Capítulo 8 / Una Segunda Oportunidad



El corazón se le aceleró a Bella cuando oyó el ruido del motor de Jaguar de Edward entrando en el garaje. Los dedos le temblaron mientras cortaba las rodajas de limón para los Gin Tonic que estaba preparando en la mesa de la cocina y pensó que si le temblaban así, se podría cortar.

—Ese parece el coche del señor Cullen —dijo Tia mientras probaba la salsa boloñesa de la cena de los niños.

—Ha vuelto antes de lo habitual —comentó Makenna. 

Mucho antes de lo habitual, pensó Bella aprensivamente.

Lo que podía significar un montón de cosas, y no estaba segura de que alguna de ellas fuera buena.

Se le hizo un nudo en el estómago y su cuerpo se llenó de tensión mientras oía a sus hijos jugando con su abuela y sabiendo que estaba jugando con fuego.

Esme Cullen era una mujer encantadora y la suegra más amable que una esposa pudiera esperar. Era viuda, tenía más de sesenta años, y no paraba de estar ocupada con cosas de lo más variadas. Estaba llena de vitalidad y se conservaba perfectamente. El cabello caramelo se añadía a hacerla parecer por lo menos diez años más joven.

Bella no había tenido la menor duda en pedirle ayuda, ya que sabía que Edward no le negaría nada a su madre. Aquella era una forma de mantener de su lado todos los triunfos posibles. De todas formas, esa feliz escena doméstica podía detenerse abruptamente en cuando Edward fuera informado de lo que sucedía.

Llevaba media hora preguntándose si no estaba llevando aquello demasiado lejos. A Edward no le iba a gustar nada que lo manejara de esa manera, que se metiera en lo que él ya había organizado.

Pero se rebeló. Si no pasaba nada con Lauren Mallory, entonces, ¿por qué le iba a molestar que su esposa lo acompañara a Europa? Adelantándose a sus posibles principales objeciones, ya había preparado a los niños para su ausencia, como él pronto descubriría.

No había ninguna razón válida para que Edward se opusiera a que viajara con él.

Se obligó a sí misma a seguir cortando rodajas de limón, pero cada vez se sentía peor mientras esperaba a que Edward apareciera por la puerta. Durante todo su matrimonio, ella se había basado en la aprobación de Edward. Él siempre había sido amable y considerado con ella. Con él se había sentido segura en el nido familiar.

Pero eso se había roto la noche anterior. Tal vez llevaran jugando a actuar demasiado tiempo, haciendo como si todo fuera perfecto. La buena esposa, el buen marido, los buenos padres, el buen matrimonio. Pero ahora se veían obligados a enfrentarse a la verdad, a no esconderse de ella o hacer como si no existiera. Era la única forma de seguir adelante. Seguramente Edward sería capaz de verlo.

Dejó el cuchillo y puso las rodajas de limón en los vasos. Las bebidas estaban listas, pero ella estaba tan tensa que no se podía ni mover. Pensó que tenía que dejar que, esta vez, Edward fuera el primero en mover ficha.

Entonces se abrió la puerta.

Edward la miró desde allí y fue como si todo lo demás desapareciera en una nube. Podía oír los ruidos de los demás, verlos a su alrededor, pero estaba como en una burbuja sola con él.

Tuvo la extraña sensación de estar íntimamente ligada a él y, de todas formas, lo estaba viendo como a un desconocido.

Le dio la impresión de que él la estaba viendo de la misma manera.

Y eso lo estaba enfadando, la pérdida de lo que le resultaba familiar. Estaba lleno de ira, como si hubiera sido traicionado.

Y tal vez hubiera sido así. Tal vez ella también. ¿Es que ambos se habían enamorado de unas imágenes que ahora se estaban esfumando? Eso la llenó de una sensación de vacío que no pudo soportar. No podía admitir que no se conocieran en absoluto. Era sólo una cuestión de esforzarse de nuevo para acercarse, de hacerla a unos niveles más sinceros. De otra manera.

