Cuando Isabella se repuso y abrió los ojos Edward ya
estaba de camino hacia el rancho. Se puso como un tomate al verle sonreír
encantado.
—Nena, te acabo de proporcionar un orgasmo. Lo menos
que puedes decir es gracias por lo bien que te lo has pasado.
Sin poder evitarlo miró entre sus piernas y se mordió
el labio inferior al ver su sexo que claramente no tenía el tamaño de siempre.
—Ni se te ocurra. No puedes devolverme el favor porque
estoy conduciendo. — ¡Estaba a punto de echarse a reír!
—Ni se me ocurriría.
Suspiro de alivio al ver que pasaban el pueblo de
largo porque estaban a punto de llegar. Cuando entraron en el camino del rancho
él le cogió la mano y ella le miró.
—¿Qué pasa ahora?
— ¿Quieres salir a cenar?
— ¿Qué?
— ¿Al cine? ¿A bailar?
— ¡No!
Incómoda soltó su mano.
—Nena…A la gente le parecerá un poco raro si nos
casamos sin haber salido una sola vez.
Detuvo el coche ante la casa y ella le golpeó en el
hombro sorprendiéndolo.
— ¡Serás idiota! ¡Me tienes harta! ¡Nunca me casaría
contigo! — le golpeó otra vez haciéndole reír y exasperada salió de la
camioneta dando un portazo.— ¡Imbécil!
— ¿Qué te parece dentro de un mes?
¿Será posible? ¿Cómo se le ocurría esa barbaridad? ¡Primero la echaba de
casa para no acostarse con ella y ahora quería casarse! ¡Estaba como un
cencerro!
— ¡No me has contestado! — gritó él desde fuera cuando
entró en la casa furiosa se encontró con Kim que llevaba unas sábanas en la
mano.
—Hola, Kim. — la mujer con los ojos como platos la vio
subir la escalera como un toro furioso.
—Señorita…
— ¡Isabella! ¡No me has contestado! ¿A dónde vas
ahora?
— ¡A perderte de vista!
— ¡Tu terapeuta dice que tienes que enfrentarte a los
problemas, no guardártelos! ¡Prefieres que hable con mi padre de lo que ha
ocurrido en la camioneta!
Desde lo alto de la escalera se detuvo en seco y se
volvió con ganas de matarle.
— ¡Lo que opine Alistair de eso no es problema mío!
¡Ni suyo! ¡Cuando me echó de esta casa perdió el derecho de abrir la boca!
Exasperado Edward miró a Kim.
— Será pesada con el mismo tema una y otra vez.
— ¡Imbécil!
Se volvió para ir hacia su habitación cuando él dijo.
— ¿Y a tu madre crees que le importará?
Le fulminó con la mirada desde la barandilla.
— No te atreverías.
—Pruébame. – sonrió de oreja a oreja.
— ¡Cómo se te ocurra abrir la boca te la cierro a
golpes! ¡Hablaré con Jasper!
Edward hizo una mueca.
—Pega como una chica.
— ¡No te metas con mi hermano!
— ¡Eres un bruto y un insensible que no sabe lo que
tiene que hacer en cada momento! ¡Y este no era el momento de hablar de este
asunto!
— ¿Qué asunto? ¡Te estoy pidiendo matrimonio! — Kim
abrió la boca de la sorpresa— ¡Contéstame de una vez!
— ¡Ni aunque fueras el último ser de la tierra! — fue
hasta su habitación entrando de golpe y cerrando de un portazo—. Ducha fría.
Ducha fría. — gimió cuando se dio cuenta que en esa habitación no tenía ducha.
—Nena, ahí no tienes baño. — dijo él desde el otro
lado de la puerta.— ¿Quieres que te frote la espalda? — movió el pomo de la
puerta y le escuchó suspirar.— ¿Necesitas un descanso? Nena, es que al verte no
puedo pensar en nada más. — Isabella sintió que su pecho se calentaba al
escucharlo—. Es que pensaba que te había perdido para siempre cuando te fuiste
a Nueva York y hace unos meses cuando volviste, no supe retenerte. —Isabella se
emocionó y sus ojos se llenaron de lágrimas.— ¡Te vas a casar conmigo! — gritó
sobresaltándola, dejándola con la boca abierta. Al parecer el momento sensible
había terminado. Sonrió sin poder evitarlo. Sería bruto.
