El Productor 6

Sin darse cuenta se llevó la mano al cuello y empezó a acariciar el anillo de Jasper. Se dijo que aunque él perteneciera ahora a Alice, ese anillo era suyo, pero ya no tenía el significado que había tenido para ella… en cierto modo podía aún protegerla…

¿Pero de quién?, parecía preguntar una voz en su interior. ¿De Edward Cullen… o de ella misma? Y para eso Bella no encontró respuesta, ni en ese momento, ni durante la larga noche que pasó sin poder dormir.

El lunes por la mañana, mientras iba a su nuevo trabajo, Bella se seguía sintiendo muy extraña.

Pasó un fin de semana tranquilo con Rose. Habían ido de compras y limpiaron el apartamento; el domingo al mediodía, después de preparar unos bocadillos, habían ido a comer al Hyde Park, cuando volvieron más tarde se pusieron a jugar a las damas y a ver la televisión.

Bella se sentía culpable de lo sucedido con Edward. Se había preguntado más de una vez cómo sería estar en sus brazos. Ahora lo sabía, aunque no le sirviera de mucho.Edward había criticado a Jasper, ¿pero acaso era él mejor que su sobrino? Al menos Jasper nunca había intentado seducirla, y aunque una voz en su interior le decía que era porque ella no se lo había permitido, no la obligó a hacer nada que ella no quisiera hacer. Se decía que era mejor saber cómo era Edward Cullen, antes de formarse ideas tontas en torno a él, aunque no trató de explicarse a sí misma a qué se refería con ideas tontas.

Lo que más le dolía era que ni por un instante él hubiera mencionado la palabra amor. Bella estaba segura de que todos los hombres, antes de seducir a una mujer, le decían que la amaban. Trataba de consolarse diciéndose que Edward la había creído lo suficientemente inteligente como para no tratar de utilizar trucos tan conocidos, pero de todas maneras, se sentía sola y vacía.

Hasta pensó en regresar a Escocia, pero allí ya no tenía nada, ni siquiera casa o trabajo, y eso lo tenía en Londres. Tenía la impresión de que se había cerrado un capítulo de su vida, pero su futuro tampoco era muy halagüeño.

Todos estos pensamientos la agobiaban mientras viajaba en el metro dispuesta a incorporarse a su nuevo trabajo. Estaba contenta de haber aceptado un trabajo lejos del centro de la ciudad, era además una oficina muy grande, eso era precisamente lo que necesitaba, distraerse trabajando y olvidar sus preocupaciones.

Cuando por fin llegó a la puerta de la Asociación, era temprano, por lo que tuvo tiempo de observar el edificio antes de entrar. Era una casa muy grande, con jardines. Aunque era evidente que acababan de pintarla, debía ser antigua. Subió los escalones de la entrada que daban a un amplio hall. Hasta allí le llegaba el sonido de voces y el ruido de platos y tazas, aunque no lograba descubrir de cuál de todas las puertas provenía.

A su izquierda había una escalera, y en frente un pasillo estrecho que llevaba al fondo del edificio.

—¿Hay alguien aquí? —llamó.

—Un momento, ahora voy —respondió una voz masculina. Segundos después se abrió una de las puertas que estaba a la izquierda y apareció un hombre joven.

Llevaba puesto un pantalón de pana manchado de pintura y un viejo jersey verde, una toalla en la mano y otra en la cintura a modo de delantal.

—Me temo que nos ha pillado lavando. ¿Puedo ayudarla en algo? —Soy Bella Swan —dijo mostrándole la tarjeta de la agencia.

—Fantástico —sonrió el hombre con aprobación—. La verdad, me preguntaba… bueno, eso no importa. Pase, por favor.

Atravesó el hall y abrió la puerta de una habitación inundada de sol, pero que parecía haber sufrido los efectos de un terremoto. En medio había dos grandes mesas de comedor muy viejas. Sobre una de ellas había una máquina de escribir, también muy antigua, y papeles y archivos por todas partes. El lugar era un completo desorden.

