—Bienvenida, Bella —Leah abrió la puerta en el instante en que Bella se estacionó. Salió del auto y fue abrazada por Leah.
Jacob Black siguió a su esposa y le sonrió como lo había hecho desde que Bella tenía trece años. En ese entonces, ella lo adoró de lejos y lo adoró más aún con cada año que transcurría. Bella se detuvo, esperando que la invadieran la tristeza y el dolor por eso se quedó atónita cuando no sintió nada.
—Qué bueno que pudiste venir —comentó Leah.
El viejo perro de Jacob, Blue, se acercó para ser acariciado. Bella le rascó las orejas.
Emily, el ama de llaves de los Black, salió de la cocina, vestida con un delantal y peinada con trenzas. Bella no recordaba haber visto a Emily sin el delantal puesto. Percibió el aroma de una tarta recién horneada, junto con el de la carne asada y las verduras.
—Espero que se trate de uno de tus platillos de premiación, Emily —comentó Bella—. He deseado una buena rebanada durante todo el día.
—Cómo molestas —gruñó Emily, pero sus ojos brillaron de alegría por el halago.
—¿Cuándo me va a dar su receta? —inquirió Bella aunque no sabía para quién prepararía tartas, ahora que su padre ya tenía otra esposa—. Nadie puede preparar un pastel de manzana como usted.
—Emily no quiere compartir sus secretos, ni siquiera conmigo —rió Leah—. Creo que todavía no está dispuesta a confiar en una citadina como yo.
—Nunca he escrito una receta —Emily miró a Leah con severidad—. Sólo hago mis tartas como todo el mundo.
—Desearía cocinar como Emily —Leah pasó un brazo por la cintura de su esposo. Intercambiaron una mirada significativa. La sonrisa que Jacob ofreció a su esposa mostraba que no le importaba en absoluto que pudiera preparar o no un pastel.
Una vez más, Bella esperó sentir dolor al verlos juntos, tiernos y amorosos, mas no sintió ni una punzada de tristeza. Se relajó, intrigada y confusa.
—¿En dónde está Seth? —inquirió Bella. Extrañaba al hermano mayor de Jacob casi tanto como a éste. Habían sido amigos desde lacia mucho.
—Tiene práctica de fútbol —explicó Jacob—. Este año es defensa y está muy orgulloso. Llegará más tarde a casa.
—Más o menos a la misma hora en que Emily sirve la tarta —susurró Leah a Bella, El apetito de Seth por los dulces era legendario en el pueblo.
Todos fueron a la sala. El piano estaba apoyado contra el muro y Bella vio que había partituras en el atril. Bella siempre lo había tocado, ahora Leah tocaba para Jacob. Hubo un tiempo en que Bella y Jacob cantaron juntos y sus voces se fundieron con melodiosa armonía. Ahora, él cantaba con Leah.
Bella esperó que la hiriera y sintió un poquito de pena... mas eso fue todo.
—Seth tiene deseos de verte —declaró Leah.
—Que yo recuerde, jugaste en defensa el último año de la preparatoria —le recordó Bella a Jacob al sentarse—. Ese fue el primer año que el equipo de Forks llegó a las eliminatorias del estado.
—Nunca me contaste eso —sonrió Leah a su marido, gratamente Sorprendida.
—No había mucho que contar —rió Jacob—. Nos eliminaron en el primer juego —se sentó junto a Leah y le pasó un brazo por los hombros, como si tuviera que seguir tocándola para creer que estaba a su lado.
Emily llevó una bandeja con copas y un vino blanco espumoso.
—Supongo que Charlie y Sue llegaron bien a California —comentó mientras descorchaba la botella.
—Sí, mi papá llamó por teléfono cuando llegaron a casa de la hermana de Sue.
—Sólo pudimos decirle unas cuantas palabras durante la fiesta —se disculpó Leah—. Estabas tan ocupada sirviendo café que no tu vimos oportunidad para charlar.
—Lo sé. Me dio gusto que tú y Jacob fueran.
—No me lo habría perdido por nada del mundo —aseguró él.
—Quise decirte que forman muy bonita pareja. Y para el caso, tú y Edward también —añadió Leah.
—Gracias —dijo Bella, preguntándose si sus amigos se habrían enterado del incidente en el pórtico de los Weber.
Bella todavía se avergonzaba pensar que todos los amigos de su padre los vieron a ella y a Edward... así.
