Novia de Pueblo 10

Bella llevaba la última caja de cartón al cesto de basura al exterior del edificio de apartamentos, cuando vio que la camioneta de Edward daba vuelta en Calawah Street. Él se detuvo en seco y salió de prisa de la cabina. Permaneció de pie, mirando con disgusto al edificio. Sus rasgos estaban distorsionados y Bella no entendió por qué parecía tan molesto.

Iba a anunciar su presencia pero antes de poder actuar, Edward dio un puñetazo en el capó. Bella oyó el sonido del impacto desde donde estaba. Debió dolerle, pues Edward se frotó los nudillos. Metió las manos en los bolsillos de sus jeans, cuadró los hombros y se acercó al edificio. Se detuvo y regresó a la camioneta. Abrió la puerta y se metió.

Bella se inclinó sobre la punta de los pies y estiró la mano como si con eso pudiera detenerlo. Fue necesario un gran esfuerzo para no correr hacia él pues sospechaba que rompería a llorar. El presenciar el comportamiento de Edward la conmovió mucho.

Si él había planeado irse, cambió de idea, pues cerró la puerta de un portazo y se acercó de nuevo al edificio, decidido.

La chica supo que debía entrar en acción ahora y con naturalidad dio vuelta a la esquina.

—Bella.

—Edward —fingió sorpresa.

—Acabo de regresar del rancho y descubrí que la casa principal estaba vacía —explicó después de un momento—. Pensé que te encontraría allí cuando yo volviera.

—La señora Yorkie me dijo que podía mudarme el lunes y como Leah, Jacob y Seth podían ayudarme pensé que no tenía objeto postergarlo.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Lo intenté, pero ya te habías ido a Nuevo México —Bella bajó la vista, un poco culpable al recordar su separación nada amistosa.

—Laurent me comentó que quisiste hablar conmigo.

—¿Quieres pasar? —le abrió la puerta.

—De acuerdo.

Ya en el interior, se miraron en silencio y Bella se sintió incómoda. Los ojos de Edward eran oscuros y luminosos y su rostro nunca le pareció tan querido. Habría deseado lanzarse a sus brazos, decirle que lamentaba la forma en que se separaron y que estaba dispuesta a aceptar su propuesta en cualquier término. Sin embargo, su orgullo lo impidió.

—Tienes un apartamento bonito —comentó Edward cuando el silencio se volvió doloroso. 
De nuevo metió las manos en los bolsillos.

—¿Quieres darme tu chaqueta?

—Sí, gracias —después de quitársela se la dio.

—¿Te sientas? —señaló el sofá.

Edward asintió y se sentó en la orilla. Se había sentado en el mismo sofá cientos de veces y nunca había estado tan incómodo como ahora.

—Vine a disculparme por lo que pasó la última vez que hablamos.

—Ay, Edward —susurró, sentada frente a él—, yo me sentí muy mal, también. ¿Por qué discutimos así? A veces creo que nos separamos cada vez más y no quiero que eso suceda.

—Me gustaría sugerir que termináramos con estas tonterías, mas tú ya aclaraste tu posición.

—¿Todavía quieres cuidarme?

—No me parece que sea malo.

—Lo sé —suspiró, cansada de repetir las mismas cosas—. Sin embargo, soy capaz de hacerlo sola.

—Así es. Te cuidaste muy bien durante esa tormenta de nieve, ¿verdad?


—¿Por qué no me echas en cara lo de Mike Newton? Supuse que habías venido porque lamentabas nuestra última discusión, ahora me parece que sólo quieres discutir.

—¡Esta bien! Me pediste que no volviera a mencionar el desagradable tema del matrimonio y estuve de acuerdo. Lo que pasa es que... —cerró la boca—. Será mejor que dejemos ese asunto por la paz —se tensó.

—Me siento muy mal cuando discutimos —susurró Bella.

—Yo también, Princesa.

Aunque lo dijo a modo de broma, Bella notó su tristeza. Eso la llenó de pesar y ansió decirle algo alentador, algo que terminara con la tensión y que devolviera la paz a su relación.

—¿Necesitas algo, Bella?

—No, estoy bien —le aseguró. Tal vez tenía citas con hombres conflictivos y se arriesgaba en tormentas de nieve, pero podía controlar su vida.