—Me temo que no estoy muy bien organizado —dijo el hombre al advertir la expresión desconcertada de Bella—. Mi nombre es Andrew Milner, y si quiere irse en este mismo instante y olvidarse del trabajo, le aseguro que la comprenderé.

—Oh, no voy a hacer eso —respondió Bella sonriendo.

—La computadora  data, me temo, de los tiempos del Arca de Noé — siguió diciendo con tristeza—. Y no tenemos fotocopiadora, sólo una vieja duplicadora que escupe tinta cuando uno menos lo espera —miró el vestido de Bella pensativo.

—Tal vez haya algún guardapolvo en alguna parte por si tengo que usar esa cosa —comentó Bella.

—Sí, estoy seguro de que Jean… la conocerá en seguida. Debe pensar que estoy loco diciéndole todo esto, pero es que su predecesora tenía una idea muy diferente de lo que debía de ser una oficina, y se quedó con nosotros sólo tres días. Pero había problemas…

—Creo que tengo algo que decirle al respecto, señor Milner. Yo sólo he trabajado como secretaria de mi tía en Escocia, por lo tanto tal vez no esté a la altura de sus necesidades.

—Yo creo que sí —aseguró el hombre con una sonrisa—. De hecho prefiero a alguien que no esté acostumbrado a trabajar con ejecutivos.

Bella sonrió y dejó la cartera sobre la mesa. —¿Por dónde quiere que empiece?

—En primer lugar, llámeme Andrew y no señor Milner, y espero que no le importe que la llame Bella. En la Asociación intentamos tratarnos como compañeros… es necesario para sentirnos cómodos en el tipo de trabajo que hacemos. Y lo siguiente quizá sea esto —se acercó a uno de los armarios y sacó un bote de café y otro de azúcar—. Hay un hornillo de gas allí, y la cafetera tiene agua caliente. Yo iré a buscar la leche.

Mientras tomaban café, Andrew le explicó más cosas acerca de la Asociación y cómo había sido creada.


—James Henderson, era un tipo formidable, muy inteligente, tal vez tenía mal carácter en ocasiones, pero era muy humano al mismo tiempo. Él sabía exactamente lo que quería de este lugar, pero por desgracia murió antes de ver terminada su obra. La Asociación es ahora administrada por su viuda, la señora Kris Henderson. Me imagino que la conocerá muy pronto —Bella notó de inmediato preocupación en la voz de su jefe.

—¿Quién utiliza este centro? —preguntó mientras salían a recorrer el edificio.

—Cualquiera que necesite un refugio. Familias sin hogar, madres solteras, esposas separadas u hombres solos. A veces los preguntamos por qué vienen aquí, pero no es una regla general —le sonrió—. Y si ellos no nos lo explican voluntariamente, no les presionamos —hizo una pausa y después prosiguió—: se trata de problemas fundamentalmente sociales, pero son los problemas individuales lo que nos preocupa por ahora. Queremos hacer un estudio de los diferentes casos, para saber con exactitud por qué la gente decide alejarse de sus familiares y viene aquí. Pero para eso necesitaba una persona que se hiciera cargo de la oficina, y al mismo tiempo que diera confianza a nuestros residentes, ya que ver caras nuevas a cada rato en la oficina, les preocupa mucho. Jean, la encargada de la casa y yo hemos estado aquí desde la fundación del Centro.

Mientras recorrían las instalaciones, Bella noto el terrible estado en que se encontraban gran parte de las habitaciones, y también el mobiliario.

—Supongo que tienen problemas de dinero —dijo tímidamente no queriendo criticar algo que aún no conocía a fondo.

—Tenemos más suerte que otras organizaciones, porque contamos con una asignación mensual. El señor Henderson dejó gran parte de sus negocios a la Asociación, para que ésta pudiera financiarse.

En ese momento estaban asomados a una ventana que daba al jardín, muy descuidado.

—Si usted va a trabajar aquí, Bella, será mejor que lo sepa todo. La inflación nos ha afectado mucho, y hasta hace poco creíamos que no podríamos permitirnos el lujo de tener personal en la oficina, y por eso me sorprendió tanto que usted apareciera —sonrió con tristeza—. Supongo que tendrá que recortarse el presupuesto en otras áreas, y me temo que signifique posponer una vez más las mejoras que deseaba hacer… aunque tal vez nunca lo hubiera logrado de todas maneras.