—Han pasado muchas cosas en el último mes —trató de cambiar de tema para que ellos no volvieran a mencionar la boda de Charlie—. ¿Quién habría imaginado que Edward iba a comprar el rancho?
—Sé que debes haber recibido una gran sorpresa —comentó Jacob—, pero yo he insistido desde hace años para que Edward tenga una propiedad.
—¿Qué planeas hacer ahora que se va a vender Twilight's? —quiso saber Leah.
—Estoy buscando un lugar en el pueblo —explicó y tomó un sorbo de vino.
—Por lo que me dijo Edward, él preferiría que siguieras viviendo en el rancho —Jacob la estudió como si supiera algo que Bella desconociera.
—Lo sé —confesó la chica—. Es muy generoso, mas prefiero tener mi apartamento.
—Te deseo suerte para que encuentres uno —murmuró Jacob.
Ambos eran conscientes de que sería difícil localizar un apartamento decente. Forks era un pueblo de familias establecidas no de personas solteras.
Charlaron mientras esperaban que Emily anunciara la cena. De vez en cuando, Bella veía como Jacob contemplaba a Leah. Su mirada era tierna, cálida y feliz, llena de una dicha que provenía del hecho de amar y ser amado.
Cuando Leah Black llegó al pueblo, Bella se percató de inmediato de que Jacob se sentía atraído por ella. Eso era comprensible pues Leah era hermosa. Al principio, Bella luchó contra sus celos. Leah tenía que irse de Eclipse en unos cuantos días y entonces las cosas volverían a la normalidad.
En efecto, Leah volvió a San Francisco y Jacob no pudo olvidarla. Bella trató de fingir e incluso empezó a hablar con Jacob acerca de una fecha para la boda. Hacía años que hablaban de casarse y Bella quería hacerlo antes que Leah se diera cuenta de lo que había perdido y regresara a buscar a Jacob. El matrimonio era la solución perfecta, pues si Leah volvía, ya sería demasiado tarde.
La estrategia de Bella fue desesperada y, como suele suceder en esos casos, no resultó.
Bella nunca olvidaría el día en que Jacob le dijo que quería romper el compromiso. En el instante en que Jacob fue a Twilight's y pidió hablar con Bella, ésta supo que algo estaba mal. Trató de dispersar la tensión al charlar de las damas de honor y de los arreglos florales, mas Jacob la interrumpió.
—No quisiera lastimarte por nada del mundo —comentó con sinceridad.
—Jacob, nunca podrías herirme —era una mentira pues ya lo estaba haciendo.
Entonces, él le dijo que no podían casarse. No mencionó el nombre de Leah, aunque Bella ya sabía que estaba enamorado de ella. En vez de aceptar la decisión de Jacob, insistió en que estaba equivocado, que estaban hechos el uno para el otro. Trató de convencerlo de que, si se daban un poco de tiempo, él se daría cuenta de su error y querría casarse con ella. Bella sería paciente porque lo amaba mucho. De la mejor manera, Jacob le dijo que el tiempo no cambiaría sus sentimientos. Se fue, aunque ella le suplicó que se quedara. En la semana que siguió, Bella sintió que vivía como una sonámbula. Todavía no empezaba el año escolar, así que no pudo distraerse con nada.
Bella se enteró de que Jacob se fue a San Francisco poco después, para ir a una feria de caballos. En el fondo, Bella esperó que volviera con Leah y trató de aceptar que Jacob siempre la amaría.
Sin embargo, regresó solo al pueblo y nadie mencionó a Leah. Bella no supo qué pasó entre ellos. Se esperanzó y pensó que tal vez Jacob reanudaría su compromiso, que se casarían y vivirían juntos, como siempre lo soñó.
Jacob se concentró en su trabajo, hasta agotarse. Bella empezó a ir a Eclipse y trató de ser la amiga que Jacob necesitaba. Él no quería a Bella ni a nadie más... salvo a Leah.
Sólo entonces Bella comprendió que ella podía ayudar al hombre al que amaba. Le contó su idea a Edward, antes que a su padre. Edward y sólo Edward entendió y apreció su sacrificio. Cuando Bella no pudo contener más sus lágrimas, fue Edward quien la abrazó y quien se enorgulleció por la generosidad de su acción.
Bella, mientras charlaba esperando la cena, se dio cuenta de que fue Edward quien la ayudó a sobrevivir el momento más difícil de su vida.
Edward.
