Solterona Empedernida 9

Pasaron dos semanas antes de que la inundación empezara a bajar, dos desesperantes semanas durante las cuales todo el mundo estuvo pendiente de salvar la numerosa manada. Rompía el corazón ver al ganado con el agua a media pata o agrupado en los trozos de tierra que habían escapado a la inundación.

Después de una llamada a Emmett, éste embarcó alimento para el ganado desde Tennessee y también envió trabajadores de otras tres propiedades que sacaron en camión al ganado de Forks, hasta que todo volviera a la normalidad. Fue una gran operación. Por supuesto, no sólo Forks estaba afectada, sino también propiedades vecinas y Bella se asombró de la ayuda que unos se prestaban a otros.

Fue entonces cuando Bella asumió el papel de coordinadora. Edward se negaba a dejarla prestar ayuda y eso provocó una escenita entre ellos. Aunque según el médico Bella estaba bien, Edward alegaba que podían hacerlo otras mujeres que no estuvieran embarazadas. Ella le decía que no era justo que se quedara sentada sin hacer nada mientras él estaba tan cansado, pero Edward le contestó que obedeciera y no se preocupara por él. La señora Mallory dijo lo mismo, pero James Witherdale llamó ese mismo día para preguntar si le importaría manejar su radio y su teléfono móvil por la tarde.

―Tenemos una verdadera crisis en la frontera y creo que debería estar allí y no aquí sentado recibiendo llamadas, pero alguien tiene que recibirlas.

― James, me encantará, tú tráeme la radio y el teléfono.

―Espero que no le importe a Edward. Decidimos que uno de nosotros se encargaría de coordinar.

―Yo se lo plantearé a Edward. ¿Qué problema hay en la frontera?

―Un montón de becerros atascados en el barro.

Bella lo apresuró a hacer lo que debía y se instaló en el estudio de Edward donde encontró mapas de la propiedad, que colocó con cuidado a un lado del escritorio, con algunas notas de James. No vio esa noche a Edward, aunque lo llamó por radio un par de veces, pero ya avanzada la siguiente tarde, llegó a casa para quedarse sólo unas horas y no puso muy buena cara al verla en el estudio. Bella desconectó el teléfono móvil y le dijo.

―¡No dices una sola palabra, Edward Cullen!

―Bueno, iba a decir que has hecho bien, Bella, pero si no quieres que te lo diga ―se encogió de hombros. Bella le fulminó con la mirada―. Quizá tienes razón ―la abrazó.

―Edward...

Era la primera vez que la abrazaba desde la noche que habían visto a Ángela Weber y Bella se dio cuenta de que en ese aspecto nada había cambiado entre ellos.

―Lo siento ―murmuró Edward y la besó en el pelo―. Estoy sucio no debería haberme acercado.

―No, eso no me importa.

―¿Qué te pasa entonces?

―Nada. ¿No te importa que reciba las llamadas? Lo único que tengo que hacer es estar sentada en una silla.

―No sólo no me importa sino que estoy agradecido. Esto dejará a James libre para otras cosas.

―Tú no tienes que estar agradecido. Yo soy... parte de todo esto ahora, ¿no? 

―Sí, Bella y una parte muy especial, no lo olvides. 

―Edward...

―Sé lo que vas a decirme. Necesito un baño. También quiero dormir un poco. ¿Me despiertas a las siete y media?

―Edward, ¿sólo vas a dormir tres horas? 

―Ya sabes que no necesito dormir mucho. 

―Bueno.

―Gracias señorita. ¿Puedo retirarme, señorita?

Bella decidió no despertarlo cuando lo vio tan profunda y pacíficamente dormido, pero justo antes de las siete y media llegó una llamada para decirle que estaba por llegar un tren para recoger ganado, al que no esperaban hasta la siguiente mañana, así que Bella tuvo que despertarlo. Edward dio media vuelta en la cama cuando Bella le tocó en el hombro desnudo. Murmuró algo, tiró de ella para que se tumbara a su lado y empezó a besarla.

―Edward, Edward ―dijo unos momentos más tarde, sin aliento―. Esto me encanta, pero tú me pediste que te despertara ―dijo. Edward apoyó la cabeza en su pecho. ―. ¿Estás despierto?

― Por supuesto. Soñaba con poder hacer esto, sobre todo cuando no lo hemos hecho desde hace... ¡ya he perdido la cuenta de cuántos días!

― Bueno, no estoy segura de que podamos seguir ahora.

―¿Por qué? ―Bella le contó lo ocurrido y Edward apartó las sábanas y se levantó―. Tienes razón. Desgraciadamente, los animales que van a recoger están cada vez más débiles. Cuanto antes se vayan, mejor.

