―Debes admitir que me he portado bien esta noche, querido.
― Muy bien ―contestó Edward Cullen.
― Seguramente merezco un poco más que eso por haber matado tantos dragones, por decirlo así, ¿no? ―el tono ronco y sensual de la voz de Ángela llegaba hasta Bella con perfecta claridad en el aire frío de la noche.
―¿Qué esperabas?
―Esto ― dijo, y Bella no pudo evitar el contemplar la escena. Sus ojos se habían adaptado a la oscuridad y pudo ver tanto a Ángela como a Edward Cullen, no con mucho detalle, pero sí sus siluetas, y vio que Ángela se acercaba a él y levantaba la mirada hacia sus ojos. Se quedaron así durante un largo momento; entonces Bella vio cómo Edward Cullen bajaba lentamente la cabeza hasta Ángela y se besaban.
Entonces Bella se dio la vuelta y se deslizó hacia el otro lado de la casa.
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