La pérdida de Jacob amenazó con destruirla mental y físicamente, Edward no permitió que eso sucediera. Bella lo consideró como un tirano con sus exigencias poco razonables y bromas pesadas. En ese tiempo, Bella se enfureció tanto con él porque se hizo cargo de su vida, que no se dio cuenta de lo que era obvio. Sólo ahora entendió y apreció su estrategia. Poco a poco, volvió a sentirse animada, recuperó las ganas de vivir y Edward fue el responsable de ello.
Se sulfuró con él, cuando debió estarle agradecida. Edward nunca dejó de ser su amigo... el mejor. Se apoyó en él en los días y semanas previas a la boda de Jacob y Leah, aunque nunca entendió todo lo que hizo por ella.
Volvieron a llenar las copas y Bella propuso un brindis.
—Por su felicidad —fue sincera. A Bella le dolió pensar que Jacob y Leah casi se perdieron uno a otro. Por su culpa...
Forks necesitó una bibliotecaria y con la ayuda de su padre, Bella convenció a los integrantes del ayuntamiento de que le ofrecieran el empleo a Leah Black. Cuando ésta desechó el ofrecimiento, Bella llamó a Leah y ambas lloraron por teléfono.
Así que Leah regresó a Forks y se casó con Jacob en octubre. El mismo mes en que Bella planeó casarse con Jacob.
Bella volvió al presente cuando él comentó:
—Leah te tiene una buena noticia —miró con gran orgullo a su esposa.
—¿De qué se trata? —Bella sintió curiosidad.
—Jacob no debió mencionarlo —Leah se ruborizó—. Todavía no es algo seguro.
—Leah, no estarás embarazada tan pronto, ¿verdad? Vaya, ¡qué maravilla! —exclamó Bella.
—No, no —se apresuró a rectificar Leah—. Apenas hace un mes que nos casamos.
—Es acerca del libro de Leah —explicó Jacob. Bella recordó que Leah escribía cuentos para niños. De hecho, estaba en camino hacia una conferencia de escritores cuando su auto se descompuso cerca de Eclipse.
—¿Acaso aceptaron uno de tus cuentos para publicarlo? —inquirió Bella con ansiedad.
—No exactamente —aclaró Leah.
—Un editor de Nueva York llamó por teléfono y pidió hacer unas cuantas revisiones, pero parecía entusiasta acerca del libro y habló de firmar un contrato cuando terminen las revisiones —Jacob entrelazó sus dedos con los de su esposa y parecía estar tan emocionado como si él mismo hubiera escrito el cuento.
—Leah, qué fantástico —Bella estaba contenta y orgullosa de su amiga—. ¿De qué se trata el libro?
—La historia gira alrededor de Star Bright y de la noche en que dio la luz a Nightsong; la narración se supone que la hace la potranca —explicó Leah.
—Ya sé que soy su esposo —intervino Jacob—, pero lo leí y no me importa decirte que el cuento es conmovedor. Cualquier editor que sepa bien su negocio, va a publicarla.
—Vamos, Jacob, no exageres.
—¿Cuándo sabrán si será editada? —quiso saber Bella—. Creo que nunca ha vivido un escritor en Forks. Charlie podría convencer al municipio para que haga un letrero y que todo el mundo se entere, Podrías convertirte en una atracción para los turistas. ¿Quién sabe qué podría resultar de todo esto?
Todos rieron, aunque Leah fue prudente:
—Podrían pasar meses antes que yo reciba noticias, así que no le pidas a tu padre que ordene algún cartel.
—Debiste verla el día que recibió la llamada —los ojos de Jacob brillaron con diversión—. Yo no sabía qué pasaba. Leah salió corriendo de la casa y empezó a gritar y a saltar.
—Es cierto que estaba un poco emocionada.
—¡Un poco! Vaya si fue un poco —Jacob miró al techo.
—Yo me hubiera portado igual —la defendió Bella—. Y tú también estás muy emocionado con todo esto, Jacob Black.
Lo admitió y luego charlaron de los premios que Jacob había ganado ese año en varias ferias y exposiciones equinas.
Minutos después, Emily anunció que la cena estaba lista y fueron al comedor. La cena fue animada y la conversación amena.
Bella temió ir a la cena en el momento en que Leah la invitó. Ahora le sorprendió mucho lo divertida que estaba. Había supuesto que ver la felicidad de Jacob y Leah sólo intensificaría su propio dolor; no sucedió así. Bella creyó que tendría que mostrar un buen humor forzado; en vez de eso, estaba contenta y relajada.