Bella se sentó en la cama y lo observó vestirse con tristeza.

―¿Qué pasa, Bella?

―Nada. ¿Cuándo va a terminar lo de la inundación? ―preguntó sombría.

―Creo que ya no va a continuar lloviendo, pero aun así, el agua tardará algún tiempo en bajar. No sé, Bella. Quizá pase mucho tiempo hasta que todo vuelva a la normalidad, pero supongo que lo bueno de todo esto es que la próxima estación será buena. ¿Te está resultando difícil?

―No... sí. Quiero decir que para mí es más fácil que para cualquiera, no estoy haciendo nada... Pensaba en ti.

―Bueno, yo soy muy fuerte ―contestó contento―. No te preocupes por mí. ¿Cómo crees que se está tomando todo esto el heredero?

―Bien, aunque me obliga a perderme el desayuno con monótona regularidad.

―Pero al parecer, el síndrome de la pérdida del desayuno no dura mucho.

Bella rió entre dientes.

―¿Y quién te ha dicho eso?

―La señora Mallory. Dice que estás floreciendo. 

―Eso es lo que dice ella, pero lo que estoy haciendo es engordar, tengo el presentimiento de que voy a terminar como un saco con patas.

―Espero que eso no te haya hecho perder las ganas de formar una familia.

―Edward ya sabes todo lo que ha sucedido desde... ―se llevó una mano al vientre― y la verdad es que no he podido pensar mucho en eso.

―Lo sé ―murmuró―, pero me gustaría saber si odias la idea y por eso no piensas en eso.

―No. Pero me cuesta ser consciente de que pronto voy a ser madre. Quizá una vez que empiece a florecer, como dice la señora Mallory, todo vuelva a su sitio.

Edward la miró fijamente y dijo algo que sorprendió a Bella.

―¿Por qué no invitas a tus antiguos alumnos para que vengan a tomar el té mañana por la tarde? Estoy seguro que te encantará y que ellos estarán felices.

―¿De verdad puedo hacerlo? ―preguntó ansiosa.

―Hazlo, señora Cullen, pero no te excedas.



Las semanas pasaron y la inundación cedió, dejando que la tierra se secara y lentamente las cosas volvieran a la normalidad, incluido su matrimonio. Edward pasaba mucho tiempo fuera y, en una de sus ausencias, cuando Bella llevaba tres meses de embarazo, se despertó sintiéndose extraña y pocas horas más tarde, antes de poder localizar al médico o a Edward, sufrió un aborto.

De hecho no vio a Edward hasta que fue conducida al hospital más cercano en helicóptero.

―Bella, por Dios, lo siento ―le dijo Edward desesperado, cuando entró en el hospital.

―Yo también ―susurró Bella con la garganta seca―, pero no ha sido culpa tuya.

―Quiero decir que siento no haber estado allí y que hayas tenido que pasar por todo esto tú sola.

―Quizá me lo merecía ―lloró.

―¿Qué demonios quieres decir?, ¿qué estabas haciendo?

―¡Nada!, ¡nada!... pero ―rompió a llorar.

―Por favor, Bella, no llores así ―al cabo de un rato, Bella se tranquilizó―. Ahora dime lo que has querido decir.

Pero Bella no podía confesar la verdad ante nadie. Le había resultado imposible creerse que iba a ser madre. Era como si le estuviera sucediendo a otra persona, no a Bella Swan, que nunca debería haberse dejado arrastrar a un matrimonio sobre el que tenía tantas dudas y que se había quedado embarazada antes de poder asimilar su situación.

― ¿Bella?

―Oh, Edward, no sé.

―Es normal que estés confundida ―dijo Edward mientras le acariciaba el pelo―, pero el médico ha asegurado que se trataba de uno de esos embarazos que no están destinados a llegar a su término. En otras palabras, podrás quedarte embarazada otra vez y hasta formar un equipo de criquet con bebés.

―Bueno, esas son buenas noticias ―contestó Bella, poco convencida.

Bella se quedó en el hospital una semana, pero todavía estaba pálida y decaída cuando volvió a Forks. Cuando Edward le sugirió que pasaran unos días en la costa para que acabara de reponerse, antes de volver a casa, se negó, principalmente porque temía quedarse a solas con él, pero también porque la Operación Arca de Noé iba a suspenderse. El verano, lleno de sol, había obrado milagros en Forks y el ganado estaba volviendo, así que Edward necesitaba estar allí.

