. ¿Quieres que llame a la
doctora?
—No, estoy bien.
—Estaremos ahí
antes de que te des cuenta.
El agente Lahote se
acercaba al coche e Isabella susurró.
— Ya vienen.
—Te queremos,
enana.
Sonrió sin darse
cuenta mientras su hermano colgaba. El agente entró en el coche y la mujer del
traje negro se sentó en el asiento del pasajero.
— ¿Han encontrado
algo?
—El agente Jared Cameron
se encarga de supervisar el registro. No se preocupe. No conozco a nadie más
concienzudo que él. Si ahí hay algo, lo encontrará.
La mujer le sonrió
e Isabella extendió la mano.
— Isabella Swan.
—Agente especial Emily
Young. — le estrechó la mano— Es usted muy valiente.
—No he hecho nada.
—Otra en su lugar
se hubiera puesto histérica. Se lo digo yo, que he visto de todo.
—Y alguna situación
como esta, ¿la ha visto alguna vez?
La mujer negó con
la cabeza.
— ¿Sabe que hay
cuatro chicas más?
Bella perdió el
color.
— ¿Qué?
—Están en el
instituto. Irán a recogerlas.
—Esto va a ser un
bombazo para la prensa. — siseó el agente Lahote—. No quiero ni pensar en sus
padres cuando se enteren de que están vivas.
—Qué horror. —
susurró Isabella mirando las calles de Austin.
Tardaron diez
minutos en llegar. Entraron por el garaje y sin poder explicarlo se puso muy
nerviosa en cuanto entraron en el ascensor. ¿Y
si se había equivocado? Y si era una enfermera y no recordaba que llevaba la
muñeca. Entonces recordó el coche verde, pero podía ser producto de su
imaginación. ¡Tenía siete años!
De los nervios se
apretó las manos saliendo del ascensor escoltada por los agentes.
— Venga por aquí.
La agente Emily
Young la cogió por el brazo para guiarla por un pasillo y abrió una puerta que
era un despacho con vistas a la ciudad.
— ¿Puede esperar
aquí? Serán unos minutos.
—Sí, por supuesto.
—Quiere un café o…
— ¿Un refresco de
cola puede ser?
La mujer sonrió
cerrando la puerta y ella se sentó en una de las sillas ante el escritorio
dejando el bolso en el suelo. Se apretó las manos y miró a su alrededor. En la
pared había diplomas a nombre de Paul Lahote y sonrió al ver una foto de su
familia. Tenía dos niños preciosos y todos iban vestidos con uniformes de
béisbol. Hasta su esposa que era una morena preciosa.
Se sobresaltó
cuando se abrió la puerta y la agente le entregó una lata de coca cola.
—Disculpe, pero no
he encontrado los vasos.
—No se preocupe.
—Enseguida le
tomarán declaración para que pueda irse. ¿Necesita algo más?
—No, gracias.
La mujer fue hasta
la puerta y ella se levantó.
—Perdone. Pero mi
familia viene de camino y…
—Estupendo. Así
podremos hablar con ellos y realizar una rueda de reconocimiento.
Suspiro de alivio
porque les dejarían pasar y se volvió a sentar inquieta mientras la mujer la
dejaba sola.
Quince minutos
después Isabella caminaba de un lado a otro del despacho dudando de todo. ¿Cómo iba esa mujer a secuestrar a seis
niñas? Parecía tan agradable cuando la conoció. Sintiendo mucho calor se
quitó el ligero abrigo azul que llevaba tirándolo molesta sobre la otra silla.
¿Dónde estaría Edward? Quince minutos
después se subía por las paredes convencida de que estaba cometiendo un grave
error que destrozaría la vida de esas chicas y cuando se abrió la puerta se
echó a llorar al ver a Edward seguido de Riley, Elizabeth y Alistair.
Edward se acercó y
la abrazó con fuerza.
— ¿Qué pasa, nena?
