Capítulo X ~ Amarga Posesión

Al día siguiente Bella se despertó tarde. Edward seguía a su lado en la cama. Su cabello olía al humo de la fogata. Bella quería tocarlo, pero no lo hizo. Yació despierta media noche, atormentándose con Carmen aunque confiaba en ella, y no tendría complicaciones. El punto era que de no ser así cualquier cosa pasaría. Sin Bella, Edward podría enamorarse de cualquiera que lo hiciera reír, bromeara, y lo mantuviera tibio de diversión las veinticuatro horas.

En vez de eso la tenía a ella, a quien deseaba y no quería. Su risa la congelaba. Estiró una mano dudosa y lo tocó.

—¿Edward…? —susurró—. ¿Estás despierto?

Él rodó y sus brazos la encontraron. Después abrió los ojos, y se retiró un segundo antes que ella lo hiciera también.

—¿Bella…? —preguntó con voz ronca por el sueño.

—Edward. Ayer no hablamos de las cosas importantes.

—¿No? Me dijiste que no estabas lista para cambiar. Para mí eso fue suficiente.

—La cosa es, que si no cambiaré Edward, ¿para qué diablos seguir con este matrimonio?

Él se sentó abruptamente en la cama y levantó las mantas, al hacerlo, exponiendo los senos de ella. Él la miró fijo y por un momento se congeló. Después la cubrió violentamente y habló con emoción pura.

—Sólo necesitamos tiempo ya verás. No me rindo tan fácil, Bella.

Salió de la cama y fue al baño. Bella lo miró pasmada. Estaba excitado, pero había una sensación iracunda en la forma en que se movía, y entonces supo que Edward odiaba el poder que ella ejercía sobre él. Escuchó el agua de la ducha, y cuando regresó ya no olía a humo.

Más tarde, Bella recordó que debía hablar con Carmen sobre los diseños. Por primera vez no tenía ganas de marcar el teléfono de su amiga. Era el incentivo que buscaba para presentarse con Garrett Blackler, el administrador de la fábrica en Dorchester. Bella tomó el auto compacto y fue a buscarlo.

Tenía tres o cuatro años más que ella. Era alegre, de cabello grueso castaño y unas maneras encantadoras. También era muy talentoso y capaz, como dijo Edward. Bella pasó todo el día con él.

Al final del día, Bella estaba muy emocionada por la idea de trabajar con él, aunque el hombre insistió en que ella hiciera los diseños. Dijo que no tenía ni la mitad del talento artístico de Bella. Cuando regresó a Littlebourne, estaba muy feliz.

La cena con su esposo pronto la curó de eso. Estaba más taciturno que nunca. Ni siquiera quiso hablar del clima, ni mucho menos hablar de economía. Fue a su estudio poco después de cenar y no apareció más. Cuando fue a acostarse Bella lo encontró ahí, dormido. Era la primera vez que ocurría algo así, y la enervaba.



~@^_^@~ AP ~@^_^@~


—¿Qué planes tienes? —preguntó Bella durante el desayuno, a la mañana siguiente.

—Por primera vez no tengo. Tampoco hay trabajo. Podríamos ir a Weymouth y navegar, ¿no? Puedo conseguir tripulación en unas horas.

—Bien —sonrió con deleite absurdo—. Yo pensé en ir a casa hoy, por mi coche, y para ver a papá, pero no importa si lo hago más tarde.

—Aquí hay coches que puedes usar —replicó él.

—Lo sé, pero será útil si tengo el mío. Y me gustaría ver a mi padre. ¿Por qué no vienes a conocerlo, Edward?

—Quizá —se encogió de hombros—. Primero debo llamar a la oficina por si hay algo. Quizá pueda llevarte.

Bella no mencionó el hecho de que primero había dicho que no tenía trabajo. A decir verdad ella prefería ir con su padre y contarle todo. Quizá hablar con él le ayudaría, y así tomaría alguna decisión.