Edward miró el cuarto y asintió como si estuviera de acuerdo con la joven.

—Fuiste muy amable al venir... Quiero decir, me da mucho gusto verte y te agradezco también que hayas querido aclarar las cosas.

—¿Acaso insinúas que me extrañaste?

Así era. Sin saberlo, estuvo esperando el jueves, con la esperanza de recibir noticias de Edward... aunque en realidad pensó que no se verían. En los últimos días trabajó mucho para acomodar sus cosas y lograr que el apartamento estuviera presentable. Todos sus esfuerzos tuvieron el propósito de demostrarle a Edward que ella era muy eficiente. Después de todos los golpes recibidos, Bella quiso que la mudanza y reinstalación fueran perfectas. Era una cuestión de orgullo.

Edward y ella se comportaban como dos extraños y la chica no pudo pensar en algún comentario o pregunta que los relajara.

—¿Ya cenaste? —inquirió Edward con brusquedad—. Me gustaría llevarte a algún lado. Sé que no te avisé con anticipación y leí en alguna parte que a las mujeres no les gusta que un hombre dé las cosas por sentado. Así que, si no quieres acompañarme, lo entenderé.

Parecía que esperaba que Bella rechazara la invitación.

—Me encantaría cenar contigo —susurró con una sonrisa.

Edward pareció sorprendido por su fácil aceptación. Bella se puso de pie y se estiró.

—Si me das un momento, iré a arreglarme —no pudo ocultar la felicidad en su voz.

Edward se levantó también y su presencia pareció llenar el cuarto. Sólo los separaban unos cuantos centímetros. Con un dedo, Edward le alzó la barbilla y la miró a los ojos.

—¿De veras me extrañaste? —murmuró.

Por una razón inexplicable, la garganta de Bella se cerró y ella tuvo que contestarle sin palabras. Le tomó el rostro con las manos y lo miró, asintiendo con fervor.

Los ojos de Edward se oscurecieron y Bella pensó que la besaría. Cuando estaba dispuesta a acercar su boca, Edward se alejó. Bella tuvo que ocultar su desilusión.

—Estaba pensando en ese restaurante de pizzas de Port Ángeles —explicó, tenso.

—Me parece muy bien.

—Entonces, ya está.

Bella no se cambió de ropa, sólo se cepilló el pelo y retocó su maquillaje. Minutos después, ya estaba lista. Edward se encontraba junto a la puerta y cuando la vio acercarse, su mirada de admiración la emocionó y la hizo temblar.

El trayecto de cuarenta y cinco kilómetros a La Push fue agradable pues ambos evitaron, por acuerdo tácito hablar de cualquier cosa que los molestara.

El restaurante, "La Bella Italia", era famoso en el condado por su excelente comida italiana. Tenía una iluminación suave y las mesas estaban cubiertas con manteles rojos. Como no era fin de semana, no había muchos clientes.

Edward la guió a una mesa del centro. El servicio fue rápido y pronto ordenaron una pizza grande de aceitunas y salami. Bella también pidió una ensalada con aderezo de yogurt y rió al ver la expresión desdeñosa de Edward. Minutos después, volvió a reír.

—¿Qué te parece divertido ahora?

—Acabo de recordar la última vez que comí pizza de este lugar. Fue cuando Leah acababa de llegar. Ella y yo estábamos preparando la cena para Jacob y Seth. Yo hice un pastel de limón con merengue y Leah se pasó toda la tarde preparando una salsa de mariscos.

—¿Qué tiene eso que ver con la pizza?

Bella le contó a Edward la desastrosa cena y sonrió.

—Leah debió deprimirse mucho.

—De hecho, lo tomó muy bien. Llamamos a "La Bella Italia", pedimos dos pizzas grandes y después nos quedamos en la sala oyendo el piano.

Al recordar esa noche, Bella se dio cuenta ahora de que Jacob se esforzó mucho por no enamorarse de Leah y trató de no verla. Después, cuando Jacob llevó entonces a Bella a su casa, apenas charló con ella y le dio un beso en la mejilla al acompañarla a su casa. Fue un beso fraternal.

