EHQMO-Capítulo 13
Alice se marchó. Bella se quedó mirándose en el espejo. Una sencilla cena de trabajo. Eso era lo que Edward le había dicho. Sólo un pasó más en su relación. Nada de pruebas. No debía considerarlo una prueba.
Ella le había dicho que no estaba lista y así era. Había demasiadas cosas en juego. La relación era demasiado reciente y ella estaba demasiado asustada de todo lo que Edward estaba dispuesto a hacer sólo por estar con ella y ver adónde podía llevarles aquella relación.
Se retocó el maquillaje y se volvió a aplicar el lápiz de labios con mano temblorosa. Regresó al bar, pero el bar ya estaba vacío. Un camarero estaba esperándola para indicarle el camino al restaurante.
Bella sintió unos deseos inmensos de huir, de retirarse a su mundo de fantasía. Un mundo donde, simplemente, la realidad no existía.
—El caballero me dijo que la acompañara —dijo el camarero con una agradable sonrisa.
Señaló hacia un lugar y Bella cometió el error de mirar en aquella dirección. Allí estaba Edward. Un hombre fuerte y apuesto, de ojos verdes como la hierba, cabello como el carbón y alas para los que se las pudieran ver.
¿Cómo se podía marchar y dejarlo allí, solo, esperándola? Edward se merecía un trato mejor por su parte, por parte de todo el mundo.
Comenzó a caminar hacia él. Sonrió al llegar a su lado y dejó que sus ojos revelaran lo mucho que le gustaba lo que veía. Él le devolvió el gesto y, durante un instante, fue como si sólo existieran los dos.
Ojalá estuvieran solos los dos.
Edward le ofreció el brazo, ella lo aceptó y dejó que él la condujera al salón. Entró con la cabeza bien alta, con una máscara que ocultaba el terror que sentía en aquellos momentos. Edward la sentó al final de la larga mesa y se sentó frente a ella. Alice no parecía estar por ninguna parte.
—¿Dónde está Alice? —le preguntó ella en voz baja.
—No se sentía muy bien —respondió el hombre con ojos de granito que había llegado con Alice y que se había sentado al lado de Edward—. Manda disculpas.
—Bella, éste es Jasper, mi mano derecha. Jasper, Bella. Entonces, la mujer embarazada entró y se sentó al lado de Bella.
—Y ésta es Susan Price, asistente personal tanto de Jasper como mía. Susan sonrió a Bella, aparentemente sin ninguna malicia.
—Yo gané dinero contigo —dijo—. Y, antes de que las cosas se pongan incómodas, te diré que el padre del bebé ya no está conmigo. Tampoco estoy casada. Prefiero pensar que esto es la prueba de que tengo cerebro, aunque lo perdiera temporalmente.
—A Susan le gusta ir directamente al grano y dejar las cosas bien claras — dijo Edward secamente—. A veces, resulta muy útil. ¿Con quién has hablado? —le preguntó a Susan.
—Max Cato es tuyo. Simon Pell es tuyo. Rufus es de Victoria y Jasper está dudando. Es mejor decir que es de Victoria.
El aficionado a los Warhammer, que estaba sentado al otro lado de Susan, le preguntó a ésta si quería un poco de agua. Cuando ella asintió, él le llenó el vaso y luego hizo lo mismo con los que le rodeaban. Susan comenzó a charlar con ese grupo, lo que le dio a Bella la oportunidad de llevar una conversación casi privada con Edward, a pesar de que Jasper estaba escuchando.
—¿Eso que cuentas son votos? —le preguntó a Edward en voz baja.
—No necesariamente.
—Alice me habló del plan de tu madre para quitarte Masen Holdings.
—Alice exagera.
—Pues a mí no me lo pareció —dijo Bella tratando de sonreír—. Hace tres meses, yo tenía una existencia útil y perfectamente decente. Dudas manejables. Nada de grandes negocios ni desagradable política de sociedad por ninguna parte. Entonces, viniste tú.
—Ya me darás las gracias más tarde.
—En este momento, no me apetece lo más mínimo darte las gracias.
—Ya somos dos, pelirroja.
