ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACIÓN
LOS PERSONAJES PERTENECEN A STEPHENIE MEYER
EL NOMBRE DE LA HISTORIA,
COMO LA AUTORA LO DIREMOS
AL FINAL DE LA ADAPTACIÓN
Bella se quedó quieta de repente mientras se cepillaba el cabello. El corazón se le aceleró. Edward estaba subiendo las escaleras con pasos lentos, pesados... ¿cansados? Era casi medianoche. ¿Y si él estaba demasiado cansado? Podría ser vergonzoso, humillante.
Ese pensamiento hizo que su mente entrara en una actividad frenética. No tenía que seguir con aquello esa noche. Mañana sería mejor. Entonces podría ponerlo de un humor más acorde con lo que pretendía a la hora de la cena y ella se sentiría más cómoda al hacer su aproximación.
Miró la gran cama, que ya estaba preparada para ser ocupada. Tenía tiempo de meterse en ella. A menudo pensaba que era un error que la cama fuera tan ancha, ya que apenas se tocaban, aunque fuera por accidente. Edward no se daría cuenta de lo que ella se había puesto.
Cediendo a un pánico de último momento, se levantó y ya estaba a medio camino de la cama antes de darse cuenta de que seguía teniendo en la mano el cepillo.
Fue a dejarlo sobre la cómoda y entonces se vio en el espejo. Era la imagen de una mujer asustada, así que decidió poner una cara más desafiante. ¿De qué tenía miedo?
No había nada malo en que una esposa le mostrara a su marido que tenía intención de seducirlo esa noche, que lo deseaba. Incluso si él estaba demasiado cansado, la promesa se extendía a cuando él tuviera ganas. La evidente invitación que representaba ese camisón tenía que dejarle muy claro lo que ella quería. Si no podía llevar aquello con aplomo, es que el suyo era un caso sin esperanza.
Además, la respuesta de él le debería indicar si su matrimonio tenía problemas serios o no. Eso era algo que tenía que saber antes de que él se fuera de viaje con Lauren Mallory. Esconder la cabeza en la arena, o en este caso en la almohada, no la iba a ayudar a resolver nada o a hacer que el problema desapareciera.
Lo de esconderse cobardemente entre las sábanas estaba fuera de lugar.
La verdad desnuda era lo que tenía que hacer. Bueno, no tan desnuda, pensó sonriendo irónicamente. El camisón le proporcionaba algo de dignidad si Edward no se daba por enterado o despreciaba sus propósitos.
Se volvió a pasar el cepillo por el cabello, tratando de actuar con naturalidad cuando se abrió la puerta y Edward entró en la habitación. La lámpara de la mesilla de noche estaba encendida y la suave luz no le indicó que hubiera nada fuera de la rutina normal.
Antes de que se diera cuenta de que ella no estaba en la cama y dormida, pareció como si no le gustara nada el mundo en que vivía y su aspecto era bastante cansado.
Pero entonces se percató y fue como si se tensara.
La miró fijamente y algo casi violento le pasó por la cara. Luego retrocedió, cerró la puerta y, con el aire de un hombre que estuviera observando algo artístico, se apoyó en la puerta y le recorrió el cuerpo con la mirada.
Aquello no era halagador, no era excitante. La hacía sentirse como una chica de la calle que estuviera mostrando sus encantos.
Se dijo a sí misma que daba igual que el camisón fuera más tentadoramente sugestivo que revelador, la mirada penetrante de Edward la desnudó y la dejó sin habla cuando se dio cuenta de que, de alguna manera, había cometido un terrible error.
— Así que, por fin se te ha ocurrido que soy un hombre —dijo—Me atrevería a decir que te resulta difícil sacarme de mi papel habitual de proveedor de dinero... junto con un banco de esperma.
Bella se quedó boquiabierta. Las palabras de él fueron como gotas de ácido en su cerebro.
—¡Yo no te tengo por eso!
—¿Es demasiado rudo y bajo para ti? Bueno, supongo que me habrás puesto mejor la etiqueta de padre de tus hijos. Al fin y al cabo, es lo mismo.
Bella se quedó sin habla al ver lo que él pensaba de ella.
—Debes haber estado pensando ofrecerle el uso de tu cuerpo desde la cena —continuó él mientras se acercaba —lo siento, no me he dado cuenta del esfuerzo. Probablemente te haya costado mucho. Pero yo preferiría que no me soportaras... por alguna concepción errónea de lo que pueda ser salvar nuestro matrimonio.