—¿Qué pasa? —inquirió Edward con suavidad.

—Nada —Bella sonrió, tensa—. ¿Por qué lo preguntas? —le dio gusto ver que llegaba la ensalada y tomó con rapidez una rebanada de zanahoria.

—Tenías una expresión triste.

Bella masticó la verdura, sorprendida por la forma en que Edward siempre parecía adivinar lo que pensaba. Claro que a veces no era así...

—Esa noche fue la primera vez que me di cuenta de que Jacob se estaba enamorando de Leah. Todo mi mundo se desmoronaba y yo no podía evitarlo. Lo intenté... no podía aceptarlo sin luchar —se detuvo—. Basta ya de hablar de mí, parece que hacemos eso siempre. ¿Cómo te fue en Nuevo México? —inquirió con alegría, decidida a cambiar de tema.

—Bien —respondió, seco. Bella le sostuvo la mirada con calidez y buen humor—. Habrá unos cuantos cambios en Twilight's en los próximos meses. No quiero que te asombres cuando descubras que voy a ampliar y remodelar la casa.

Aunque hablaba con naturalidad, no pudo engañar a Bella.

Twilight's te pertenece. Espero que haya muchos cambios y por favor no te preocupes con ofenderme a mí ni a mi padre.

Edward asintió y sus ojos brillaron con ilusión por el futuro.

—Tengo intenciones de convertirlo en uno de los mejores ranchos de ganado de la costa oeste, en un lapso de quince años.

—Estoy segura de que lo lograrás —fue cálida y sincera.

Pareció complacido por la confianza que ella le tenía. Bella no podía evitar que así fuera. En los diez años que él tenía de trabajar para su padre, Edward inició varios programas exitosos de producción del ganado. Con cada año que pasó, Charlie le delegó más responsabilidades. Más de una vez, Bella recordó que su padre comentó que no podía entender por qué Edward seguía trabajando para él cuando era obvio que podía tener un rancho propio. Bella pensó entonces que el problema era el dinero y ahora comprendía que no fue así.

—¿Por qué tardaste tanto tiempo en comprar un rancho? —inquirió Bella cuando su pizza llegó. La camarera los estudió de manera tan abierta que incomodó a Edward.

—¿Sucede algo malo? —preguntó enfadado.

—No... en absoluto. Que disfruten de su cena —regresó al mostrador y empezó a cuchichear con dos empleados.

Edward ignoró el incidente y le sirvió a Bella un pedazo y luego empezó él a comer una rebanada.

—¿De qué hablábamos? —inquirió Edward.

—Te pregunté por qué tardaste tanto tiempo en comprar un rancho.

—Creo que no te gustará la respuesta, Princesa.

—Claro que sí. Si no, no te lo habría preguntado —insistió Bella.

—Está bien —se reclinó en el respaldo, pensativo—. Tuve un problema, aunque no muy grave. Estaba enamorado de la hija del jefe y ella estaba loca por mí, sólo que no lo sabía. De hecho, se comprometió con otro hombre. Yo temí que si me iba, ella nunca se daría cuenta de mis sentimientos ni de los de ella... Para serte sincero, creo que nunca podría amar a otra mujer como la amo a ella.

Bella se concentró en la comida. El nudo de su garganta la estaba ahogando.

—Tenías razón acerca de que... no amo a Jacob —confesó con suavidad. Por mucho que lo intentara, no podía ver a Edward a los ojos.

—¿Qué dijiste?

—Yo... Tenías razón con respecto a Jacob y yo. Nunca podría sentir por él lo que una esposa debe sentir por su marido. Lo adoré durante años pero tan sólo fue una fantasía de adolescente.

Ella era consciente de la importancia de su confesión.

—Creí que nunca lo admitirías —murmuró Edward con una expresión tierna.

—Traté de decírtelo la noche que cené con Jacob y Leah, pero estabas tan disgustado conmigo... por mis planes de mudanza —rió y esperó romper la tensión que los invadió.

—¿Significa esto que también estás confesando que me amas?

—Eso nunca fue un problema para mí...

Bella fue interrumpida por un anciano que se acercó a su mesa. Tomó un violín y empezó a tocar una melodía de amor.