—Lo sé. La cena duró una eternidad, o, al menos, eso fue lo que le pareció a Bella. En realidad, terminó poco después de las diez. Jasper seguía siendo una incógnita, aunque su alianza con Edward parecía evidente. Susan era maravillosa. El de Warhammer se llamaba en realidad Mark. Jasper quería que Edward le enviara el informe trimestral, para lo que, aparentemente, faltaban otras dos semanas. Edward le prometió que se lo enviaría aquella misma noche o al día siguiente por la mañana, dado que Jasper lo quería tener para la reunión del consejo del lunes. Jasper también le sugirió que enviara el informe a todos los demás miembros del consejo.
A Bella le pareció que a Jasper no le importaba en absoluto quién era Bella o por qué Victoria se oponía a ella. A Jasper, que, según Edward, llevaba en el consejo desde que lo fundó su abuelo, sólo le importaba el bien de la empresa.
—¿En tu casa? —le preguntó Jasper después de que Jasper se marchara. Edward asintió.
—Bella... no me había imaginado que terminaríamos así la velada, pero, ¿te importaría?
—No me importa.
—También vamos a necesitar que esté Alice — dijo Jasper tras mirar rápidamente a Bella—. Iré a buscarla.
—Dile... —susurró Bella. Deseó que hubiera otro modo menos público de hacer aquello—. Dile que yo no estaré.
—Quédate —le dijo Edward más tarde, sacando las cosas de la bolsa de viaje de Bella casi a la misma velocidad a la que ella las metía—. Podemos superar esto.
—No. No podemos. Sé que crees que puedes conseguir doblegar a tu familia y hacer que me acepten, pero no va a ocurrir, Edward. No voy a consentir que pierdas todo por mi culpa. Es hora de terminar con esto.
—Te necesito aquí.
—No. Necesitas a Jasper y a Alice. Tú necesitas hacer ese informe.
—¿Por qué te estás comportando como un mártir? ¿Porque mi madre está molesta porque estoy saliendo contigo? Ella sola se hizo la cama y todos los demás tuvieron que tumbarse con ella. Debería haber dejado marchar a mi padre. Al menos, ella podría haber tenido la oportunidad de ser feliz.
—Estoy de acuerdo contigo —repuso Bella—. Al cien por cien. Tu madre no sabía cuándo debía dejar marchar, pero yo sí.
—¡No voy a consentir que me chantajeen para que te deje!
—¡En ese caso, hazlo por mí! —le gritó ella—. No puedo vivir en ese mundo al que me has llevado esta noche. Con jueguecitos y comentarios hirientes. ¡No voy a vivir mi vida así!
—¡No lo hagas! Sin embargo, eso no significa que me tengas que dejar a mí. He oído hablar del compromiso, Bella. ¡Lo hago todos los malditos días! Te estoy pidiendo que creas en mí. Tienes que creer que puedo sacarnos de esto.
—¿Compromiso? ¡Edward, por favor! —exclamó ella con incredulidad—. No sabes el significado de esa palabra. Tomas lo que quieres, sin pedirlo. Bien o mal, deseabas mi presencia en esa cena esta noche, por lo que la forzaste. Yo estoy aquí, tratando de hacer mi maleta y tú estás deshaciéndomela. No escuchas lo que te dice la gente que te rodea. ¿Cómo puede ser eso un compromiso? ¿Acaso es eso diferente de lo que hizo tu padre tomando una amante sin pensar en los sentimientos de las personas que lo rodeaban?
—¡Yo no soy mi padre! —gritó él, cada vez más furioso.
—¡Entonces, deja de comportarte como él! —replicó ella, también muy enojada—. ¿Cuándo vas a aprender que no se puede tener siempre lo que uno quiere? ¿Que a veces, el precio que se ha de pagar es demasiado alto? ¿Que tú tienes siempre la última palabra cuando se decide si se continúa una relación? No soy lo suficientemente fuerte para esta batalla, Edward. Te estoy diciendo que no puedo andar en tu mundo sin perder hasta el último retazo de confianza que he tenido nunca. Te digo que llevo enfrentándome a la desaprobación de tu familia toda la vida y que estoy cansada, Edward. Tan cansada...
Las lágrimas comenzaron a caerle abundantemente por las mejillas.
—Dejaré Masen Holdings —dijo él—. A mi familia también. Si es eso lo que necesitas para ser feliz, haré ese sacrificio.
—No me haría feliz, ¿no te das cuenta? Yo no merezco esa clase de sacrificio.