Acordaron ir a navegar por la tarde. Edward hizo más llamadas de negocios, pero insistió en que Bella se llevara el auto compacto a la casa de su padre. Así que a las once Bella salió hacia su hogar. Una vez más su padre no estaba. Cuando trató de encender el Fiesta éste no respondió. Tenía descargada la batería por estar parado tantas semanas. Así que se subió al auto compacto y condujo al restaurante Farmer's Arms.

Supo que su padre estaba ahí, porque escuchó la risa explosiva de Carmen. Ella sólo iba ahí cuando su padre la invitaba. Sería bueno verla otra vez, sin el aura de Edward. Había asado las castañas aquel día para quedar fuera de la conversación, pero no podía hacerlo por siempre, sólo porque a Edward le caía mejor Carmen que ella. Más tarde podría hablar a solas con su padre.

Su padre estaba en la barra. Tenía un brazo sobre los hombros de Carmen, quien usaba falda, zapatos de cuero verde y un suéter de angora de color crema. También estaba en la barra.

—¡Hola! —saludó Bella.

—¡Bella! —su padre soltó a Carmen y abrazó a su hija. No dijo nada, pero sus ojos le indicaron que sabía que estaba más que contento.

—Búscanos una mesa, Charlie —ordenó Carmen—. Quizá tú piensas que es lo más moderno estar en la barra, pero nosotras no. No queremos tener pátina de años embarrada en nuestros suéteres, ¿verdad, Bella?

—Hablando de suéteres patinados… —habló Bella con el ceño fruncido—, ¿qué pasó con los tuyos, papá? No te he visto con aquella chaqueta deportiva desde la última vez que fuimos al cine.

—Tu padre —anunció Carmen, frunciendo los labios cuando iban a la mesa—, se ha deshecho de esa repugnante chaqueta. Por siempre.

Charlie asintió a su hija y murmuró:

—Es cierto. Metió mis suéteres y chaquetas en la basura. Dice que me comprará una esponjosa Jaeger color limón para compensarme, pero a mí me parece que salgo perdiendo.

—¿Cómo diablos lo lograste? —preguntó Bella.

Carmen sacó una pequeña pieza de mármol de su bolso y se la pasó a Bella. Había sido cuidadosamente tallada y parecía un anillo. Era bastante feo.

—Me lo dio, pero le dije que sólo lo aceptaría si tiraba sus prendas tejidas —murmuró con algo de mordacidad, aunque sus ojos brillaban de alegría.

—Es un anillo de compromiso hecho en casa —explicó su padre con júbilo.

Carmen suspiró dramáticamente tratando de esconder su sonrisa radiante.

—Claro, no me moriré usando una lápida como ésta, pero eso es lo que es en principio.

—¡Papá! —exclamó Bella con ojos grandes por el asombro.

Su padre sonrió y abrazó a Carmen. Después comenzó a reír y Carmen bufó. Bella, con alivio y placer, también rió. No era el momento adecuado para decirles que quizá se mudaría a su casa otra vez, sobre todo porque Carmen no querría perder el tiempo con un compromiso largo.

—No le daré tiempo para arrepentirse —anunció Carmen.


Un poco más tarde, Charlie se volvió a su hija con ojos radiantes.

—¿Estás contenta por nosotros, Bella?

—Ah, sí, claro que sí. ¿Por qué no?

—Ah, ya sabes. Tu madre. Temo que ella y yo nos casamos por razones erróneas, hace tantos años. Bueno, razones suficientes, como compañía, respeto e hijos, pero eran razones equivocadas.

—Me alegra que por fin te hayas enamorado. De verdad.

El rostro de su padre se sonrojó.

—Me tomé mi tiempo, ¿eh? Pero ahora comprendo lo que tu madre sintió todos esos años atrás, sé exactamente lo mucho que se negó al renunciar a él. Y sé que tú también lo comprendes, ahora que ya regresaste con el hombre al que amas —sacudió la cabeza—. Sólo queda la pobre de Alice sola —agregó suavemente.

Bella tragó saliva. No sólo Alice, pensó con tristeza. "En mi casa también estoy muy sola".

