Ardiente Corazón - Capítulo 10

Bella tuvo mucho tiempo para pensar acerca de las cosas que le había dicho Edward, ya que durante los días siguientes, cuando no estaba en el hospital visitando a Esme o en la casa, tratando de evitar los intentos de Jasper de profundizar la relación, pasaba mucho tiempo sola. Dos cosas rondaban su mente: la supuesta relación de Esme con Lord Cullen, y su continua interferencia en los asuntos de Esme y Edward.

Resultaba difícil recordar los momentos vividos en la biblioteca sin tratar de encontrarles algún sentido. Sin embargo, Edward sólo podía estar utilizándola para humillar a Esme. ¿Qué otra razón podía tener, ya que seguía viviendo en la casa como si tuviera todo el derecho a hacerlo? Él no la amaba... a ella, a Bella, y ésta se negaba a pensar en algo más profundo.

Durante los primeros días de la enfermedad de Esme, Edward la evitaba o la miraba con malevolencia las pocas veces que se encontraban, era evidente que estaba enfadado con ella. No le dirigía la palabra a menos que Bella lo hiciera primero, y cuando la joven le preguntaba algo relacionado con Esme, se negaba a hablar de ella. Para él, la relación existente entre los dos había terminado, y en muchas ocasiones Bella no pudo evitar un extraño sentimiento de desolación.

«Si las cosas hubieran sido diferentes», pensaba. «Si lo hubiese conocido en casa de los Cullen, como ayudante de Lord Cullen y no como el amante de mi tía...»

Esme, por su parte, se recuperaba rápido, y quería saber qué había declarado Bella al sargento Black, pues tenía su propia visión del accidente para añadir en su defensa:

—Te pudiste haber matado. ¿Te das cuenta de eso? —preguntó, y Bella pensó con afecto que era muy típico de Esme pensar en los demás y no en sí misma.

—Yo no corrí ningún peligro. Fue un accidente con suerte. Te alegrará saber que el conductor del otro coche ya está fuera del hospital. Afortunadamente nadie ha sufrido heridas serías.

—¿Y qué me dices de mí? ¿Cómo puedes decir eso cuando yo sigo aquí, indefensa?

—Sí, claro, aún estás muy débil, pero pronto volverás a casa. Los médicos han dicho que el conductor del otro coche se salvó de milagro.

—¿Milagro? —repitió Esme, molesta.

—Querida Esme, no lo estoy defendiendo. Sólo trato de hacerte ver que pudo haber sido peor.

—Lo sé. Te pudiste haber matado. Pero por suerte sigues viva y tan bonita como siempre —la miró un rato y después añadió—: Pero te veo un poco cansada, querida. Tienes ojeras. Espero que no te sigas preocupando por mí.

—No, no —respondió Bella, pero al darse cuenta de su ambigüedad, añadió—: Hemos estado muy preocupados, pero ahora que te vemos tan recuperada estamos más tranquilos.

—¿No es por Edward, ¿verdad?

—No —afirmó Bella jugueteando con un borde de la sábana—. Como ya te dije estuvimos muy preocupados y, como sabrás, él más que ninguno.

Resultaba difícil hablar de Edward teniendo presente a cada momento la antigua relación de Esme con Lord Cullen.

—Sí, Edward se mostró preocupado, y eso me alegró.

Bella bajó la cabeza y no respondió, por lo que su tía continuó diciendo:

—¿No ha tratado... de... digamos... influenciarte de alguna manera, aprovechando mi estancia en el hospital?

—¿Influenciarme? ¿Cómo? ¿De qué manera?

—Pues... en contra mía. Supongo...

—No.

A pesar de la negativa de Bella, Esme prosiguió:

—No me gustaría pensar que puedes creer cada palabra que te diga. Conozco a Edward. Sé lo celoso que puede llegar a ser, y si pensó...

