Ardiente Corazón - Capítulo 9

Bella despertó con el ruido que hacía el whisky al caer dentro de un vaso. Abrió los ojos asustada y vio a Edward parado junto al bar.

De inmediato se dio cuenta de la forma en que estaba vestida. Después de quitarse el vestido sucio, había decidido que no tenía sentido volver a ponerse otro, por lo que encima del pijama color crema se había puesto una bata y había bajado a la biblioteca para esperar.

Edward seguía vestido, pero su aspecto había cambiado. Llevaba la camisa abierta, y la corbata en el bolsillo. Tenía aspecto de cansancio, la barba, un tanto crecida, le hacía sombra alrededor del mentón, y en la manga sobresalían varias manchas de sangre. A pesar de todo eso, Bella tuvo que reconocer que estaba igual de atractivo que vestido de etiqueta.

—Ibas a llamar por teléfono. ¿Has llamado? Seguramente no oí... me he quedado dormida.

—No he llamado —respondió Edward, observando el líquido que había en el vaso.                                                                
—¿Pasa algo malo? ¡Dios mío! —se puso de pie—. ¿Esme está peor?

—No, no, pero es bueno saber que has podido dormir con la conciencia tranquila. Necesitarás tener la mente despejada cuando el sargento Black venga a hacerte algunas preguntas.

—Siento mucho que pienses que no me importa. No tenía intención de dormirme. Recuerdo haber esperado y esperado... ¿Qué hora es?

—Casi la seis —respondió Edward, acercándose a la ventana para correr las cortinas dejando entrar los primeros rayos de luz.

—Las seis... y tú no has llamado. ¿Qué habrá estado pensando Carmen?

—No te preocupes por los Denali. Los Cullen han llamado cuando volvieron del hospital a eso de las dos de la mañana. Como ya estabas dormida no quisieron despertarte.

—Oh —Bella se ruborizó—.  ¿Qué habrán pensado de mí?

—Supongo que pensaron que estabas cansada. ¿No te interesa saber cómo está Esme en lugar de lo que pensaron los Cullen?

—Sí, por supuesto. Lo siento, soy tonta. ¿Cómo está Esme? ¿Ya ha recuperado el sentido?

—Hace poco más de una hora. Esperé hasta que eso sucediera para poder hablar con ella, pero estaba aún muy mareada y no recordaba nada.

—¿Pero cómo está? Tenía una herida en la cabeza...

—Tiene fractura de cráneo —explicó Edward y Bella contuvo el aliento—. Pero es leve, por lo que parece que no habrá complicaciones.                           

—Pero... ¿y la herida?                .

—Las heridas en la cabeza siempre parecen más graves de lo que en realidad son, porque sangran demasiado. Lo que produjo el daño fue el golpe, se debe haber abierto la cabeza contra el parabrisas.

—Sí —Bella se cubrió el rostro con las manos—. No debí dejar el coche en ese lugar, tendría que haber buscado otra forma de cerrar la reja.

—No seas tonta. No fue culpa tuya. En tal caso fue mía por no llevaros a casa.

—Debí cerrar la reja antes de salir a la carretera.

—¿Cómo ibas a hacerlo? El Rolls hubiera supuesto más peligro en la carretera. Trata de pensar un poco, Bella. Si hubieras dejado el coche allí, seguramente Esme estaría muerta en este momento.

—¿Crees que el accidente hubiera sucedido de todas maneras?

—Por la forma en que iba conduciendo ese tonto, estoy seguro de que sí.

—¿Pero cómo lo sabes?

—Por la fuerza del impacto. Bella, nadie te culpa, y menos Esme.

—¿Y... se pondrá bien? —preguntó Bella, temblando.

—Eso dicen. Pero todavía es temprano para estar seguros. Esme es una mujer fuerte, estoy convencido de que saldrá de esto.

Sus palabras eran bastante contradictorias teniendo en cuenta todo lo dicho la noche anterior, pero al mismo tiempo le recordaron a Bella el tipo de relación existente entre él y su tía. Involuntariamente dio un paso atrás como tratando de poner distancia entre ellos.

—¿Y el otro hombre? ¿Se pondrá bien? Parecía estar atrapado.