—Pero si había dinero… —Bella estaba confundida.

—Es a causa de la señora Henderson. Nunca estuvo de acuerdo con su esposo respecto al Centro. No se preocupa mucho por lo que sucede aquí, y no está de acuerdo con nuestra manera de hacer las cosas. Llama reclutas a los residentes, inclusive estando delante de ellos, y parece creer que mi obligación es hacerles rezar por las mañanas y antes de cada comida.

—Pero seguro que ésa no es su tarea.

—Desde el punto de vista de ella sí —hizo a un lado el cuello del jersey verde dejando ver el alzacuellos debajo—. Espero que esto no la moleste.

—En absoluto, aunque usted no se parece a ninguno de los curas que he conocido.

—Lo tomaré como un cumplido —contestó sonriendo y agregó—: venga, vamos a conocer a Jean. Sin duda encontraremos bastante gente en la cocina, la advierto que la mirarán con curiosidad por ser la primera vez.

Efectivamente, al verla entrar se hizo el silencio, pero la sonrisa de bienvenida que le ofreció Jean compensó un poco las cosas. Era una muchacha un tanto gordita, como suelen serlo las buenas cocineras, tenía el pelo castaño y rizado y un rostro simpático. A Bella le cayó bien desde el primer momento.

Quedaron en que Bella comiera en el comedor del Centro, a cambio de que ayudara a servir y recoger las mesas.

—Me temo que en este lugar uno hace de todo. ¿Ha trabajado alguna vez en un colegio, con niños pequeños? —le preguntó Jean.

—Lo siento, pero no. ¿Es que hay muchos niños?

—Sí, pero no sé si se quedarán mucho tiempo o no. Aquí las cosas cambian en pocos días, a medida que la gente se reacomoda.

Más tarde, mientras ayudaba a Jean a preparar la larga mesa del comedor, le preguntó por los residentes habituales.

—Te podría decir los nombres, pero no creo que los recuerdes. Ya verás que se te irán acercando poco a poco, y conocerás su historia además de los nombres. Claro, a excepción de Emily .

—¿Y quién es Emily ?

—Nadie lo sabe. Se comporta como si tuviera amnesia, pero Andrew y yo no estamos seguros de ello, porque no manifiesta ninguno de los síntomas. Llegó hace tres semanas en medio de la noche, con una guitarra, eso es todo.

—¿Y toca la guitarra?

—No que yo sepa, al menos no lo ha hecho aquí. Si entras en la sala no te puedes confundir. Se sienta en un rincón abrazada a la guitarra. Uno de los más jóvenes le pidió que tocara algo al poco tiempo de llegar, y casi le pega.

—¿Sucede muy a menudo?

—¿Que alguien se muestre violento? Afortunadamente, sí. Si consideramos que tenemos toda clase de gente, resulta un milagro que no suceda con más frecuencia. Lo que sucede por lo general, es que los recién llegados traban amistad con los residentes, pero ella se ha aislado por completo y no muestra ningún interés por nada. Ya hemos tenido casos difíciles antes, pero el suyo es bastante especial.

—¿Y cómo saben que se llama Emily ?

—No lo sabemos. Una noche, poco tiempo después de llegar, se despertó por la noche gritando Emily , por lo que decidimos llamarla así cuando nos refiriéramos a ella. Andrew quiere ponerla en contacto con el doctor Winters, el psiquiatra, pero piensa que no tendrá mucho sentido hasta que nosotros no hayamos logrado establecer alguna clase de relación con ella. En este momento Emily  rechaza cualquier tipo de tratamiento.

Bella sentía una extraña curiosidad con respecto a la enigmática Emily, y se desilusionó al ver que la muchacha se había negado a bajar a comer. Después de ayudar a limpiar las mesas, ella y Andrew volvieron a la oficina para tratar de ordenar algunas cosas, y Bella se sorprendió al ver lo rápido que pasaba el tiempo.

