Ángela casi se atragantó con su amenaza. Estaban sentadas en la cafetería de la escuela. Era un viernes por la tarde y revisaban la obra que sus dos grupos presentarían el día de Acción De Gracias, en dos meses más.
—¿Salir con alguien más? —Ángela estaba atónita—. Hace sólo dos días que anunciaste que el amor no existía para ti y que rechazabas la idea del matrimonio y de la compañía masculina.
—No quiero volver a enamorarme —explicó Bella con impaciencia—. Eso sería ridículo.
—¿Y esto no te parece ridículo? —Ángela dejó su manzana en la mesa—. Estábamos hablando de cómo diseñaríamos los disfraces de los peregrinos y de pronto decides que quieres salir con hombres. Supongo que no te estás refiriendo a Riley Biers, ¿verdad?
—Claro que no.
—Eso pensé.
Bella supuso que le parecía bastante absurda a su amiga. Había estado pensando en Edward y en el matrimonio toda la semana aunque no mencionaba el tema en absoluto. Hasta ahora. Los rumores referentes a ella y a Edward seguían propagándose con rapidez por todo Forks. Bella estaba segura de que eran ayudados por la tonta sonrisa que Edward ponía cuando iba a la ciudad y por el hecho de que compraría el rancho de Charlie. Aunque Edward no volvió a presionar a Bella para que fijaran la fecha de la boda, la cuestión seguía presente entre ambos cada vez que Bella estaba en el mismo cuarto que Edward. La chica reía y bromeaba con Edward, pero ahora, en el instante en que estaban juntos, Bella se metía en su campo de fuerza. Ya empezaba a sentirse como si fuera un personaje de La Guerra de las Galaxias.
—Ya despertaste de curiosidad —comentó Ángela con diversión—. Cuéntame acerca de tu repentino interés por el sexo opuesto.
—Quiero terminar con los chismes de manera natural —y convencer a Edward de que su propuesta de matrimonio surgió de la lástima por ella.
Ángela apartó las páginas llenas de notas para el Día de Acción de Gracias.
—¿Ya decidiste con quién vas a salir?
—No —Bella frunció el ceño—. Hace tanto tiempo que no salgo con alguien, que no sé quién está disponible.
—Nadie —aseguró Ángela con pesar—. Y créeme que lo sé. Para serte sincera, creo que Forks sería un lugar perfecto para poner un convento. ¿No has considerado la posibilidad de iniciar una vida religiosa?
Bella ignoró el comentario.
—¿Jessica Stanley no mencionó el otro día que un recién llegado vino a vivir a la ciudad? Estoy segura de que lo hizo y le pareció que también era soltero.
—Mike Newton. Abogado, como de treinta y cinco años, divorciado, con un pequeño lunar en el hombro izquierdo.
—Santo cielo, ¿Cómo se enteró Jessica de todo eso? —Bella no cabía en sí de la sorpresa.
—Ni siquiera quiero imaginarlo —Ángela movió la cabeza.
—Mike Newton —repitió Bella con lentitud. Decidió que ese hombre le parecía amistoso—. ¿Ya lo conociste?
—No, pero puedes salir con él si quieres —aclaró Ángela—. La única razón por la que Jessica me lo mencionó fue porque asumió que tú y Edward se casarían antes que terminaran las vacaciones.
Bella fue invadida por el pánico. Edward también le mencionó la posibilidad de casarse en Navidad.
—Queda Tyler Crowley —señaló Bella. Tyler trabajaba en la farmacia y era soltero. A pesar de no ser muy atractivo, se trataba de un hombre decente.
Ángela rechazó la opción de inmediato.
—Nadie en esta ciudad creerá que escogiste a Tyler en vez de a Edward —sonrió como si le pareciera cómica la idea de ver a Bella y a Tyler juntos—. Él es muy amable, no me interpretes mal, pero Edward es un hombre de verdad.
—Ya pensaré en alguien —murmuró Bella con decisión.
Ángela empezó a recoger sus papeles.
—Si hablas en serio, entonces no tendrás otra opción más que importar a un hombre de Port Ángeles.
—Espero que no lo digas como broma —gimió Bella.
