Edward estaba sentado en el reservado de Rules, el restaurante más antiguo de Londres y, uno de los más famosos del mundo. Esperaba que su reputación atrajera a Bella, ya que seguramente la comida inglesa no lo haría. Su ubicación en Maiden Lane, Covent Garden, le añadía un tono romántico. Era allí donde solía comer la gente del teatro.
Cada minuto que pasaba tenía los nervios más de punta. El restaurante estaba lleno y, seguro que casi todos eran famosos, pero a él sólo le importaba la presencia de una persona y, si Bella no iba esa noche, no tenía ni idea de qué hacer a continuación.
Durante los últimos cinco días ella lo había expulsado de su vida. Edward sabía que los mensajes que le había dejado en el hotel le habían sido entregados, pero ella no había respondido a ninguno de ellos. Había pensado incluso en instalarse fuera del hotel y esperar a que ella saliera o entrara. Pero la imagen de Bella huyendo de él era demasiado descorazonadora. En lo más profundo de su corazón, sabía que era ella la que tenía que decidir verlo. No podía salir nada bueno de obligarla a algo que no quisiera. Las palabras que le había escrito en el mensaje estaban grabadas en su cerebro:
Necesito estar un tiempo lejos de ti.
Por favor, déjame.
No debería haber venido.
Ha sido un error.
Lo siento.
Lo sentía.
Edward odió esas palabras. ¡Los errores eran suyos, maldita sea! No de ella. Había tratado de decírselo. ¿Habría leído alguno de sus mensajes? ¿Sabría ella que la estaba esperando allí, deseando desesperadamente que fuera?
Miró de nuevo su reloj. Eran las ocho y tres minutos. ¿La habría pillado un atasco? El hotel estaba en Piccadilly, no muy lejos de allí y Bella era muy puntual, nunca llegaba tarde, le parecía una falta de respeto.
El miedo que Edward había tratado de contener empezó a escapársele de las manos. Aquello no tenía muy buena pinta.
Se suponía que ése era el último día de su estancia en Londres. Al día siguiente se suponía que tenían que tomar el Eurostar, el tren que los llevaría de la estación Waterloo a París. Si no se veían allí esa noche, ¿estaría ella en la estación al día siguiente? Si no era así, ¿qué demonios iba a hacer él?
Se pasó una mano por la frente, luego se apretó fuertemente los párpados y deseó con todas sus fuerzas que Bella apareciera por la puerta y le quitara de encima esa pesadumbre.
~USO~
—¿Me acompaña, madame?
Bella asintió, un poco intimidada por el ambiente y por el camarero que la estaba ofreciendo acompañarla hasta donde estaba la mesa de su esposo y sintió un destello de alivio cuando vio a Edward allí. Estaba de lo más nervioso. Ella había permanecido un rato fuera, indecisa sobre si entrar o no. Ese encuentro iba a ser agotador. Pero iba a tener que suceder más tarde o más temprano y, en un restaurante como ése, por lo menos iba a ser civilizado.
Edward tenía el rostro inclinado y apoyado en una mano, como si le doliera la cabeza
Entonces la levantó y la vio. Fue como si, de repente, sus pies ya no tocaran el suelo.
Esa mirada contenía a la vez alivio, sorpresa y una feroz ansia que le llegó al corazón, asustándola con su intensidad.
Era como si hubiera estado ansioso por verla y se levantó inmediatamente.
Bella pensó que era como si la fuera a agarrar para que no se escapara. Edward se contuvo visiblemente y se quedó quieto, salvo el brazo con el que le indicó que se sentara.
Ella vio como tragaba saliva convulsivamente e hizo lo mismo. No era un encuentro fácil para ninguno de los dos. De él dependía lo que pudiera pasar en el futuro, sobre todo con los niños.
Edward no dejó de mirarla, provocándole una extraña sensación provocar semejante atención después de haber sido ignorada durante tanto tiempo.
Edward la miraba como si estuviera desnuda, cosa que no era precisamente el caso, ya que ella había preferido descartar la imagen sexy para esa noche.