No era capaz de
hablar y Elizabeth la miró preocupada.
— ¿Estás bien?
—Estoy asustada.
— ¿Por qué? —
Edward le levantó la barbilla para que lo mirara.
— ¿Y si me he
equivocado y he acusado a esa mujer…
—Eso lo descubrirán
ellos que es su trabajo. — le acarició la mejilla—. Ahora tranquilízate.
Nerviosa miró a
Elizabeth que sonrió acariciándole el hombro.
—Estás aquí.
—Nada como digas
que has cogido una secuestradora, como para sacarme de casa. — se acarició su
vientre de cinco meses guiñando de un ojo—. Sino fuera por ti Riley no me
hubiera sacado de casa hasta dar a luz.
—Necesitas reposo.
— dijo su amigo exasperado como si hubiera tenido esa conversación mil veces.
—Va. — Isabella la
abrazó y le hizo un gesto a Riley que las abrazó a las dos.
—¿Y a mí no me
dices nada?
Sonrió mirando a
Alistair que tenía mejor aspecto que la última vez que le había visto.
— Hola, papá.
El hombre se
emocionó y la abrazó con fuerza.
— ¿Cómo estás?
¿Lista para tu nuevo trabajo?
Miró de reojo a
Edward que enderezó la espalda.
— Sí, pero había
dicho que llegaría hoy y…
— ¡No sé por qué
coño tienes que trabajar a cincuenta kilómetros de casa, cuando puedes hacerlo
en el rancho!
Asombrada miró a
Edward.
— Debes estar de
broma.
—Edward, ahora no.
— dijo Alistair advirtiéndole con la mirada.
— ¡Rechacé un
trabajo buenísimo en Maine en uno de los mejores criadores del país para estar
más cerca de casa y empezar de nuevo!
— ¡Si quieres
empezar de nuevo lo harías mejor en casa!
—Eres insoportable.
— ¡Serás roñica!
Elizabeth se echó a
reír sentada en la silla.
— Ya volvéis a
discutir como antes.
Ambos gruñeron
antes de que Riley se echara a reír.
— En nada de tiempo
Edward le estará tirando los tejos.
Isabella se puso
como un tomate.
— Más quisiera.
Alistair le dio una
palmada a su hijo en la espalda sonriendo de oreja a oreja para después tirar
de sus pantalones hacia arriba muy satisfecho.
Edward la miraba con
los ojos entrecerrados y siseó.
— ¿Me estás
retando, nena?
—No seas absurdo.
Elizabeth se echó a
reír a carcajadas al ver la cara de su hermano.
— Me lo voy a pasar
genial. Al menos pasarás los fines de semana en casa.
—Uno de cada dos.
— ¡Tus padres
estarían encantados de pasar esos fines de semana en el rancho!
—También tengo
amigos ¿sabes?
—Dejarlo ya,
chicos— dijo Alistair como años antes.
Se volvieron a la
puerta y el agente Lahote se sorprendió de verles allí.
—Vaya, ¿falta
alguien?
—La otra parte de
la familia que esta al llegar. — dijo Edward — ¿Se sabe algo?
— ¿Algo? Tenemos
tantos datos, que no sabemos ni por dónde empezar. La están interrogando en
este momento y al contrario de lo que pensaba no se está callando nada.
Isabella se llevó
una mano al vientre.
— ¿Ha confesado?
El agente rodeó el
escritorio sentándose en su sillón.
— Siéntense, por
favor.
Edward la cogió por
el brazo sentándola al lado de Elizabeth y colocándose tras ella mientras los
demás se acercaban. El agente la miró a los ojos.
— Usted fue la
primera. Por lo visto la cogió en el centro comercial porque siempre había
querido una niña de ojos claros. Según ha dicho, usted no dejaba de llorar
llamando a su madre y ella se enfadó dándole un bofetón. Asustada abrió la
puerta del coche y se tiró de él en marcha.