No obstante, nadie podía estar triste en compañía de Carmen.

—¿Cómo escogeré mi vestido de bodas, Bella? —suspiró—. Blanco no, por supuesto. Aunque el color no es el problema. Es el estilo el que me preocupa. Nunca he visto un vestido de novia largo con una falda pegadísima, ¿eh? Tendría que hacerle una abertura hasta el muslo para poder caminar al altar. No sería adecuado, ¿verdad, querido?

Más tarde después de cerveza y mucha risa, Bella dijo:

—Nunca pensé que papá tiraría sus suéteres.

—Yo tampoco —confesó Carmen—. Pero es sólo uno de tantos cambios, ¿verdad, cariño?

—Me alegro por ustedes dos —admitió Bella, deseando que Edward la amara tanto que ella quisiera cambiar su trabajo para dedicarse a comprar y a complacerlo.

Y entonces Charlie le dio un beso a su futura esposa.

En ese momento Edward entró. Bella admitía que el hombre tenía presencia. Tan pronto abrió la puerta, todos callaron. Saludó cortés mente al dueño y después se dirigió a la mesa de ellos. Los saludó y Charlie y Carmen se separaron.

—Por fin te encuentro. ¿Sabes qué hora es? —la sujetó del brazo.

—¡Ay, la navegación! —exclamó Bella y se puso de pie.

—Así es, la navegación —cortó él.

—Se me olvidó.

—Me halagas. Ahora apresúrate.

—Pero Edward… este es mi padre… él y Carmen…

Edward miró a su padre con ojos fríos y dijo:

—Gusto en conocerlo, pero temo que tendremos que hablar en otra ocasión, Bella y yo tenemos un compromiso.

Antes que pudiera protestar, Edward guió a Bella fuera del bar. El brazo en sus hombros parecería posesivo para los demás, pero a Bella le parecía brutal. En el estacionamiento se liberó de él.

—¿Necesitabas ser tan grosero?

—¿Y tú?

—Yo no fui grosera. Te iba a presentar a mi padre.

—Sí, me presentaste con tu padre. ¿No recuerdas? —cortó y le abrió la puerta para que ella subiera.

Después se colocó al volante y habló:

—¿Así que olvidaste que íbamos a navegar?

—Sí, pero sólo porque… 

—Porque tenías mejores cosas que hacer.

—Porque él y Carmen acaban de anunciarme su compromiso —espetó—. Era una ocasión para celebrar.

El coche iba a buena velocidad, pero cuando Bella explicó el motivo, Edward frenó de pronto.

—¿Qué dijiste? —preguntó con ojos chispeantes.

—Sí. Se casarán en unas semanas. ¿Por qué te sorprendes tanto?

Y entonces, mientras el color oscuro subió por las facciones de él, Bella deseó no haber preguntado.

—Esperaba más de Carmen —murmuró de mala gana.

Bella miró adelante y no pudo mirar al hombre, aterrorizada por su respuesta.

La navegación fue horrible, claro. Edward se ocupó de asuntos náuticos en un extremo del bote y Bella miraba al mar desde el otro. No fueron al bar del muelle; los dos estaban demasiado fríos. Edward le hizo el amor esa noche, pero sólo como si fuera lo único que pudiera estimular su sangre. Al día siguiente, entregaron un coche convertible nuevo con el nombre de Bella. "Culpabilidad", pensó Bella, acariciando el cofre con resignación.



~@^_^@~ AP ~@^_^@~


Cuando Bella se detuvo a pensar tristemente en su situación, no comprendía cómo se había metido en ese desastre. Y con Edward otra vez.

¿Qué hizo mal? Cuando él llegó otra vez a su vida, ella prometió que no lo dejaría lastimarla. Y ahí estaba, hundiéndose más y más en un mar de dolor. ¿Por qué aceptó vivir con él como su esposa, cuando él confesó que no la amaba, que no quería amarla, y que no quería que ella lo amara? Porque su entrega parecía susurrar algo más profundo en su corazón, por eso. Había algo en la forma en que la poseía, que seguía renovando sus creencias… su fe de que algún día la amara. A la luz del día, no había fe alguna.

