26 de enero de 2017

Actualización Amarga Posesión





—Te deseo ahora, Edward —admitió con ingenuidad—. Te deseo tanto que no puedo soportar negarlo. Lo que pasa es que…

—Te amo… —la calló tiernamente.

—Ah, y yo te amo a ti —replicó, sonriendo generosamente. Él no hablaba en serio, claro. Quizá lo decía para ser amable, pero no importaba; se escuchaba maravillosamente murmurado de modo tan gentil cerca de su oído.

—Creo que será mejor que nos casemos, ¿no? —susurró él con más suavidad aún—. Así no tendrías que decir no otra vez.


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