—Madre mía. — dijo
Elizabeth cogiéndole la mano.
—Al verla
inconsciente en la cuneta pensó que había muerto por la posición del cuello y
la cogió tirándola aún más lejos para que no se viera el cuerpo desde la
carretera. Se asustó y no lo hizo más hasta años después. El resto de los
detalles no se los puedo contar porque todavía estamos investigando.
Isabella sintió
alivio porque al final había tenido la razón y no habían sido imaginaciones
suyas.
— ¿Entonces será
detenida? — preguntó Edward colocando una mano en su hombro.
—De momento está
bajo custodia mientras seguimos investigando. Queda mucho trabajo.
— ¿Qué necesitan
que haga?
—Cuénteme los
hechos desde que se han encontrado. Sea lo más minuciosa posible.
Estuvo declarando
durante cuarenta minutos mientras su familia no se perdía detalle. Cuando
relató cómo la seguía en el coche, Edward le apretó el hombro claramente
molesto y ella levantó la mirada hasta sus ojos.
—Muy bien. No hable
con la prensa, por favor.
— ¿Nos podemos ir?
— preguntó sorprendida.
—Tenemos su
confesión. Aparte de los detalles que tenemos de verificar no necesitamos nada
más de ustedes. Nos lo está poniendo muy fácil.
— ¿Y eso no es
raro? — preguntó Edward muy tenso.
Lahote apretó los
labios.
— Al parecer se
está muriendo y no quiere que sus chicas queden desamparadas. Quiere que
vuelvan con sus familias y al ver a Isabella y oír que había encontrado a su
madre se decidió.
— ¿Lo ha dicho
ella? — preguntó asombrada.
Lahote asintió
yendo hacia la puerta.
— Pueden irse.
—Estaremos en el
rancho si nos necesitan. — dijo Edward cogiéndola del codo para ayudarla a
levantarse.
—Muy bien, gracias.
—Tengo que ir por
el coche de alquiler. — todavía no se podía creer todo lo que había pasado.
—Yo me encargo.
—dijo Riley— Dime dónde está.
Asombrada le miró.
— No lo sé. No me
fije en el nombre de la calle.
—Riley, pregunta a
Lahote. Me la llevo a casa.
—No os preocupéis.
— le dio un beso rápido a su mujer y salió por el pasillo. Elizabeth cogió su
bolso y se lo tendió.
—No habléis con la
prensa. — dijo Edward sacándola al pasillo— Nos vemos en casa.
— ¿No venís con
nosotros?
—Hemos traído dos
coches. — dijo Elizabeth tranquilizándola— Salir vosotros primero. Yo voy con
papá.
La inquietaba un
poco ir con Edward y él se dio cuenta.
— Vamos. —entraron
en el ascensor mientras Elizabeth se quedaba con su padre allí.
En cuanto se
cerraron las puertas, se hizo un silencio incómodo y él apretó las mandíbulas,
pero Isabella no dijo ni pío. Bastante tenía con tener que enfrentarse a la
prensa.
En cuanto llegaron
al hall gimió al ver la cantidad de ellos que esperaban molestando a todos los
que entraban o salían.
—Disimula. No te
conocen.
Ella asintió y él
soltó su brazo yendo hacia la puerta empujándola para salir. Isabella la siguió
y una mujer le puso un micrófono delante.
— ¿Sabe algo del caso de la secuestradora que está
investigando el FBI?
Edward la cogió de
la mano tirando de ella.
— ¿Conoce a alguna de las víctimas?
—No sabemos nada.
¡Déjennos en paz! — Edward empujó al que había hecho la pregunta que le cortaba
el paso.
— ¡Edward! — dijo
asombrada al ver que el hombre caía sentado sobre la acera. Soltándose de él se
acercó al hombre—. ¿Se encuentra bien?
El hombre la miró
haciendo una mueca.
—Cosas que pasan.