—En absoluto —Ángela metió todo en su cartapacio.
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Bella recordó las palabras de su amiga mientras empujaba su carrito por la sección de comida congelada en el supermercado, esa tarde. Miró los platillos preparados, tratando de escoger algo para cenar. Desde que se comprometió con Sue, su padre cenaba todas las noches con ella. Planeaban casarse a principios de diciembre.
—El filete con vino tinto está bueno —comentó una voz ronca y masculina a su espalda.
Bella se volvió y vio a un hombre alto y de aspecto amistoso. Sus ojos azules brillaban mucho y su sonrisa era agradable.
—Mike Newton —se presentó y extendió la mano.
—Bella Swan —estrechó la mano con el corazón acelerado.
Hacía sólo unos momentos que Bella estuvo hablando de él y que se enteró de que tal vez sería el único hombre decente que quedaba en el pueblo... aparte de Edward, claro. Qué raro que ahora se encontraran. Tal vez no era raro... tal vez influyó el destino.
—El filete Salisbury tampoco está mal —para demostrar el punto, depositó ambos paquetes en su carrito.
—Parece que es un experto en esto.
—He descubierto que la comida congelada es menos problemática que una esposa.
Frunció el ceño al hablar y Bella imaginó que su divorcio fue algo difícil. Jessica sin duda lo sabría y Bella decidió que después se lo preguntaría y lo haría de modo directo para que así Jessica propagara en todo el condado el interés de Bella por el nuevo abogado.
—Usted es nuevo en la ciudad, ¿verdad? ¿Es abogado?
—A sus órdenes —asintió Mike.
Bella pensó con rapidez. Hacía mucho tiempo que no coqueteaba con alguien.
—¿Significa eso que puedo demandarlo si no me gusta el filete con vino tinto?
Él sonrió y Bella se sintió alentada por esa sonrisa, a pesar de que su comentario no fue excepcional.
—Sin embargo, sería difícil que el juez hiciera caso de su demanda.
—El juez Tanner es mi tío —rió Bella.
—Y supongo que usted es su sobrina preferida.
—Por supuesto.
—En ese caso, ¿podría sugerirle que evitemos la posibilidad de una demanda y que yo la invite a cenar?
Era tan fácil que Bella no lo podía creer.
—Vaya, me siento muy halagada.
No fue sino hasta que llegó a casa, triunfante por su éxito, que se dio cuenta de que Mike, siendo nuevo en la ciudad, tal vez ansiaba tener compañía. Su orgullo disminuyó un poco aunque Bella no pensaba quejarse. Después de declarar que quería salir con alguien, conoció a un hombre casi de inmediato. Y era atractivo y agradable. No le importaba que la hubiera invitado porque estaba muy solo o porque aún sufría por lo de su divorcio. Una cita era una cita.
Bella se bañó y se puso una falda color vino, acompañada por una blusa roca de seda. Estaba poniéndose la última capa de barniz en las uñas cuando su padre entró en la cocina. A pesar de estar en el otro extremo, Bella olió su loción para después de afeitar. Sonrió un poco.
—Estás muy guapo.
—Gracias —se frotó las mangas de la chaqueta con las manos.
—¿Quieres que te espere?
Charlie se ruborizó un poco.
—Claro que no.
A Bella le encantaba molestarlo. Sus miradas se encontraron y ambos empezaron a reír.
—Tú también estás muy guapa —comentó Charlie—. ¿Vas a salir con Edward?
—Mike Newton va a llevarme a cenar.
—¿Quién? —estaba intrigado—. Estás bromeando, ¿verdad?
—No —frunció el ceño a modo de advertencia—. Mike acaba de mudarse a la ciudad. Nos conocimos en la sección de comida congelada en el supermercado esta tarde y me invitó a cenar.
—¿Y aceptaste? —estaba atónito.
—Claro. Es mejor que quedarme a ver programas repetidos en la televisión.
—¿Y qué pasará con Edward?
—¿Acerca de qué?
—Pensé... esperé que después de la boda de Jacob ustedes dos...
—Papá, Edward es un amigo muy querido, pero no estamos enamorados.
Charlie quiso discutir, más al final decidió que no era lo mejor.