—Hemos hablado muy poco —interrumpió Bella—. Él está fuera de la casa casi todo el tiempo, y prácticamente no le veo.

—Qué bien.

La joven guardó silencio, y evidentemente su tía lo interpretó mal, por lo que la siguiente pregunta la cogió desprevenida.

—¿No te ha hablado de mí y de Carlisle Cullen? Pensé que lo haría, sobre todo después de lo de la cena. Vamos, Bella. No me digas que estás asombrada. ¿Acaso no perteneces a una generación que acepta esas cosas?

—Yo… yo... —Bella no encontraba qué decir. ¿Por qué Esme había sacado esa conclusión? ¿Por qué había pensado que Edward tenía algún motivo para discutir su vida con ella?

—Por favor, Bella, no te muestres tan sorprendida. Lo que hice estuvo mal, pero Dios sabe que lo he pagado de una manera o de otra.

Bella estuvo tentada de preguntar cómo, pero se alegró de haberse quedado callada cuando Esme siguió diciendo:

—Tú no sabes lo que he sufrido todos estos años, viendo crecer a la familia de Carlisle, y sabiendo que él nunca me permitiría formar parte de la misma. Se negó a casarse conmigo, incluso después de la muerte de Elizabeth. Dijo que no sería justo para sus hijos —movió la cabeza de un lado a otro y los ojos se le llenaron de lágrimas—. ¿Qué me importaban a mí Jasper y Rosalie? ¿Acaso yo no tenía también derechos?

Bella se dio cuenta de que su tía estaba perdiendo el control, y trató de calmarla cogiendo una de sus manos entre las suyas. La mujer pareció tranquilizarse un poco, pero sin soltar la mano de la joven, añadió:

—Entiendes, ¿verdad, querida? Yo era muy joven y muy tonta. Estaba segura de que Carlisle pensaba divorciarse, de lo contrario nunca hubiera...              

—Por favor, no hablemos más de eso. No es cosa mía la vida que hayas decidido hacer.

—Sabía que pensarías de esa manera. ¿Cómo no iba a ser así, cuando sé que encuentras a Jasper tan atractivo como yo encontraba a su padre? —hizo una pausa dando tiempo a que Bella tratara de entender este nuevo giro de la conversación y después prosiguió—: Sólo que tú tienes más suerte de la que tuve yo. Jasper no está casado, y cuando me ha venido a ver esta mañana, me ha hecho entender con toda claridad lo interesado que está en ti.

—¿Jasper te ha venido a ver esta mañana? —preguntó Bella.

—Sí, me ha venido a ver varias veces desde la noche de la fiesta. Creo que en realidad quiere saber lo que yo pienso sobre vuestras relaciones.

—Nuestras relaciones —Bella se daba cuenta de que debía parecer muy tonta, pero según ella tenía entendido, entre ella y Jasper no existía ningún tipo de relación, al menos no por el momento.

—No trates de hacerme creer que no te has dado cuenta del interés que tiene en ti —dijo Esme impaciente—. Me ha dicho que te ha llamado varias veces desde la noche de la fiesta.

—Sí, eso es verdad, pero aún no nos hemos visto.

—Eso me ha dicho. También me ha contado que tú le habías dicho que mientras yo estuviera en el hospital, no querías salir.

—Es verdad.

—Pues yo quiero que lo hagas.

—¿Quieres qué haga qué?

—No seas tonta, Bella. Deseo que aceptes la invitación de Jasper la próxima vez que te llame. No hay razón alguna para que te preocupes por mí. Como tú misma has dicho, ya estoy mucho mejor, y sé que me curaré más rápido si sé que te estás divirtiendo.

—¿Quieres que salga con Jasper? —preguntó Bella sentándose en una silla junto a la cama de su tía.

—Por supuesto.

—Pero él está casi comprometido.

—¿Quién te ha dicho eso?

—No lo recuerdo bien. Creo que fue Rosalie.