Llegó a casa antes que Rose, que estaba ensayando una nueva obra y le había avisado que llegaría tarde.

Decidió preparar unos tallarines con salsa bolognesa y después darse un buen baño. Se estaba secando el pelo, vestida con su vieja bata roja, cuando oyó que llamaban al timbre. Pensó que sería Rose ya que solía olvidarse de las llaves con frecuencia, y por eso abrió con toda tranquilidad. Pero se quedó muda de asombro al ver a un hombre joven frente a ella.

—Hola, Bella —dijo Jasper—. Veo que he llegado en un mal momento. ¿Puedo pasar?

—Supongo que sí —se ajustó el cinturón de la bata y se hizo a un lado, todavía aturdida, para permitirle el paso.

—¿Rose no está?

—Llegará de un momento a otro —Bella se asombró de lo serena que sonaba su voz a pesar de lo nerviosa que estaba. Desde hacía muchos días había deseado este encuentro, y ahora que había pasado…

Jasper se dirigió hacia la chimenea y se quedó de pie con la cabeza baja. Bella se había olvidado de lo guapo que era, y cruzó los brazos recordando lo felices que habían sido juntos.

—¿Deseabas… algo? —preguntó ella por fin para poner término al silencio. Él se volvió para mirarla, Bella comprobó que sus ojos, por lo general alegres, parecían preocupados.

—No debería estar aquí, Bella, lo sé, pero tenía que venir. Te aseguro que he tratado de mantenerme alejado… no sé qué decirte.

—¿Acaso hay algo que decir? Fue culpa mía, Jasper. No debí poner tantas ilusiones en un hombre tan poco sincero como tú. No te conocía y confíe en que tú me querías como yo a ti.

—A pesar de todo me siento mal —dio unos pasos y se quedó frente a ella—. Yo no te estaba engañando. Yo te quería. Todo lo que te dije era verdad, y pensaba casarme contigo…

—Creo que no tiene sentido que digas más —le interrumpió Bella; se sentía muy incómoda—. No olvides que estás comprometido y…

—Olvídalo. No hago más que oír hablar de eso. Alice vive con nosotros y tanto mi madre como ella no piensan en otra cosa que en la boda, la casa, los muebles… y yo no puedo más.

—¿Y de que van a hablar si realmente vais a casaros?

—¿Yo? Yo no sé lo que quiero, Bella. Tenía todo decidido cuando regresé a Londres, pero una vez aquí, las cosas empezaron a desmoronarse. Sólo había trabajo y más trabajo y, cuando eso se terminó, encontré a mi madre y a Alice esperando. Ahora lo veo con claridad. ¿Por qué no me di cuenta entonces?

—No sé qué quieres que te diga —respondió Bella pasándose una mano por el cabello húmedo—. Después de todo tú lo has elegido.

—Creo que la elección la hicieron por mí.

—Entonces debes ser un tonto —Bella no pensó en lo que decía—. Sólo los débiles de carácter permiten que alguien decida por ellos… —la expresión del rostro de Jasper la dejó muda. Se dio cuenta de que le había ofendido, y se percató de que era la primera vez que se atrevía a criticarle.

—Pensé que al menos me entenderías —le dijo dolido.

—No hay mucho que entender. Después de todo le pediste a Alice que se casara contigo, y hoy en día la gente no hace eso a no ser que esté enamorada.

—Has cambiado mucho —le dijo en tono perplejo.

—Tal vez haya madurado un poco desde aquel verano en Torvaig —trató de hablar con tranquilidad, pero estaba dolida con él todavía.

—¿Es eso lo que ha estado haciendo mi querido tío? ¿Ayudándote a madurar? —Bella se puso tensa al escuchar su tono. Este era un aspecto de Jasper que ella no conocía, y tuvo deseos de golpearle, pero no supo qué responder—. ¿Cómo le conociste?

—Te estaba buscando, y tu anterior casera me dio su dirección.

—Claro, me había olvidado. Pero sigo sin entender… no eres el tipo de mujer que le gusta a Edward.

—Supongo que no, pero tampoco era el tuyo… también en eso me equivoqué. —Oh, Bella, mi amor —dijo de pronto Jasper y la cogió en sus brazos.