—Es un buen hombre, Princesa.
—Lo sé. De no ser por Edward, no habría podido sobrevivir estos dos últimos meses.
—Hubo personas que tuvieron la impresión de que ustedes se estaban enamorando y no los culpo después que yo mismo los vi en la boda.
Bella se concentró en pintarse las uñas, consciente de que un tono similar de rojo teñía ahora sus mejillas.
—Edward y yo somos amigos, papá, y nada más —repitió.
—Pues quiero que sepas que mi opinión de Edward es muy buena. Si tuviera que escogerte un marido, sería a él.
—Yo... también pienso que Edward es maravilloso —tartamudeó.
—Ahora que va a comprar el rancho... Bueno, me parece natural que ustedes dos...
—Papá, por favor —susurró—. No estoy enamorada de Edward y él no me ama.
—Qué lástima —contestó Charlie. Tomó su sombrero y se detuvo en la puerta—. Supongo que Edward no sabe qué vas a salir esta noche, ¿verdad?
—No hay motivos para decírselo —trató de aparentar indiferencia. Lo último que necesitaba era otra confrontación con Edward. Miró a su padre con una súplica en los ojos—. No vas a hacerlo tú, ¿verdad?
—No voy a mentirle.
—No, no quisiera que lo hicieras —murmuró Bella. Sopló sobre sus uñas para secarlas con rapidez. Con suerte, Mike llegaría pronto y podría escapar antes de ver a Edward.
Bella debió imaginar que eso era una fantasía. Estaba en la cocina, esperando ver el auto de Mike, cuando Edward entró en la casa.
Bella gimió para sus adentros mas no dijo nada. Ahora rezó porque Mike llegara tarde.
—Tienes puesto tu abrigo —observó Edward al servirse café.
—Me iré en cualquier momento —esperó no mostrarse tan tensa como se sentía. Añadió con un poco de culpa—. Esta tarde hice unas galletas de avena, están en el bote. Sírvete las que quieras.
Edward lo hizo y se sentó en la mesa.
—Si no te conociera mejor, pensaría que estás esperando a alguien.
—Así es.
—¿A quién?
—A... una amistad —aunque Bella le daba la espalda, pudo captar que la tensión del ambiente aumentó.
—¿Te preocupa algo?
—No, ¿acaso debería? —inquirió con desinterés.
—Has estado eludiéndome toda la semana —murmuró Edward.
Estaba sentado casi detrás de ella y Bella era muy consciente de su presencia. Si Edward descubría que iba a cenar con Mike, habría problemas. Sí, eso explicaba la extraña sensación que experimentaba Bella.
—Bella, amor...
—Por favor —imploró—, no me llames así —soltó la cortina y se volvió a mirarlo—. Cometí un error y me parece que fue algo comprensible considerando las circunstancias. Por favor, ¿puedes dejar de mencionar lo del matrimonio, Edward?
La expresión de sorpresa de él no la tranquilizó en absoluto. Pasó un momento antes que Edward riera y se relajara.
—He domado caballos que me han dado menos problemas que tú.
—No soy un caballo —se sulfuró la chica.
Edward rió de nuevo y antes que ella pudiera hacer algo alargó los brazos, la tomó de la cintura y la sentó en su regazo.
Bella estaba tan pasmada que no pudo moverse durante un momento.
—Suéltame —lo miró con indignación.
Edward ignoró la orden y le acarició la mandíbula antes de alzarle la barbilla.
—Te extrañé esta semana, Princesa.
Bella sintió que su piel se encendía y su estómago se contrajo. No sabía qué demonios le pasaba... y no quería averiguarlo tampoco.
—He decidido darte la oportunidad de pensar las cosas antes de que nos pongamos de acuerdo con el reverendo Weber...
—¿Qué?
—Antes que nos casemos —explicó con paciencia y un tono demasiado seductor—. Cada vez que estamos juntos, huyes, asustada.
—¿No pensaste que eso se debe a un motivo lógico? —le había repetido que no se casaría con él y de nada servía—. Lo lamento, de veras, pero no te veo de ese modo.
—¿No? —empezó a acariciarle el cabello. Bella intentó alejarse o empujarlo, sin resultado alguno—. Esa no es la impresión que me das cuando te beso.