—Claro, ella. Alice Brandon es su mejor amiga. Ella y su padre han hecho todo lo posible para que Jasper le proponga matrimonio.

—Y tú quieres arruinarles el plan —respondió Bella en voz baja, recordando las palabras de Rosalie.

—¿Quién te ha dicho eso? No me lo digas, sé que fue Edward. ¿Él te ha estado contando cosas, no es así? ¿Qué otras mentiras te habrá dicho?

—No ha sido Edward —Bella defendió al hombre, aunque estaba segura de que Esme no la creería—. Es una impresión mía, nada más. ¿Acaso si saliera con Jasper no estaría haciendo exactamente eso?

—Tu amistad con Jasper es asunto de él y tuyo, y no tiene nada que ver con Rosalie, con su padre o con Edward. Y menos con Alice Brandon.

—No me gustaría causarle problemas a nadie —protestó Bella.

—Oh, no seas tonta. La única persona a la que traerás problemas si persistes con esa actitud es a mí. Por Dios, querida, eres mucho más apropiada para el papel de señora del feudo que la insípida Alice Brandon.

—Espera un momento... —protestó Bella—. Sé que él estuvo muy amable conmigo en la fiesta, pero eso no significa...

—¿Por qué no?

—Porque todavía es, demasiado pronto para pensar siquiera en algo semejante. Apenas le conozco y él tampoco me conoce.

—Le gustas, le gustas mucho.

—¿Cómo lo sabes?

—El me lo confesó.

—Quiere decir que estuviste hablando de mí con él.

—Yo no tuve que hacer nada. Fue él quien estaba impaciente por decirme lo que sentía por ti.

—Creo... que estás exagerando —afirmó Bella, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—No, no lo estoy —esa vez fue Esme la que cogió la mano de Bella entre las suyas—. ¿No es excitante? Imagínate que mi sobrina llegara a ser la próxima Lady Cullen. ¿Has pensado en eso?

Bella pensó en ello durante todo el camino de vuelta a la casa, y contrariamente a las expectativas de Esme, la idea se le hacía absurda. No porque Jasper le resultara desagradable, era un muchacho amable y simpático, pero que Esme estuviera pensando ya en el matrimonio, la dejaba con la horrible sensación de que las palabras de Edward no habían carecido de fundamento. ¿Pero por qué razón hacía Esme todo esto? ¿Qué pensaba obtener? Y sobre todo después de la manera en que Carlisle Cullen la había tratado.

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Jasper la llamó esa tarde, y mientras se dirigía hacia el teléfono se iba diciendo que lo último que deseaba en ese momento era inmiscuirse en algún tipo de relación, pero con las palabras de Esme resonando en sus oídos, sintió la obligación de mostrarse amable.

Todo resultó mucho más fácil de lo que esperaba, ya que Jasper era un muchacho muy comprensivo, y cuando ella se negó a cenar con él, le propuso ir a visitarla al día siguiente, Bella no puso ninguna objeción a eso.

De hecho Bella descubrió que Jasper era agradable y entretenido, especialmente lejos de la influencia de su padre. Aceptó salir a cenar con él dos días después, y cuando se lo dijo a su tía, ésta se mostró satisfecha.

—¡Qué te dije! —exclamó sonriente.

Bella deseó poder compartir un poco su entusiasmo; pero por más que disfrutara de la compañía de Jasper, no lograba olvidar la razón por la cual salía con él. Fue debido a eso por lo que se dijo que en cuanto Esme saliera del hospital, ella tomaría sus propias decisiones. En realidad, tal vez fuera mejor para todos que regresara a Londres como había sugerido Edward una vez, y la carta que había recibido de Irina le pareció una buena excusa.