Se sentó sobre la cama.
— ¡Joder, al menos háblame!
—Edward, ¿qué haces? — preguntó Alistair desde el otro
lado de la puerta.
Elizabeth se echó a reír.
— ¿Te ha dicho que no?
— ¡No ha dicho nada! — golpeó la puerta— ¡Nena, papá
ha llegado!
—No la agobies, Edward. — su padre parecía a punto de
echarse a reír.
— ¡Sí, para que antes de que nos demos cuenta, salga
por esa puerta!
Isabella apretó los labios y todo el romanticismo de
sus palabras anteriores se esfumó. Furiosa fue hasta la puerta y la abrió de
golpe.
— ¡Si me fui la última vez, fue porque eres un salido
que no sabe detenerse cuando debe!
Alistair se echó a reír al ver que Edward se
sonrojaba. Elizabeth se tuvo que sujetar la barriga y susurró.
— Ay, que me meo. —riéndose mientras corría hacia el
baño más cercano.
Edward la fulminaba con la mirada.
— Hay cosas que quedan entre una pareja.
— ¡Tú y yo no somos pareja! — le gritó a la cara.— ¡Y
ya lo sabe todo el mundo!
Entró en la habitación dando un portazo y escuchó
decir a su madre desde abajo.
— Al parecer lo de esa loca secuestradora ya ha
quedado atrás. Edward, eres estupendo para saltar de un problema a otro.
Sus hermanos se echaron a reír a carcajadas y escuchó
decir a Jasper.
— Mamá es que el tema está calentito. ¿No ves que
Edward está a punto de fundir los plomos?
— ¡Muy graciosos! ¡Me voy a trabajar!
—Sí, ve a desahogarte. — dijo Emmett riéndose.—
Ejercicio físico es lo que necesitas.
Isabella reprimió una risita tapándose la boca al
oírle gruñir alejándose. Unos segundos después llamaron a la puerta.
— ¿Cielo? — la voz de su madre la hizo abrir la puerta
a toda prisa. Su madre la miró de arriba abajo antes de asentir y abrazarla.—
¿Estás bien?
—Si ese idiota se cree que voy a caer rendida a sus
pies, lo lleva claro.
— ¡Te he oído!
Su madre sonrió alejándose para mirarla a la cara
mientras su padre y sus hermanos entraban en la habitación.
— Mamá, no se refería a eso. — dijo su padre
reprimiendo una sonrisa.
—Ah…—hablaba de la loca—. Sí, estoy bien. –dijo
indiferente.
Los cuatro se echaron a reír e Isabella entrecerró los
ojos.
— No tiene gracia. —exasperada salió de la habitación
y vio que Edward estaba allí.— ¿No te ibas a trabajar?
— ¿Quieres venir? —le miró sorprendida—. Hace mucho
que no cabalgas por la finca y te gustaba mucho.
— ¿Mantendrás las manos quietas?
Las carcajadas de su familia la enfadaron.
— ¡Callaros de una vez!
—Intentaré reprimirme. —siseó haciendo que se rieran
aún más.
Riley llegó en ese momento con las maletas y al verlos
reír sonrió.
— ¿Qué me he perdido?
Veinte minutos después estaba vestida con unos
vaqueros viejos y una camisa de Elizabeth. Se recogió su cabello en una cola
alta y se calzó unas botas de montar que usaba para trabajar. Salió de su
habitación y Elizabeth le guiñó un ojo saliendo de la suya.
— ¿No os ibais a vivir solos?
—Después del parto. — la cogió por el brazo—. Como
tiene que trabajar, no quiero pasarme el día sola.
—Uy, uy, uy, tú no te mueves del rancho.
—Shusss, él todavía cree que nos iremos. —miró a su
alrededor por si su marido la había escuchado.
