El Productor 4

 Bella estuvo a punto de decirle que no había pensado en él, en el momento en que se la puso, pero después se dio cuenta de que no era verdad, pretendía que él comprendiera que no siempre llevaba vaqueros, por eso prefirió no contestar, pero se ruborizó otra vez.

—Me gusta cuando te ruborizas. Debo confesarte que me había olvidado de que las chicas lo hacen a tu edad. ¿Cuántos años me dijiste que tenías?


—No te lo he dicho, pero tengo veinte.

—Pareces más joven, sobre todo cuando te enfadas.

—No estoy enfadada —comenzó a decir Bella, pero se interrumpió al darse cuenta de lo ridícula que podía ser una discusión de ese tipo.

—Está bien. Hagamos una tregua. Yo no quiero que me sigas considerando el culpable de todas las desgracias que te suceden. ¿Te lo has pasado bien hoy? ¿Has visto todo lo que querías?

—Tengo muchas ganas de ver la obra. Es una historia muy bonita, y creo que Rose va a estar sensacional.

—Yo también lo creo. Tengo confianza en ella. Vosotras dos os lleváis bien, ¿verdad?

—¿No es obvio?

—Las conclusiones obvias no son siempre las correctas —respondió Edward rápidamente.

—Sí, la aprecio mucho.

—Me alegro —respondió Edward con frialdad—. Después de todo las dos tenéis muchas cosas en común. ¿O acaso no os habéis confiado mutuamente vuestros secretos? —Bella le miró con ojos desconcertados—. Así es, querida, Jasper, por supuesto. Aunque Rose logró salir sin que le destrozara el corazón.

—No tenía idea.

—Rose es bastante inteligente y en seguida se dio cuenta de cómo era Jasper. Pensé que tal vez si hablabas con ella, terminarías sintiendo menos lástima por ti misma.

—No lo he comentado con nadie. No es algo que desee que la gente sepa — respondió Bella en tono muy bajo.

—Como quieras. Pero no era de esto de lo que quería hablar contigo. ¿Recuerdas que me dijiste que deseabas pagarme el vestido y todo lo que te compré?

—Sí —Bella le miró con cierta desconfianza—. Pero no empiezo a trabajar hasta el lunes…

—No me refiero al dinero —la interrumpió, y al ver que Bella se ponía tensa, agregó—: ni tampoco a lo que pareces estar pensando. Hacer el amor puede ser un regalo, pero nunca la forma de pagar una deuda. Creo que lo que tengo en mente es mucho más prosaico. ¿Qué tal eres para el trabajo de la casa?

Bella estaba tan confundida que no lograba responder, y él prosiguió:

—Te lo pregunto porque podrías sacarme de un verdadero lío. La pobre señora Birch se cayó y se ha hecho daño en la muñeca. No podrá trabajar hasta que no pasen unos días, y la casa es un caos sin ella. Supongo que no puedo estar sin una mujer cerca… aunque no sea por los motivos que tú sospechas.

—Quiero saber si te he entendido bien. ¿Lo que deseas es que vaya todos los días a limpiarte la casa?

—No, no todos los días, pero si pudieras ir de vez en cuando a ayudarme un poco hasta que logre encontrar otra solución, te lo agradecería mucho. Pero si consideras que la proposición es un insulto…

—Oh, no, me sentiría contenta de poder hacerlo. Estoy acostumbrada al trabajo de la casa y no sería ninguna molestia para mí.

—Entonces, trato hecho. Considera saldadas tus deudas —se puso de pie y se acercó a ella con el brazo extendido, mirándola como para obligarla a hacer lo mismo. Bella aceptó su gesto y le dio la mano, deseando que el contacto con la piel de aquel hombre no le resultara tan perturbador.

—No me parece del todo justo —protestó—. El vestido te costó una fortuna, y yo te voy a devolver muy poco a cambio.

—¿Muy poco? No conozco a otra chica a la cual me hubiera atrevido a preguntarle o en quien hubiera podido confiar. Y no tengas miedo de tener que soportar mi compañía, porque yo estaré en el estudio todo el día. Puedes ir cuando puedas. En el frigorífico hay bastante comida, la compró la señora Birch antes del accidente.

—Gracias —respondió Bella sintiéndose muy tonta, ya por un momento se había imaginado que Edward estaría trabajando en su estudio mientras ella limpiaba la casa y preparaba café.

—Yo suelo irme a las ocho y media. ¿Crees poder llegar a esa hora, o le dejo la llave a algún vecino?

—Estaré allí antes de que te vayas —le aseguró—. ¿Encontraré todo lo necesario en la cocina?

—Sí, pero de todas maneras yo te enseñaré dónde está todo. Sé dónde están las cosas, aunque no sepa muy bien cómo usarlas. Creo que incluso hay guantes de goma.

—Yo nunca uso esas tonterías —exclamó ella impulsivamente.

