Capítulo 15 / Una Segunda Oportunidad



Para Bella, la llegada del camarero con los menús fue de lo más oportuna, ya que de repente sentía un tumulto interior por las revelaciones de Edward y tuvo miedo de responder de mala manera y arrepentirse luego de ello.

Esa semana había sufrido demasiado dolor como para que se le pasara así, de repente y echarle la culpa de todo a Lauren. O como para dejar que unas cuantas palabras apasionadas tuvieran el efecto de una droga milagrosa, haciendo que todo fuera mejor. La situación no era tan mala como se había creído, pero ciertamente no estaba resuelta.

No estaba dispuesta a caer en los brazos de Edward y olvidarse del dolor, la soledad, la sensación de ser querida sólo para unas cosas y no para otras, de ser una especie de esposa a medias. Y quererla no era suficiente. El sexo generaba una gran proximidad, pero ella necesitaba sentirse amada de una forma más que física.

Mientras tanto oía al camarero recitarles las especialidades de la casa, todas debían ser excelentes, pero su mente no estaba para comidas. Eligió dos especialidades y le devolvió el menú.

Edward hizo lo mismo y el camarero se marchó. Estaba claro que él estaba dispuesto a ganar le costara lo que le costara.

Pero Bella luchó contra su poderoso carisma. 

—No es así de sencillo, Edward.

Él abrió las manos, invitándola a que se explicara mejor. 

— ¿Qué es lo que quieres, Bella?

Era difícil explicarlo con palabras. En algún momento de su matrimonio, Edward se había apartado de ella y se sentía perdida. Llevaba meses así. Se moría de ganas de que Edward la tomara de la mano y la hiciera sentirse de nuevo segura de su amor, pero ¿cómo podía sentirse segura sin comprender por qué él la había dejado a su aire?

— ¿Estabas muy enamorado de tu primera esposa, Edward?

Esa pregunta inesperada hizo que Edward diera un respingo y se pusiera tenso. La miró como si ella hubiera pasado la línea permitida.

—Eso terminó, Bella —dijo dictatorialmente. 

Siempre había evitado ese tema, pero esa noche no lo iba a hacer.

—No, no está terminado. 

—Te aseguro.

—Si así fuera, no la habrías usado a ella como razón para mis acciones. Te hiciera lo que te hiciese, fuera lo que fuese lo que sintieras por ella, todavía afecta la forma en que me ves a mí, Edward.

—No, no es así. No debería... ¡Maldita sea! Contigo es diferente, Bella.

—Entonces ¿por qué me estás poniendo a mí las reglas que debes haber sacado de tu experiencia con ella? Todo eso acerca de que este es tu espacio y este el mío. ¿Qué pasó con eso de dar y recibir? 

Edward se rió sarcásticamente.

—Bueno, Irina lo sabía todo de tomar, pero lo de dar era un concepto que nunca entendió. Supongo que cuando sentí que tú no me estabas dando a mí... eso me hizo recordar mi vida con ella.

— ¿La amaste, Edward?

Edward le contestó de mala gana.

—Era otro concepto. No estoy particularmente orgulloso de ello. Digamos que era una fase de mi vida en la que el éxito y el dinero rápido era lo más importante.

—Quiero saber más de eso. A veces reaccionas de ciertas maneras y no sé por qué. Si me contaras esa parte de tu vida, te comprendería mucho mejor.

Estaba muy claro que eso no le gustaba nada a Edward, pero para Bella era un asunto de lo más importante y no dejó de mirarlo fijamente.

—Bella, mi vida con ella y mi vida contigo. Es como la noche y el día, créeme. 

—Entonces, háblame de ello, Edward —insistió—Estate seguro de ti mismo, porque la semana pasada me metiste en el mismo cesto que a ella y, no quiero que eso vuelva a suceder. No me gusta recibir las consecuencias de lo que te hizo otra mujer.

Edward asintió.

—Me parece justo.

Pero todavía tardó un poco más en contestar.

—Irina y yo éramos lo que se podría llamar pájaros de altos vuelos cuando nos conocimos. Teníamos una confianza arrogante en que íbamos a comernos el mundo, tomando lo mejor, o lo que parecía lo mejor de todo. Coincidimos en varias fiestas, nos encontramos físicamente atractivos y nos transformamos en una de esas parejas que los demás envidian. Tuvimos una boda que no te la podrías creer. De auténticas celebridades.