— ¿Por qué no se lo dices? Tiene que entender que
necesitas a tu gente y más en un momento así.
Edward apareció en el hall.
— Nena, ¿quieres darte prisa? Tengo que ir al norte a
supervisar un cercado.
—Te veo luego y lo hablamos. — besó a Elizabeth en la
mejilla y bajó los escalones que le quedaban corriendo. Sonrió emocionada
porque hacía años que no cabalgaba por la finca.
Edward la miró de arriba abajo.
— ¿Tendrás frío?
Cogió una cazadora de Alistair del perchero y Edward
sonrió.
— Vamos.
Sus padres estaban en el salón tomando un café.
— ¡Os veo luego!
—Pásalo bien, hija.
—Pero no demasiado. — dijo Jasper divertido.
—Que graciosos. — siseó siguiendo a Edward que se
había hecho el sordo.
Cuando llegaron al establo vio que ya habían preparado
dos monturas. Un caballo negro precioso levantó la cabeza como si supiera que
su dueño llegaba.
— ¿Es tuyo?
—Un toro corneó a Thor hace dos años.
—Vaya, lo siento. ¿Tuvisteis que sacrificarlo?
—Sí. Este se llama Eclipse. —se acercó a su caballo y
le acarició su cuello desde la cabeza hasta la silla. Ver su mano acariciando
el caballo le cortó el aliento imaginándose que la acariciaba a ella.
Carraspeó mirando su montura. Una yegua castaña
preciosa que tenía manchas blancas. Le acarició en el morro.
— ¿Y este cómo se llama?
—Matilda.
Le miró con horror.
— ¡No es una vaca!
—Alistair le puso el nombre. — dijo divertido levantando
las manos pidiendo tregua.
—Estos hombres no tienen ni idea, ¿verdad preciosa?
—se acercó a la silla y se subió con agilidad cogiendo las riendas.
—Veo que no has perdido la costumbre.
—En Nueva York monto todas las semanas.
—Si quieres traer tu caballo…
Le miró con desconfianza.
— Allí está muy bien.
Edward cogió las riendas e hincó los talones. Ella le
siguió poniéndose a su altura y en cuanto entraron en el prado él acelero el
paso.
— ¿Sabes que nuestro veterinario se jubilará dentro de
dos años?
—No empieces.
— ¡Es que no entiendo que no quieras trabajar aquí!
¡Tenemos algunos de los mejores ejemplares de Texas!
— ¡Mañana me tengo que incorporar al trabajo! ¡Y no
tengo que discutirlo contigo! — hincó los talones haciendo que Matilda saliera
a galope.
Edward se puso a su altura y ella azuzó a su caballo
sintiéndose libre. En Nueva York no podía correr campo a través de esa manera y
se echó a reír al ver que Edward giraba hacia la derecha. Ella hizo lo mismo
poniéndose a su altura y se miraron a los ojos. Edward detuvo el caballo
llegando al lado del río y confundida Isabella hizo lo mismo.
— ¿Qué hacemos aquí? —encima de su montura miró a su
alrededor antes de sentir que Edward la cogía por la cintura. Chilló de la
sorpresa sujetándose en sus hombros y cuando la pegó a su cuerpo susurró.— ¿Qué
haces?
En respuesta la besó saboreándola e Isabella no pudo
evitar dejarse llevar. Edward separó su boca respirando agitadamente y
mirándola a los ojos, llevó sus manos hacia sus pechos acariciándolos por
encima de la camisa. Ella gimió por las sensaciones que recorrieron su vientre
y cuando él tiro de los corchetes de la camisa abriéndola de golpe antes de
besarlos por encima de su sujetador, gritó de la sorpresa. La sujetó por la
cintura, pero Isabella no se sostenía y Edward la cogió en brazos tumbándola en
el suelo sin dejar de torturar sus pechos. Isabella ni se dio cuenta mientras
acariciaba su cabeza disfrutando de sus caricias. Su lengua recorrió el valle
de sus pechos hasta llegar a su ombligo y cuando le quitó una bota, ella con la
respiración alterada miró hacia abajo para verlo entre sus piernas. Edward
sentado sobre sus talones la miró a los ojos cuando bajó sus vaqueros
arrastrando sus braguitas, dejándola totalmente desnuda de cintura para abajo.