— ¡Discúlpate ahora
mismo! — fulminó con la mirada a Edward que la miraba asombrado.
El periodista aún
sentado en la acera le puso el micrófono ante la cara.
— ¿Sabe algo del caso de la secuestradora de niñas?
Exasperado Edward
la cogió de la mano de nuevo tirando de ella. Algo molesta le dijo.
— Veo que todavía
no has aprendido modales.
—Te has vuelto tú
muy fina desde que estás en Nueva York.
— ¿Y eso también te
molesta?
—Lo que me molesta
es que no te veo tanto como quiero.
Isabella se quedó
sin palabras y cuando abrió la puerta del pasajero de una camioneta roja, la
cogió por la cintura metiéndola dentro como si fuera una niña. Cerró de un
portazo rodeando la camioneta por delante mirando el tráfico. Se subió a su
lado y ella entrecerró los ojos.
— Ya puedes ir
olvidándote ¿me oyes? Eso no va a pasar.
— ¿De qué hablas? —
divertido dio al contacto—. El cinturón.
—Nunca me lo pongo.
—la miró asombrado— Si lo hubiera llevado esa noche estaría muerta.
Edward apretó los
labios y se acercó a ella cogiendo el cinturón y poniéndoselo.
— Me da igual. —le
dijo mirándola a los ojos—. Conmigo te lo pondrás.
—Serás gilipo…
La besó
sorprendiéndola e Isabella abrió los ojos como platos cuando saboreó su labio
inferior estremeciéndola. Se separó de golpe y ella se mordió el labio inferior
que todavía sentía su tacto. La miró de reojo.
— ¿Mejor?
—Imbécil. —Edward
se echó a reír— A mi novio no le gustaría nada esto.
Edward se detuvo
ante un semáforo.
— No tienes novio.
— ¿Y tú qué sabrás?
—Cielo, cuando
viniste para la boda eras virgen. Me estás diciendo que en cuatro meses lo has
encontrado, después de veinticinco años sin él.
Sería listillo.
Furiosa se cruzó de brazos y él se echó a reír.
— ¿No tienes nada
que decir?
—Púdrete.
— ¿Quieres que
hagamos una paradita y te ayude en eso?
—Antes me acuesto
con cualquiera.
Edward negó con la
cabeza.
— Con cualquiera
no, cielo. Te aseguro que no lo pasarías igual de bien.
—Serás creído. —
recordó a su madre y sacó su móvil del bolso—. Tengo que avisar a mis padres.
En cuanto contestó
su padre porque su madre no cogía el teléfono y le explicó qué había pasado.
Quedaron en verse en el rancho y cuando colgó hizo una mueca porque no le había
preguntado a Edward.
—Mis padres van
hacia el Rancho.
—Estupendo. —se
quedó callada y él la miró de reojo—. ¿Qué pasa?
— ¿No molestamos?
Si es así no te preocupes y nos iremos a un hotel o…
—Nena, ¿intentas
provocarme? — apretó el volante con las manos—. Tu familia es muy bienvenida a
tu casa.
—Mejor me callo. —
dijo molesta.
Edward suspiró.
— ¿Por qué no
intentamos mirar hacia delante?
—Como si fuera tan
fácil. — dijo para sí mientras entraban en la autopista.
— ¡Muy bien! ¡Pues
a partir de ahora es tu casa! ¿De acuerdo?
— ¡Muy bien!
Se retaron con la
mirada y miraron al frente a la vez. Isabella en ese momento lo que le apetecía
era pegarle cuatro tortazos.
—Es frustración
sexual.
—Estás mal de la
cabeza.
—Si nos
acostáramos, se te quitaría esa cara de amargada que tienes.
Jadeó con ganas de
estrangularle.
— ¡No tengo cara de
amargada!
—En unos años te
saldrán esas arrugas en el entrecejo como a la señora Denali. –sonrió al ver su
cara— Joder, nena. El uso que le daría a esa boquita.