Edward odiaba el compromiso de ella con su trabajo, cada vez más. Lo cual indicaba lo que sentía por ella. Le encantaba que Carmen se comprometiera en su trabajo. La veía cada vez con más frecuencia, lo cual indicaba sus sentimientos por Carmen. Cada vez que Bella hablaba de la boda de su padre, él se helaba. No quería conocer a su padre, y decía que estaría de viaje para el día de la boda. Estaba claro que la boda de Carmen lo molestaba mucho, y eso indicaba a dónde terminaría su matrimonio.

Bella ardía de celos cada vez que veía a Carmen, ya fuera con su padre o con Edward. Su mejor amiga se había ganado el corazón de los dos hombres a quienes Bella quería. Era tan injusto. Si tan sólo esperaran un poco, Bella correría con su padre, quien le daba su amor sin dudar. Ahora no tenía a quién acudir, y envidiaba a Alice. Alice tenía el amor de Edward, su hombro en el cual llorar, sus cuidados y su preocupación cuando tenía problemas. Bella no tenía nada, excepto su trabajo. Edward la regañaba, incluso por eso.

Estaba en la piscina, contemplando los mosaicos cuando Edward apareció. Bella se alegró de que el día estuviera gris y húmedo porque el impacto en los mosaicos era aún mayor.

—Se ven bien, ¿no? —preguntó, sonriendo con orgullo.

Él miró alrededor, distraído.

—Grandiosos —susurró sin convicción. Después se volvió a ella y habló—. Ven a mi estudio. Debo decirte algo.

Bella lo siguió nerviosa. Había algo autoritario en su voz. ¿Le iría a pedir que se fuera? Si era así, ella insistiría en que le prestara dinero para un pequeño apartamento. Él insistió en que vivieran juntos para intentarlo. De no haber sido por él, Bella viviría con su padre y estaría emocionada preparando la boda. Era culpa de él que ahora Bella no pudiera vivir en su antigua casa. No se sentiría culpable de pedir un préstamo.

Edward se sentó a su escritorio y ella frente a él. Todo parecía tan formal. Se pasó la lengua por los labios y esperó.

—La boda de tu padre… —comentó seriamente, reclinándose—. Le escribió a Alice para que asistiera, pero ella no lo hará.

—Ah… —susurró Bella, demasiado aliviada para pensar bien las cosas.

—¿Es todo lo que dirás?

—Es una lástima —trató de recuperar la cordura—. Estoy segura de que papá estará decepcionado.

Edward cerró los ojos y después habló en tono gélido:

—Me gustaría que le escribieras y se lo dijeras. Quiero que le pidas que venga.

—Claro, lo haré ahora…—exclamó, sintiéndose ligera. Qué bueno que aún no tenía que irse. Era una tonta débil y loca por querer quedarse con él cuando era inútil. Pero lo haría. Claro, no duraría mucho, pero quizá cuando la boda terminara se sentiría menos confundida. Por lo menos la casa estaría vacía durante las dos semanas de la luna de miel. Bella podía ir allá, si para entonces Edward se hartaba. Le daría un espacio mientras buscaba apartamento. Mientras tanto, compartiría su cama un poco más…

Edward abrió un cajón y sacó papel. Le pasó el bolígrafo y se retiró.

Su silla estaba aún tibia. Bella frotó el bolígrafo en su mejilla antes de destaparlo. Olía a tinta y a la loción de Edward.

Se inclinó en el papel y frotó ansiosamente el puente de su nariz con un dedo. Alice. Ay Dios. Cómo deseaba tener una hermana amorosa en quién confiar. Una lágrima caliente rodó por su nariz y Bella la limpió.