Lo empujó de los hombros y sus dedos sintieron los poderosos músculos.
—Te ofrezco una disculpa por haberte dado la impresión equivocada —susurró con un hilo de voz.
Edward alzó las cejas y trató de no reír. Eso enfureció a Bella, quien hizo un esfuerzo por no irritarse, ya que no deseaba discutir.
—Me parece que necesitamos estar a solas para averiguar lo que está sucediendo entre nosotros —continuó él con suavidad.
Bella se alarmó y se esforzó para que él no se percatara de ello. Lo último que deseaba era "estar a solas" con Edward.
—Me temo que eso es imposible esta noche —se apresuró a recordarle.
—¿Por qué?
Estaba tan cerca que su aliento rozó el ruborizado rostro de Bella.
Esta tuvo que contenerse para no cerrar los ojos y rendirse a las sensaciones que la embargaban.
Edward le besó el cuello y empezó a acariciarla. Cada beso provocaba un placer que impedía que Bella pensara con claridad. Edward le acariciaba el cabello y su boca ejercía una especie de hechizo en ella.
—No —imploró con voz baja y temblorosa. Se había desvanecido su resistencia.
—Sí, mi querida Bella.
En ese momento capturó su boca y la chica se emocionó. Se aferró a él, le echó los brazos al cuello mientras la besaba una y otra vez, como si quisiera saciarse.
Cuando hundió el rostro en el hueco de su cuello, Bella gimió con suavidad. Casi se desmayó por el placer que la invadió.
—Llama a Ángela y cancela los planes que hayas hecho —susurró.
—No puedo —se congeló Bella.
—Sí puedes. Si quieres, yo hablaré con ella.
—No voy a salir con Ángela.
—Entonces llama a la persona con quien vayas a salir y cancela la cita.
—No...
La cocina se iluminó con las luces de un auto que anunciaron la llegada de Mike. Con desesperación, Bella saltó del regazo de Edward. Se sintió desorientada por un momento. Se frotó la cara, sin importarle tanto su maquillaje como la forma en que se rindió a las caricias de Edward. El la besó antes y fue maravilloso... más que maravilloso. Pero ni en la boda ni al día siguiente, sintió Bella esa ansiedad creciente. Eso la aterró.
—¿Bella?
—Tengo que irme —insistió.
—Allá afuera hay un hombre.
Bella le abrió la puerta a Mike.
—Hola —saludó y trató de mostrarse alegre, aunque sabía que, por su voz, Mike creería que tendría gripa—. Veo que encontraste el rancho sin problemas.
—Te equivocas —consultó su reloj—. ¿No te diste cuenta de que llegué quince minutos tarde?
—Pues no.
—Bella, ¿quién es este hombre? —inquirió Edward con tono duro como el acero.
—Mike Newton, te presento a Edward Cullen. Edward va a comprar Twilight's —espero no parecer tan ansiosa como se sentía.
Los dos hombres apenas se estrecharon la mano.
Bella no se atrevía a mirar a Edward, además no era necesario pues percibía el resentimiento y el disgusto que emanaban de él.
—Supongo que debemos irnos —Bella le sonrió a Mike, tensa y nerviosa.
—Sí, supongo que sí —Mike miró a Bella y a Edward. Estaba igual de ansioso que la joven por huir de allí.
—Buenas noches, Edward —se despidió y cerró la puerta de la cocina.
Él no contestó, lo cual quizá fue mejor.
Afuera, Mike le abrió la puerta del auto para que Bella subiera.
—¿Dijiste que Edward va a comprar el rancho?
—Sí —respondió Bella con alegría.
—¿Y sólo eso va a comprar? —frunció el ceño—. A juzgar por la forma en que me miró, tú también formas parte de la propiedad.
—Eso no es cierto.
Después de esta noche, Bella no podía negar que compartían una atracción física muy fuerte, más eso no bastaba para iniciar una vida juntos. No amaba a Edward. ¿Cómo podría hacerlo si su corazón aún pertenecía a Jacob? Durante la mayor parte de su vida estuvo loca por Jacob Black y sentimientos tan intensos como ésos no cambiaban de un día para otro sólo porque él estaba casado con otra mujer.