—¿No? —Edward le cogió una mano y la estudió detenidamente—. Ésta es la mano de una persona trabajadora, no cabe duda —pasó con suavidad la yema de sus dedos por una de las líneas de la palma y agregó—: esta es la línea del corazón, Bella, y es muy recta. Yo no veo a Jasper en ella. ¿Y tú?

Bella tuvo ganas de apartar la mano bruscamente, pero se contuvo poniéndose de pie sin apartar los ojos del suelo.


—Bella —la voz de Edward era profunda, y a pesar de que aún conservaba el tono burlón, parecía conmovido por alguna extraña emoción—. ¿Te parece bien que mañana mande el estudio al diablo y me quede en casa?

—¿No estás olvidando algo? ¿Qué hacer el amor no es una manera de pagar una deuda? —le respondió subiendo el tono de la voz, estaba asombrada de su propia reacción. No había olvidado quién era aquel hombre y cómo le gustaba conseguir todo lo que se proponía. Además, ella todavía amaba a Jasper. Pero, inexplicablemente, sentía un fuerte deseo de sentir el cuerpo de Edward junto al suyo.

Edward le soltó la mano y Bella sintió un escalofrío al ver otra vez el hielo en sus ojos.

—Pensé que habíamos llegado al acuerdo de que la deuda había quedado saldada. Pero no te preocupes, Bella, no volveré a pedirte que me pagues nada.

En ese momento sonó el intercomunicador y se oyó la voz de Diane diciendo: —Han llamado del estudio, señor Cullen.

—Está bien, gracias —y volviéndose a Bella dijo—: ese debe ser el aviso de Hugo. Ya podemos ir a ver el ensayo.

—¿Tú también lo vas a ver?

—Por supuesto. Yo también tengo interés en esta obra, como ya sabes.

Bella pensó que se refería a Tanya Dane. En el restaurante, la actriz había dejado muy claro que existía algo más que una simple amistad entre ambos. De inmediato Bella se dijo que ella no sería una más en la larga lista de sus conquistas, no importaba qué trucos utilizara él…

—Vamos —dijo impaciente—. Después de todo a eso has venido.

Pero mientras le seguía hacia el ascensor, Bella se preguntó si a estas alturas aquella afirmación seguía siendo verdad.

Bella se lo pasó muy bien en el ensayo general. Se sentó con Edward en la cabina del productor, pero trató de mantenerse a cierta distancia. Hugo y sus asistentes estaban junto a un panel de control frente a varios televisores, y se comunicaba con la gente del escenario a través de micrófonos.

A pesar de su natural antipatía hacia Tanya, tuvo que reconocer que era una buena actriz. El papel que representaba no era de los que atraen la simpatía del público, pero lo hacía con una especie de patética dignidad, que merecía un gran respeto. En comparación suya, el papel de Rose, la hermana menor, podría haber sido falto de interés, pero el escritor de la obra había cuidado muy bien ese detalle, y la actuación de su amiga resultó excelente. Hugo ordenó un descanso precisamente cuando la obra llegada a su momento más dramático y Bella se quedó un rato decepcionada.

—¿Le gusta? —le preguntó al pasar a su lado, y ella asintió en silencio—. Si quiere aprovechar para ir a la cafetería un rato, mientras Rose va al camerino para que le solucionen unos problemas con el vestido, y yo reviso unas cosas antes de seguir… ¿Cree que podrá encontrar el camino sola?

Bella le aseguró que sí, quizás Edward quisiera acompañarla, por eso cuando salieron al corredor, se fue en dirección contraria sin decir palabra.

Ya en la cafetería pidió un café y se sentó en una mesa vacía. Estaba observando todo a su alrededor, tratando de recordar a la gente que había conocido ese día, cuando oyó la voz de Tanya que le decía:


—¿Nos podemos sentar contigo?

Bella levantó la vista desconcertada. Tanya estaba con un joven de pelo rubio muy largo, y grandes bigotes al estilo victoriano. Vestía un traje marrón claro y una camisa oscura como la corbata.

—Este es Roger Hunt —dijo mientras se sentaban—. Es un periodista del «Evening Globe».

Aquel nombre no significa mucho para Bella, pero de todas maneras le sonrió y le estrechó la mano cortésmente. Era un hombre agradable, y después de unos momentos comenzó a sentirse tranquila a su lado.

—Para ser escocesa no tienes demasiado acento —comentó el joven.

—Mi madre era inglesa, y mi padre se pasaba la mayor parte del tiempo al sur de la frontera —explicó Bella.

—No te estoy criticando, por el contrario, tienes una voz hermosa.

Bella no estaba acostumbrada a recibir elogios de gente extraña, por lo tanto bebió un poco de café para ocultar su rubor.

—¿Cuánto tiempo llevas en Londres, Bella?

—Muy poco —titubeó al encontrarse con los ojos de Tanya que la observaban fijamente. Ése era el problema de decir mentiras, había que recordar siempre lo que se había dicho antes. ¿Qué le había dicho a Jasper? Recordaba haberle hecho creer que ella y Edward se conocían desde hacía tiempo. ¿Y qué le habría dicho él a Helen para que ésta a su vez se lo dijera a Tanya? Todo se estaba complicando demasiado y le dio miedo.