Confirmó que amó a Jacob con la inocencia de la juventud; pero ya no sentía lo mismo. Jacob y Leah se pertenecían uno a otro. La tierna relación que Bella compartió con él era parte del pasado. El siempre sería una persona especial pero la adoración que Bella sintió por él, quedaba relegada a sus fantasías de adolescentes.
Bella Swan era una mujer ahora.
No sabía cuándo ocurrió la transformación, pero así era. Bella luchó en contra de la metamorfosis porque un cambio siempre resultaba doloroso y difícil. Se dio cuenta ahora, por primera vez, de que toda la incertidumbre y el dolor, sirvieron de algo.
☙💗❧ 💗 ☙💗❧
—Aquí —se encontraba en la parte de atrás de la sala, guardando los libros de su padre. Cada noche hacía algo para despejar la casa principal para que Edward pudiera mudarse y ella salirse.
Se irguió y se arregló algunos mechones de cabello que escaparon de su banda roja. Tenía puestos unos viejos jeans y una vieja camisa; sin duda su aspecto era horrible. A pesar de eso, quería ver y hablar con Edward. Se limpió las manos en el pantalón, cuando él entró.
—¿Qué haces? —frunció el ceño y se quedó en el umbral.
—¿Qué crees? Estoy arreglando las cosas para la mudanza.
—Ya te dije que vivas aquí por lo menos hasta que acabe el año escolar —señaló después de un momento—. Creí que lo habías entendido.
—Sí, Edward. Lo que pasa es que esta es tu casa ahora... o pronto lo será y ya no tengo motivos para quedarme —por un momento, la inundó una oleada de incredulidad y tristeza al pensar en todo lo que perdió en tan poco tiempo. No podía caminar por la casa sin sentir pena por salir de ella. Pero la venta del rancho era parte de la nueva realidad a la que se estaba enfrentando.
—Claro que hay motivos para que te quedes —insistió Edward con impaciencia—. Este es tu lugar... aquí quiero que te quedes. ¿Esos motivos no bastan?
—De veras no tengo razones para seguir aquí —rió Bella—. No necesitas un ama de llaves, ni una cocinera. Eres totalmente autosuficiente. Y yo no quiero enfrentarme a todos los chismes que provocaría mi presencia —añadió con suavidad—. Soy un adulto, Edward, no necesito que alguien cuide de mí.
Edward quería discutir con ella. Bella podía sentirlo cada vez que respiraba. Sin embargo, cuando volvió a hablar, no fue acerca de la mudanza.
—Supongo que debo decirte lo de la tienda de abarrotes —su voz era controlada, aunque dura. Él se disgustó tanto como ella acerca del incidente.
—No... bueno, sí, supongo que me intriga la forma en que enfrentaste aquello. ¿Quieres café?
—Por favor.
Bella fue a la cocina y sirvió dos tazas. Le dio una a Edward y se sentó en el sofá de la sala. Se quitó los zapatos y se acomodó. Estar así con Edward era casi como en los viejos tiempos. Tantas veces charlaron así... Amigos. Confidentes. Compañeros. Tomó la taza con las dos manos aspirando el agradable olor del café.
—Anoche cené con Jacob y Leah —quería compartir sus descubrimientos con Edward.
—Sí, me enteré. Quiero que sepas que te puedes olvidar del asunto de Quil Ateara. No te preocupes más por eso.
—Gracias —murmuró y bajó la vista—. Tenía mucho que contarle a Edward—. Me divertí mucho en Eclipse anoche y te juro que no esperaba hacerlo.
—Te garantizo que el asunto de Ateara ya terminó. Bella no quería hablar de las apuestas de la boda. Eso la avergonzaba mucho y, como Edward lo aseguraba, era algo que pertenecía al pasado. Había cosas más importantes que discutir.
Desde la velada en Eclipse, Bella meditó mucho. Hacía algunas semanas, estuvo impaciente y brusca con Edward y sólo veinticuatro horas antes se percató de que debía estarle muy agradecida. El la ayudó a soportar las semanas más difíciles de su vida y hasta ahora ella lo empezaba a entender.
—Todo el día me preocupé por esa cena —empezó de nuevo—. Me preguntaba cómo podría sentarme a la misma mesa que Jacob y Leah... Lo logré. Edward no sé cómo decirte lo felices que son. En el fondo, yo sabía que así iba a ser y esperé sentir dolor. Pero sucedió algo increíble, maravilloso. Durante la cena, aprendí una valiosa lección acerca de...