Cuando Jacob y Leah anunciaron su compromiso, Bella supo con certeza que nunca volvería a querer a otro hombre. Si no podía estar con Jacob, pasaría sola el resto de su vida.
—¿Estás segura de que Cullen no es algo tuyo?
—Muy segura —le aseguró Bella.
—Qué gracioso —rió Mike sin humor—. Por la forma en que me miró, me siento afortunado de estar con vida todavía.
—Te equivocas —Bella se obligó a reír un poco.
Mike ya no hizo comentarios, aunque era obvio que no le creía.
La cena resultó muy agradable. Mike llevó a Bella al Red Bull, el único sitio elegante de Forks que se especializaba en carnes y papas asadas. Un grupo local de música country tocaba los viernes, la música alegraba mucho el ambiente.
Mike estudió la carta y pidió una botella de vino con la comida Después que el camarero tomó la orden, apoyó los codos en la mesa y le sonrió a Bella.
—Tienes unos ojos encantadores —comentó con entusiasmo exagerado.
—Gracias —se ruborizó la chica.
—Son del mismo color que los de mi ex esposa —anunció con amargura, como si deseara que los ojos de Bella fueran de otro tono—. Lo siento —estaba avergonzado—. Tengo que dejar de pensar en Heidi. Ya terminó. Se acabó. Kaput.
—Sospecho que no deseabas divorciarte.
—¿Te importaría que no habláramos del asunto?
Bella se sintió muy tonta por hablar del tema sobre todo cuando era obvio que él sufría.
—Lo siento, fui desconsiderada. Claro que debes olvidarte del pasado.
La botella de vino llegó. Mike lo probó y una camarera llenó las copas.
—De hecho, me recuerdas mucho a Heidi —tomó un sorbo de la bebida—. Nos conocimos cuando estudiábamos en la universidad.
Bella miró su copa. Era evidente que Mike estaba tan enamorado de su esposa que ella se preguntó por qué se habían separado.
—Me preguntaste acerca del divorcio, ¿Verdad? —volvió a servirse vino.
—Si te duele, no necesitas hablar de ello.
—Creo que ni Heidi ni yo teníamos la intención de llevar las cosas tan lejos —prosiguió, sin oír a Bella—. Yo no la tuve y antes de saber qué pasaba, ya había terminado todo. No hubo otro hombre... estoy tan seguro que apostaría mi vida.
Llegaron sus ensaladas.
—¿Por qué viniste a Forks? —Bella tomó el tenedor.
Mike bebió su vino como si tomara agua fría en una tarde de verano.
—Por Heidi, claro.
—¿Perdón?
—Por Heidi. Decidí no verla más. Empezar de nuevo y todo eso.
—Entiendo.
—Tienes que comprender que, cuando Heidi me sugirió la primera vez que estaríamos mejor separados, a mí me pareció que era lo más adecuado. No nos llevábamos muy bien y si ella quería terminar con la relación, yo no iba a interponerme en su camino. Es mejor descubrir estas cosas antes de tener hijos, ¿no te parece?
—Claro —Bella comió algo de ensalada y se preguntó cómo podría ayudar a Mike.
Una hora y otra botella de vino después, Bella se dio cuenta de que Mike había bebido muchísimo y de que no estaba en condiciones de llevarla a casa. Ahora tenía que hacérselo saber con mucho tacto.
—¿Te gusta bailar? —inquirió cuando él pagó la cena.
—No me gusta mucho este estilo campirano, mas podría intentarlo si tú quieres —frunció el ceño.
Bella imaginó que el vino había disminuido sus reservas.
Como lo supuso, la pista de baile estaba atestada de gente que se divertía. La banda empezó a tocar una pieza alegre y Mike llevó a Bella a bailar.
Ella ya no tenía aliento cuando terminó la canción. Sintió alivio cuando la pieza que siguió fue más lenta... sin embargo, su alivio se esfumó cuando Mike la abrazó. Le puso las manos en la parte baja de la espalda, obligándola a acercarse. Bella trató de separarse un poco, pero Mike no pareció notar sus esfuerzos. Tenía los ojos cerrados y Bella sabía que su amigo pensaba en Heidi. Qué bueno que lo que menos le importaba ahora era su orgullo femenino.