—No sabía que tenían violinistas aquí —comentó Bella cuando el hombre terminó. Todos aplaudieron en el restaurante.

—La siguiente canción está dedicada a ustedes dos —anunció el hombre con orgullo—, para que el amor de sus corazones florezca como un ramo de flores de mayo.

Sólo cuando terminó la tercera canción, Bella se dio cuenta de que sólo tocaba para ellos.

—Gracias —dijo Bella al escuchar la última nota.

—Ustedes dos se han convertido en una sensación en Forks y en otras partes. En "La Bella Italia" nos sentimos honrados de que hayas escogido nuestro restaurante para pasar una velada romántica. Queremos hacer nuestra parte para que ustedes dos se casen felizmente.

—¿Y nos sugiere el mes de mayo? —Bella se refirió al comentario previo.

—Sería una elección excelente —sonrió el violinista.

—Ya es hora de que nos vayamos —Edward frunció el ceño y tomó su billetera.

—Por favor, la casa invita —le detuvo el violinista—. Es un honor que hayan escogido nuestro humilde restaurante.

Bella se dio cuenta de que Edward quería escapar cuanto antes. La tomó a Bella de la mano y se dirigieron a la puerta.

—Aquí tiene el resto de su pizza —la camarera le dio a Edward una caja blanca de cartón y miró a Bella con envidia.

Edward se apresuró a llegar a la camioneta. Bella esperó a que llegaran a la carretera para hablar.

—Supongo que esta es la primera vez que te ocurre.

—En realidad no, pero no lo tomé con tanta facilidad como tú —Edward comenzó a reír—. Varias personas me han hecho comentarios raros acerca de los meses, sólo ahora entiendo a qué se referían.

—Es muy gracioso. La mitad del condado ha invertido dinero en nuestra boda y Quil Ateara se está divirtiendo mucho —de pronto, Bella rió a carcajadas.


Rió tanto que el estómago le dolió y tuvo que enjugarse las lágrimas. La verdad era que las apuestas de la boda y la interferencia de todo el mundo no era tan gracioso como la reacción de Edward. Este no parecía divertido con lo que pasaba.

—Vamos, Edward. Todo es bastante cómico.

El rezongó.

—No seas tan aguafiestas. He recibido consejos del carnicero, de Jessica Stanley, del vendedor de periódicos y de casi todos los del pueblo. Es justo que tú también enfrentes algunos comentarios.

—Uno podría pensar que estarías dispuesta a seguir algunos de esos consejos.

—¡Qué! —exclamó—. ¿Y arruinarles la diversión?

Edward se mantuvo silencioso durante el resto del trayecto a Forks. Acompañó a Bella a la puerta del apartamento y sin decir más, se alejó. Ni un beso de buenas noches, ni otra invitación.

Eso era lo último que Bella esperaba. Durante el regreso, estuvo pensando en lo bien que se sentiría al ser abrazada y besada por Edward. Decidió invitarlo a tomar café con la esperanza de que él aceptara...

—Edward...

Este se detuvo al oír su voz y se volvió. Bella se abalanzó a sus brazos. La boca de Edward, caliente y hambrienta, buscó la suya en un beso que le afectó los sentidos.

Bella tembló y no tuvo tiempo de analizar sus sentimientos... no cuando estaba en un caos semejante. Se aferró a él como si estuviera a punto de caer a un precipicio.

Edward se apartó. Su expresión era de esperanza y confusión.

—Nunca sé a qué atenerme contigo, Bella —se encaminó a su camioneta, después de acariciarle el cabello.

Bella estaba mareada por el beso de Edward. Si no se hubiera apoyado contra la puerta, tal vez hubiera caído en la acera.

—Edward —se impresionó al oír su voz—. ¿Quieres entrar a tomar un café? Podríamos... charlar.

—No me atrevo, Princesa —sonrió con lentitud—. Como me siento ahora, puede ser que no me vaya sino hasta mañana... si es que me voy.

Avergonzada, Bella abrió la puerta y se metió. Inhaló hondo, en medio de la sala y se llevó una mano al acelerado corazón.

"Estás enamorada de él, Bella Swan", se dijo.