—Bien —su respuesta fue cortante.
Bella dudó. Sabía que algo estaba mal, aunque no sabía qué le pasaba a Edward.
—¿Qué te ocurre?
—Nada. Preferiría que no habláramos de Jacob ni de Leah. ¿De acuerdo?
—Bueno... —estaba herida. Después de una torpe pausa, trató de charlar de nuevo—. Nunca vas a adivinar de quién recibí una carta hoy —si Edward no quería hablar de sus amigos, sacaría otro tema a colación que de seguro estimularía su interés—. De Mike Newton. ¿Te acuerdas de él?
—No voy a olvidarlo nunca —sonrió un poco—. ¿Qué te decía?
—Ha regresado a Port Ángeles y ha salido con su ex esposa. Al parecer, ella también ha sufrido mucho desde el divorcio. Es posible que vuelvan a vivir juntos.
—Esa es una buena noticia.
—Me pidió que te mandara saludar y que te diera las gracias —hizo una pausa—. No mencionó que debía agradecerte —esperó a que Edward le aclarara la cuestión.
—Hablamos una vez.
—Ah —se decepcionó.
—Le dije que perdía el tiempo contigo porque estabas enamorada de mí.
—¡Edward! —exclamó, escandalizada—. Por favor, dime que bromeas.
Él sonrió un poco y de nuevo se tornó distante.
—Edward, por favor cuéntame qué te preocupa —Bella ya no podía seguir ignorando su actitud.
—¿Qué te hace pensar que así es?
—No eres el de costumbre —algo en su voz la intrigó.
Edward estaba reservado, y distante. Después de la boda de Jacob, Edward insistió en que se casaran, y ahora la trataba sólo como a una extraña. Bella no sabía que pensar. Tomó un sorbo de café. Edward estaba sentado muy lejos con la mirada perdida. Sus ojos ya no tenían brillo de diversión que a ella le gustaba.
—Me iré del pueblo unos días, la semana próxima —aclaró de pronto—. Voy a buscar unas piezas con un vendedor en Nuevo México.
—¿Cuándo cerrará el banco el trato del rancho?
—Tu padre y yo firmamos todos los documentos un día antes que se casara con Sue —la miró a los ojos.
—¿Por qué no me lo dijiste? —su corazón estaba acelerado por la sorpresa—. ¿Por qué no me habló de eso mi papá? Yo no debería estar aquí ahora. Este es tu hogar. Tuyo. Lo compraste y pagaste...
—Bella —se frotó la nuca—. Puedes quedarte el tiempo que quieras. Si insistes en irte, está bien. Pero no hay prisa.
—Me iré... tan pronto como pueda hallar algo —se llevó las manos a las mejillas pálidas y ruborizadas al mismo tiempo.
—Bella, por el amor de Dios. ¿Por qué insistes en ser tan testaruda?
Ella negó con la cabeza, sin entenderlo tampoco. Todo lo que sabía era que esa casa, su hogar desde que nació, ya no pertenecía a su familia. A pesar de todo lo que dijera Edward, no podía quedarse en Twilight's y no tenía otro sitio para vivir.
Me alegra qud Bella ya no sufra por Jake, pero no avanza nada on Edward.
ResponderEliminarQue decir es una cabesota joderrrrrrrr sólo de los pensarlo me da dolor de cabeza a miiiiiiiiii jajajjaaj gracias mi hermosa súper ansiosa por leer un nuevo cap graciasssss gracias gracias
ResponderEliminarEs para matarlos.... Gracias por el capítulo
ResponderEliminarMe alegra saber que Bella está mucho mejor. Y disiento contigo, Ana, pues tanto la aptitud de uno como la actitud de otro es totalmente comprensible, cuando sólo hablan a medias o en una suerte de código morse que ninguno entiende.
ResponderEliminarParece que Bella es la que menos considera que puede llegar a tener algo con Edward, a pesar que él la quiere y por eso no le había dicho nada de la compra del rancho.... Que triste que no le haga caso!!!!
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Áaaaaaaaaaa al menos ya no está enamorada de jacob pobre ed jajaja
ResponderEliminarQue mujer más terca!!!!
ResponderEliminarNecia mujer...Gracias ...
ResponderEliminarQue mujer tan más terca .. y que bueno que edward se va ir a lo mejor así va sentir o va saber q si le hace falta a edward y que siente algo por el ,....💋❤❤
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