—Necesito más espacio —susurró Bella.
Mike la soltó un poco, más pronto volvió a acercarla. Bella le puso los antebrazos en el pecho para separarse más.
—Con permiso —una voz masculina muy familiar se escuchó detrás de Mike. En el instante en que la oyó, Bella ansió que la tierra se la tragara—. Voy a seguir bailando con ella —le informó Edward al otro hombre que lo miraba con incredulidad.
Sin protestar, Mike bajó los brazos y se alejó. Ninguno de los dos se tomó la molestia de preguntarle a Bella lo que ella quería. La chica iba a protestar cuando Edward la abrazó con naturalidad. La sensación inmediata de bienestar que la invadió casi la hizo llorar de frustración.
—¿Por qué nos interrumpiste así? —quiso saber. Estaba descorazonada e irritable. Todo por lo cual se había esforzado esa noche, estaba a punto de deshacerse.
—¿De veras querías que ese citadino presumido te abrazara tanto?
—La forma en que Mike me abrace no es un asunto de tu incumbencia.
—Ahora lo es —su rostro estaba contorsionado por la furia y estrechaba con tanta dureza a Bella, que la chica no habría podido escapar aun sí lo hubiera querido. A juzgar por las miradas de las demás parejas, Bella se percató de que se estaban convirtiendo en el centro de atención.
En el instante en que la música terminó, Bella se separó de Edward y volvió con Mike. Este estaba en un rincón y tenía en la mano una copa de whisky. Bella ocultó su disgusto. Mike ya había tomado demasiado vino como para empezar ahora con otro licor.
—Dijiste que no había algo entre tú y Edward Cullen —acusó a Bella cuando ésta se reunió con él.
—No lo hay. Sólo somos buenos amigos.
—Esa no es la impresión que me están dando.
—Te doy una disculpa por la interrupción —Bella no sabía qué decirle—. ¿Quieres bailar?
—No si eso me va a costar la vida.
—No será así —prometió.
La banda volvió a tocar otra pieza alegre y rápida. Mike tomó de la mano a Bella, quien le sonrió. Se dirigieron a la pista y Bella trató de ignorar la mirada helada de Edward.
A la mitad de la canción, Mike se detuvo.
—No me gustan estos pasos tan complicados —declaró y la abrazó de nuevo, sujetándola contra su cuerpo—. Esto está mucho mejor —le susurró al oído.
—Mike, por favor. Apenas puedo respirar —le aseguró Bella sin aliento.
—Lo lamento —relajó sus brazos de inmediato—. Heidi y yo bailábamos así todo el tiempo.
Bella ya lo había adivinado. Estuvo a punto de recordarle que no era su ex esposa aunque dudaba que sirviera de algo.
Sin embargo, Mike y Heidi eran el menor de los problemas de Bella en ese momento. Sentía escalofrío en la columna que le avisaba que Edward los seguía observando desde el otro extremo del salón. Hizo lo que pudo para actuar como si él no estuviera, presente.
Le sonrió a Mike, charló y rió, aunque sabía que Edward contemplaba con detenimiento todos sus actos.
Cuando la música terminó, Mike volvió a la mesa, donde terminó lo que quedaba en su copa. La música empezó de nuevo y aproximó a Bella hacia sí.
—Creo que prefiero sentarme ahora —esperó que eso apaciguara a Edward, quien parecía estar dispuesto a destrozar a Mike. Nunca lo había visto tan furioso.
Bella bajó la vista, cruzó las manos en su regazo y se concentró para ocultarle a Edward cuánto le afectaba que él la mirara de lejos.
—¿Cuánto has bebido, Newton?
Mientras Bella tenía la vista baja, Edward había llegado a la mesa.
—Creo que eso no te incumbe, Cullen —Mike no parecía nervioso. Se inclinó hacia atrás en la silla y mostró su copa vacía.
—No estoy de acuerdo —replicó Edward, acercándose más—. Sospecho que has tomado en exceso. Voy a llevarme a Bella a casa.