No, no podía, no debía verlo de otra manera. Era demasiado estremecedor. 

— ¡Papá! —gritó Riley y echó a correr hacia él con los brazos abiertos, decidido a llegar el primero a su padre.

— ¡Papá, papá, papá! —gritó también Nessie mientras se bajaba del regazo de su abuela.

—La abuela está aquí, papá —dijo Anthony dándose importancia— Y se va a quedar con nosotros mientras mamá y tú estáis fuera.

—Me alegra mucho que te lleves a Bella contigo a este viaje, Edward —dijo Esme—. Aunque tú estés trabajando, a ella le encantará explorar Londres y París.

Edward pasó la mirada inmediatamente de Bella a donde estaba su madre, sentada en el sofá y delante de la televisión.

Esme parecía encantada de poder ayudar por una vez a su hijo. Aunque le encantaban sus nietos y se lo pasaba muy bien con ellos, lo que realmente quería era agradar a su hijo.

A Bella le había dicho que sus dos hijas siempre le estaban pidiendo que hiciera cosas por ellas, pero Edward no lo hacía nunca, y él había sido su mayor apoyo después de la muerte de su marido, por lo que no sabía cómo devolvérselo. No era que él esperara que lo hiciera, pero le gustaba de verdad que le pidiera que hiciera algo por él. Bueno, por todos ellos, por supuesto. Pero es que Edward era tan organizado que ella no sentía que la necesitara y, a una madre le gusta sentirse necesaria. Por lo menos un poco.

Bella contuvo la respiración. A una esposa también le gusta sentirse necesitada. ¡Necesitada, deseada y amada! Edward podía destruir todo eso en ese mismo instante exigiéndole explicaciones y actuando de forma que dejara claro a todo el mundo que ella había obrado en contra de sus deseos. Era como si una espada pendiera sobre ellos. Pero, de repente, increíblemente, la amenaza se despejó.

—Es muy amable por tu parte hacerte cargo de la casa, mamá —dijo Edward sonriendo, aunque un poco tenso.

—Oh, los niños y yo no lo vamos a pasar tremendamente bien. Realmente, estoy ansiosa por hacerlo.

Riley aterrizó contra las piernas de su padre y Edward lo levantó.

— ¿No será mucho trabajo para ti? —le preguntó a su madre, mirando a su hijo hiperactivo.

—No se preocupe por él, señor Cullen — dijo Makenna desde la cocina—Entre las tres tendremos el problema bajo control, ¿no es así, Tia?

—No se preocupe —añadió la joven. 

—Realmente, Edward ¡como si yo no tuviera experiencia! Tengo que recordarte que, a cierta edad, tú tampoco eras un remanso de paz.

—Bueno, ya veo que el club de mujeres está en acción — dijo él con toda la apariencia de estar de buen humor mientras entraba en el salón— ¡Os va la cabeza en esto!

Bella se dio cuenta de que él se lo había tomado como una especie de conspiración de mujeres. Estaba conteniendo su ira, analizando la situación, guardándose su ira para más tarde. El orgullo no debía dejarlo explotar allí, delante de todo el mundo. Sobre todo, delante de su madre. Seguía la comedia del buen matrimonio. Por lo menos delante de la gente. No había escollos a la vista.

—Es tan excitante —dijo Tia—. El que ustedes dos se vayan a Europa el domingo. París en primavera.

—Mamá nos ha dicho que nos traerá montones de fotos —dijo Anthony, ansioso por enseñarlas en el colegio.

Se parecía más a ella que a Edward, pensó Bella, no sólo en el aspecto físico, con su cabello rizado y castaño, piel blanca y ojos oscuros, sino también en la forma de ser. Necesitaba que aprobaran y aseguraran en lo que hacía. Su hermano pequeño era todo lo contrario, iba completamente a su aire.