Ya era demasiado tarde. Estaban en una encrucijada.
Edward, por supuesto, estaba muy atractivo con uno de sus habituales trajes grises. Bella dudó que hubiera algún hombre más elegante en el restaurante. Incluso esa noche, con su matrimonio destruido, no podía evitar sentirse orgullosa de él.
—Gracias por venir —dijo él con mucho sentimiento.
Bella se atragantó, asintió y se sentó enfrente de él. Entre otras cosas porque sintió como las piernas empezaban a fallarle. Se dijo a sí misma que no fuera tonta y no se dejara engañar. Por supuesto, Edward estaba preocupado. Amaba a su familia.
Él se sentó de nuevo y les sirvieron una copa de champán antes de dejarlos solos. Ella le dio un trago, ya que lo necesitaba.
—¿Cómo te ha ido la semana? —le preguntó Bella por fin.
—Diabólica.
—Siento haberte complicado las cosas. No quería hacerlo. Sólo quería salir de la situación.
—Lo sé. Siento que te vieras en una situación tan dolorosa, Bella. Ha sido una estupidez ciega por mi parte y me arrepiento de ello profundamente.
Bella se dijo que aquello era un discurso preparado y que no tenía que dejar que le rompiera las defensas. Aunque esas palabras fueran sinceras, no cambiaban nada.
—Supongo que no tenerme en cuenta a mí y a mis sentimientos se ha transformado en un hábito para ti, Edward —dijo ella irónicamente—La esposa a la que se puede tomar el pelo hasta que se vuelve y muerde.
—Eso no es cierto.
—No te vas a poner ahora a disimular, ¿verdad, Edward? Si eso es lo que piensas, este encuentro es una pérdida de tiempo.
Él la miró incrédulamente y luego agitó la cabeza desesperadamente.
—¿Has leído alguno de los mensajes que te llevo dejando desde el lunes, Bella?
—Ya te dije que me dejaras en paz. No era mucho pedir dadas las circunstancias, que creaste tú mismo.
—Esas circunstancias no eran las que tú has creído.
—Por favor, no me digas eso, Edward. Es un insulto a la inteligencia de los dos.
—Realmente no has leído ninguna de las notas, ¿verdad?
—La de hoy. Es por eso por lo que estoy aquí. Sabía que te marchas a París mañana y…
—¿Vas a venir conmigo?
Bella se puso tensa instintivamente y le brillaron los ojos. ¿Cómo se creía Edward que los iba a acompañar a Lauren y a él?
—No, no lo haré —dijo fríamente—He venido aquí porque pensé que debíamos llegar a alguna clase de trato.
—Un trato. Vaya un eufemismo magnífico cuando se trata de un matrimonio con problemas. Sobre todo cuando se ha negado cualquier clase de comunicación.
Eso le hizo daño.
—¿Quieres una esquela por tu error al no decirme lo que pasaba, Edward?
— ¡No quiero ninguna esquela! Para mí, este matrimonio no está muerto y, no sé por qué tú lo quieres matar tan rápidamente.
—¿Que yo lo quiero matar?
¡Era monstruoso por parte de Edward querer echarle ahora la culpa a ella!
—¿Es que piensas que yo voy a mirar para otra parte y me vaya tragar sin más tu infidelidad? ¿Seguir como si eso no significara nada para mí?
—Yo no te he sido infiel —respondió Edward vehementemente.
Esas palabras, que seguramente eran falsas, la llenaron de amargura y apenas pudo encontrar palabras coherentes.
—¿ Y te esperas que me crea eso después de lo que me dijo Lauren? ¿Después de cómo me lo dijo? ¿Y qué me dices de ese montaje del hotel? Eso para no mencionar ese almuerzo de cumpleaños con ella, mucho más importante para ti que yo.
La voz estuvo a punto de fallarle y le dio un trago a su copa para aclararse la garganta.
—Sé que es mi culpa —admitió Edward.
—¡Bueno, una gran culpa! ¡Cielos! Ni siquiera tuviste la decencia de darle una oportunidad a nuestro matrimonio. Tú decidiste, por ti mismo, que yo estaba por debajo de la línea para satisfacerte sexualmente, así que pensaste en otra cosa. Esa es la clave de todo, ¿no?