—En mi opinión, sí.
—Me ha encantado pasar estas semanas contigo. Me ha gustado conocerte, pero hay cosas sobre ti que me dan miedo. Tú fuerza de voluntad. Tu crueldad.
—Tú también eres así, pelirroja. No eres tan diferente.
—No te amo.
Era una mentira. La mentira más cruel que había dicho en toda su vida. Sus siguientes palabras fueron aún más crueles, pero las dijo porque sabía que, sin ellas, Edward no la dejaría marchar.
—Esta noche te miré y no me gustó lo que vi. Vi a James.
Aquella vez, Edward sacudió la cabeza y se dio la vuelta. Bella cerró los ojos y deseó estar en el infierno, porque seguramente allí estaría mejor que en la tierra.
—Vete —susurró él con la voz entrecortada—. Vete...
Edward abandonó el dormitorio. Ella terminó de recoger sus cosas y llamó a un taxi. Con la bolsa de viaje cargada al hombro y la cabeza baja se dirigió hacia la puerta de la casa de Edward, donde él la estaba esperando con la boca tensa y los ojos vacíos.
—¿Ha sido algo de todo esto real o tu única intención era conseguir que me enamorara de ti para que pudieras vengarte por fin de los pecados de mi padre conmigo? —le preguntó Edward mientras Bella extendía la mano para abrir la puerta —. Dímelo, pelirroja. Me gustaría saberlo.
Bella lo miró y deseó no haberlo hecho. Los ojos de Edward le hicieron más daño que sus palabras.
—¿Estuviste siempre planeando dejarme en el peor momento posible?
—Yo me he instalado en la mesa del comedor — dijo Edward tranquilamente cuando Jasper y Alice llegaron una media hora más tarde.
Se había dado una ducha, había enterrado su ira y su dolor, al que ya se enfrentaría más tarde.
—Hay café recién hecho, cables de extensión para los ordenadores y estoy seguro que hay pastel por alguna parte. Pastelillos de arándanos y medio pastel de no sé qué de anoche.
Anoche. Cuando en el mundo aún dominaba la cordura y Bella había dormido entre sus brazos.
Alice se dirigió a la mesa del comedor y comenzó a sacar su ordenador portátil. Jasper colocó el suyo sobre la encimera de la cocina y se dirigió a por el café. Edward se dirigió a su hermana, que se negaba a mirarlo a la cara.
—No está aquí, Ali. Lo ha decidido ella, no yo, por lo que te voy a decir lo que vamos a hacer. Vamos a hacer el informe trimestral y lo vamos a enviar esta noche. Vamos a redactar un plan financiero y lo vamos a presentar en el consejo del lunes. Si mamá presenta un voto de no confianza contra mí y las dos votáis para derrocarme, voy a proponer que tú te hagas cargo de Masen Holdings y te voy a dar mi voto. Así tendrás el bloque que necesitas para dominar al consejo.
—¿Y luego qué? —preguntó Alice mirándolo por fin.
—Luego, tú te harás cargo de la compañía —respondió Edward—. La harás crecer.
—¿Y qué vas a hacer tú?
—Exactamente lo que te estás imaginando —replicó él. Alice se encogió. Cuando Edward la tomó entre sus brazos, ella se desmoronó y comenzó a llorar—. Siempre te querré, Alice —murmuró contra el cabello de su hermana—. Yo jamás te rechazaré. Quiero que lo sepas. Tal vez me parezco a papá en que he tratado de obligaros a aceptar una situación que ni mamá, ni Bella, ni tú erais capaces de controlar. Vi sólo un camino hacia delante, me precipité e ignoré los sentimientos de los demás y lo siento. De verdad que lo siento. Sin embargo, aunque me parezco a papá en muchas cosas, en otras no lo soy. No voy a consentir que se me chantajee para que deje a Bella por el bien de la compañía. Me niego a permitir que la amargura de Victoria rija mi vida. Yo no soy papá y no voy a permitir que se me siga comparando con él. He terminado de pagar por sus errores. Voy a ir a buscarla, Ali. En cuanto termine la reunión. No sé si ella me aceptará y lo más probable es que no, pero tengo que intentarlo.
—Te odio por esto.
—No, no me odias.
—También odio a Bella.
—No. No la odias. Jamás la has odiado. Sólo odiaste el hecho de tener que apartarla de tu lado.