Su amiga parecía estar bastante deprimida. Una gripe muy fuerte la había dejado sin energía, por lo que no podía volver al hospital hasta estar totalmente recuperada, y los días se le hacían eternos. Leyendo entre líneas, Bella se dio cuenta de que Irina hubiera aceptado una invitación a pasar unos días con ella en casa de Esme, y si su tía no hubiera estado en el hospital, Bella la hubiese invitado. La alternativa era viajar a Londres para verla. ¿Pero cómo dejar a Esme?

Era un problema en el que estuvo pensando en todo momento. Ni siquiera las salidas con Jasper conseguían distraerla, y se sintió un tanto culpable una noche que él le preguntó si no lo invitaba a pasar para tomar una copa.

—Esta noche no, Jasper —contestó ella.

No deseaba volver a verle en unos cuantos días, y si Esme se molestaba por ello, lo sentía mucho. Además de esa manera, Jasper tampoco podría quejarse de haber sido alentado a que continuaran con aquella relación.

Después de echar la llave a la puerta, Bella dejó su abrigo en el perchero y empezó a subir la escalera. La casa estaba en penumbras y pensó que Carmen y Eleazar ya se habrían ido a dormir. Recordó la noche que se había creído la única despierta, y había encontrado a Edward en la biblioteca.

Tembló al sentir que se abría una puerta de abajo. Se detuvo esperando ver la expresión hostil de Carmen, pero al mirar descubrió que era Edward el que acababa de salir de la biblioteca. Estaba en mangas de camisa, y ella lo notó cansado, como si hubiera estado trabajando, pero la copa que tenía en la mano lo desmentía. 

—Baja —le ordenó indicando la biblioteca—. Quiero hablar contigo.

—Yo no quiero hablar contigo —respondió Bella, haciendo un gran esfuerzo para que no le temblara la voz—. Estoy cansada —añadió, dándole la misma excusa que a Jasper—. Si me disculpas…

—Yo también estoy cansado —respondió él dirigiéndose hacia la escalera—. Pero estoy decidido a terminar con esto ahora mismo, no importa en qué estado te encuentres.

—Preferiría que lo que tengas que decir me lo digas mañana, cuando estés menos... menos...

—¿... intoxicado?—completó él la frase. 

—Enfadado —respondió Bella—. No me has dirigido la palabra en toda la semana, no creo que te pase nada por esperar unas cuantas horas más.

—¿Ah, no? —Edward estaba ahora al pie de la escalera y la miraba con frialdad—. ¿Bajas o subo? Para mí es lo mismo.

Bella titubeó. No deseaba hablar con él mientras estuviera de ese humor, y por otra parte, pensó que seguramente él no se atrevería a seguirla hasta su habitación.

—Si se trata de Esme, la he visto esta tarde. 

—No es nada que tenga que ver con ella. 

—Entonces, puede esperar hasta mañana. Además, yo también quería hablar contigo respecto a una carta que he recibido de una amiga.

—No. Ahora —afirmó Edward con energía. 

—Mañana, durante el desayuno, hablaremos. 

Edward empezó a subir la escalera para atraparla. La joven salió corriendo para encerrarse en su habitación. Cuando llegó a ella cerró la puerta, pero se dio cuenta de que no había llave. Apoyada en la puerta, trató de tranquilizarse y pensó que lo mejor sería olvidarse del tema. Edward ya habría vuelto a la biblioteca.

Después de quitarse el vestido, se metió en el baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes. Antes de salir se miró en el espejo y comprobó que seguía teniendo esa expresión de ansiedad y agitación. ¿Qué le pasaba que no podía mantener una conversación con Edward sin que la perturbara emocionalmente? Se quitó el pasador que le sujetaba el pelo y volvió a la habitación, sorprendiéndose al ver a Edward sentado sobre su cama.

Rápidamente se tapó los senos, y se sonrojó al comprobar que los pantalones que tenía puestos eran demasiado pequeños.

—Ve... vete —gritó horrorizada, pero Edward no se movió.