La Navidad ya estaba cerca y Rosalie, Emmett y los chicos iban a pasarla con ellos, lo cual también ayudó a convencer a Edward. Otro de los argumentos que dio Bella, no fue tan convincente:

―El médico me ha dicho que no deberíamos... es decir ―se interrumpió, se sentía incómoda.

―Dilo, Bella.

―Que no deberíamos tener relaciones íntimas durante unas semanas.

―Lo sé.

―¿Te importa? ―mordió su labio.

―¿Por qué habría de importarme?

―Bueno...

―Por supuesto que no me importa mientras estés en proceso de curación. No soy una bestia insaciable o un monstruo.

―No he querido decir eso, pero tu tono me ha parecido un poco extraño.

―Bella, olvídate de todo lo demás. Tú concéntrate en curarte, en ponerte bien y contenta.

―Bella ―dijo la señora Mallory―. ha abortado usted hace sólo tres semanas. ¿Quiere sentarse y dejar de hacer esas cosas? He preparado comida hasta para cincuenta personas, así que tengo experiencia. Aquí sólo van a cenar seis, y además el señor Edward se va a enfadar mucho si al volver a casa la ve toda cansada y pálida.

Edward había tenido que ir de viaje para arreglar unos negocios por primera vez desde que ella había salido del hospital. Una noche en Seattle y una en Tennessee, le había dicho.

―Pero ayuda estar ocupada ―replicó Bella.

―¿Ayuda a qué? Es natural que se sienta así, pero los médicos le han dicho que podrá quedarse embarazada otra vez, así que olvídese ya de eso. Tiene un marido maravilloso y espero que no sea tonta y esté preocupada por esa gata de ojos verdes. Él terminó con ella, ¿qué más quiere?

―No... no es eso.

―Entonces deje de preocuparse por trivialidades y empiece a comer bien Bella Cullen

― Señora Mallory. Le agradezco su interés, pero le agradecería más que se metiera en sus propios asuntos.

Sin embargo, sus palabras no tuvieron el efecto deseado, porque la señora Mallory dijo en tono complaciente.

―Así está mucho mejor.

Bella apretó los dientes y se marchó.

Cuando Edward llegó a casa, fue evidente que no estaba de buen humor. Cuando Bella oyó el helicóptero, habría bajado para recibirlo, si no hubiera estado preparando un pastel, que era lo único que la señora Mallory le permitía hacer. Antes de bajar tuvo que meter el bizcocho en el horno y lavarse sus manos. Cuando terminó, lo oyó hablando por teléfono muy enfadado.

―Se lo he dicho ―comentó la señora Mallory mientras ambas escuchaban lo que le decía a James Witherdale.

―Ni siquiera ha venido a decirme que había llegado ―protestó Bella.

―Bueno, está algo enfadado. La verdad es que me alegro de no ser James.

―Pero no es justo. Él trabajó muy duro durante la inundación.

―Mire Bella, esas cercas que no ha arreglado están haciendo falta desde la inundación y es vital que las coloque.

―Pero James no tiene la culpa. Ayer se estaba tirando de los pelos porque el alambre que ha encargado no había llegado.

―Yo no me preocuparía mucho por eso ―dijo la señora Mallory.

―¡Hace un momento me ha dicho que se alegraba de no ser James!

―Tal vez ―la señora Mallory esbozó una enigmática sonrisa―. Si yo fuera usted, dejaría que el jefe hiciera su papel. Se le da muy bien.

―Según, usted, él nunca se equivoca, ¿verdad?

―Sí se equivoca, pero no mucho; por lo menos no más que usted.

Bella contestó exasperada.

―Ya hemos hablado antes de esto, señora Mallory, creo que deberíamos dejarlo.

―Como usted quiera, Bella.

Bella entró de nuevo al estudio. Edward estaba de pie asomado a la ventana y de espaldas a ella. Lo notó tenso. Se volvió cuando la oyó entrar.

―¿Cómo estás? ―le preguntó a Bella.

―Bien ―tartamudeó.

―Supongo que me has oído hablar por teléfono y has venido a investigar. Lo que pasa es que me he puesto furioso al ver que todavía no habían arreglado las cercas.
―Lo sé ―repuso Bella―. James me lo dijo, pero resulta que no han traído el alambre.

―Entonces debería haber cancelado el encargo y haberlo comprado en otro lado. Bella, ven aquí, no voy a morderte.

Bella cruzó lentamente la habitación, pero el teléfono volvió a sonar y Edward contestó después de hacer una mueca. Entonces, Bella repuso con una débil sonrisa.

―Te dejaré con tu llamada. La cena estará lista dentro de media hora.