"Querida Alice", escribió. ¿Qué diablos escribiría? Pensó en su padre tan feliz por casarse con Carmen. La forma estoica en que soportó la partida de su primera esposa y su hija. Su padre se merecía todo. Otra lágrima rodó por su nariz. "Por favor, por favor, por favor, ven", agregó. Después cayeron tantas lágrimas que no pudo escribir más. "Tu hermana, Bella…" Dobló el papel, lo metió en el sobre y lo selló.



~@^_^@~ AP ~@^_^@~


Habría un brindis prenupcial en el Farmer's Arms un día antes de la boda. Toda la gente del lugar estaría. Las bebidas se alineaban en la barra, esperándolos. Edward también estaba ahí porque Carmen se lo pidió. Bella no supo si reírse o llorar, cuando él dijo que iría. No lo había convencido de que se le acercara a su padre.

La felicidad de la pareja era obvia y contagiosa. Bella vagó, aceptando felicitaciones por su propio matrimonio. Se mantuvo ocupada y sonrió para dar buena impresión. Todo parecía interminable. Edward y su padre parecían llevarse bien bajo el tutelaje de Carmen. Bella debía alegrarse, pero saber que Carmen lo consiguió, la entristecía. El aire era fresco y limpio en el estacionamiento cuando salió ahí. Más tarde entró en el restaurante y encontró a Edward.

—¿Podemos ir a casa, Edward? —preguntó con tristeza.

Él frunció el ceño. De pronto sonrió, la abrazó por los hombros y la llevó al coche.

—¿No te divertías, Bella? —preguntó.

—Estuvo bien, pero de pronto me cansé —admitió.

Mantuvo el brazo en sus hombros hasta que la sentó. Después sonrió antes de cerrar la puerta y subir. ¿Por qué estaba de tan buen humor?

Cuando el coche se movió, Bella habló:

—Edward, quiero darlo por terminado. No me contradigas, ni insistas en salirte con la tuya. Ya lo intentamos a tu manera, y cada vez empeora. Me mudaré después de la boda. No quiero causar altercados ahora, pero conseguiré un apartamento en Dorchester tan pronto pueda.

—¿Qué provocó esto? —preguntó mordazmente.

Ay Dios. Ni siquiera la contradecía. Se encogió de hombros.

—Supongo que papá y Carmen. ¿Sabes que papá le talló un anillo de mármol? Ella no lo usará, pero no le importa que sea tan horrible. Dice que sólo son para exhibirse. ¿Recuerdas lo que dijiste cuando me diste mi anillo de compromiso? Dijiste que era un símbolo especial. Y… estaba impresionada por eso. Yo… quiero pensar que algún día habrá… otra —admitió con gran esfuerzo. No soportaba pensar que Edward amara a alguien más, pero le deseaba felicidad—. Papá encontró dicha por segunda vez. No es imposible, ¿sabes?

Reinó un largo silencio. Edward detuvo el coche. A lo lejos un tractor paseaba de un lado al otro con paciencia, bajo el cielo gris. Cuando Edward habló, su voz era profunda y resonante:

—No sé qué decir —murmuró.

—Esa es mi línea —replicó Bella con tristeza.

Edward hizo un ruido apreciativo con la garganta.

—Me simpatizó tu padre —explicó—. Él y Carmen se harán bien.

—Sí —acordó, confundida porque él evitaba un tema importante.

—Los dos tendrán que cambiar, si quieren que funcione —sugirió Edward.

—Ah… —comprendió Bella—. Ya veo. Sí, los dos saben que deben adaptarse. Y se aman para querer hacerlo; pero Carmen seguirá siendo Carmen, y mi papá, el mismo. Los cambios serán superficiales en comparación con lo que tú me pides que haga.

—No lo creo, Bella —señaló calmadamente—. Se me abrieron los ojos cuando conocí a tu padre hoy. A menudo me pregunté sobre él. Todos esos cuentos sobre su famoso mal carácter… y tu madre. Es una persona encantadora. Solía preguntarme qué clase de hombre dejaría ir a una mujer así, sin tratar de recuperarla. Y Alice me dibujó la imagen de un hombre muy diferente; débil, egoísta y manipulador… era el punto de vista de una adolescente que se formó cuando era joven y vulnerable.

