Capítulo 5 / Una Segunda Oportunidad



ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACIÓN
LOS PERSONAJES PERTENECEN A STEPHENIE MEYER
EL NOMBRE DE LA HISTORIA, 
COMO LA AUTORA LO DIREMOS 
AL FINAL DE LA ADAPTACIÓN


¿Una cesta de rosas? ¿Para él?

Edward frunció el ceño a Lauren, su secretaria personal, que estaba de pie en la puerta que acababa de abrir para permitir que la mujer que la llevaba entrara en el despacho. La mujer en cuestión había cargado como un carro de combate llevando en sus brazos lo que, evidentemente, era un arreglo floral caro y extravagante.

Al parecer, su secretaria personal no veía ninguna razón para hacer algún comentario que le explicara a qué venía aquello, pero un gesto de sus labios indicaba algo parecido a la desaprobación o el disgusto. Mientras tanto lo miraba como para ver su reacción.

Esa actitud se añadía a lo que había sido una mañana de lo menos productivo. ¿Por qué había permitido ella que esa tontería llegara hasta él? Parte de su trabajo era protegerlo de intrusos inesperados.

— ¡Aquí está usted! —exclamó la repartidora con satisfacción dejando la cesta en medio de su mesa de despacho sin tener cuidado con los papeles que tenía encima.

Edward, viéndose directamente enfrentado a esa corpulenta mujer, del tipo que no se dejaba intimidar por nadie, se levantó y pretendió mostrarse firme y sucinto al tratar con la situación.

La repartidora lo miró de arriba abajo, como midiendo a la clase de hombre a la que se podían mandar rosas. Por lo menos había tres docenas de ellas. Fuera quien fuese el remitente, se había pasado, en opinión de Edward.

—Me temo que ha cometido un error — dijo secamente—No pueden ser para mí. 

—No. No me he equivocado. Tengo el pedido aquí en mi mano —dijo ella pasándole un papel con aire de triunfo— Véalo por usted mismo. Señor Edward Cullen. Edificio de Administración de Cullen Electronies en Bondi Junction. Eso es aquí y, ese es usted, muy bien. No hay ningún error.

—Bueno, eso parece —cedió él, dándose cuenta de que no le quedaba más remedio. 

—Entrega personal. Esas fueron las instrucciones de quien lo envía. Por cierto, que insistió mucho en ello. No tenía que dárselo a nadie más que al señor Cullen en persona. Así que he venido yo misma para asegurarme —afirmó la mujer mientras dejaba el papel sobre la mesa y le ofrecía una pluma—Y ahora, si no le importa firme aquí, señor Cullen. Eso lo demuestra bien claro, ¿no?

—¿Quién ... ?

Edward no continuó con la pregunta, ya que no quería darle más conversación a la mujer. El que le mandaba las flores debía estar de broma. Una broma de muy mal gusto.

—Hay un mensaje para usted en el sobre —dijo la corpulenta mujer y se lo señaló. 

—Gracias —respondió él mientras firmaba. Luego le devolvió el papel sonriendo levemente y continuó. —Su prueba de que me lo ha entregado.

—Bueno. Esto le ha dado un poco de interés a un día aburrido. No se envían rosas a muchos hombres, usted es el primero al que lo hago.

—Me alegro de haberle proporcionado una experiencia nueva. Ahora, si no le importa.

La mujer se rió sonoramente. Luego lo miró con aire pícaro.

—Supongo que debe ser usted muy bueno en la cama, señor Cullen ... Me refiero en lo de proporcionar nuevas experiencias. Todas esas rosas rojas ...

Luego agitó la cabeza y salió de allí riéndose a carcajadas.

¡Buena broma!

Lauren no la acompañó a la entrada y se quedó en la puerta. Estaba muy claro que aquello le divertía tan poco como a él.

¿Estaba ella esperando a ver qué había sucedido en su vida privada? ¿Quería ver quién le mandaba rosas? Edward tenía que dar por sentado que ella probablemente tendría sus razones para considerarse a sí misma como la primera candidata para una nueva experiencia con él y, esas rosas debían ser como una especie de desilusión para esas esperanzas.

No es que le hubiera hecho alguna promesa a ella.

Seguía sin estar muy seguro de querer lo que ella le estaba ofreciendo sutil pero indudablemente. Pero aceptar su sugerencia del hotel en el Reino Unido era, de alguna forma, una posible aceptación a su invitación.

De todas maneras, no era su dueña. Y no tenía que pensar que lo fuera. O que lo podría ser alguna vez. La miró directamente a los ojos y le preguntó decididamente:

—¿Algo más, Lauren?

Ella miró primero a las rosas y luego a él.

—Pensé que te gustaría que se las diera a otro. Tal vez al hospital o algo así. 

—Ya te lo haré saber.

Aquello era una despedida inequívoca. Lauren inclinó la cabeza y se marchó. Una de sus habilidades principales era saber cuándo tenía que retirarse después de golpear. Lauren Mallory trabajaba muy sutilmente y Edward apreciaba su capacidad para hacer que todo pareciera sencillo. Demasiado sencillo, pensó.

Esa mañana él estaba lleno de incertidumbres. Y ahora le llegaba esa ridícula cesta de rosas para agravar las cosas. ¿Quién se estaría riendo a sus expensas?

Se pinchó cuando trató de tomar el sobre de la cesta. Luego lo abrió impacientemente y leyó la nota mecanografiada.


Esto es sólo para decirte que te amo 
y para agradecerte una noche maravillosa.

8 comentarios:

  1. Bella se esfuerza pero nunca sé si valga la pena con esa actitud y luego lo Laurent no lo quería creer pero con lo que ha pensado creo que Bella está pensando de manera acertada!!!

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  2. empiezo a pensar que de verdad anda con ella!! bella esta haciendo muchisimos esfuerzos y no se si él se lo merezca

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  3. Que basura es Edward, ese dichoso viaje es una aventura con Laurent.

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  4. Je je je je je je. A que no venias ver eso Edward

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  5. Espero que ahora que sabe quién le envía las flores, cambie de actitud Edward, ya se está pasando de pesado.

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  6. Jajajaja solo espero que Edward, después de saber que es de parte de su esposa, lo tome un poco mejor, y espero que se dé cuebta que lo que está haciendo Lauren es impedir que tenga a su familia cerca, que siga compartiendo con Bella su vida....
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  7. Eso Bella!!! Más vale que con eso Edward cambie un poco la actitud y se de cuenta quesu esposa quiere mejorar las cosas. DDefinitivamente Lauren tiene el típico comportamiento de la amante se porta bien, hace que las cosas sean sencillas para su jefe, vamos, que le hace lanvida color de rosa para que el tonto de Edward piense que su mujer es el demonio en persona. Solo espero que el tiro le salga por la culata a la muy bitch!

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  8. Ja ja ja cachetada con guante blanco, me gusta esta actitud de Bella, no darse por vencida pero sin humillarse

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