—Edward, por favor, no hagas esto —protestó la chica.
—Tu galán no está en condiciones de conducir.
La chica ansió levantarse y defender a Mike. Por desgracia, Edward tenía razón. Bella fue consciente de ello desde antes que terminaran de cenar y quiso arreglar las cosas a su manera.
—Puedo soportar el alcohol y cuidar lo que tomo tan bien como cualquier otro hombre —Mike se atrevió a blandir su copa, debajo de la nariz de Edward. Para todos fue obvio que su valor se fortificó por el whisky. Pocos hombres se habrían atrevido a retar a Edward cuando éste estaba de tan pésimo humor.
—Te creí más sensata. ¿Por qué sales con tipos como éste, Bella? —Edward se volvió a la chica.
Era cierto, pero Bella no tenía la intención de hacérselo saber.
—Creo que Mike sabe cuál es su límite —replicó.
—Entonces, ¿planeas regresar a casa con él?
—Todavía no estoy segura —no lo haría pero no pensaba darle a Edward más armas para atacarla.
Edward la miró con tal furia que Bella apenas pudo respirar. Se volvió con lentitud hacia Mike.
—Si valoras tus dientes, te sugiero que te quedes donde estás. Bob —le gritó al alguacil que estaba del otro lado de la habitación—, ¿puedes asegurarte de que este recién llegado llegue a casa sin tener un percance?
—Claro, Edward.
—Bella, vas a venir conmigo —anunció.
—Claro que no.
Edward no le dejó opción. Se inclinó hacia adelante y la levantó del asiento como si no pesara.
Bella forcejeó un poco, aun cuando sabía que era inútil.
—Edward, no hagas esto. Por favor, no lo hagas —suplicó con los dientes apretados, ruborizada hasta la raíz del cabello.
—O vienes por tu propia voluntad o te saco de aquí en brazos —la compostura de Edward estaba intacta. Como ella se resistió, la levantó con facilidad.
—¡Edward! —exclamó Bella—. ¡Bájame en este instante! Te exijo que lo hagas.
Edward ignoró la amenaza y caminó hacia la puerta, mirando sin parpadear hacia el frente. La camarera que les sirvió la cena a Bella y a Mike, se acercó corriendo para darle a Bella su abrigo y su bolso. Sus ojos brillaban de diversión.
—Quédate con tu hombre, linda —aconsejó a Bella—. Ese citadino presumido no puede compararse con Edward Cullen.
—Edward es el hombre adecuado para ti —gritó alguien más desde la pista de baile.
—¿Cuándo van a casarse?
Dos hombres les abrieron la puerta principal para que pasaran. Lo último que Bella oyó mientras Edward salía del restaurante fue un fuerte aplauso de todas las personas que estaban en el interior.
Jajajjajaj creo que Bella a de querer degollar a Edward jajajaaja ajajajajajaja me súper rico. canta haber que pasa con estos cabesotas jajajaa gracias gracias gracias gracias gracias
ResponderEliminarHola me gusta la historia. Mike se porto como todo un cochi. Por no hablar de lo borracho.
ResponderEliminarNos seguimos leyendo.
Muchas gracias por el capítulo
ResponderEliminarMe gusta ver a Exward tan celoso 😁
ResponderEliminarMe gusta ver a Exward tan celoso 😁
ResponderEliminarJajaja todo por necia as caso bells todo el púeblo no puede estar equivocado ed es el mejor 😂😂😂
ResponderEliminarParece que Edward no se rinde tan fácil.. y Mike de verdad extraña a su ex esposa.... solo espero que Bella pronto vea que si quiere a Edward, porque aunque lo niegue, si lo quiere ;)....
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Jajajaja, le salió todo al revés, pobre Bella 😂Y Edward, al final va a conseguir lo que quiere jajajaj
ResponderEliminarHahahhahah pobre bella le salió todo mal ... gracias por el capítulo 💋❤❤
ResponderEliminarEdward tu muy bien, cuidando d tu tonta chica Bella x q no ves q todos se dan cuenta y tu no lo quieres aceptar x q bien q t gusto lo q paso en LA cocina antes q llegara el borracho d Mike, gracias
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