— ¡Papá, papá! ¡Yo, yo! —dijo Nessie celosa. 

—Espera con la abuela, Ness —dijo Edward—. Y tú, Riley, baja. Parece que mamá ha preparado unas bebidas y estoy sediento.

—Son Gin Tonic —le dijo Anthony mientras él se acercaba a donde todavía estaba Bella—. Mamá los ha hecho para la abuela porque a ella le gustan.

—Y a mí, Anthony. Parece como si mamá haya hecho suficientes —afirmó Edward mirándola a ella peligrosamente—. Aunque tal vez sea porque ella necesite también uno. ¿Es así, querida?

A Bella se le hizo un nudo en la garganta mientras le pasaba los dos vasos.

Él los tomó, pero no se apartó y Bella notó toda la tensión de todo lo que no se estaba diciendo.

—Has estado muy ocupada esta tarde —dijo él tan tranquilo, ocultando la oscura turbulencia que ella le notaba.

Bella tragó saliva. No se iba a dejar intimidar.

Para ella, había una justificación para lo que había hecho. De repente, un espíritu de desafío surgió de su interior y un brillo retador se asomó a sus ojos.

—Hubiera preferido estar ocupada contigo —dijo y luego bajó la voz para que no lo oyeran los demás— Pero me falló el plan cuando tú preferiste pasar tu tiempo libre con tu secretaria personal.

Edward la miró salvajemente por un instante. 

—Estoy seguro de que podremos hablar de eso más tarde, esta noche.

— ¿No vas a estar demasiado cansado entonces? 

—De repente me siento con renovadas energías. Debe ser por la perspectiva de esa segunda luna de miel de la que has hablado con Tanya Denali.

A Bella le dio un salto el corazón. Así que él sabía lo que había hecho antes de llegar a casa. Probablemente era por eso por lo que había vuelto pronto, pero se había encontrado con más hechos consumados. Estaba claro que estaba de lo más excitado, pero no precisamente por el deseo de hacer el amor con ella. Apenas podía contener la furia que lo quemaba por dentro.

— ¡Papá, papá! —gritó entonces Nessie, ansiosa por llamar su atención. La niña se separó de su abuela y se dirigió dificultosamente hacia él. Viendo la decisión con que su hija se acercaba, Edward le dijo a Anthony:

—Llévale su copa a la abuela ¿Quieres hijo? Yo tengo que decirle unas cuantas cosas a tu madre.

Bella esperó tensamente lo que le iba a decir, dándose cuenta de que Edward estaba haciéndose un espacio para hablar con ella a solas sin ser maleducado con los demás.

Cuando Anthony se hubo llevado la copa, Edward dejó la suya sobre la mesa de la cocina y se inclinó justo a tiempo de recoger a Nessie. Luego la tomó en brazos y se volvió a Bella.

—Tanya me dijo que te recordara que le llevaras tu pasaporte mañana a primera hora —dijo él sedosamente, como bailando alrededor de su blanco antes de ir a matar.

— ¿Cuándo hablaste con ella?

A Bella le pareció importante por alguna razón hacerse una idea de cuando había sido eso.

—Oh, hará unos tres cuartos de hora.

No hacía mucho tiempo. Probablemente él habría salido de la oficina directamente después de la llamada.

— ¿Lo sabe Lauren?

La furia se asomó al rostro de él ante ésa pregunta y Bella se dio cuenta entonces de lo mucho que Edward debía odiar el que alguien lo hiciera hacer el tonto. Sobre todo su esposa.

—No, no lo sabe.

Luego, asegurándose de que nadie más los oía, añadió: —Le di el resto de la tarde libre después de almorzar. Así que no estaba en la oficina cuando llamó Tanya. Cosa que yo agradezco, ya que, en una situación normal, habría contestado ella y habría sabido como mi esposa ha actuado a mis espaldas.

—Mientras tú estabas almorzando con ella —le respondió Bella fieramente. —El día de su cumpleaños. 