Bella se dio cuenta del cinismo que asomó a su voz mientras le describía lo frenéticamente que habían llenado sus vidas subiendo los escalones de la alta sociedad.

Edward tardó toda la cena en contarle la historia completa, aunque ninguno de los dos comió mucho. Los dos estaban demasiado concentrados en la historia como para hacerle caso a la comida. No quisieron postre y, cuando les sirvieron el café, Edward siguió hablando.

—Para responder a tu pregunta inicial, te diré que el amor no estaba realmente incluido en aquello. Era más ego que otra cosa. Y ya te dije que no me siento orgulloso de ello —dijo él tomándole la mano sin dejar de mirarla—. Y yo sé que eso no es lo que tengo contigo, Bella.

Ella dejó allí la mano, consolada por el calor y la energía que emanaba de la de él.

— ¿Qué fue lo que viste en mí, Edward? ¿Qué te atrajo de mí?

Ella había estado trabajando en un puesto de libros como trabajo de vacaciones de Navidad, vendiendo cuentos infantiles, en el centro comercial de Bondi Junction. Estaba diseñado para llamar la atención de los que pasaban. Edward no había pasado, sino que había quedado con su madre en la cafetería que estaba a unos metros del puesto.

Cuando su madre se hubo marchado, él no perdió el tiempo en acercarse al puesto, con la excusa de comprar un libro para una sobrina, pero más bien para presentarse y pedirle luego una cita. Dado que un Príncipe Azul como él no aparecía todos los días en su vida, Bella aceptó inmediatamente. Y era más, no se le pasó por la cabeza negarse. Se había quedado sin habla y preguntándose si no lo habría soñado.

Y ahora lo tenía sentado delante, a su marido desde hacía siete años, mientras veía como la tensión desaparecía de su rostro mientras su mente retrocedía en el tiempo y sonreía.

—La forma en que sonreías a los niños —respondió él entonces—Eras preciosa, pero he visto a muchas mujeres hermosas que me han dejado completamente frío. Lo que me atrajo de ti fue tu forma de sonreír a los niños. Se te notaba el cariño. Un cariño real.

Los niños. ¿Era esa su principal prioridad en la vida?

—Pero lo que realmente me afectó fue la forma en que me sonreíste a mí. Sin artificios. De una forma tan abierta y llena de alegría. Era como un arco iris que quedó en mi vista durante el resto del día y no dejé de pensar en la olla de oro del final. Me dije que era mejor que la alcanzara y la atrapara lo antes posible.

Ella se rió. No lo pudo evitar. Luego suspiró largamente. Él podía ser el Príncipe Azul, de acuerdo. Cuando se esforzaba.

— ¿y tú, Bella? ¿Qué sentiste por mí?

—Es difícil de decir —dijo ella riéndose de nuevo—. Pensarás que soy tonta.

—No. Me gustaría que me lo contaras.

—La primera vez que me hablaste, cuando me miraste a los ojos, sentí como si me temblara todo el cuerpo. De los pies a la cabeza. Era algo muy extraño. Nadie me había producido antes ese efecto. Era como ser tocada por una varita mágica.


— ¿Todavía lo puedo hacerlo? ¿Puedo hacerte sentirte así?

—Lo hiciste durante el vuelo, cuando te levantaste la primera vez de tu asiento y viniste a ver si estaba bien. Me miraste, era como si me estuvieras viendo de nuevo después de mucho tiempo de no verme de verdad, no sé si sabes lo que quiero decir.

—Sí. Eso lo produce el desear y sentirse deseado Bella. Y había pasado un largo tiempo. Lo siento, pero la pura verdad es que perdí toda la sensación de ser deseado por ti. Los niños parecían llenar de toda tu vida  y...

—Pero yo te deseaba, Edward. Siempre te he deseado.

Él agitó la cabeza, sintiendo la necesidad de decir lo que sentía. 

—No lo expresabas de la forma en que yo necesitaba.

—De eso me doy cuenta ahora, Edward, Pero ¿cómo lo iba a saber? Tú eras el primer hombre en mi vida en sentido íntimo. Mi padre nunca me habló de sexo. Mi madre era demasiado mojigata como para permitirle contarme algo al respecto. Yo fui su pequeña princesa hasta el día en que me casé contigo, así que, ¿dónde iba a aprender yo de eso, Edward, si no contigo?

