26 de febrero de 2017

Actualización ADB



Después de ponerle la inyección, el doctor Cullen cubrió el pinchazo con un algodón que, a su vez, sujetó con un esparadrapo.

—Tu marido debería saber lo que te pasa —murmuró, apretando su mano—. Para que sepa cómo debe actuar cuando ocurra.

Bella no pudo contener las lágrimas.

— ¿Por qué… por qué tiene que pasarme esto? ¿Y por qué ha tenido que pasarme hoy?

—Cariño, no pasa nada. Hoy solo es un día más entre un montón de días maravillosos. Ya lo verás.

—Ya, claro. Y el dolor me hace más fuerte —dijo entonces ella, con amargura.

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