23 de marzo de 2018

Actualización Una Deuda por Pasión



Se acercó a la diminuta criatura que yacía desnuda en la incubadora, el trasero cubierto por un enorme pañal y los cabellos ocultos bajo un gorrito. De su frágil cuerpecillo surgían muchos cables. La boquita, los labios de Isabella en miniatura, estaban fruncidos en un mohín.

Edward no encontró nada de sí mismo en esa niña, pero en su interior nació una profunda necesidad de cuidarla. Pegando las manos al cristal, suplicó en silencio al bebé que aguantara. Quizás no quedaría nada más de Isabella…


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