Edward tomó aire. Parecía sentirse mal y la miró suplicante.
—No te he sido infiel, Bella —repitió—Lo pensé, pero no lo hice.
—¿Por qué? ¿Porque lo descubrí?
—Porque no quise.
Eso le pareció que podía ser verdad. En el mundo egoísta de él, al final sólo contaba lo que él quisiera.
—No porque yo te importara.
—Tú me importas mucho, Bella —dijo él mirándola intensamente—Y quiero que nuestro matrimonio funcione.
—Eso no ha sido lo que me ha parecido a mí. Por favor, ¡déjalo ya!
—Bella, si me das una oportunidad.
—¡Es inútil! ¿Es que no podemos hablar de algo útil?
Edward suspiró largamente.
—¿Qué crees que es útil?
— Cómo vamos a actuar delante de los niños cuando volvamos a casa, por ejemplo. No sé si tú los has llamado esta semana. Yo sólo les he hablado del poco turismo que he hecho.
—Sí, los he llamado. Y fue un alivio ver que seguían hablándome con normalidad.
Bella frunció el ceño. ¿Es que él se creía que iba a hablar mal de su padre a los niños? Aquello era precisamente lo más difícil de una ruptura, perderlo a él como una constante en sus vidas.
—No nos hagas esto, Bella.
Esas palabras, dichas con una voz baja e intensa, se deslizaron hasta su corazón, pero entonces ella vio la hipocresía de hacer recaer en ella la culpa. Ella no había hecho nada, sólo tratar de arreglar lo mejor posible su falta de experiencia. ¡No era ella la que se había buscado a otro porque no estuviera contenta de su compañero sentimental!
Le dio otro trago a su copa. El impulso de tirársela a la cara a Edward fue de lo más fuerte. ¿Es que se suponía que a un hombre siempre hay que perdonarle los pecados por mantener junta a la familia?
—No es demasiado tarde para volverlo a intentar —insistió él tocándole la mano—. Te prometo.
—¿Dónde has dejado a Lauren esta noche? —le preguntó ella venenosamente.
Dejó su copa sobre la mesa y apartó la mano de cualquier posible contacto con la de él, dejándola apretada contra el regazo con una furia silenciosa.
El rostro de él se iluminó.
—No tengo ni idea de donde pueda estar. Está fuera de mi empresa y de mi vida.
Bella se quedó de lo más sorprendida.
—¿Desde cuándo?
—Me di cuenta de que te había molestado el lunes por la mañana, pero no estuve totalmente seguro hasta que me enfrenté a ella esa tarde después de leer tu nota. Me sorprendió ver la clase de mujer que era. Tanto que no tardé en librarme de ella. Le hice un cheque por el importe de su año de contrato y así nos separamos.
—¿El lunes?
Le resultaba difícil creer que Edward hubiera actuado tan rápidamente, tan despiadadamente por... ¿por ella? ¿O porque su matrimonio estaba en peligro?
—Bella, fuera lo que fuese lo que ella te insinuó, lo hizo por sus propios motivos, no por los míos.
Aquello tenía sentido, incluso para la cansada mente de Bella. Lauren bien hubiera podido querer a la esposa de Edward fuera de escena, mientras que él no se podía permitir y no quería dejar marchar a la madre de sus hijos.
Edward continuó hablando.
—Esa mañana, antes de marcharme, pedí una cesta de rosas y para que te las mandaran a la habitación con el mensaje de que estaba ansioso por verte esa noche y de que te amaba. Lo puedes comprobar en el hotel y no tenía a Lauren en mente ni en mi corazón.
¿Una cesta de rosas? ¿La que estaba llegando al hotel cuando ella se marchaba? Agitó la cabeza ante la ironía de la situación, de la falta de oportunidad del momento. Edward tratando de alcanzarla a ella y ella tratando de alejarse de él.
Tal vez él hubiera sacado a Lauren fuera de su mente y de su corazón y la mujer en cuestión había tratado de agarrarlo a él.