Ella dio un paso atrás tratando de esquivarle, pero Jasper la abrazó de todas maneras.

—No, Jasper, no está bien.

—Desde aquella noche no hago más que pensar en ti… en nadie más que en ti. Déjame besarte, querida, no podré soportarlo si no me lo permites.

Mientras sus labios rozaban los de ella, Bella se estremeció. ¿Qué le estaba pasando? Estaba en los brazos de Jasper, y en lugar de tocar el cielo con las manos, sólo deseaba alejarse de él.

—¿Qué sucede? —le preguntó desconcertado por su falta de emoción.

—¿Qué me dices de Alice? Eso es lo que sucede —pero tampoco ella estaba segura de que fuera cierto.

—Ya pensaré en algo. Querida, tienes que confiar en mí —trató de abrazarla otra vez, pero Bella logró zafarse.

—Creo que será mejor que te vayas —dijo—. Rose llegará en cualquier momento y…

—Ya lo sé… eres escocesa y por lo tanto de estrictos principios morales. No has cambiado tanto después de todo, querida.

Le cogió la mano y se la besó, después murmuró: —Nos veremos otra vez muy pronto.

Al quedarse sola, Bella se sentó en el sofá para tratar de ordenar sus pensamientos. Había culpado a Jasper de haberla olvidado con demasiada facilidad, pero ¿ella era diferente? Hacía tiempo, cuando la abrazaba, creía estar en el cielo, y ahora estaba sorprendida de su frialdad. Una vez le había querido… pero ¿ahora?…

Le resultaba increíble todo lo sucedido en tan poco tiempo. Siempre pensó que su relación con Jasper había sido perfecta, pero ahora se daba cuenta de que la perfección no había sido más que una fantasía, que no había superado ninguno de los obstáculos que habían surgido.

También comprendió que si las cosas hubieran sido diferentes, tal vez se hubiera casado con Jasper, y no hubiera conocido jamás a Edward…

Se cubrió el rostro con las manos diciéndose que tal vez hubiera sido mejor así. Se negó a preguntarse por qué.

Ahora, lo quisiera o no, Jasper había entrado otra vez en su vida, y no sabía si sería justo darle esperanzas y hasta lograr que rompiera su compromiso con Alice, cuando ella no estaba segura si existía un futuro para ambos. Tendría que ver otra vez a Jasper, pero en esa ocasión, ella sería quien aclarara bien las cosas.

Se levantó y fue a la cocina para terminar de preparar la comida, diciéndose que el hambre y el cansancio hacían peor las cosas.

Al finalizar la primera semana de trabajo en el Centro, Bella se sentía muy bien. La oficina estaba ya bien organizada y ahora Andrew y ella comenzaban a preparar las carpetas para archivar los diferentes casos.

Ya había ganado su primera batalla con la duplicadora, y algunos de los residentes empezaban a saludarla amigablemente, y le preguntaban su nombre.

—Es un bonito nombre —exclamó la señora Lamb, una mujer de unos treinta años, con aspecto de cansancio, a quien su marido había abandonado con tres niños y sin un centavo—. Una vez leí una novela cuya protagonista tenía ese nombre… creo que fue en la escuela.

—Yo pasé unas vacaciones en Escocia. Fueron magníficas, aunque llovió la mayor parte del tiempo —intervino Linda, una muchacha cuyos padres habían muerto, y que era además una madre soltera a quien acababan de echar de una pensión porque su hijo lloraba mucho.

A veces le era difícil seguir los consejos de Jean y no dejarse impresionar demasiado por el caso de cada uno. Jean y Andrew parecían haberlo logrado, sin embargo muchas veces se preguntaban si realmente ayudaban a esta gente en la medida de sus necesidades.

Al regresar a la oficina, notó que la puerta estaba abierta y oyó voces. Se asomó discretamente y vio a Andrew frente a su escritorio, vestido con pulcritud, con una chaqueta en lugar del suéter que llevaba siempre.

