EHQMO-Capítulo 7

Edward

Era el segundo entierro al que Edward asistía en una semana, pero en aquella ocasión al menos no ocupaba un banco en la primera fila. Ese honor le pertenecía a la hija de Jacob, al esposo de ésta y a todos sus hijos, tres muchachos adolescentes de cabello revuelto que solían ir a visitar a su abuelo durante las vacaciones de verano. Eran unos muchachos muy guapos con la promesa de la corpulencia de su abuelo y la sabiduría que las palabras de Jacob les había transmitido. Edward buscó a la familia cuando terminó el servicio.

Nadie había estado en la montaña desde la noche de la tormenta. Había nevado más. La zona había sido declarada de alto riesgo y seguramente seguiría así durante bastante tiempo.

—Pronto —respondió cuando la hija de Jacob le preguntó cuándo podrían subir allí—. En cuanto sea seguro, subiremos. Sé que es una prioridad recuperar los objetos personales de Jacob.

Había tantas prioridades en aquellos momentos. Jacob había muerto en su puesto de trabajo. Edward ya había presentado todos los papeles correspondientes.

—Os acompaño en el sentimiento —dijo. No se le ocurrió qué otra cosa decir —. Nosotros también vamos a echar mucho de menos a Jacob. Silverlake no será lo mismo sin él.

Más palabras y ninguna de ellas suficiente.

Había muchos empleados de Silverlake presentes allí, por lo que Edward fue a saludarlos. Los había trasladado a casi todos a otras pistas de esquí. Al resto, los había mantenido en plantilla porque los necesitaría cuando empezaran los trabajos de limpieza. No era probable que Silverlake abriera aquella temporada y todos lo sabían.

Esme y Bella también estaban en el entierro. Bella tenía un aspecto glorioso con un sencillo vestido negro y un elegante abrigo del mismo color. Inalcanzable. Impresionante.

Edward consiguió evitarla. Consiguió no mirarla demasiado. Sabía que no debería hacer lo que estaba pensando hacer, en primer lugar porque no tenía tiempo.

Había sido una dura semana de trabajo y quedaban muchas más. La confianza en la empresa se había resentido con la muerte de James y los recientes acontecimientos en Silverlake. Afortunadamente, Alice había comprendido la necesidad de presentar un frente común y respaldaba las decisiones de su hermano de principio a fin. Igualmente, trabajaba con la misma decisión que Edward para minimizar los daños.

Había tantas y tan buenas razones para no ir detrás de Bella, empezando por su responsabilidad con las empresas familiares, con su hermana y con su madre y también con la propia Bella. No quería que sus nombres se vieran de nuevo arrastrados por el barro.

Edward no era siempre sincero con sus sentimientos. Algunas veces lo avergonzaban. Sentimientos enfrentados por sus padres.Sentimientos enfrentados cuando era un adolescente por una pelirroja de ojos enormes y una mancha en su reputación que era incapaz de borrar.

Incluso entonces, había sabido que ella no se merecía ni su ira ni los comentarios maliciosos que la rodeaban. Había hecho muy pocos amigos después de que Alice la abandonara. Se había mantenido apartada. Había desarrollado una profunda cautela. Los chicos habían caído rendidos a sus pies a lo largo de toda su adolescencia, pero sólo unos pocos se habían ganado su favor. Sus escasos amigos se habían mostrado tan reservados y tan a la defensiva sobre ella como la propia Bella.

Más allá de todo eso, había una mujer de valor y fortaleza, con una voluntad que la había empujado por la ladera de aquella montaña y había impedido que se congelaran. Una mujer con inseguridades y vulnerabilidades que hacían que Edward se sintiera mal porque, en parte, era culpa suya que existieran.

Vio que ella murmuraba algo a su madre y que se dirigía hacia él con la gracia de una bailarina, algo que no había visto en la montaña. Diferente ropa y diferentes zapatos.
No lograba comprender cómo había podido pensar que aquel delicado rostro pertenecía a un muchacho. Los hematomas se habían borrado un poco, aunque podía ser que fueran más tenues por el maquillaje. Una triste sonrisa le dio una suave curva a aquella boca tan deliciosa. Edward no la había olvidado. Ni a la boca ni al resto del cuerpo de Bella. Ojalá lo hubiera hecho.

—Mi madre dijo que estarías aquí —murmuró—. Yo no estaba tan segura. 

—Deberías haberlo estado.

—Ha sido una ceremonia muy bonita —comentó ella. 

—Sí.

—Después del entierro vamos a ofrecer una copa en su honor en el bar. No estás obligado, pero sí invitado.