Bella se sintió como si se quedara sin aire de repente. Había querido que él se abriera, que le contara la verdad acerca de lo que pasaba con su relación, pero esos sentimientos amargos que él parecía estar incubando... aquello era una distorsión.
¿Habría él estado bebiendo? A veces se tomaba una o dos copas antes de acostarse. Aunque, si el alcohol había aflojado su control habitual, tal vez fuera así lo que él sentía de verdad.
Edward empezó a desnudarse con toda calma. No había ninguna evidencia de algún enfado reprimido, pero estaba claro que podría estallar en cualquier momento.
— Puedes relajarte, Bella —dijo él— Nuestro matrimonio no está amenazado. Lo mismo que tú me necesitas a mí para que os mantenga a ti y a los niños, yo te necesito para tener conmigo a mi familia. Así que no tienes que hacer nada. Tu posición como mi esposa es inexpugnable.
Su amarga lógica la hizo protestar.
— Yo no tengo que soportarte. ¿Cómo puedes usar esa palabra? ¿Qué puedo haber hecho para que se te haya ocurrido?
—¿Es demasiado fuerte para ti? —respondió él mientras se quitaba la camisa —Bueno, tal vez sea que a mí me lo parece. Probablemente tú pienses que sea mejor dejarme hacer.
Ella levantó entonces las manos y dijo: —Edward, yo soy feliz.
—¿Saciando mis necesidades masculinas contigo cuando lo necesite?
—Me refería a que hiciéramos el amor.
Él se rió secamente.
—¿Cuándo has hecho tú el amor conmigo, Bella? ¿Cuándo has tomado la iniciativa activamente, aparte de que esta noche te hayas puesto eso? Y eso es sólo una señal, ¿no? Realmente no has querido hacer nada por ti misma.
Bella estaba de lo más confusa. Estaba bastante claro que Edward la veía como una nada adecuada compañera sexual, pero no entendía qué había hecho mal. Su madre siempre le había dicho que no estaba bien que fuera ella la que llevara la iniciativa. Eran los hombres los que la llevaban. Los hombres eran los que insistían y las mujeres tenían el derecho a decir sí o no. Ella, hasta entonces, había actuado siempre siguiendo esos dictados.
Pero seguramente Edward se daba cuenta de que ella respondía a sus besos y caricias y sentía el mayor placer cuando estaban en la cama. A veces las sensaciones eran tan tremendas que perdía el control de sí misma hasta no saber lo que le estaba pasando. ¿Es que Edward había interpretado sus gritos de entonces como si estuviera sufriendo?
—¿Qué te gustaría que hiciera? —le preguntó ella. Él ya se estaba quitando los zapatos, sin mirarla.
—Olvídalo, Bella —dijo él cansadamente—. No se puede manufacturar el deseo. O existe o no.
¿Se refería a él o a ella? Se equivocaba si pensaba que ella no lo deseaba.
Sin camisa y con el torso desnudo, era una visión irresistible. Era un hombre muy atractivo y un amante experto. Durante el último mes ella había permanecido despierta muchas noches, deseando que él se le acercara. ¿Serviría de algo que ahora fuera ella la que lo hiciera? ¿Si tomaba la iniciativa?
Edward se quitó entonces los pantalones y calzoncillos. Inmediatamente se hizo evidente que no sentía el menor deseo. Temiendo hacer más la tonta a sus ojos, Bella no se atrevió a acercarse. Edward la miró orgullosamente cuando se levantó, espléndido en su desnudez, delante de ella.
Entonces Bella se arrepintió que sus inhibiciones no le permitieran hacer lo mismo, de que necesitara tener algo de ropa sobre el cuerpo para cubrir sus pecados, como habría dicho su madre. Pero, en lo más profundo de su corazón, ella sabía que no había ningún pecado en el hecho de que una pareja se amara. ¿Por qué no podía poner eso en práctica?
— Siento... no ser lo que tú quieres —dijo deprimida.
—No te pongas así. No es el fin del mundo. Sólo el fin de un disimulo.
—No —dijo ella agitando vehementemente la cabeza—. En eso te equivocas, Edward.
—Trata de ser sincera, Bella. No me deseas, pero no quieres que nadie más lo haga tampoco. Es por eso por lo que viene todo esto, ¿no? Piensas que tienes que darme esto o yo trataré de conseguirlo con Lauren.
Edward le estaba poniendo las cosas difíciles. Ella no quería que se fuera con esa mujer, pero no había pensado para nada en utilizar su cuerpo para evitarlo. Lo que había motivado sus actos de esa noche era su necesidad de estar con él.