Mientras se cambiaba para la cena, pensó que Edward no sólo estaba molesto por lo de las cercas. Durante la cena, la señora Mallory volvió al ataque como si la vida no fuera lo suficiente complicada.

―Hice que su esposa se acostara después de la comida, señor Edward.

―Bien hecho, señora Mallory.

―Sabía que se alegraría.

―Gracias, señora Mallory ―dijo Bella secamente― Por favor no se moleste en esperarnos. Yo puedo servir la cena.

―¡Oh, ya me voy, Bella! y se esfumó.

―¿Qué pasa? ―Edward preguntó―. ¿Os habéis peleado?

―Estoy un poco disgustada.

―¿Por qué?

―Porque a veces tengo la sensación de estar viviendo en una pecera.

―Antes no pensabas así.

―Vivía una vida muy sencilla... bueno... hasta― se interrumpió bruscamente.

―Hasta que yo te compliqué las cosas.

Bella desvió la mirada y suspiró de pronto.

―Edward, me has ayudado mucho. No sé cómo agradecértelo y lo siento. Supongo que sabes de qué te estoy hablando.

―Bella ―dijo lentamente―. También era mi hijo. Lo que quiero decirte es ―continuó y frunció el ceño― . no hay nada extraordinario en compartir este dolor contigo. Soy parte de ello y, aunque nunca he podido compartir la experiencia física, puedo tratar de aliviarte tu carga emocional aunque, no estoy muy seguro de hasta qué punto ha llegado a afectarte.

―¿Qué quieres decir?

―Quiero decir que necesito que me digas todo lo que sientes y si hay algo más para que pueda comprenderte.

―No. Los médicos me dijeron que me sentiría desubicada durante algún tiempo.

―Sí, pero no te culpas por ello, ¿verdad? Tú nunca me explicaste por qué dijiste que te lo merecías.

―Yo... no sé ―tartamudeó―. Quizás me preguntaba si hubiera podido hacer algo para prevenirlo, creo que debió ser por eso.

―De acuerdo, mira, si crees que es demasiado problema que vengan a pasar la Navidad Rosalie y su familia, puedo decirles que no estamos en condiciones de recibirlos.

― ¡No! ― protestó―. Sólo falta una semana para Navidad y yo estoy muy bien.

Y a partir de la mañana siguiente se esforzó por demostrarle a todo el mundo que estaba bien.

Su cuñada y familia llegaron la noche de Navidad.

La casa estaba decorada y un hermoso árbol rodeado de regalos adornaba el salón. Algunos de los regalos los había hecho Bella y otros habían sido comprados por catálogo. Rosalie llevó más regalos y Sally y Ben especularon excitadamente sobre el conjunto de éstos, pero se les prohibió tocarlos y entonces se fueron a buscar a sus viejos amigos.

Aquélla, pensó Bella, era una familia feliz. Se habían reunido con todos los empleados y sus familias bajo los árboles que había frente al almacén de la maquinaria y estaban cantando villancicos a la luz de las velas para recibir a Papá Noel. Miró a su alrededor y descubrió que incluso a ella le tranquilizaban las voces y los rostros iluminados por las velas.

De pronto, llegó Papá Noel en un caballo en lugar de un trineo tirado por renos. Bella observó a Bree, de la mano de su esposo y a Riley Witherdale, que había vuelto a casa para las fiestas; después observó conmovida a Jacob, el buscador de ganado que le había encontrado el día que se había torcido el tobillo. Todos cantaban con sincero entusiasmo. La señora Mallory tenía a Sally sobre sus piernas y Edward estaba apoyado en un árbol y también parecía más relajado. Él, obviamente, era el eje sobre el cual giraba Forks.

Bella pensó que los amaba; que amaba la vida y que no debía torturarse porque Edward no pudiera darle todo su corazón; que debía dejar de pensar que había perdido a su hijo; que debía tener en cuenta las sensata palabras de la señora Mallory y creer que él había terminado con Ángela Weber.

―¡Bella! ¡Mira lo que me ha traído Papá Noel

―Ben le estaba enseñando un camioncito y, por un momento, todas las miradas se fijaron en ella.



―Estoy loca ―dijo Rosalie al día siguiente mientras comían pavo, jamón y pudín de Navidad―. Todos los años prometo que al siguiente comeremos ensaladas y cosas por el estilo.

―Y cada año cambias de opinión y dices que no será lo mismo sin la comida tradicional ―repuso Emmett.

―Bueno, no sé mucho de esas cosas ―Edward le dio a Bella la mano―, pero mi esposa y yo vamos a hacer lo único sensato que se puede hacer en este momento: echarnos la siesta.