—Al final me vas a invitar a esa copa, ¿eh, pelirroja? 

—Eso es una mala idea.

—Eso es lo que dice la gente.

—Tal vez deberías escucharlos.

—Los escucho. Tú has venido a hablar conmigo, pelirroja. No ha sido al revés. Yo no he implicado que no tenías suficiente respecto por Jacob como para presentarte en su entierro. Yo no he hecho nada.

—Lo siento —admitió ella, sonrojándose—, por haber pensado que no ibas a venir al entierro. Sabía que alguien vendría en representación de Masen y desde el principio había estado convencida de que serías tú. Tal vez simplemente no quería que fuera así.

—Me estás hiriendo, pelirroja. Otra vez.

Bella frunció el ceño y apartó la mirada.

—¿Duermes bien? —le preguntó él—. Pareces cansada. 

—Y tú también.

—Tengo muchas cosas que hacer.

—Sí, sí. Me he enterado de que has encontrado trabajo a todos los empleados de Silverlake. Es muy amable de tu parte.

—¿Acaso no vas a atribuirme otros motivos que no sean la generosidad y la consideración por otros?

—No —dijo ella. Miró a Edward unos segundos antes de seguir hablando—. Creo que no. En cuanto al hecho de que yo no duerma, no puedo culpar a mi trabajo por ello porque apenas he estado trabajando. He estado teniendo pesadillas. Sobre la caída.

—¿La del teleférico?

—Sí. Normalmente, hay una botella de champán flotando por el aire en mis sueños y también, por una razón que desconozco, una caja llena de cuchillos de cocina. Todos se vuelven contra mí. Resulta muy desconcertante.

—Me lo imagino. Los cuchillos no aparecen en ninguno de mis sueños. 

—¡Qué suerte tienes!

—En realidad, no. Pregúntame sobre lo que yo sueño, Bella. Pregúntame adónde voy cuando cierro los ojos por la noche.

—No estoy segura de querer saberlo.

Edward dio un paso al frente e inclinó la cabeza de manera que sus labios rozaron suavemente el cabello de la sien.

—Gracias por la invitación a la copa. Me gustaría asistir un rato. Gracias también por venir a hablar conmigo y, para que conste, cuando cierro los ojos por la noche, pienso en unos jugosos labios, en una piel de seda y en una pasión que no se parece en nada a lo que yo haya podido experimentar jamás. Pregúntame adónde voy yo todas las noches, pelirroja.


Ella lo miró con una expresión de asombro y sorpresa en sus maravillosos ojos grises. Una boca hecha para los besos, no sólo para uno sino para más.

—¿Adónde? —susurró ella con una voz dulce, suplicante, que magnificó el profundo deseo que ardía dentro de Edward.

—Vengo a ti.



Bella

—Las copas son por cuenta de la casa —dijo Bella dos horas más tarde, mientras entregaba el whisky que le quedaba en la bandeja al atractivo Edward Masen —. No las pago yo.

—Gracias por la explicación —replicó él con una sonrisa que no desentonaba con el ánimo que reinaba en el bar. Las despedidas en honor a los fallecidos no tenían por qué ser una reunión triste y aquélla distaba mucho de serlo. Alguien había llevado un viejo álbum de fotos y varias de las instantáneas eran de Jacob. Cada una de ellas tenía una historia. Un brindis por cada una de ellas. Así fue transcurriendo el tiempo.

Envalentonada por el ambiente familiar en el que se encontraban, Bella dejó que su mirada se detuviera un instante sobre los labios de Edward. La sonrisa que reinaba en sus ojos se le reflejaba también en los labios. No era de extrañar que las mujeres se rindieran a sus pies y aceptaran cualquier cosa que él quisiera ofrecerles. Edward tenía dinero, sabía cómo encender el deseo de una mujer y, sobre todo, tenía encanto. Y menudo encanto.

—¿Qué decías? —murmuró. Bella sintió que las mejillas se le encendían y apartó la mirada de aquellos labios para volver a mirarlo a los ojos.

—Nada. Estaba pensando, creo que, principalmente, sobre lo que dijiste anteriormente. Que tal vez las circunstancias que había en la montaña fueron lo que hizo que pareciera que lo que hicimos fue tan... extraordinario. Encontrarse con una experiencia cercana a la muerte y todo eso.

—Es una teoría válida —murmuró él—. ¿Quieres ponerla a prueba? 

—En realidad, no.

—¿Por qué no? Lo único que te estoy pidiendo es un beso.

—Ocurre que ya he escuchado esa frase antes — replicó ella. Con eso, regresó a la barra del bar para cargar la bandeja con más bebidas.