—Debes haberle dado razones para pensar.
—No. La gente retuerce las cosas a su gusto. Yo era amable con ella, nada más que eso.
—Lo de Durley House.
—Ella me lo puso muy atractivo. Y lo es. El error fue estar de acuerdo en compartir el apartamento. Eso la ponía demasiado cerca de mí. Me hacía vulnerable, me podría haber creado muchos más problemas si tú no hubieras venido.
—¿Qué quieres decir?
— Que me podía haber chantajeado. Por eso se puso a hostigarte, no quería que te entrometieras en su camino.
Bella no estaba muy segura de qué creer.
—¿Por qué podría querer chantajearte?
—Por poder. Alguna gente lo hace, Bella. Y ella es una de esas personas —dijo él amargamente—He hablado con su jefe anterior y le dije lo poco de fiar que la había encontrado. El hombre me admitió que lo había tenido bien agarrado y le había sacado todo lo que había podido. He dado instrucciones a la empresa de que cambien todas las cerraduras de la zona de oficinas y que no se la permita el paso.
Esa nueva imagen de Lauren Mallory era de lo más sorprendente.
—Decías que sus referencias eran impresionantes.
Edward suspiró sonoramente.
—Es más fácil escribir algo bueno de alguien antes que ser la víctima de su malicia. A esta mujer no le importa el daño que pueda hacer, Bella. No le remuerde la conciencia. Juega a ganar y disfruta apretando las clavijas a la gente.
Así era, pensó Bella, recordando la diversión que se asomó a sus ojos mientras removía el puñal en sus heridas con sus comentarios.
—Una mujer muy peligrosa —dijo Edward.
Bella se estremeció al ver como Lauren podía haber manipulado sus vidas si
La zanja existía, pero ¿no podrían Edward y ella hacer un esfuerzo y crear algo mejor? ¿La quería realmente Edward?
Lo miró llena de dudas, pero una trémula esperanza se asomó a su corazón.
La respuesta de él fue instantánea, como si todo su ser hubiera estado atento a la menor señal de esperanza. Se apoyó en la mesa con las palmas de las manos hacia arriba y mirándola con toda la necesidad de convencerla.
—Bella, te juro que sólo hay una mujer en el mundo a la que quiera —dijo con la voz llena de pasión—. Y esa eres tú.
Como se invirtieron los papeles!!! Edward recapacito y Bella tiro la toalla. Espero que le crea y puedan continuar juntos.
ResponderEliminarla maldita de lauren es de lo peor.
ResponderEliminarla peor escoria de la tierra.
Lo ame me encanta que estén combersando ora que arreglen sus diferencias y se puedan dar otra oportunidad
ResponderEliminarQue bien que pudieron arreglar las cosas a tiempo, al final Lauren no pudo salirse con la suya esta vez. Menos mal que Edward abrió los ojos a tiempo. Ojalá puedan arreglar las cosas, si Bella lo acompaña a Paris quizás la ciudad del amor pueda hacer su magia ;)
ResponderEliminarJaaaa me gusta que Edward es quien haya tenido que pedir perdón.... Se lo merece después de creer que su esposa no lo quería.... Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde....
ResponderEliminarBesos gigantes!!!!
XOXO
Que bueno que Bella lo hizo sufrir, le hacía falta y funcionó 😁😁😁
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAL FIN!! Que bueno que edward abrio los ojotes y despidio a la zorra esa
ResponderEliminarAhhhhhg me morí. Por fin abrieron los ojos... Ahora si se ve venir una luna de miel
ResponderEliminarGracias gracias me encanta q se haga valer.
ResponderEliminarPor finnnnn me alegro ojalá y ahora si venga la segunda luna de miel y me alegro que edward despidiera a la Lauren y abriera los ojos me encanto los caps tenía como 5 q no había leído Gracias hasta el sig besos 😘 ❤️❤️
ResponderEliminarAh!!!!...ahora a respirar un poco más tranquila... cada vez que leía un capítulo lo hacía con la panza apretada. .. que vino que ya no este lauren
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