—Sabes bien que ya conozco tus senos —comentó él, y de inmediato añadió—. Ahora, por favor, deja ya de comportarte como una niña y escucha lo que tengo que decirte.

—Vete —insistió, avergonzada.

—Por el amor de Dios, Bella, deja ya de gritar. Trata de madurar un poco.

—¿Madurar? ¿Qué tiene que ver eso con el hecho de haber entrado en mi habitación por la fuerza?

—Corrección. No he entrado por la fuerza. He llamado primero, y como no contestabas he decidido entrar.

—Entras aquí a la fuerza —volvió a decir Bella ignorando la explicación—, te sientas en mi cama... y después tienes el cinismo de decirme que debo madurar.

Edward lanzó una maldición y se puso de pie. Bella pensó que se iba a ir, pero vio que cogía una bata de algodón que la joven había dejado sobre la cama y acercándose a ella, se la dio.

—Aléjate de mí.

Bella no podía mover las manos o descubriría sus senos, por eso le dio un puntapié. Iracunda, vio cómo Edward tiraba la bata y rápidamente la cogió entre sus brazos.

—Pequeña tonta. ¿Por qué no te puedes comportar como cualquier mujer normal?

—¡Dejándome seducir, supongo! —exclamó ella, mientras Edward la obligaba a bajar los brazos sujetándoselos detrás de la espalda. 

—Yo te he invitado a hablar en la biblioteca, pero tú has elegido tu alcoba. Ahora vas a pagar las consecuencias.

—¿Qué consecuencias?

—Creo que lo sabes muy bien —afirmó Edward, cogiéndola de la cintura y atrayéndola hacia sí.

Bella no pudo luchar, él la tenía atrapada y cuando sintió los labios de él sobre los suyos, experimentó una terrible debilidad y unas ganas locas de someterse.

—Sabes muy bien lo que quiero —dijo él—. Tú también lo quieres, me doy cuenta. Y Dios sabe que ya no puedo esperar, Bella.

—Debes... debes hacerlo. Edward, no podemos, no debemos. ¿Por qué no hablamos por la mañana?

—¡Al diablo con la conversación! —exclamó él mientras le acariciaba la curva de los senos. Bella tembló al darse cuenta de que su cuerpo le respondía, y no obstante intentó una última protesta con los ojos. Pero Edward le acarició el rostro y dijo—: Está bien. Dime que me vaya y lo haré. Pero no trates de hacerme creer que eso es lo que quieres, porque sé que no es verdad.

Bella movió la cabeza de un lado a otro. Todo hubiera sido más fácil si él la hubiera tratado de obligar, entonces hubiese tenido motivos para luchar. Pero así, con los ojos grises fijos en los de la joven, esperando una respuesta, no tenía fuerzas para echarle.

—¡Oh, Edward! —exclamó, abrazándole, y él, después de lanzar un gemido de satisfacción la cogió en brazos.

Las sábanas nunca habían sido más suaves que ahora contra su piel desnuda. O tal vez eso pensaba porque Edward estaba junto a ella, acariciándola con desesperación.

Bella esperaba que apagara la luz, pero no lo hizo, y al ver que se ponía de pie para quitarse la ropa, miró hacia otro lado.

—¡Esme! —protestó ella, al sentirle otra vez cerca, pero él la silenció con un beso apasionado.

—Olvida a Esme —ordenó Edward, continuando con sus caricias atrevidas.

—La luz... apágala.

—No, quiero contemplarte —respondió él—. Deseo acariciarte y quiero que me desees tanto como yo a ti.

Bella se dio cuenta de que le estaba correspondiendo a pesar de sus inhibiciones.

—Ahora —susurró él, besándola en la boca.

—¡Ahora! —gimió Bella sin tener mucha conciencia de lo que estaba sucediendo.

Había sido muy ingenua al no darse cuenta de lo que estaba a punto de suceder. No entendía cómo podía haber deseado que aquello sucediera. Pensó que jamás podría volver a mirar a Esme... ¿y todo para qué?, se preguntó con amargura.