—¿Así veía Alice a papá? —exclamó Bella asombrada. Después continuó—: Acababa de llegar a una etapa en donde era rebelde. Yo defendía a mi padre, trataba de explicarle a ella… una vez me acusó de estar en poder de él… pero pensé que sólo estaba de malas, y que decía lo primero que se le venía a la cabeza. ¡Nunca pensé que de verdad creyera que papá era así!

—Todos necesitan una ruptura emocional con sus padres. Puede ser una experiencia dura. Si Alice se hubiera quedado donde estaba, no dudo que se habría percatado de que…

—Alice sí que partió con estilo —murmuró Bella.

—Eras muy joven también. ¿No crees que tenías ideas que no eran correctas?

Bella lo miró. Tenía los ojos fijos en el tractor.

—Quieres que cambie, Edward. Quieres que sea menos la persona que soy, y más la persona que tú quieres. Pero enamorarme de ti fue más que una aberración de adolescente. Es algo que podría volverme a pasar.

—No me refería a eso —comentó él y había desesperación en sus palabras. Puso en marcha el motor—. Te compraré una casa, Bella —dijo—. Con un jardín para ti sola. Tienes razón. Ya no merece la pena.

Bella levantó los ojos al cielo. Gris, reconfortante. Grande. Espeso en medio. Más allá en algún lugar brillaba el sol.

Cuando regresaron a la casa, Edward la llevó a la habitación y le hizo el amor, en pleno
día, con los ojos abiertos. Cuando yacían en la cama, Bella no se puso la bata. No debería avergonzarse de su propia necesidad. Se separarían. Era un regalo de despedida. Lo aceptaría con gracia.

Al día siguiente, Edward debía irse al amanecer a Milán a una junta muy importante. Cuando Bella despertó a las ocho, él seguía al lado suyo.

—Iré contigo a la boda —anunció. El cambio de parecer hacía que todo fuera más terminal.

La ceremonia civil terminó pronto, y todos se quedaron afuera mientras el fotógrafo trataba de poner algún orden en el emocionado grupo.

Charlie abrazó a su hija.

—Me alegra que Edward haya venido. Eso demuestra lo mucho que piensa en ti. Esa reunión era muy importante…

—Sí —aceptó Bella, débilmente.

—Lástima que Alice —murmuró su padre—. Bueno, descubrir que Anthony Masen era su padre natural cuando ella sólo tenía diecisiete años… —mostró los dientes—. Claro que ahora lo ve como a su padre en todo el sentido de la palabra. Es tonto que yo aún la considere mi hija. Le dije a tu madre desde el principio que no me importaba… un nene es un nene. Pero para la pobre Alice nunca fue así cuando se enteró. Quería estar con sus padres. ¿Quién puede culparla…?

En ese momento el fotógrafo encontró al novio. Lo tomó del brazo y lo hizo besar a la novia para la foto. Bella se quedó parpadeando bajo el sol.

Por fin todos se subieron a los coches para ir a la iglesia donde se bendeciría la boda. Edward condujo bruscamente con gesto decidido. ¿De verdad amaba a Carmen? ¿Fue tan duro para él verla casarse? Bella estaba tan devastada que ya no le importaba.

Fueron los primeros en llegar a la iglesia. El ministro esperaba en el altar. Había algunos lugareños sentados en la parte posterior, y una sola figura enfrente, como invitada especial, de cabello de color café claro, corto, y de rostro pálido y pecoso. Era Alice. Alice parecía madura, preocupada y cansada. Bella se sintió pasmada. No estaba lista para enfrentarse ahora a Alice. "¿Qué dijo papá?" Bella estaba segura de que había escuchado bien, pero no le pudo hacer preguntas. La información era escueta. Debía saber más antes de que fuera real. Bella miró a Edward. Su rostro era indescifrable. Ansiosamente, Bella trató de caminar al otro extremo de la iglesia. Más tarde le preguntaría a su padre, y hablaría con Alice.