Cuando miró hacia atrás, Edward la estaba observando. Más aún. Estaba sonriendo.

—¿Ha venido Edward para honrar la memoria de Jacob o por ti? —le preguntó Esme cuando las dos estaban detrás de la barra del bar.

—Por Jacob —replicó ella—, pero pensemos por un momento que ha venido por mí. ¿Cómo me libro de él?

—¿Has probado a ignorarlo?

—Resulta demasiado enojoso como para eso. 

—¿Y huir?

—Normalmente me dices que no huya.

—Eso depende de la amenaza —murmuró Esme.

—También he intentado apartarlo de mi lado, pero eso tampoco me está funcionando demasiado bien. Aparentemente, le gusta que lo insulten.


—Lo dudo —replicó Esme secamente—. No. Lo que le gusta es que tú se lo estás poniendo difícil para que él pueda conseguirte.

—Soy difícil de conseguir —replicó Bella, molesta. Esme le entregó a su hija una bandeja para que sirviera más copas y señaló a todos los presentes. 

—Ahí está el desafío.

—Mi madre parece pensar que si no te hago caso terminarás marchándote —le dijo Bella a Edward cuando lo encontró solo, sin una multitud de admiradoras que lo rodearan.

—Podría tener razón —afirmó él—. Inténtalo.

Bella frunció el ceño y se alejó de él. Aquella vez, él no sólo se limitó a sonreír cuando la vio alejarse, sino que soltó una carcajada.

La siguiente vez que hablaron, Edward fue el que inició la conversación. 

—Mi abogado no ha recibido noticias tuyas sobre esos papeles que te di —dijo.

—Eso es porque siguen encima de la huevera que Ophelia-Anne tiene en la cocina.

—¿Por qué?

—Yo no sabía nada de esas casas —respondió ella con determinación—. No las quiero.

—Eso es lo que dices, pero si es sincero lo que sientes, tendrás que decidir a pesar de todo lo que quieres hacer con ellas.

—¿Y no puedo rechazarlas simplemente y te las quedas tú?

—Lo siento. Las cosas no funcionan así. Consíguete un abogado, Bella. Es el mejor consejo que puedo darte.

—Tu madre debe de estar...

—La palabra que estás buscando es «avergonzada» —dijo Edward—. Alice está furiosa. Yo sólo quiero quitarme de encima esos papeles.

—¿No estás resentido?

—Estoy muy resentido —musitó Edward—, principalmente porque mi estimado padre esperó hasta después de su muerte para reconocer lo mucho que sentía por tu madre y me dejó a mí para que me ocupara de todo.

—¿Qué más te dejó? Él jamás te habría olvidado. Estaba muy orgulloso de ti.

—Yo tengo el cuarenta por ciento de las acciones de la empresa. Es lo que quería. Alice controla también un porcentaje muy significativo, aunque no está muy claro que quiera o no. Mi madre siempre ha tenido acciones. Ahora, tiene más. En cuanto a las propiedades, hay muchas. Mi padre pensó en todo el mundo. Simplemente, algunos de nosotros tenemos que esforzarnos un poco más que otros para mantenerlo.

—¿Cuánto va a costar volver a abrir Silverlake? 

—Mucho. No hago más que pensar en ello.

—Tal vez deberías olvidarte al menos por esta noche. ¿Quieres otra copa? 

—No. Quiero...

—¿Comida? Ophelia-Anne está en ello.

—Quiero marcharme de aquí —dijo, con voz muy baja y ronca—. Contigo. Antes de que me vuelvas a decir que esto es muy mala idea, déjame que te diga que ya lo sé.

—Entonces, ¿por qué lo haces?

—Tal vez espero que así me pueda olvidar de ti. 

—¿Y si no es así?


—En ese caso, el infierno estallará. ¿Te vienes o no?

Tal vez fue la brutal sinceridad de sus palabras lo que la convenció. Tal vez era el hecho de que Edward era un hombre muy ardiente bajo una apariencia fría y tranquila.

—Está bien —dijo ella.


9 comentarios:

  1. Se puso bueno ese edward dio el primer paso el calentueiento jajaja

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  2. Con ese hombre tan hermoso y sensial quien se puede resistir.

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  3. Es horrible perder a un familiar 😖 pero me gusta la idea de la copa para honrar su memoria con buenos recuerdos.

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  4. Uuuuuuuuu!!! Le dijo q siii �� Santo cielos esto se puso buenisimooooo!!!

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  5. Omg...esto se pone caliente ������

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  6. Oh Muy God!!! Esto se puso bueno. Espero el próximo capítulo. Besos xoxo

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  7. Veo que no tardo mucho en convencerla jaaa

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