Gimió y hundió el rostro entre las manos. No entendía por qué luchaba contra él. Se daba cuenta de que Edward no habría pasado tantos años haciendo prosperar Twilight's si no la hubiera amado.

Adivinó que Edward planeaba cortejarla. Si ese era el caso, sólo bastaría una cena con él. Estarían comprometidos al final de la velada. ¡Estaba segura de ello!

Para su desilusión, Bella no recibió noticias de Edward al día siguiente. Los viernes solían ser muy atareados en el rancho así que decidió que ella debía dar el siguiente paso.


☙💗❧ 💗 ☙💗❧


El sábado por la mañana, hizo su lista de compras con la intención de invitar a Edward a cenar al apartamento. Revisaba sus libros de cocina, buscando un postre especial, de pronto se distrajo al recordar el beso. Cerró los ojos y revivió las sensaciones de esa noche. Sonrió y admitió que estaba ansiosa de volver a experimentarlas.

Si tan sólo hubiera escuchado a su corazón en vez de a su orgullo. La felicidad la invadía como burbujas de champaña.

Trató de llamar a Edward, mas nadie contestó. Así que decidió ir de compras primero. Tomó su abrigo y fue caminando al supermercado.

Debió ser su imaginación, pero le pareció que todos se detenían para ver lo que ella hacía y compraba.

Cuando terminó, fue a la farmacia y pidió un par de velas perfumadas. De nuevo, le pareció que todos la observaban con fijeza.

—Bella —Jessica Stanley se le acercó. Sus ojos mostraban simpatía y la mujer palmeó su mano con suavidad—. ¿Cómo estás, querida?

—Bien —Bella estaba intrigada.

—No te has enterado, ¿verdad? —Jessica se quedó boquiabierta.

—¿De qué?

—Edward Cullen llevó a Lauren Mallory a cenar y todos los vieron bailar en el Red Bull. La gente dice que perdió la paciencia contigo y que se casará con Lauren. Querida, todas las mujeres del pueblo piensan que estarías loca si dejas que un hombre como Edward Cullen se aleje de ti.

—Entiendo —murmuró, fingiendo que no le importaba. Fue tal la impresión que apenas podía respirar.

—Pobrecita —se compadeció Jessica—. No permitas que tu orgullo se interponga en esto.

—No lo haré —aseguró Bella con un hilo de voz.

—De veras me preocupas, querida Bella. Tengo la terrible impresión de que acabarás solterona.

11 comentarios:

  1. Joderrrrrrrr tanoooooo va el cántaro al agua que se rompe 😢😢😢😢😢😢😢😢

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  2. Morireeeeeeeeee mujer perversa mis nervios jajajajaaajaaj súper ansiosa X el siguiente cap gracias gracias gracias gracias gracias gracias gracias gracias gracias gracias

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  3. Que venenosa es Jessica!!! Y no sé porqué me parece que Edward le está dando algo de su propia medicina a Bella jajajaja. Gracias por el capi, espero con ganas el siguiente 🤗

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  4. Que venenosa es Jessica!!! Y no sé porqué me parece que Edward le está dando algo de su propia medicina a Bella jajajaja. Gracias por el capi, espero con ganas el siguiente 🤗

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  5. Sopasssss cuando bella se decide a ed se le ocurre despistar con Lauren😡😡😡 bella vas a tener k aguantar no pienses mal, pinche jessica

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  6. Seguro es mentira de esa mujer venenosa.

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  7. Aghhhh espero que la salida con Lauren solo sea un plan para poner a Bella celosa, porque si es lo contrario, y quiera olvidarla, Bella no se perdonaría, mucho menos ahora que sabe que se está enamorando de él... hasta lo iba a invitar a cenar!!!!
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  8. La víbora si se muerde la lengua se envenena sola , falta saber si es verdad y el x q Edward salio con esa otra desesperada a si q Bella aguanta y espera Edward seguro tiene una explicación y si no aguanta y suerte con la espera ;) gracias

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  9. Noooo está Yésica es una perra, 😂😂😂.
    Me duele q Bella sufra pero un poquito no importa.
    Gracias por actualizar.

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  10. Me gusta ahora la vuelta que hizo edward a lo mjotbque s para darle celos a bella y sepa que en verdad ama a edward ... gracias 💋❤❤

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