—Lo estaba. Pero afortunadamente llevaba botas y supongo que el cuero impidió que se le lastimara mucho la pierna. Tiene algunas heridas y un par de huesos rotos, pero nada serio.

—¡Gracias a Dios!

—¿Por qué? ¿Lo conocías?

—No, claro que no, pero me alegra saber que no ha muerto nadie.

—Merecía haberse roto la nuca —comentó Edward mientras se servía otra copa—. Te pudo haber matado. ¿No se te ocurrió pensar eso? Me dijiste que habías bajado a cerrar la reja... si hubieras estado en la carretera.

—Pero por fortuna no estaba allí, estoy muy bien.

—¿Estás segura? ¿No sufres efectos posteriores a la fiesta?

—¿La fiesta? Me parece que fue hace mucho tiempo.

—Sí, ¿verdad? —Edward la miraba de una manera extraña.

—Esme... —dijo Bella de pronto, utilizando el nombre como talismán contra algo que no quería aceptar—. ¿Cuánto tiempo estará en el hospital?

—No lo sé. Supongo que querrás verla.

—Claro que sí. Me preguntaba cuánto tiempo estaría en el hospital.

—¿En serio?

—Sí —Bella, comenzaba a darse cuenta de que no había debido preguntar eso, pero le había parecido algo muy inocente.

—¿Suponiendo que no surjan complicaciones?

—Suponiendo eso, por supuesto.

—Una o dos semanas, dependiendo de cómo reaccione.

—Dos semanas —Bella estaba azorada.

—Tal vez sea necesario contratar a una enfermera cuando vuelva a casa. Estas cosas requieren tiempo y una buena atención.

—Lo sé. Lo que sucede es que no puedo dejar de sentirme resp...

—¿Qué te pasa? ¿Acaso no te gusta la idea de que estemos solos aquí?

—Eso... eso no... tiene nada que ver. Además no estamos solos. Eleazar y Carmen...

—... no tienen derecho alguno a meterse en nuestras cosas, mientras Esme no esté, yo soy el dueño aquí. ¿Se te ha olvidado?

—Creo que éste no es el momento para discutir algo semejante —dijo Bella dando un paso hacia atrás—. Debes estar cansado... y, quiero irme a la cama. Si quieres le puedo pedir a Carmen que te despierte si hay alguna novedad.

—¿Harás eso?

Para sorpresa de Bella, Edward se interpuso en su camino. Alto y seguro de sí, era una formidable barrera, y ella sintió que muy a su pesar se le aceleraba el pulso. Afortunadamente el recuerdo de Esme en el hospital disipó cualquier emoción.

—Quisiera ir a mi habitación. Si no te quitas de mi camino...

—¿Me dejarás dormir solo?

—No es nada gracioso lo que dices, Edward —repuso Bella, sonrojándose—. Quítate de mi camino, quiero ir a mi cuarto.

—No ha sido una broma. Es verdad. Mi cama está muy sola, ¿Me vas a decir que no tienes ganas de compartirla conmigo?

—Eres realmente detestable. Debí esperar algo semejante de tu parte. No tienes conciencia.

—No mucha. Eso lo dejo para las vírgenes profesas como tú.

—Tenías que sacar ese tema a relucir, ¿no es cierto?

—¿Y por qué no? Es importante. Es la razón por la que tienes tanto miedo de estar sola conmigo.

—Eso no es verdad.

—¿Y cuál es la verdad, entonces? ¿Acaso no sientes nada cuando estamos juntos? Vamos, Bella, sabes cómo están las cosas entre nosotros. Y el hecho de que Esme tenga otros planes para ti, no significa que no podamos precipitar tu educación.

—Eres... eres un...

—Oh, vamos. Deja a un lado el papel de señorita ofendida. Ya sé que soy un bastardo... me lo han dicho muchas veces —sonrió con sensualidad—. Tú podrías cambiar todo eso —dio un paso hacia ella—. ¿Acaso el domar a la fiera no está de acuerdo con tu naturaleza?

—¡Nada que tenga que ver contigo está de acuerdo con mi naturaleza! —exclamó Bella—. No sé cómo eres capaz de esto, sabiendo que Esme está en el hospital.

