3 de junio de 2017
El Productor 7
«¡Qué tonta he sido!», pensó al recordar aquel verano y su comportamiento inocente e ingenuo. Se sintió más tranquila cuando se acabó la música y tuvo una excusa para escapar. Después estuvo bailando casi todo el tiempo con los miembros del grupo de actores que rodeaba a Rose; había logrado olvidarse de todos sus problemas cuando de pronto, la exclamación «querido» salida de labios de Tanya, le anunció que acababa de llegar Edward Cullen. Le costaba mucho mirar hacia otra parte y tratar de olvidar que Tanya estaba ahora saludándole con una excesiva efusividad: abrazándose sensualmente a él, su boca esperaba un beso de Edward. Pero Ian, su acompañante en ese momento, un muchacho alto de barba que estaba a punto de entrar en la Compañía Real de Shakespeare, le dio la oportunidad de conversar con naturalidad, como si sus pensamientos no estuvieran en otra parte.
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