Pero Edward no la dejó. La sujetó del brazo y la llevó al lado de su hermana.

Bella y Alice se miraron con incertidumbre.

—¿Bella? —susurró Alice, con ojos suplicantes.


—Ah… —gimió Bella por la emoción.

Alice desvió nerviosamente la mirada. Bella también miró al frente de la iglesia. Alice era sólo su medio hermana, y no la hermanastra de Edward, sino también su media hermana. Frunció el ceño tratando de formar el rompecabezas. En ese momento el órgano sonó y la radiante Carmen entró sonriente, mientras Charlie le sonreía. Bella se alisó el cabello. Ellos eran los importantes ahora; era su momento. Ese era su propio padre, con ojos brillantes, amorosos, junto a su prometida. Les prestaría atención a ellos. El resto podía esperar.

De cuando en cuando miraba a Edward. Cómo deseaba que la mirara como Charlie miraba a Carmen. Sin embargo, tenía la vista fija al frente, fingiendo la farsa un día más. Por último la feliz pareja caminó por el pasillo hacia la pálida luz del día.

Bella se volvió a Alice.

—¿Por qué no respondiste a mi carta para decirme que vendrías? —preguntó un poco tensa, ya que no sabía qué decir.

—No hubo tiempo —replicó Alice nerviosa.

Bella la miró con afecto. Largo tiempo olvidado. Le sonrió a Alice de mala gana.

—Tú no eres mi hermana —dijo maravillada, ansiosa por enmendar las cosas por fin—. Pasó allá atrás, cuando hablaba con papá… con Charlie, para ti, claro, ya que…

Antes de que pudiera derribar el primer obstáculo, Edward la sujetó del brazo. Ella se volvió a él con asombro. Sus ojos eran espejos duros.

—No puedo soportar más esto. Vendrás conmigo.

Bella giró para mirar a Alice, a su padre y a Carmen a quienes fotografiaban en el porche.

—No, por favor… Edward… no hagas un escándalo ahora.

Esa vez no fingió cortesía protectora. Tiró de ella violentamente por la puerta lateral. Estaban en el coche camino a Littlebourne y sólo Alice lo sabía.

Bella tragó saliva duramente.

—¿No pudiste dejarme ahí para disfrutar la boda de mi propio padre?

—No.

—Edward, ¿cuándo conoció tu padre a mi madre?

El coche se detuvo en un crucero. El rostro que la miraba estaba blanco de ira. Sus ojos chispeaban, duros y fríos.

—¿Qué clase de pregunta tonta es esa? —espetó—. Ahora, cállate. No puedo soportar oír tu voz.

10 comentarios:

  1. Valgame dios que violento se portó Edward con bella es un bipolar total

    ResponderEliminar
  2. La debería dejar ir ya por dios este hombre

    ResponderEliminar
  3. 😱😱😱😱😱😱 OMG!!! Actualiza pronto!!

    ResponderEliminar
  4. Ohhhh como así???? Por que la sacó de la boda de su propio padre... y por qué esta así con ella??? Que lío!!!
    Besos gigantes!!!
    XOXO

    ResponderEliminar
  5. Creo que se está portando como un imbécil, y de momento sin razón... Gracias por el capítulo

    ResponderEliminar
  6. Es que lo matoooo!!!!! Y a ella también. No puedo soportar no saber!! Estoy a punto de entrar en la historia abofetear a Bella y patear a Edward

    ResponderEliminar
  7. No se si se podría un capítulo extra por favor.
    Es que no aguantare jejejeje tengo ganas de darle unos buenos a Edward 😠

    ResponderEliminar
  8. Tantito mas y golpeo a edward... Es k de plano es tripolar... Ya k bella se valla... K la deje ser feliz ya k el no demuestra ni dice nada

    ResponderEliminar
  9. Sigo sin entender a Edward, estoy perdida.

    ResponderEliminar
  10. Que pedo con edward y Alice aparece así como si nada, bella ya es hora de ponerlos en su lugartículo! !!

    ResponderEliminar