Bella se puso colorada.

—Bueno, pues la chica del cumpleaños se va a llevar una buena sorpresa mañana, ¿no? Va a viajar contigo y, de propina, con tu esposa —dijo ella decididamente—. Y no voy a cambiar de opinión, Edward.

—Y yo tampoco voy a cambiar mis planes, Bella. 

—Muy bien, por lo menos así sabré con quién vas a compartir tu dormitorio.

—Ya veo lo que me quieres decir —dijo él sonriendo.

Esa sonrisa indicaba que ella había supuesto bien. 

—La cuestión es si vas a poder soportarlo.

—Estoy dispuesta a responder a esa pregunta en cualquier momento, Edward. Has sido tú el que la has evadido hoy.

—No la he evadido. La he pospuesto. Ya veremos lo que piensas por la mañana. Tal vez sí que hayas cambiado de opinión para entonces.

Entonces él tomó su copa y la levantó como brindando hacia ella. Le dio un trago y entró en el salón, acercándose al sofá para hablar con su madre.

Fue entonces cuando supo que ella se iba a quedar a pasar la noche en la habitación de huéspedes para saber cuál era la rutina habitual con los niños por las mañanas. Mientras tanto, Bella le prometió mentalmente a su marido que no estaba dispuesta a renunciar a ninguno de los planes que había hecho ese día.

Él se dedicó a hacer de buen hijo con toda brillantez; y también del buen padre hasta que la niñera se los llevó a acostar. Luego siguió haciendo de buen marido y anfitrión durante la cena; de mejor humor que lo habitual. Parecía como si la perspectiva del viaje lo animara.

Pero Bella sabía perfectamente lo que le pasaba en realidad.

De acuerdo, era un sentimiento de anticipación, pero no por el viaje, sino por lo que iba a suceder cuando estuvieran a solas en el dormitorio. Lo leía en sus ojos cada vez que la miraba. ¡Y no la estaba viendo precisamente como la madre de sus hijos!

Esme podía pensar que Bella estaba también excitada. Y tenía razón. Estaba excitada y exultante. Porque Edward se estaba percatando de ella. Estaba más pendiente de ella de lo que lo había estado desde hacía años. Y eso significaba que ella estaba ganando. Ciertamente, él no estaba pensando en Lauren Mallory.

El contraste con la fría distancia de la noche anterior en la mesa era enorme. Era como si saltaran chispas entre ellos. Bella ya no tenía el miedo de antes. No estaba derrotada. Tenía sitio para moverse y, lo haría. Estaba ansiosa por demostrar una cosa.

9 comentarios:

  1. Cuando cierren la puerta de esa habitación arderá Troya! La que se viene Dios mío!!!!

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  2. Quiero que Bellae pegue en mi nombre unas cachetadas a Edward por sinverguenza 😠😠

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  3. Madre mía la que se va a armar!!! A ver con que sale Edward esta vez .

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  4. Buena al invitar a esme ya tenia lista la barrera contra el toro jajaja

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  5. No se las demás pero cada vez que leo un capítulo lo hago con la panza tenda por lo que pueda suceder... Esto ya se está poniendo color de hormiga!!!!

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  6. No sé si valga la pena lo que hace Bella si Edward la trata así!!!

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  7. Ya quiero que subas el sig 🙏🙏 para saber que va pasar cerrando la puerta del dormitorio ..... gracias me encanta esta historia

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  8. Sigo con lo mismo, solo espero q Bella le haga sentir lo mal q se sintió por preferir a la secretaria. Por que no la llevo tmb. Eso no me gusto, estoy casada y si mi marido me hace eso lo pienso hacer pasar por la mismo. Para q vea lo feo q es sentirse desplazado. ESTOY FURIOSA.

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  9. Solo espero que en algún punto Edward comprenda que Bella si lo quiere, que no lo hace solo por molestarlo... ojala valore a su esposa :(
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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