—Hola, papá —dijo la muchacha caminando hacia Lord Cullen para darle un beso en la mejilla—. Espero que no te importe, pero he convencido a Edward de que me lleve hasta Buford.
—¿Eso has hecho? —los dos hombres se miraron.
—Ya he terminado las cartas —explicó Edward.
—Edward no está aquí para que tú te diviertas, Rosalie —afirmó Lord Cullen mirando a su hija—. Él trabaja para mí, por lo tanto te sugiero que me preguntes antes de molestarle.
Mientras Bella trataba de entender esa desconcertante revelación, Rosalie decía:
—Pero, papá, yo quiero que Edward me lleve, me gusta ir con él, no seas malo, sabes que no puedo conducir.
Lord Cullen dirigió una mirada significativa a Esme quien para sorpresa de Bella, respondió:
—Sabes cómo son los jóvenes. Estoy segura de que Edward no des-cuidará su trabajo por eso, Carlisle. ¿Por qué no los dejas ir? No los puedes tener siempre encadenados.
—¡Tiene razón! —exclamó Rosalie mirando a Esme con agradecimiento—. ¿Por qué no me puedo divertir un poco? Además, Edward me ha prometido...
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