Edward suspiró tirando sus vaqueros a un lado y alargó la mano para acariciar
su vientre.
— Preciosa, dime que sí.
Muerta de deseo asintió.
— Sí.
Edward llevó las manos hasta la cinturilla de sus
vaqueros y se los desabrochó mirándola a los ojos. Se estremeció por cómo la
miraba y se sintió la mujer más hermosa del mundo. Gimió cuando la acarició con
su miembro y entró en ella de un solo empellón, haciéndola gritar de la
sorpresa. Edward se tumbó sobre ella apoyándose en sus antebrazos y le acarició
la mejilla. Se sentía tensa y le dolía. Forzó una sonrisa.
— Eres grande.
—Relájate, nena. — cerró los ojos gimiendo de placer y
Isabella poniéndose cómoda, rodeó sus caderas con las piernas. Él empezó a
sudar.
— ¿Por qué no te mueves? — necesitando más se movió
ella y Edward abrió los ojos apretando sus caderas contra ella.
—Espera, cielo. Acostúmbrate a mí. Quiero que
disfrutes.
Impaciente lo intentó, pero se movía sin darse cuenta.
Al apretar su miembro, él gimió saliendo de ella lentamente provocándole un
placer indescriptible. Clavó sus uñas en su cuello temiendo perderle y Edward
la besó intentando fundirse con ella antes de entrar en su ser robándole el
aliento. Gimió de placer contra sus labios y él se separó para mirar sus ojos
repitiendo el movimiento una y otra vez. Isabella sintió que su vientre se
tensaba con fuerza buscando liberación y gritó de placer cuando el aceleró el
ritmo entrando en ella con ímpetu.
—Edward…— desesperada arqueó su cuello y él se lo besó
sin detenerse.
—Vamos, cielo. — sus labios llegaron hasta el lóbulo
de su oreja y se lo mordisqueó, entrando en ella con fuerza provocando que su
cuerpo estallara de placer estremeciéndola entre sus brazos.
—Eres preciosa. —susurró él besándola por toda la
cara. Isabella al volver en sí estaba agotada y sonrió sin fuerzas. Edward
sonrió besándola en el labio inferior.— ¿Estás bien?
—Esto agota.
Edward se echó a reír asintiendo y le apartó un rizo
de la frente.
— ¿Han sido demasiadas emociones en un día?
Le miró a los ojos.
— Esta ha sido la mejor parte.
Edward se movió y ella abrió los ojos como platos.
— Todavía estás…
Él sonrió moviendo la cadera hacia ella e Isabella
gimió.
— Nena, yo no he terminado.
—Ah. — se sonrojó intensamente.— ¿Lo hago mal?
—No, cielo. No se puede hacer mejor. — volvió a
moverse y ella cerró los ojos impresionada porque cada vez sentía más placer.
Edward la besó moviéndose con fuertes estocadas hasta
que ella sin aliento le miró a los ojos pensando que moriría de placer, hasta
que con un último movimiento de cadera ambos se abrazaron con fuerza
compartiendo el éxtasis.
Minutos después estaban en la misma posición
escuchando sus respiraciones como si al separarse se rompiera algo que había
sido hermoso. Pero el trasero de Isabella comenzaba a helarse y no tuvo más remedio
que decir algo.
—Edward…tengo frío.
Él se apartó para mirar sus ojos.
— No olvides que has dicho que sí.
—No te lo voy a echar en cara.
Sonriendo se apartó y se subió los pantalones.
Isabella se puso como un tomate al ver que había sangrado, pero no tenía con
que limpiarse, así que se puso las braguitas. Edward hizo una mueca.
— No ha sido muy romántico, ¿verdad?
Le miró sorprendida.
— ¿Por qué dices eso?
—Tendría que haber sido en una cama rodeada de velas…—
se agachó para coger sus botas.