Bella llegó a su casa el domingo sobre las diez de la mañana. Había pasado la noche en un motel y había conseguido un billete en el primer vuelo a Christchurch a la mañana siguiente. Llegar a casa no le reportó la tranquilidad que tanto ansiaba. En aquella ocasión, había regresado acompañada del mundo real y había cosas que tenía que hacer antes de poder escapar verdaderamente. Una llamada de teléfono, o dos, para salvar lo que pudiera. Por el bien de Edward.
Aquello sí lo podía hacer por él. Marcó el primer número. Respondió Victoria Masen.
—Señora Masen, hace mucho tiempo desde la última vez que hablamos. Mucho tiempo —dijo. Efectivamente, mucho tiempo. Bella sólo era una niña de doce años, que desconocía completamente la aventura que su madre tenía con el padre de Alice—. Soy Bella Swan
Las piernas amenazaban con doblársele por las rodillas mientras esperaba una respuesta. Victoria Masen permaneció en silencio.
—Ojalá pudiera haber estado en la cena de esta noche —prosiguió ella—.Creo que si nos hubiéramos aliado contra esas mujeres de negro corazón que son las esposas de los directivos de su empresa y a las que usted llama amigas, podríamos haberles arrebatado su poder para hacernos daño y podríamos haber seguido adelante. De algún modo, yo siempre imaginé que era usted la instigadora de esa malicia en vez de una víctima y siento haberme equivocado en eso. De verdad. Yo pensé que usted era la fuerte. Siempre había imaginado que era usted muy fuerte.
—Vete —le dijo Victoria Masen—. ¿Por qué no te vas?
—Ya lo he hecho. Me alejé todo lo que pude de Queenstown y luego la muerte de su esposo me volvió a llevar hasta allí para consolar a mi madre. Entonces, me quedé atascada en el teleférico con su hijo. Yo jamás quise hacerle daño. Jamás quise hacerle daño a nadie, pero así fue. Finalmente, hice algo que sabía que iba a hacerle daño a usted y lo siento mucho. Por favor, señora Masen, ya me he marchado. He regresado a Christchurch y no voy a volver a ver a Edward. Quiero que usted deje de hacer lo que les está haciendo a Edward y a Alice porque está usted destruyendo su familia y yo no lo puedo soportar. Seguramente, hay en usted mucho más que amargura y odio. Seguramente tiene usted bondad y amor hacia sus hijos, ¿verdad? Por favor, señora Masen, deje de hacer lo que está haciendo. Yo ya me he ido y no voy a regresar.
—Ojalá pudiera creerte —susurró
Victoria. Entonces, colgó el teléfono.
La siguiente llamada de teléfono que Bella realizó fue a su madre. Esme tampoco había carecido de culpa en lo que se refería a su relación con James. Jamás había fingido no tenerla.
—La cena no fue tan bien —le dijo Bella sin preámbulo alguno—. Yo no encajé. El pasado pasó factura y el perdón no tuvo cabida. Ahora, Victoria Masen va a tratar de quitarle a Edward la dirección de Masen Holdings sólo porque él me miró. Y porque yo lo miré a él. Me he vuelto a casa. He llamado a Victoria Masen y le he dicho que ya no formo parte de la vida de Edward. No creo que me haya creído.
Esme no dijo absolutamente nada.
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Owww las cosas se ponen difíciles. Espero con ansias a ver cómo sigue el próximo capítulo. Gracias por la actualización, nena! Saludos, Jane
ResponderEliminarSe nos fue bella pero ed no t rindas. Quiero masss capitulosss
ResponderEliminarRayos todo esta bien complicado...
ResponderEliminarBella se va a arrepentir de dejar a Edward.
ResponderEliminarEntiendo a Bella pero creo que debió de luchar un poco más!!!!
ResponderEliminarEs Lo que más odio de bella que deje a la persona que ama y no luche por ella o por ellos ... me gustaría que Edward no la buscará pero a lo que dice si lo va hacer ... ella es la que tiene que ver que cometió un error ... sube pronto please besos 😘 ❤❤
ResponderEliminarDios mio Bella necesita pelear mas por Edward el es dispuesto a todo ella no por su miedo
ResponderEliminarEs una situación muy complicada, espero que se resuelva de la mejor manera posible.
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