—Deja que te diga una cosa, Bella —dijo él mirándola de arriba abajo— Lo sexual no es vestirse con algo erótico como ese camisón. No es un lujurioso cuerpo femenino. Es un estado mental. Es algo que se tiene en las células cerebrales. Es un foco intenso en otra persona. Y tú no haces eso. Siempre estás enfocada en ti misma.
—No, eso no es cierto —gritó Bella, desesperada por darle la vuelta a aquello. Edward agitó una mano.
—Incluso lo que te pones... supuestamente para mi placer, está diseñado para enfocar la atención sobre ti.
—Quería que vieras que te deseo, Edward —gimió ella.
—Seguro que sí. Y por eso te has pasado tanto tiempo aquí, preparándote —dijo él mientras se dirigía al cuarto de baño—Bella, ¿te pasa algo en las piernas para que no puedas venir a mí? ¿Te pasa algo en la boca para que no me puedas comunicar tu deseo ardiente de alguna manera?
—Esperé porque no quería interrumpirte... Por si estabas haciendo algo importante.
—¿Algo más importante que el que mi esposa me esté deseando desesperadamente? —dijo él amargamente— Bueno, está claro que tenemos distintas prioridades. Si hubieras bajado con ese camisón, te hubieras sentado en mi regazo, me hubieras abrazado y me hubieras dicho que estabas cansada de esperar y que me querías en ese momento.
Bella deseó haber tenido el valor de hacerla.
Edward llegó a la puerta del cuarto de baño y se volvió de nuevo hacia ella sonriendo levemente.
—Pero los dos sabemos que no me deseas tanto. Es más fácil esperar y dejarme a mí que haga el trabajo, si es que tengo ganas. Entonces tú te limitarías a tumbarte y pensar en Durley House e Inglaterra.
La ira que se adivinaba en sus palabras hizo que ella dejara de pensar correctamente. Bella agitó la cabeza e, incluso esa acción pareció irritarlo más, ya que los ojos le brillaron de ira, negándole cualquier tipo de defensa.
—Estoy seguro de que no te importará que me evite soportar más esta desagradable escena. Necesito una ducha caliente.
Nada más soltar esa ironía, abrió la puerta del cuarto de baño y entró con unas amargas palabras finales. —Tu maldito camisón, tu maldito egoísmo y tus malditas pretensiones me dejan completamente frío.
Luego cerró dando un portazo.
Bella no se sentía tan caliente. Durante algunos minutos, su cuerpo se vio recorrido por estremecimientos convulsos. La horrible revelación de cómo veía Edward su relación la había dejado paralizada y se quedó mirando la puerta del cuarto de baño como si fuera la del mismísimo infierno.
El instinto de supervivencia le dijo que tenía que pasar por esa puerta. De alguna manera se tenía que obligar a hacerla. Porque Edward estaba equivocado sobre ella y, si no se lo demostraba en ese mismo momento, nunca sería capaz de hacerla. Así que tenía que abrir la puerta y... Su mente se negó a representar lo que podría venir luego, pero algo pasaría, algo que tenía que ser mejor que la nada en que Edward la había dejado.
K paso aqui ya me kede como bella con cara de what?
ResponderEliminarAndale bella ve y demuestrale d lo que se pierde tira la puerta y dale unos buenos galones donde tu kieras jajaja asta k se le acomoden las ideas jaja
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarParece que Edward de verdad piensa que Bella solo lo quiere por lo que le provee y no porque lo ama... Seran ideas de él mismo o será que alguien le está susurrando al oído cosas que no son???
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Pero que matrimonio es este no lo entiendo cómo es que se casaron??? Y Edward después de tanto tiempo recriminado y Bella todo está tiempo de sumisa si no hablan no sé cómo terminaran!!!!! Gracias.
ResponderEliminarQue matrimonio tan loco pero se ve que nunca hablaron y se casaron por que se tenían que casar o que wtf paso ? Sube pronto please me encanta
ResponderEliminarEdward me dejó sin palabras con esa revelación.
ResponderEliminarDesgraciadamente esa es la vida de muchas parejas. Muy buena e interesante historia.
ResponderEliminarA veces las trabas mentales son más fuertes de lo que se cree, pero si Bella de verdad quiere salvar su matrimonio va a tener que empezar a superarlo y tomar al toro por los cuernos! Aunque Edward tampoco se lo pone muy fácil que digamos
ResponderEliminarMe desconocí totalmente Edward.
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