―¡Bravo! ―dijeron Emmett y Rosalie a coro y se miraron el uno al otro.

―No ha sido mala idea, ¿verdad? ―preguntó Edward, tiempo después.

La habitación estaba oscura y fría. Bella estaba tumbada en los brazos de Edward y ambos cubiertos por una sábana. Ella se había puesto un camisón, porque Edward había comentado que si iban a dormir debían hacerlo con propiedad. Él no se había puesto nada.

―En absoluto ―dijo tranquila―. Edward...

―Lo sé. Tenemos que esperar a que tú estés en condiciones de reanudar nuestras relaciones íntimas. Esperaré.

A la mañana siguiente, Ben sacó un bultito de dibujos que había llevado de Tennessee para enseñárselos a Bella.

―Mira, Bella ―dijo muy serio. Estaba tumbado en el suelo boca abajo, con los pies en el aire y la barbilla apoyada en las manos. Bella se sentó a su lado―. No he olvidado lo que me enseñaste.

―Ya lo veo, Ben. Son muy buenos. Ya veo que dibujas a la gente mucho mejor ―señaló las figuras―. Estás convirtiéndote en un auténtico profesional ―puso un dedo sobre el grabado infantil que era su firma. ― ¿Quiénes son estos?

―Tío Edward y tiíta Ángela. Se quedaron en Tennessee hace dos semanas ―dijo vagamente―. Mira, ésta es Sally y éste es Robbo, el perro. Tío Edward le tira palos para que los traiga. Yo estaba con ellos pero no me dibujé y éstos ―puso otro dibujo en las manos de Bella― son mamá y papá discutiendo, pero no muy fuerte, sólo... sólo riñen un poquito ―la miró.

―Qué dibujos tan buenos, Ben ―dijo intentando disimular su turbación.

Todo encajaba perfectamente. Recordó la tarde que Edward había llegado a casa después de haber pasado una noche en Tennessee; estaba muy molesto. Bella recordó su mirada y también, de pronto, que era la misma que había visto en sus ojos la noche que habían visto a Ángela en el Sheraton Mirage.

―¿Bella? ¿No me oyes? ―preguntó Ben.

―Lo siento, Ben ―murmuró―. ¿Quién es éste...?




―Edward, ¿te importaría que fuera al médico un día antes?

―¿Por qué? ¿Hay algún problema?

―No ―dijo con calma―. Es que el día que tengo la cita será el cumpleaños de Seth Clearwater. Tenemos que celebrarlo en la escuela.

―No importa, pero ese mismo día, el Comité Parlamentario de Ayuda a la Inundación va a venir a Forks.

―¿Pero querrán verme a mí?

―No, pero sí a mí.

―Bueno, podría llevarme alguien en el helicóptero. No hace falta que vayas tú, no va a haber ningún problema ―dijo y frunció el ceño―. Es solo pasado mañana.

―Sí.

―Aunque yo preferiría ir contigo ―dijo―. Sin embargo ―apoyó las manos en sus hombros y la hizo volverse hacia él― , y en vista de tu bien conocida dedicación a tus alumnos, adelante.

―Gracias ―contestó Bella con el corazón destronado.




6 comentarios:

  1. Carajo siempre hay algo que desilusiona esta unión cuando hay algo que lo pega y viene un uracan y se lleva todo a su paso el bebé 😢😢😢y ahora el enterarse que Edward habloooooo con su exxxxxx entonces gracias hermosa y yo creo que el propósito de isabella es hacer algo para no tener un bebé pronto 😢😢😢😢oooooooo me fui a los extremos jajajajaja

    ResponderEliminar
  2. Celos
    malditos celos
    porqué me matan
    si no hay razón

    ResponderEliminar
  3. Aghh por qué Edward no fue capaz de contarle donde había estado??? Tal vez no haya querido molestarla y ahora esta mucho más desilusionada.... es muy triste que tenga que enterarse por el niño que por Edward, mucho más después de perder a su bebé...
    Besos gigantes!!!
    XOXO

    ResponderEliminar
  4. YO,no entiendo que clase de matrimonio tienen. Edward, no parece que la quiera
    y tampoco le hace mucho caso,

    ResponderEliminar
  5. Pobre Bella, qué hará ahora, enfrentará a Ángela y a Edward para que sean sinceros con ella? ¿Por qué esa mujer sigue en la vida de Edward, sólo porque es amiga de Rosalie?

    ResponderEliminar
  6. Zorra hdsm y este q no le dice nada enterarse x el niño esto no se ve bien 😖 gracias

    ResponderEliminar