—Bella, aquí está la señora Henderson. Puedes traer un poco de café y…

—Yo no quiero café, gracias —dijo la señora Henderson, una mujer alta y delgada vestida con un elegante traje azul—. Así que ésta es la nueva secretaria — comentó estudiando a Bella—. Parece muy joven. ¿Es competente?

—Muy competente —respondió Andrew molesto.

—Pues eso sí que es raro. Pasa, jovencita. Supongo que tendrás mucho trabajo —y volviéndose a Andrew agregó—: me temo que tengo malas noticias para usted, señor Milner —abrió su bolso de piel de serpiente y sacó un sobre.

Bella vio que Andrew se ponía tenso como si hubiera recibido un golpe. Después la mujer le entregó la carta diciendo:

—Recibirá una carta oficial de la Secretaría dirigida a la Asociación, pero como yo pasaba por aquí, pensé que sería mejor comunicárselo personalmente. La Asociación no puede hacer frente al gasto que representaría su proyecto. Lo siento, señor Milner, porque sé que usted tenía el corazón puesto en eso, pero debido a la situación económica actual… —suspiró y movió la cabeza.

Bella se imaginaba cómo se debía sentir Andrew. Él tenía pensado acondicionar el piso superior de la casa, ahora cerrado, para dejar sitio a grupos familiares que ahora se veían obligados a vivir separados en las secciones de hombres y de mujeres. Andrew consideraba que resultaba degradante que las parejas estuvieran separadas de esa manera, y una de las primeras tareas de Bella había sido pasar a máquina todo el proyecto para ser sometido al estudio de los miembros del patronato.

Se hizo un largo silencio que fue roto por la señora Henderson.

—No siempre hemos estado de acuerdo, señor Milner. No es ninguna novedad para usted que yo no esté de acuerdo con la existencia de este Centro y los fines que persigue, pero pretendo hacer todo lo que esté a mi alcance en nombre de mi difunto marido. El problema es que la cantidad de dinero dedicado una vez para la Asociación, es ahora insuficiente debido a la inflación. La situación es realmente preocupante, y creo que ha llegado el momento de buscar alternativas para financiar el Centro si es que deseamos que siga como hasta ahora. Creo que sería bueno que pensara lo que le acabo de decir, de lo contrario… —suspiró y movió la cabeza de un lado al otro—. Bueno, me tengo que ir, se me ha hecho tarde. Adiós, señor Milner; adiós, jovencita.

Desde la ventana la vieron subirse al coche donde la esperaba el chófer.

—Una visita corta y agradable —comentó Andrew irónicamente, seguramente para ocultar sus verdaderos sentimientos—. Ella no quiso tomar café, pero yo sí me tomaría una taza.

—En seguida lo traigo.

En la cocina se encontró con Jean que la saludó con expresión preocupada.

—¿Era ese el coche de la señora Henderson? Su visita siempre significa problemas.

—Me temo que así ha sido. Le negaron a Andrew el permiso para el proyecto del piso de arriba.

—¡Oh, no! Si es algo muy necesario.

—Lo sé, pero no hay dinero. Además, la señora Henderson estuvo lanzando algunas indirectas en torno al futuro del Centro. Ella parece creer que es bastante incierto si no se consiguen otros fondos. ¿Hay alguna manera de lograr más fondos del patronato?

—¡Quién sabe! —Jean se sentó junto a la mesa de la cocina con expresión de derrota—. Nunca hemos tenido suerte. Andrew ha recurrido muchas veces a otras instituciones, pero siempre le han contestado que no pueden ayudarnos. Salen de aquí muchas cartas pidiendo ayuda, pero es mínimo el dinero que entra. Desde hace tiempo, el problema principal ha sido que la señora Henderson jamás permitió que se incrementaran los ingresos provenientes del patronato, y tampoco quería aceptar ayuda externa. Por lo tanto me temo que estamos perdidos.

—Tengo la sensación de que ahora ha cambiado de idea —comentó Bella en voz baja.

—Yo también lo creo. ¿Pero estaremos a tiempo de salvar el Centro? Es triste pensar que Andrew haya trabajado tanto para nada. Lo único que ha recibido siempre han sido desilusiones y negativas… y a veces de gente que se supone que está de su parte —terminó diciendo con una rabia que sorprendió a Bella.