—Mira —dijo impaciente—. Creo que ya es hora de aclarar las cosas. Yo no sé qué te habrá dicho Esme, pero imagino que fue algo que no me favorece. Pero como sea, ya hemos jugado bastante...

—Aléjate de mí.

Bella extendió una mano hacia adelante como para protegerse, pero Edward no le hizo caso y dijo:

—Antes de que llegaras a esta casa no me importaba en lo más mínimo lo que te sucediera, no te conocía, y por lo poco que sabía, te merecías cualquier cosa.

—No quiero saber nada de todo esto —afirmó Bella, pero Edward insistió:

—Me refiero a que no pensaste en Esme sino hasta que te sentiste desesperada, y después viniste dispuesta a vivir de su caridad..., acusándome de ser un parásito.

—Eso no es verdad. Me refiero a que estaba equivocada respecto a ti, lo reconozco, pero te aseguro que no estaba dispuesta a vivir de la caridad de Esme. Yo misma le dije que quería conseguir trabajo.

—¿Y ya has conseguido? De todas maneras ya no eres una extraña. Estás aquí, eres real y tienes una identidad. Y no puedo seguir fingiendo que no me importa lo que te suceda.

Bella incrustó las uñas en la madera del escritorio y tratando de reunir fuerzas, levantó la cabeza y le miró de frente.

—¿Crees que me importa lo que pienses de mí? Es cierto que puedes lograr que haga cosas por las cuales después me desprecie, pero eres hábil en ese sentido, y tienes mucha experiencia, tú mismo me lo dijiste. Y además... sabes muy bien que yo jamás te delataría ante Esme, no por ti, sino por ella. Y en cuanto a que a ti te puede llegar a importar alguien que no seas tú,  ¡no me hagas reír!

Bella trató de aprovechar el efecto de sus palabras para salir de la habitación, pero Edward se dio cuenta de sus intenciones y le cerró el paso cogiéndola de un brazo.

—Todavía no entiendes, ¿verdad? Persistes en seguir adelante con esta situación de la que, confieso, también soy responsable.

—¿Puedes hacer el favor de soltarme?

Bella trató de fulminarlo con la mirada, pero resultó en vano, porque ese hombre la atraía más que cualquier otro en su vida, y su proximidad estaba produciendo en ella efectos devastadores.

—¡Suéltame! —insistió, no queriendo darle el gusto de forcejear con él, pero los dedos que le sostenían el brazo se cerraron con más fuerza.

—Eres una niña tonta —le dijo con el rostro muy cerca del suyo—. ¿Realmente piensas que yo quiero vivir aquí? —movió la cabeza de un lado a otro con expresión amarga—. Esme me rechazó una vez, Bella. Me envió lejos cuando eso era lo que le convenía y después, me trajo de nuevo sólo para hacer sufrir a Carlisle Cullen.

—¿Carlisle Cullen? —repitió Bella—. ¿Tratas de insinuar que Esme ha mantenido algún tipo de relación con Lord Cullen?

—Fueron amantes —respondió Edward—. ¿Por qué no lo llamas por su verdadero nombre? ¿O acaso el término resulta ofensivo para tu escrupuloso sentido de la moralidad?

—No poseo ningún escrupuloso sentido de la moralidad —Bella estaba indignada—. ¿Y por qué... por qué habría de creerte? Tal vez me estés diciendo un montón de mentiras sabiendo que jamás le preguntaría a Esme algo semejante.

—¿Por qué crees que te ha traído aquí? Cuando tu padre escribió...

—Mi padre nunca le escribió a Esme. Es ahí donde estás equivocado. Esme fue la que me escribió, después de enterarse de la muerte de mi padre.

Edward apretó los labios, pero de inmediato con gesto de derrota se encogió de hombros y preguntó:

—¿Por qué hago todo esto? Tú pareces estar dispuesta a no ofrecer resistencia alguna. Tal vez recibas lo que te mereces después de todo... pero yo también merezco algo... —y antes de que Bella tuviera tiempo de reaccionar, él ya le había tapado la boca con la suya.