— ¡Serás pervertido!
— ¡Si lo estás
deseando!
Se puso roja como
un tomate. ¿Por qué sacaba el tema del
sexo continuamente? Estaba salido.
Le miró de reojo y
se preguntó hacia cuanto que no se acostaba con una mujer.
— ¿Y a esa novia
tuya, no le molestaría que te acostaras conmigo? — parecía que no sabía de lo
que hablaba—. ¡Le dijiste a mamá que te ibas a casar!
Edward abrió la
boca como si recordara.
— Nena, me voy a
casar contigo. Lo que pasa es que no se lo iba a decir a tus padres sin
decírtelo primero a ti.
A Isabella se le
cortó el aliento y después la furia la recorrió.
— Decidido, estás
como una cabra.
Edward se echó a
reír asintiendo.
— Sí, algo sí que
lo estoy porque te dejé escapar. Pero has vuelto y ya no tienes escapatoria.
—Te vas a matar a
pajas antes de que me toques un pelo. — siseó rabiosa.
—Te voy a tocar
mucho más— la miró como si quisiera comérsela viva y Isabella sintió que el
calor la recorría de arriba abajo.— Dime, nena…. ¿Has pensado en mí?
— ¿Qué?
— ¿Has pensado lo
que te haría? Porque yo he pensado millones de veces como te haría gritar de
placer. — Isabella apretó los muslos sin querer mientras sus pezones se
endurecían con sus palabras. — ¿Has pensado en mis labios recorriendo esos
preciosos pechos bajando por tu vientre y …
— ¡Cállate! — le
gritó respirando agitadamente sin darse cuenta.
Edward entrecerró
los ojos y se detuvo en el arcén. Asustada negó con la cabeza y Edward la cogió
por la nuca.
— Eres
transparente, cielo. —sus ojos azules brillaban de deseo mirándola y con la
mano libre le acarició el muslo por encima del vestido—. Estás al borde,
¿verdad?
— ¿Qué haces?
Abrió los ojos como
platos cuando la mano de Edward entró entre sus muslos e Isabella gimió al
sentir las caricias sobre su piel abriendo las piernas sin darse cuenta. Cuando
rozó sus braguitas, él susurró cerca de su boca.
— Estás húmeda. Me
deseas. —apartó su braguita antes de acariciar con delicadeza sus pliegues de
arriba abajo. Isabella se estremeció y abrió la boca. Edward miró sus labios y
se los besó suavemente—. Quieres correrte, ¿verdad? — la volvió a acariciar y
cuando Isabella gimió de placer la besó en el cuello— ¿Te gusta? — la miró a
los ojos y gruñó antes de devorar sus labios sin dejar de acariciar su sexo.
Isabella se tensó y él se apartó de su boca para mirarla a los ojos antes de
coger su clítoris entre sus dedos y apretarlo ligeramente haciéndola estallar
en mil pedazos.
Vieja chiflada gracias amo al energúmeno de Edward gracias gracias
ResponderEliminarEsa señora era una secuestradora en serie 😮. Bellita y Edward ya no aguantan más las ganas y yo también 😉
ResponderEliminar😲😲😲😲😲😲😲😲😲😲😲😲😲que por que acaba así nooooo .
ResponderEliminarBueno ya sabemos quien está la viejita y enserio edward y bella son dos personajes pero bueno ojalá así se arreglen
Edward de verdad esta luchando por ella, solo espero que Bella coopere un poquito para que puedan estar juntos!!!! ;)
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Vieja loca a cuántas criatúritas se robo ese ed picaron goloso jajaja
ResponderEliminareSE Edward que me caia tan mal, ahora me encanta jejeje soy bipolar
ResponderEliminarWou increíble!!! Kiero mas cappppp'ssss!!
ResponderEliminarQue vieja loca, menos mal que no le hizo nada. Y Edward, que forma de conquistar!!! Jajajaja XD
ResponderEliminar