—Pues me da la impresión de que has estado muy ocupada para ser una recién llegada. Pertenecer a la lista de Edward Cullen no es nada fácil para una chica como tú.

—¿Qué lista? —repitió Bella indignada—. No sé a qué te refieres. —Oh, vamos, querida, no me vas a decir que sois sólo buenos amigos.

Bella pensó que ella no podría definir su relación con Edward como la de dos buenos amigos.

—No sé qué habrás oído por ahí, pero te aseguro…

—Hemos oído lo suficiente —la interrumpió el muchacho—. Y no debes sentirte tan avergonzada, esto es Londres, una gran ciudad, y no el pequeño pueblo de dónde vienes. Edward Cullen… te ha deslumbrado, suele suceder —hizo una pausa durante la cual Bella trató de ordenar sus pensamientos, y después agregó—: además, nadie te culpa. Te aseguro que yo daría cualquier cosa por tener algo del atractivo de Edward, pero jamás he sido un hombre irresistible.

—Pero todo es un error —intervino Bella—. Fue sólo una noche, y te aseguro que es un gran error…

El individuo sonrió y también Tanya, aunque la de ella era una risa forzada.

—Me imagino que un error tuyo, cariño, no de Edward. Me pregunto cómo lo hará.

—¡No! —exclamó Bella sintiéndose como en medio de una pesadilla. Tenía que explicarse de alguna manera, pero sin mencionar su relación con Jasper. Tanya y  Alice ya no tendrían de qué sospechar.

—Estaba muy deprimida y Edward se ofreció a sacarme a pasear por la noche. Fue muy amable por su parte, pero eso fue todo —explicó poniéndose aún más nerviosa al comprobar que los otros dos se seguían riendo.


—Y dime… —le preguntó Tanya, inclinándose hacia ella—. ¿Esto fue antes o después de aparecer en la fiesta de compromiso de Jasper luciendo un modelo de Corelli? Además, puedo imaginarme quién te lo compró.

—Él, pero se lo estoy pagando.

—Eso sí que es algo nuevo. Edward no es exactamente la clase de hombre que da alojamiento a las jóvenes desamparadas.

—Pero así es, y ahora yo le estoy devolviendo el favor, trabajando en su casa mientras su casera se recupera.

Los ojos de Roger Hunt se abrían cada vez más por la sorpresa.

—Es tan absurdo que puede ser verdad —comentó mirando a Tanya—. Creo que hemos sido injustos con esta hermosa criatura al sospechar de ella. Pensamos que era la última conquista de Edward, y resultó ser su criada —sonrió y miró a Bella—. Es una verdadera lástima. ¿Cuándo te pones el delantal, querida?

—Empiezo mañana por la mañana —respondió preguntándose por qué se había metido en una situación semejante. No tenía por qué haber respondido a ninguno de los insultos, pero por otra parte, se sentía más tranquila al pensar que ahora ambos sabían la verdad, y que ya no la considerarían una de las últimas conquistas de Edward.

—Bueno —comentó Roger mirando el reloj—. Creo que ya es hora de que te lleve con Hugo, Tanya—. Dejaremos nuestra charla para otro día. ¿Vienes con nosotros, Bella?

—No —sólo pensar en encontrarse con Edward después de lo que acababa de suceder la horrorizaba—. Me iré a casa. Por favor avisad a Rose.

—Por supuesto —aseguró Tanya y después de sonreírle se alejó.

Bella les observó. El corto encuentro le había estropeado el día. ¿Y por qué se habría metido Tanya en todo aquello? ¿Por celos? ¿O acaso tenía alguna razón en particular para querer averiguar su exacta relación con Edward?

Durante el trayecto a su casa, Bella se dijo que sin duda Tanya hubiera preferido que le dijera que se había acostado ya con Edward, para estar convencida de que formaba parte del pasado y no de la competencia.

«Como si alguna vez lo hubiera sido», pensó con cierta tristeza.

10 comentarios:

  1. Parece que Tanya solo quería saber si Bella era algo más... Solo espero que esto no sea solo la pieza, y que Tanya por fin comprenda que Edward no la quiere cerca!!!!
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  2. Creo que se todo de esta enredando por las diferentes versiones de Bella!!!

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  3. Bella se pasa de inocente... y cayó en el juego de esos dos...

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  4. Este par están tanteando terreno y sacando la sopa a bella 😡😡😡

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  5. Habló demasiado... Gracias por el capítulo

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  6. Esta bella habla demasiado y sola se enreda .... gracias 💋❤❤

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  7. Ese interrogatorio fue muy sospechoso, no sé porqué pero me parece que Bella se acaba de meter en problemas de nuevo con Edward jajajaj

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  8. Bella no puede quedarse callada ojala la Tania no la meta en problemas con Edward

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