—Algunas de mis amigas perdieron la virginidad después
de una fiesta, medio borrachas y ni siquiera disfrutaron, así que de esta
manera ha sido perfecta. — se calzó una bota y al ver que no había dicho nada
le miró. No se creía una palabra—. Hablo en serio.
Él arrodilló una pierna a su lado y a Isabella se le
cortó el aliento al ver que sacaba algo del bolsillo trasero del pantalón.
— Dame tu mano.
— ¡No!
— ¿Cómo qué no?
¡Me has dicho que sí!
Le miró como si no supiera de lo que hablaba, hasta
que se dio cuenta que cuando iban a hacer el amor le había dicho que sí.
— ¿Pensaba que me preguntabas si quería sexo?
Edward entrecerró los ojos.
— ¡Pues no! ¡No te pedía sexo, porque lo estabas
deseando!
Jadeó indignada cogiendo la otra bota.
— ¡Dame la mano! — le cogió la mano tirando la bota al
suelo y Isabella chilló cerrando los dedos en puño antes de que pudiera ponerle
el anillo.
— ¿Esta es tu manera de pedirme la mano?
— ¡Ya te he pedido la mano y me has dicho que sí! —
intentó separar sus dedos y ella chilló intentando soltarse. Edward la cogió
por las caderas acercándola e Isabella intentó huir, pero Edward la volvió a
tumbar en la hierba colocándose encima.
— ¡Hablo en serio, Edward!
—Eso ya lo veremos. — la cogió por la muñeca para
retener su mano que seguía en un puño y cogió su dedo tirando de él. Isabella
gruñó de rabia mirando hacia arriba para ver cómo le colocaba el anillo en el
dedo. Edward sonrió encantado y la besó en los labios antes de levantarse y
extender la mano para ayudarla diciendo como si hubiera hecho una auténtica
proeza—. Ya está.
Isabella se miró la mano y se quedó en shock al ver
que era el anillo de la madre de los Masen. Un precioso anillo con un diamante
central y una filigrana alrededor que tenían pequeñas esmeraldas. Emocionada
miró a Edward.
— Pero…
—Elizabeth quería que lo llevaras tú porque serás la
señora de la casa como manda la tradición.
—Pero es suyo, era de su madre.
—Pertenece a la señora Masen y esa eres tú.
La cogió por la cintura levantándola pegándola a él.
— Ahora dame un beso para sellar el trato.
—No va a funcionar. — susurró muerta de miedo
sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Claro que va a funcionar. Perteneces a este lugar y
me perteneces a mí. —la besó y ella se entregó sin poder evitarlo. Cuando
separaron sus bocas, ella apoyó la frente sobre la suya—. No tengas miedo,
nena. Lo
superaremos.
Buenisímo, excelente pedida de mano 😉
ResponderEliminar😲😲😲😲 una distinta forma de pedir la mano pero bueno Ya por fin
ResponderEliminarEsperaba mas!! Pero m conformó, cada vez ma increíble,, m dejas pikada así k no demores con el k sigue cap
ResponderEliminarCuando tenga que contara su familia la formar en la que le pidió matrimonio que dirá 😨😨😅😅😂😂😂😲😲
ResponderEliminarGRACIASSSSS GRACIASSSSS GRACIASSSSS GRACIASSSSS GRACIASSSSS GRACIASSSSS ame el cap graciasssss hermosa graciasssss súper emocionada X leer el siguiente cap graciasssss
ResponderEliminarestos dos son un caso...me encanto el cap...Pero me gustaria saber por que esa señora la secuestro a ella y a las demás.
ResponderEliminarme muero demasiado intenso
ResponderEliminarBueno por lo menos le dio anillo. Algunos son tan brutos q ni eso.
ResponderEliminarQue sexy pedida de mano!!
ResponderEliminarGracias por el capitulo
Me encanto el CAP ... son un verdadero caso los dos que pedida de mano .... sube pronto 💋❤
ResponderEliminarAghhh que lindossss!!!! me encanta que por fin Edward haya logrado que Bella le dijera que si, aunque pensara que es un si de otra cosa ;)
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Me mori, sin palabras!!! :D
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