—Yo pensé que eso sería lo natural.

—Yo no tenía lo que podrías llamar una naturaleza liberal. Todo lo que tenía que ver con el sexo era tabú. Y así tenía que ser. Así me lo enseñaron, Edward, y no es fácil librarse de ello.

Edward suspiró largamente.

—Lo has estado haciendo muy bien, Bella. Siento no haberte ayudado.

—Oh, fue mi culpa sobre todo el quedarme embarazada tantas veces me hizo ser más consciente de mi cuerpo. Tenía un aspecto tan horroroso que no me imagino cómo podías sentir algún deseo por mí. Así que lo de ocultarte mi cuerpo se transformó en un hábito.

Él pareció sorprendido.

—Pero estabas preciosa cuando estabas embarazada. ¡Eras algo de lo más hermoso!

Ella se rió.

— ¿Cómo puedes decir eso?

—Es la verdad. Bella, para cualquier hombre, tú eres una mujer extraordinariamente hermosa. Tienes todo lo que cualquier hombre puede querer en una mujer. Incluso más cuando estás embarazada. Para mí, siempre has sido la mujer más hermosa del mundo. ¡La reina de las mujeres!

Bella estaba demasiado anonadada como para contestar.

—Claramente yo he cometido un error por no hacértelo saber. Por no metértelo en la cabeza las veces suficientes como para que te convencieras. Para mí era tan evidente. Ha sido culpa mía —dijo Edward suspirando.

Bella suspiró también.

—La culpa es de los dos. Deberíamos haber hablado mucho más, Edward.

—Y deberíamos habernos tocado mucho más también. Lo que me recuerda. ¿Sabes esa habitación que reservaste para los dos? ¿Para que hiciéramos el amor la tarde en que yo tan estúpidamente no quise?

Ella se ruborizó.

—Bueno, yo estaba tratando de arreglar las cosas entre nosotros.

—Pues en eso puedes contar con toda mi ayuda en el futuro. Y, para mostrarte mi intenso deseo de intentarlo, he reservado una habitación especial para esta noche —dijo él mirándola a los ojos y apretándole la mano —Quiero hacer el amor contigo. Ahora mismo. ¿Puedo llevarla al hotel, señora Cullen?

Ella sabía que el éxtasis de la intimidad física no lo era todo. Después venía el resto de la vida juntos. Pero en ese momento le parecía que era el mejor comienzo para alcanzar todo lo demás.

—Sí —dijo—Sí puedes.


12 comentarios:

  1. Lo dije... era problemas de comunicación... ella por crecer con que ella como mujer no podía exponerse de manera tan íntima sobretodo a su pareja y el por la mala experiencia con su primer matrimonio... ahora que pasa en el hotel??? 😆😆😆😆

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  2. Lo malo de no tener comunicación es no saber lo que le agmgercata al otro y es muy bueno que ahora aprendan a tenerla

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  3. Todo se arregla hablando k bueno k edward se esta abriendo solo esperemos k lauren no de mas lata

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  4. Wiiii, si pudieron arreglar las cosas!!!! Es que la comunicación es una de las bases para una buena relación, sea del tipo que sea.

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  5. Gran parte es culpa de Edward porque Bella no es experta en las artes amatorias y él debió comprenderla.

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  6. la culpa fue de los dos por no comunicar sus pensamientos, a falta de una buena comunicación vienen los terceros y los malos entendidos.

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  7. Ujuuuuuu!!! Me encanta que de verdad pudieron arreglar las cosas, que por fin se sinceraron y buscaron una solución para hacer la vida mejor, antes de que algo peor pasará....
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  8. Eso es lo q ir yo siempre digo que va funcionar la COMUNICACIÓN en todo y más en un matrimonio es importante .. me encanto que por fin hayan hablado ojalá y así sea siempre que se comuniquen y ojalá ya no aparezca Laurent ... me encanto el CAP gracias 😘❤️❤️

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  9. Ambos deben hablar más vale que si su relación sea de dos no sólo de uno ya que ella por no hablar y él por no darse cuenta que lo que ella tenía era miedo

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  10. les hacia falta esta platica, demasiado

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  11. Ahora me hubiera gustado leer cuando Edward despide a lauren...

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