Al sentir que Edward se movía, se puso tensa, y cerró los ojos para que él pensara que estaba durmiendo, pero un dedo sobre sus labios le demostró que todo era en vano.

—¿Me odias? ¿Nadie te explicó nunca cómo era?

—No es el tipo de tema que uno discute con los demás. Pero como ya ha pasado todo... tal vez ahora puedas irte.

—Bella, no he querido lastimarte... pero te prometo que no volverá a suceder...

—Yo me aseguraré de que así sea —ella se sentó en la cama, y cuando estaba a punto de poner los pies en el suelo, Edward la detuvo.

—Espera —le dijo cubriéndola con su cuerpo, pero Bella le arañó los hombros.

—¿Qué quieres ahora de mí? Ya me has seducido. ¿Acaso no es suficiente con eso?

—No. Bella... Bella... puede ser mucho mejor. Déjame enseñarte cómo se debe hacer el amor.

—¿Ahora? —la joven estaba horrorizada.

—Ahora —afirmó él, quitándole el cabello de la frente.

—No puedes...

—¿Por qué no?

—No quiero que me vuelvas a tocar.

—No quieres que te vuelva a lastimar —corrigió él—. Y créeme o no, tú también me has lastimado.

—¿En serio? —Bella estaba extrañada, pero de inmediato añadió—: Vete, por favor, quiero estar sola.

—¿Sabes que estoy tentado a tomarte la palabra?

—Ojalá lo hicieras —respondió Bella, mirando hacia otra parte.

—¿Hablas en serio?

Edward permaneció en silencio tanto tiempo que ella estuvo a punto de volverse para mirarle, y experimentó una extraña sensación en el estómago, al descubrir que lo seguía encontrando atractivo.

—Bella —murmuró él, impaciente—. Por el amor de Dios... —y de pronto, se levantó y fue hacia el baño.

—¿Adónde vas?

—A embriagarme —respondió Edward buscando los pantalones y sin tener conciencia de la velada invitación. 

Bella se puso de rodillas.

—¿Me odias? —necesitaba saber—. Me refiero a que estaba y estoy en un estado de pánico, lo sé muy bien. Pero de todas maneras acepto mi parte de... culpa.

—Culpa. ¿Sabes una cosa? No eres sincera.

—Edward, escúchame...

—¿Por qué habría de hacerlo? Tú no has querido escucharme...

—Edward, por favor.

—¿Por favor, qué?

Se paró junto a ella con los dedos a punto de subir el cierre del pantalón. Sin saber muy bien lo que hacía, Bella extendió una mano y retuvo la de él.

—¡Bella!

—No te vayas —suplicó la joven con voz temblorosa, dando paso a emociones demasiado fuertes como para ser controladas—. Quédate conmigo...

—Si me quedo contigo...

—Lo sé... debo estar loca...

—Me estás volviendo loco a mí —respondió Edward, pero cuando volvió a la cama con ella... resultó ser una locura muy agradable.


6 comentarios:

  1. Uff!! que enredo y Edward esta pasado de enigmatico---

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  2. Ahora Edward la seduce, se acuestan, pero todavía no entiendo la relación que tiene con Esme.... será que es su madre??? O quien es aue se mete en todo??? 🤔🤔🤔
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

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  3. Todo es un enredo jajaja Gracias !!

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  4. Esme no es buena, Es es su hijo, con el que no es que se lleve muy bien
    Ahora, ¿Bella se irá al conocer toda la verdad?

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  5. Espero que este nudo se desenrede...por que la verdad es muy confuso. Y ademas Bella se comporta como una niña que no sabe ni lo que quiere. Gracias por actualizar.

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  6. esto de verdad que es un nudo que espero que se desenrede... y ademas Bella parece una niña que no sabe lo que quiere.

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