—Estoy segura de que no es demasiado tarde. Tal vez podamos solicitar un crédito… algo…

—Hmmm —Jean no parecía convencida—. Nosotros no somos una de las grandes y conocidas instituciones de caridad, Bella, de ésas que se pueden dar el lujo de gastar dinero para conseguir dinero. No tenemos fondos para hacer la publicidad que necesitaríamos. Además, ninguno de nosotros entiende de eso, sólo sabemos cómo cuidar a la gente.

—Yo he visto que algunas instituciones de caridad piden ayuda por televisión.

—Supongo que sí, pero nosotros no somos tan conocidos como para intentar una cosa así. Además, no conocemos a nadie en el mundo de la televisión —se puso en pie—. ¿Has venido a buscar leche? Si quieres yo os la llevo —la sonrió tristemente y se fue.

Bella se quedó un rato junto a la mesa de la cocina. Tenía muchas cosas en qué pensar. En primer lugar, era evidente por la forma en que Jean se había referido a Andrew, que lo que sentía por él iba más allá de lo que siente alguien por un colega. Se preguntó si Andrew se habría dado cuenta de ello. Aunque hacía poco tiempo que les conocía, Bella estaba segura de que se llevarían muy bien, y esperaba que todo se desarrollara para la felicidad de ambos.

Finalmente se levantó para regresar a la oficina, pero al pensar que Jean estaría allí con Andrew la hizo retrasarse un rato más. Se fue a la sala y se quedó junto a la ventana, este descanso no le vendría mal para ordenar sus pensamientos. De pronto, por el rabillo del ojo, le pareció notar un movimiento. Se volvió y vio a la muchacha a la que llamaban Emily , sentada en un rincón abrazada a su guitarra. En la semana que llevaba en el Centro, Bella la había visto varias veces, y todas las veces había intentado hablar con ella, pero jamás recibió respuesta.

Esta vez se sintió tentada a ignorarla, pero luego se dijo que era un error desperdiciar aquella oportunidad.

—Yo toco la guitarra y canto —dijo tranquilamente—. ¿Tú cantas, Emily ? —la miró y sólo vio un leve movimiento de cabeza—. Es una lástima, porque ésa es una guitarra muy buena y debe haber costado bastante dinero. ¿Hace mucho que la tienes?

Nuevamente, después de una larga pausa, la muchacha hizo un leve movimiento de cabeza.

—¿Cuál es tu canción favorita? Yo conozco varias —comenzó a tararear varias, una tras otra, sin que Emily  hiciera gesto alguno. Por fin cantó una, su favorita, hasta el final. Las últimas palabras eran: «triste estoy sin ti». Y esta vez sí hubo respuesta.

Emily  se puso de pie con la guitarra en la mano y lanzando chispas por los ojos.

—¿Por qué no me dejas tranquila? —gritó muy excitada, y salió corriendo hacia su habitación. Bella la vio alejarse, sorprendida. No era lo que esperaba, pero al menos era mejor que nada.




8 comentarios:

  1. Un capítulo agridulce. Espero que Bella no vuelva a caer con Jasper, aunque por lo que parece ya no le afecta tanto como antes.
    Gracias por actualizar!

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  2. hoy no salio edward lo extrañe. mil gracias por el cap

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  3. Me alegra ver que Bella es más fuerte de lo que parece, y no me sorprendería que le pidiese ayuda a Edward para la asociación.

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    1. pienso que lo hara... ya que Ed es quien puede salvar dicha institucion

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  4. Gracias por el nuevo capítulo

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  5. Aghhh solo espero que Jasper en algún punto comprenda que Bella ya no lo quiere.... Que la respete un poco y no pretenda que ella se vuelva su amante....
    Jumm espero que logren idear algo para salvar la Asociación y ayudar a Emily...
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  6. Que condenado ese Jasper a que la busca....Gracias lindas..

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  7. Gracias por este nuevo capitulo y ojalá que bella no caiga otra vez con Jasper , estrane a edward no salió en este capítulo.... 💋❤❤

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