Bella no tenía forma de sostenerse salvo asiéndose de él, y por eso automáticamente sus dedos buscaron las solapas de la chaqueta. Era una reacción pensada para recuperar el equilibrio, pero no tuvo en cuenta la sensualidad ni la dulzura de los labios de Edward, que la dejaron sin fuerzas, rindiéndose por completo a sus caricias. Sintió que la abrazaba con fuerza y que después lentamente le quitaba el pasador que le sostenía el pelo.                          
—Déjame —murmuró Edward en respuesta al rechazo automático de ella—. Déjame, Bella, no me rechaces.

—No podemos hacer esto —protestó, cuando Edward abandonó sus labios para buscar la tibieza de su cuello. Pero su propio cuerpo la traicionó elevándose para recibir la caricia.

—Quédate quieta —insistió Edward y Bella se dio cuenta de que lo único que deseaba era responder a las caricias amorosas de ese hombre. Lentamente, comenzó a desabrocharle la camisa, en busca de un contacto más directo con el cuerpo masculino.

Edward tembló al sentir las manos de Bella sobre su pecho y de pronto ella se dio cuenta de que tenía ganas de arrancarle la ropa para que nada los separara y poder así descubrir los secretos de su propio cuerpo que despertaba con la virilidad de aquel hombre.

—Bella... Bella... Bella...—murmuró Edward, apartando la bata para dejar al descubierto sus hombros—. Vamos a mi cuarto... allí nadie nos interrumpirá.                                                   
Las palabras retumbaron en la mente de Bella. ¿Ir a su cuarto? ¿A qué habitación se refería, a la suya o a la de Esme? El significado de estas palabras hizo que la sangre de Bella se convirtiera en hielo.

—¡No! —exclamó sofocada—. Suéltame, suéltame.

Apenas había tenido tiempo de ponerse la bata cuando se oyó un golpe en la puerta y después de un segundo ésta se abrió, dando paso a Carmen que al ver el estado de Bella la miró con reproche.

—Siento interrumpir, señor Edward, pero quería saber si iba a tomar su desayuno antes o después del baño.

Edward parecía que no era capaz de responder a la mujer. Bella le miró y se dio cuenta de que estaba agotado, pero cuando su mirada se encontró con la de ella, su expresión se tornó fría.

—No se preocupe por mi desayuno, Carmen —repuso finalmente, arreglándose el cabello con los dedos—. Iré a bañarme. Le prometí a Esme volver al hospital antes de las diez, y creo que además necesito dormir un poco.

—No es bueno estar con hambre —protestó la mujer—. Además se sentirá más fuerte después de comer avena con leche.

—Está bien, está bien. Sólo deme tiempo para bañarme y afeitarme.

—¿Y la señorita Swan?

—Usted sabe lo que tomo, Carmen. Para mí una taza de café es suficiente, pero no tengo prisa —respondió Bella, que ya estaba junto a la puerta lista para huir, rumbo a su habitación.

—La señorita Swan ya se iba —comentó Edward con desdén mientras se acercaba la botella de whisky y volvía a servirse otra copa—. Es una excelente medicina —añadió al ver la mirada de desaprobación de Carmen. 

Bella desapareció sin decir palabra.

5 comentarios:

  1. Parece que Edward quería contarle más de la verdad a ella... pero Bella se niega... aunque si es muy raro que sea tan ingenua, que crea que solo por ser su tía va a ser buena....
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

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  2. Esta historia se pone buena Gracias por la actualización

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  3. Se van despejando las incógnitas... Bella se pegará un batacazo cuando se descubra toda la verdad, aunque si lo que Eddward ha insinuado es cierto, y no hay razón para mentir, al menos aparentemente, Esme no es una santa paloma, sino que es su madre y él el fruto de un romance secreto con Lord Cullen. Lo que no entiendo aún es porqué Esme se empeña en emparejarla con Jasper...

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  4. Demasiadas verdades ocultas y engañosas. Bella es demasiado ingenua.
    Gracias por actualizar

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  5. Edward se esta enamorando de Bella o quiere a Esmme... esta un poco complicado la cosa. Gracias por actualizar.Mi nombre es Adriana Molina

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